Humillación líquida
Te mojo y me mojas, ¿te parece?
Desde aquí huelo tu coño, que decían en aquella película. Frase y exabrupto burdo y soez que yo prefiero matizar como “es un placer sentir y notar el aroma a deseo que rezuma su vulva cada vez que la acaricio con mis palabras”. Me cuesta pensar cómo se pondrá cuando las caricias provengan de mi lengua y mi barba acabe empapada de ti y oliendo a una mujer como tú, mojada (tú y mi vello facial), recién duchada de néctar. Deseo verlo bien cerca y que tu climax empape mi cara, mi lengua y mi barba, y hundir mi lengua en tus dos agujeros según me escupes sabor de amor casi con violencia y desprecio sobre mi rostro.
Humillación líquida en contraste con la excitación que produce el impacto del néctar en conjunción con la caricia para mis oídos de los gemidos desbocados que aporten banda sonora al momento. Creo que eso te va a encantar, y es más, puede que acto seguido, para apagar tu excitación pero no acotar ni acortar tus gemidos, me hunda hasta el fondo de tu cavidad frontal o trasera, ya bien lubricada y expuesta para mí. Tus braguitas, rojas para más señas, desde el suelo me gritan que no las toque de ahí, que tardarán mucho en volver a estar en su sitio, posiblemente toda la tarde, toda la noche y toda la mañana. Incluso puede que no vuelvan a estar cerca de tu fuente de ambrosía sino de mi nariz para poder degustar ese aroma a deseo y a tí cuando yo quiera.
¿Estás lista, empezamos?...