Humillación pública
La perra inmunda obedece a la humillación de su Dueño
Día de descanso.
Misma rutina que todos esos días.
Levantarme, tomar desayuno, ir a comprar frutas y verduras para la semana, volver a casa y seguir con mi día.
Ud me escribió temprano.
-¿Qué hará hoy?
Le comenté como sería la rutina del día.
-¿Con qué ropa irá?
Ese día estaba nublado, casi llovía y no hacía mucho frío. Llevaba puestos calzas deportivas, zapatillas, poleróny chaqueta hasta la cadera.
Ud me siguió escribiendo y me dio la instrucción del día:
-Saldrá y se meará antes de llegar, luego comprará una botella con agua y la irá bebiendo mientras compra para seguir meándose.
-Si, Señor.
Salí de casa y antes de llegar a la cuadra caminando, ya estaba meada y completamente excitada.
La humillación es uno de móviles de placer y si es pública, mucho mejor.
Caminé dirigiéndome a comprar la botella con agua.
Aún no se notaba mucho el meado entre mis piernas desde lejos.
Hice una fila para poder comprar y mientras estaba ahí me volví a mear. Habían unas personas delante y detrás de mí, pasaban vehículos cerca. No sé si alguien se habrá dado cuenta. Estaba pendiente de mis orgasmos.
Había una persona cerca de mí, una persona en situación de calle. Lo miré fijamente y le dediqué todos mis orgasmos. Me imaginé que todo lo que meaba, era meado de él que caía directamente a mi boca. Esto, previo a instrucción Suya.
Me seguía meando y ya se podía notar el líquido que corría entre mis piernas. Me miré la ropa y se traslucían las gotitas de orina por sobre la ropa.
Compré la botella de agua y emprendí mi camino de compras.
Caminaba de forma tranquila y serena, como si no supiera que iba toda meada. Sentía unas miradas juzgándome, de diversión, otras de pena. Más, nadie me dijo absolutamente nada.
Estaba excitada, tan excitada que acababa a cada movimiento, a cada paso. Y mientras más excitaba, más me avergonzaba por llevar la ropa meada, y mientras más me avergonzaba más me meaba.
Terminé de hacer mis compras y me detuve a mitad de un espacio vacío dónde varias personas transitaban. Me tomé el resto de agua de la botella y me quedé ahí, acabando y meándome.
Esa fue la meada más larga y creo que también la más expuesta. No sé si habrá caído al piso, no me fijé si se mojó. Solo estaba ahí, acabando para Ud.
Le escribí de que ya iba a casa y me respondió:
-Cáguese en el camino de vuelta y cuando llegue a su casa, vaya al baño y pajeese el culo hasta terminar de cagarse.
Caminé un tanto nerviosa, ya estaba tan caliente que tenía el culo dilatado, así que no sería tan difícil hacerlo.
Era cosa de pensar en Él, del deseo de complacer, de la humillación que me generaba, del placer de obedecer, de que supiera lo sucia que soy, de cagarme en plena calle a la vista de todos, que la mierda se pudiera asomar, o el olor que dejara al cagarme. La estela de maraca perra puta sucia.
Me cagué un poco en los calzones y mientras abría la puerta de casa, me seguía meando por el placer que me había provocado cagarme en la calle.
Entré rápido y fui al baño a meterme los dedos en el culo, ahí sentía la mierda que tenía en el culo lista para salir.
Me pajeaba desesperaba el culo y acababa por el culo, me meaba, hasta que sentía más mierda salir, embetunando mi mano.
Me esparcí mierda por el culo, lamí mi mano y limpié lo externo.
-Pajeese, pajeese hasta llegar a subspace. Me dijo él.
Me acosté sobre la cama y apenas rozando la punta de mi clitoris acababa dando gracias.
Estaba agradecida por todo el placer de la humillación que Ud me había dado, por haber sido usada por Ud. Gemía, me retorcía y lloraba de placer. Tenía el culo con mierda, la zorra empapada y la cara llena de lágrimas.
En un momento mi visión estaba borrosa, no era capaz de enfocar. Trataba de mirar el celular, lo que Ud me iba escribiendo.
Perra.
Puta.
Maraca.
Cerda.
Inmunda.
Entré en una nube, en un espacio profundo de placer dónde flotaba y lloraba.
Y quedé ahí, inmóvil por unos minutos, disfrutando el gozo de la entrega de mi sumisión.