Humillación (Putas adolescentes 5, El canalla 3)

¿Hasta donde puede llegar el ansia de humillar?

Asun.Mónica, Laura, Leticia, Carmela, Gerardo, Luís

-No debes torturarte-le aconsejó Isabel, la vieja flaca de Joaquín, su jefe.-Joaquín es un playboy y un cerdo que no respeta nada, eso ya lo sabías.

En realidad, la mala concepción que Isabel pudiera tener de Joaquín, se debía más al hecho de que este nunca le hubiera hecho el mínimo caso como mujer.Joaquín era un tío atractivo y socarrón, que solía bromear con sus secretarias.Solían ser estas jóvenes y atractivas en su mayoría, aunque de dudosa competencia en su trabajo.para eso estaba ella, el "cerebrito".No obstante, su competencia era menos apreciada que la belleza de sus compañeras.Nunca Joaquín había palmeado su plano trasero, ni había fijado su vista en los pequeños y fláccidos pechos, que la camisa blanca a rayas aplastaba haciéndolos aún menos apetitosos.Lo único en su fisco de lo que Isabel pudiera enorgulecerse, eran sus hermosso ojos verdes, que no obastante, resultaban minimizados por un cabello negro, lacio y escaso, sin brillo ni vida, y unos labios demasiado finos.Total, Isabel era lo que se dice un "callo".

Se decía que nó, erigiendo un muro defensivo llamado orgullo, que no era más que una fachada para consolarse por su falta de atractivo, y la certeza de que un hombre como Joaquí, jamás accedería con ella siquiera a un polvo de una noche.Por ello, cuando aparecí ante ella, y me acerqué el el bar para hablarle, apenas podía creerlo, y de inmediato estuvo dispuesta a acceder a lo que le pidiera.Poco sabía ella de mis trajines y mezquindades.Convencerla resultó fácil, con una mirada y poco más.Creía la pobre infeliz que iba a contar al menos con mi amistad, porque de seguro no soñaba con acostarse conmigo.Poco sabía la desgraciada que ni eso.No me rebajo a hablar con mujeres que no me resulten atractivas.Vereis, soy de los que piensan, que una mujer es lo que sobra del coño, y sólo sirven para follar.Y ellas se vuelven locas con un macho atractivo que así se lo haga sentir.Y señores, ese soy yo.

-¡Y ella es una zorra, no debes martirizarte pensando en ello¡

Gerardo le había contado a Isabel lo ocurrido, obviando claro está, el asunto de las niñas.Ahora, aparecía ante ella derrotado y llorando como un niño.

-Pero…yo la quiero!Y pensaba que ella a mí¡¿Cómo ha podido hacer eso?

-¡No pienses más en ello, cojones¡!Tienes que salir adelante¡!Por tu hija¡

"La niña".

-¿Qué puedo hacer?

-¡Lo primero, hechar un polvo."Un clavo saca otro clavo".

Gerardo la miró a los ojos sorprendido.Isabel entendió esa mirada, y rió con ganas.

-No, cielo, lo siento pero no eres mi tipo-bromeó.

-No estoy de humor para salir a ligar.

-¡Quien habla de ligar¡Tú no tienes tiempo que perder en esas chorradas!Al grano¡

-No entiendo.

-Tengo un amigo, que conoce un club, del que parece ser que los tíos hablan maravillas de sus chicas.

-¿Putas?

-¡Nó, monjas¡!No te jode¡Estate preparado esta noche.Pasará a recogerte sobre las 9.

-Pero

-¡Ni pero, ni mierdas¡Esta noche vas a comenzar a superar el bache.Este amigo mío es bastante idiota, y poco delicado a la hora de hablar.Me ha descrito las maravillas que hacen las chicas allí.Al parecer, se trata de aunténticas ninfómanas, nada de chicas necesitadas.Si se lo pides y pagas bien, accederán con gusto a beberse hasta la última gota de tu semen.Y sin no se lo pides ni pagas, es igualmente posible que lo hagan.Al parecer, son realmente putas.

-¿Y la mamá?

-Se ha ído-comtestó llorando el pequeño negrito.

-¿Cómo que se aha ido?¿A donde?

Remigio, no podía entender aquello.No estab al tanto de las infidelidades de su mujer, y mucho menos de la calentura de su joven hija.

-A hacer la puta.

Una mano voló a la cara del niño, para darle una suave bofetada, que avivó su llanto.

-¡No se habla así de la mamá¡

-¡És lo que dijo ella¡-sollozó el pequeñín.

-¿Cómo?

-¡Dijo que se iba porque estaba cansada del asqueroso de sumarido¡!Que tienes michelines y te estás quedando calvo¡!Que ha encontrado quien la folla mejor, y se a¡va a trabajar de puta para él¡

Él niño apenas sabía que significaban aquellas palabras, sólo las repetía.Pero remigio si las entendía!Muy bien¡

-Te ha dejado un papelito en la mesa.Dice que lo leas.

En casi estado de show, avanzó hasta allí, encontrando la nota.

"No te aguanto más.Durante años, te he estado poniendo los cuernos sin que te entersases, idiota de mierda.Los niños lo han visto todo, pero tú ni siquiera has sospechado.Eres patético.Si te he soportado hasta ahora, ha sido por lo cómod que me resultaba vivoir sin trabajar, a costa tuya que me mantenías.Pero yá ni con esas.He conocido a alguien que me llena totalmente como mujer.Tanto, que no he dudado en abandonarte, a ti que me mantenías, para trabajar de puta y mantenerlo yó a él.La niña se viene conmigo.El niño no tiene arreglo, es varón como tú, y ha heredado tu mediocridad.Pero la niña es una belleza, y muy caliente, a pesar de que tú, como siempre, no te has enterado.Ni de eso, ni de nada.No quiero que me la contamineis.

Si tienes algo que decirme, estaré en esta dirección:

Club ………., calle………número

No te será difícil encontrarlo¿Quién sabe?Quizá incluso te animas y acabas echando un polvo.Desde luego, conmigo nó, no soportaría volver a tocarte, pero quizá con alguna de las chicas.Porque esa es la única forma de follar con una mujer hermosa que tiene alguien tan patético como tú!Pagando.

Hasta las 9:30 te esperaré, no te retrases.Después, tengo concertada mi primera salida.

Hazme un favor y revienta, payaso carnudo."

Remigio cayó en el sofá abatido, su frente apoyada en la mano, sus ojos derramando un manantialde lágrimas.

-Perdón…¿está cerrado?

Remigio estaba confuso.La dirección que Carmela le había dado, ciertamente correspondía al club que mencionaba.Pero no estaba abierto.En lo más profundo de su corazón, se aferraba a la esperanza de que finalmente todo fuera una broma.Era tanto lo que amaba a aquella mujer, que estaba dispuesto s perdonarle cualquier humillación.Desde que la conociera en un viaje a Colombia, la soberbia negra se había convertido en la dueña de su corazón.Bien había imaginado él durante estos años, que le había estado poniendo los cuernos, aunque ella no pensara lo contrario.Pero había preferido mirar hacia otra parte, escondiendo la cabeza a la realidad, como los avestruces.Sospechaba y no creía equivocarse, que sus hijos fácilmente podían no ser tales.Pero todo daba igual.Amaba a Carmela, todo lo que un hombre puede amar a una mujer.Lo demás no importaba.

-No debiera-le contestó el hombre con gafas, de los dos que habían ante la puerta.Abren a las 9.

Miró al otro, y le pareció ver en sus ojos una tristeza tan profunda como la suya¿Acaso sería posible que él también…?

Una puerta se abrió más allá.Una más pequeña que la principal ante la cual se encontraban, y que servía para salir las chicas cuando cerraban, tras terminar de trabajar, y con la otra cerrada.Por ella, salió una chica joven y atractiva.

-¡Buenas noches¡-saludó sonriendo-Perdonen el retraso.Una de las chicas tiene cumpleaños hoy, y estábamos celebrándolo.

-¡Vaya¡!Entonces podemos decir que somos algo así como el regalo¡

-Bueno, al menos traeis las velas-bromeó.

Abrió la cerradura y descorrió la reja, y después hizo lo propio con la puerta de madera.Tras ella, dieron a un receptáculo de crista, que servía para insonorizar el local, y después ya directamente al club, donde sonaba una canción de Ricki martin, y una hermosa joven de rasgos latinos, se contoneaba a su ritmo.Habían clientes allí dentro, bastantes.Aquello no era entendible¿no había estado cerrado hasta ese momento?¿Acaso habían sido víctimas de alguna clase de engaño?¿Que quería decir aquello?

Pero las respuestas a aquellas pregunts, no tenían la menor importancia para Gerardo en ese momento.Casi en estado de show, como poco antes estuviera el pobre Remigio, miraba hacia la barra.Allí, Asún reía abrazada a un gordo, con una copa de champangne en la mano.Su gloriosa melena rojiza y ondulada cayendo sobre su espalda, su cabeza hechada atrás en sus carv¡cjadas, mostrando sus nívea dentadura.Aparecía bellísima, como nunca antes la viera.Maquillada e forma que lucía esèctacular con aquella tenue iluminación.De su camisa, desabrochada hasta mucho más allá de lo decente, asomaba uno de sus enormes pechos, al que el gordo se aplicaba a mamar con deleite, provocando su risa.

Sintió flojear sus piernas, y hubiera acabado en el suelo, de no haber sido sujetado por el otro hombre que entró con ellos¿Ellos?¿Donde estaba el tío de las gafas, el amigo de Isabel?Aquello estaba resultando muy misterioso.

Remigio miró en la misma dirección que lo hacían los desorbitados ojos de Gerardo, con intención de saber qué era lo que tal conmoción le había causado.Y a punto estuvo de soltarlo, cuando vió a Leticia riendo junto a un gordo y una hermosa pelirroja.El baboso pasaba su brazo por detrás de su cintura.La negra minifalda que intentara cubrir el sobebio culo negro, aparecía levantada, dejando aquel bien a la vista de todos, para mostrar como el tipo le tenía introducido uno de sus gruesos dedos en el ano, sin que ella hiciera nada por evitarlo u ocultarse, pareciéndole oor el contrario algo muy divertido, a juzgar por sus grandes carcajadas.

-¿Se encuentra bien, cabalero?-le atendió un hipócrita, que olía a tal de lejos.Se trataba de un hombre entrado en la sesentona, de pelo largo y plateado con grandes entradas, recogido en una coleta.Una cicatriz cruzaba su mejilla, y su aspecto general le resultaba antipático, por más que lo adornara con suaves ademane, correctos modales y una gran sonrisa.

-¡Esa…esa mujer…¡-comenzó a decir Gerardo, señalando hacia donde Asun se encontraba con el gordo!Es mi mujer¡.-Desde allí, ella les miró menguando un poco la sonrisa, pero si perderla.

Remigio se sobresaltó al oirlo.

-¿La pelirroja?-preguntó el sesentón.

-¡Sí¡¡Necesito hablar con ella¡

-¡Y yo también¡ -¡La otra es la mía¡-añadió Remigio.

-Entiendo.Miren…esas 2 mujere, han comenzadoa trabajar hoy.Las ha traído un buen amigo.

-¡Pero eso…eso no puede ser¡

-Pues le aseguro que és.Es un tema conflictivo.Yo me responsabilizo personalmente de las mujeres mientras estén aquí.Ese hombre, es su chulo, y yo no puedo permitir que sus maridos traten con ellas sin estar el presente.

Gerardo fue a alzar la voz, pero la aparición de dos enormes chicos jóvenes, muy robustos y de apariencia eslava tras el hombre, le hizo pensárselo mejor.

-Esas dos mujeres, son dos bellas mujeres.Como comprenderán, yo me debo a mis intereses.Acompáñenme a la barra.Les invito a tomar algo.

Accedieron entonces.

-¿Qué van a tomar?

Pronto, les sirvieron las bebidas.

-Pero yo…necesito hablar con mi mujer

-Y yo con la mía

-Difícil lo tienen.En salir de auí, se van con su chulo, y no creo que él esté dispuesto a consentirlo.

-¡Pero que chulo ni que hostias¡!Es mi mujer¡

-Su chulo en cambio, piensa que es una de sus chicas, y ella parace estar muy conforme con eso.

-¡Pagaré¡!Cuanto cuesta invitarla a una copa¡

-No voy a consentir exponerme a un disgusto con mi amigo, por una copa.

-Bueno, pues subir a la habitación!Una hora¡!Dos¡!Toda la noche¡

-¡Ja, ja, ja¡!Eso es otra cosa¡!Así me gustan los hombres, ahora nos entendemos¡media hora, 600 euros.

-¡Cómo¡

-Es mi única oferta, la toman o la dejan.No concedo más tiempo, ni admito menos dinero.

-Es…está bien

Miró a Remigio.

-Para mí también¿Aceptan tarjeta?

-¡Claro¡Pero deberán esperar.Ahora están ocupadas.

-¡Bueno, pues pagaremos más que ese gordo¡

-¡Ja, ja, ja¡Verán…no es cuestión de dinero.Hoy celebramos el cumpleaños de una de las chicas, y les damos algo de libertad!Las pobres trabajan mucho¡Hoy se sueltan un poco el pelo.Ese gordo como le llama, no las ha invitado a nada, ni lo hará.Son ellas las que le están invitando a él, y después se les descontará de su sueldo.CVomo les digo, hoy se sueltan un poco.

CONTINUARÁ.