Humedades

Tres fotos, tres bragas, una paja y quién sabe cuantos dedos.

Te escribo este correo justo después de despedirte porque esa excitación de la que te he hablado cuando te ibas no me ha dejado irme a la cama sin antes jugar mirando las fotos que me has mandado. Veo la foto de tus braguitas con esa mancha. Mancha fruto de unos minutos de juego. De la excitación casi explosiva al oler y lamer las bragas de tu madre. Hasta ese momento el ritmo de nuestro excitación había sido el normal en nuestros juegos. Pero en el momento en que las oliste por primera vez, tu cambio fue brutal, y ya sabes como me pone verte en ese momento en el que te conviertes en una cerda. El momento en el que me pediste, mejor, me suplicaste lamerlo me tuviste al borde del orgasmo. Ahora al recordarlo vuelvo a estarlo.

En ese momento me sorprendió que te pudieras excitar tanto con su olor. Otras veces me has comentado o bien que olían a humedad al haber cogido el olor del montón de la ropa sucia, o bien que apenas olían. Ahora al pasar de foto y ver sus bragas manchadas lo comprendo. Es una mancha más que evidente y sólo puede significar una cosa. Se mojó. Tu madre se mojó y tu lengua ha podido disfrutar de su flujo.

Ahora mismo te envidio. Me gustaría haber sido yo quien disfrutara del sabor de su coño. Me gustaría haber estado tendido a tu lado. Con tu mano pajeándome, mientras yo paso esas bragas de tu boca a la mía. Compartiendo el sabor de ese coño. Ahora que he tenido que parar ya un par de veces de tocarme abro la última foto. Sé que esta me la has enviado por mi. Claro que las otras también pero esta especialmente. Lo sé. Ya te lo dije. Y sólo eso consigue excitarme. Pero amplio la zona manchada y aún me excito más. Están manchadas como aquellas que pude saborear. Ahora mismo cierro los ojos y el sabor del coño de tu hermana inunda mi lengua. Recuerdo tu reacción a aquel tanga y sé que con este será igual. Asco. Asco por una mancha que sólo se puede explicar cuando unimos flujo abundante con un tanga que se clava en la raja. Esta vez la mancha no parece flujo. ¿Quizás las últimas gotas de orina que quedan sin limpiar bien? Quiero saborear también eso. Quiero saber a qué sabe el coño de tu hermana en todas sus variantes. Y sé que cuando leas esta frase te morderás el labio porque si a mi me excita que tú seas una cerda, a ti te mojas cuando yo lo soy.

También tengo que contarte el último detalle con el que me he puesto cachondo. Ese detalle con el que vas a pensar "sólo a ti te pondría eso". Fijate. Fijate en los pelitos que hay en las braguitas de tu hermana. Alguno parece un cabello sin más. Pero hay otros que sólo pueden ser vellos púbicos. Por fin sabemos que tu hermana no se depila el coño. Por fin sabemos que tu hermana tiene una mata de pelo perfecta para correrse sobre ella y dejarle un chorretón de leche.

Acabo este correo deseando poder terminarlo mientras me corro en tu boca compartiendo este momento. Te quiero

PS: Al poco de empezar el correo se me ha ocurrido que podríamos usarlo como un relato para publicarlo

NOTA: Cualquier crítica constructiva será bien recibida tanto aquí, como en el correo. Si lo que te apetece es compartir experiencias o fantasías también serán bienvenidas.