Humedad

Esa noche no podiamos hacer el amor, pero me regalaste una de las mejores mamadas de mi vida.

Humedad

Mi celular vibró y leí tu mensaje, simple y directo "Nos vemos esta noche?". Cada vez que me escribes esa sencilla frase, me estremezco y no puedo evitar sentir una leve excitación, no solo por que sé lo que ocurrirá cuando nos veamos, sino el hecho de saber que me deseas.

Eso me encanta de ti, desde el principio fuimos directos y cuando quieres estar conmigo solo tienes que mandarme esa simple frase, sin rodeos. A los hombres también nos gusta que nos seduzcan y en mi caso, esa es la mejor manera.

Ya antes me habías dicho que tenias el periodo por lo que sabia que no haríamos el amor, así que acudí sabiendo que esa noche nos besaríamos mucho y nos acariciaríamos todo lo posible, disfrutando de la compañía mutua, en el fondo esperaba que me masturbaras y poder desahogar toda la excitación que tendríamos, algo injusto para ti, pero eres multiorgásmica, así que sabia que te compensaría después.

Llegué a tu casa cerca de las 10 de la noche, una noche fría como es costumbre por la zona donde vives. Después de saludarnos con un tierno y breve beso en los labios, pasamos a la sala y conversamos de temas cotidianos, tus hijos, tu ex, el trabajo.

En un momento de silencio simplemente me acerqué a ti y te besé. Esta vez fue un beso largo, saboree tus carnosos labios, tú me correspondiste, saqué la lengua, lamí tus labios y entonces me respondiste abriendo la boca.

La pasión se abrió camino y el beso se volvió furtivo, lleno de entrega y de promesas por cumplirse, ninguno ocultando las ganas de estar juntos, besos llenos de pasión y ganas de más.

Nos separamos un momento, lo necesario para levantarnos y pasar a la pequeña cama que ha sido testigo de nuestros encuentros, de toda la pasión que sentimos cuando estamos juntos. Ya recostados volvieron los besos y sabiéndonos cómodos la pasión continuó y se intensificó, abrimos las bocas y nuestras lenguas acudieron al encuentro, a la mutua exploración, nuestra excitación fue en aumento y deslicé una mano para acariciar tu seno libre, el otro cubierto por nuestros cuerpos, al estar de lado.

Recibiste la caricia con gusto y sin tapujos lo acaricié completamente, amasándolo, disfrutando de su suavidad, por su tamaño mediano no los abarco completos con una mano, y ello me permite mayor área para explorarlos, sin ser exagerados. Tu respiración se aceleró y entonces toqué tu pezón, al instante gemiste en señal de aprobación e intensifiqué la caricia. Me gustan tu senos porque no son demasiado sensibles por lo que los puedo estrujar, pellizcar y hasta morder un poco y lo aceptan con gusto.

El frío ambiente se olvidó y subió la temperatura, mi mano abandonó la caricia para levantar la playera que traías puesta, por debajo hasta encontrar el brassiere tipo deportivo que te gusta usar y que sin dificultades levanté. Sabiendo lo que seguía, despacio me acerqué a tu seno y lo toqué, sabía que el primer contacto directo te haría vibrar y hoy no fue la excepción, temblaste ligeramente y entonces tomé el seno completo, tu beso se incrementó metiendo tu lengua hasta el fondo de la mía, jugando con mayor pasión con mi lengua lo que me excitó aún más y provocó acrecentar la caricia. Un circulo vicioso, más te acaricio y más me besas, más me besas y más te acaricio.

Mi pene ya estaba adquiriendo sus dimensiones normales para las circunstancias y empezaba a ser molesto dentro del pantalón. Tu mano bajo por mi cuerpo y sin perder el tiempo fue a acariciarlo por encima de la ropa, otra cosa que me gusta de ti, a lo que vas.

Lo empezaste a acariciar y sin querer contenerme, te levante la ropa, me incorporé un poco y acerqué mi boca a tu seno descubierto, al moreno y erecto pezón que ya me esperaba y ansiaba, sin dilación y sin dejar de acariciar tu seno, lo besé, mordí y mamé a mi antojo. Tu respuesta fue inmediata y me lo demostraste acariciando mi pene con mayor intensidad, con ansia, para estas alturas ya estaba totalmente erecto y duro.

Continuamos así por un tiempo que no podría determinar hasta que mi boca regreso a tus labios dejando a mi mano continuar su labor y a la tuya, la suya.

Seguimos disfrutando las caricias y besos hasta que tomamos una pausa, los besos fueron más profundos y suaves y bajamos el ritmo de las caricias, estábamos sumamente excitados y abandonando tu seno recorrí tu cuerpo, eres una mujer alta, poco más baja que yo, por lo que mi mano no podía ir más allá de tu cadera sin dejar de besarte. Al llegar a tu entrepierna sentí el recordatorio de que hoy no te podría penetrar, esa breve caricia hizo que los dos nos detuviéramos y nos miramos a los ojos.

Las palabras sobraban, las miradas lo decían todo, llevé mi mano hasta tu cara y te acaricié con ternura. Nos miramos por unos segundos y luego nos besamos con mucho cariño, suavemente, disfrutando nuestros labios.

Entonces tu mano regreso a mi pantalón, pero en lugar de acariciarme me comenzaste a desabrochar el cinturón, luego lo demás, abandonaste tu posición y vi tu negra, rizada y larga cabellera iniciar un recorrido hasta mi cintura donde se detuvo mientras con tus manos me bajaste la ropa hasta la cadera.

Me la ibas a chupar? O quizá me ibas a masturbar? No lo sabía aunque soñaba que fuera lo primero. Tomaste mi pene con mucho cuidado y lo masturbaste muy lentamente, con mucha suavidad. Mi pene reaccionó y se excitó más y comenzó a dar pequeños brincos en tu mano.

Lo acariciaste unos segundos más, te moviste y vi como tu cabeza bajó un poco más y entonces sucedió, vi las estrellas al sentir la humedad de tu boca que empezaba a entrar en tu boca.

No era la primera mamada de mi vida, pero si la más suave y mojada que he sentido. Con mucha suavidad y con tu boca muy húmeda te lo fuiste metiendo poco a poco, con calma iniciaste la mamada, sacándolo y metiéndolo como si el mundo se moviera en cámara lenta. Aún hoy recuerdo la sensación de tu boca mojada y mi pene entrando cada vez más, no te veía, pero lo podía sentir.

No acostumbrado a una mamada así, tomé suavemente tu cabeza con mis manos, como temiendo que te separaras y me relajé a disfrutar las sensaciones. No sé cuanto tiempo estuviste ahí pero de pronto me di cuenta que acelerabas un poco y que la metías más aún en tu boca.

Las sensaciones se empezaron a acumular, tu boca tan mojada estaba teniendo su efecto, en ningún momento me lastimaste con los dientes. Comencé a sentir como se aproximaba mi orgasmo y por instinto moví las caderas, ahora te hacía el amor por la boca mientras que con las manos sostuve tu cabeza en su sitio.

No habíamos hablado de ello así que no sabia si se gusta el sabor del semen y me dejarías correrme en tu boca, creo que por esa duda no solté tu cabeza pero lo mejor fue que no intentaste quitarte. En mi vida no he tenido mejores orgasmos que cuando termino en la boca de mi amante, terminar dentro de una vagina es muy excitante, pero terminar dentro de una boca por alguna razón incrementa mucho la sensación al tener el orgasmo, más aún si permanezco dentro de su boca mientras dura.

Viendo que no te retirabas, incrementé los movimientos de la cadera y tú la velocidad de la mamada hasta llegar al punto de no retorno, comencé a gemir y alzando la cadera para penetrarte lo más posible no pude aguantar más y comencé a lanzar semen dentro de tu boca, tú te apretaste a mi y me dejaste terminar dentro, soltar todo lo que tenía en un tremendo orgasmo que me llenó completamente, mientras te llamé por tu nombre.

Disfruté mi orgasmo todo lo que duró y en ningún momento te separaste de mi. Me fui relajando lentamente y tu terminaste de lamer todo resto de semen, dejándome limpio completamente, no desperdiciaste nada. Cuando terminaste me tomaste el pene con la mano y regresaste a mi pecho, te recargaste en él, en silencio te di las gracias y te abracé.

Permanecimos unos minutos así mientras mi pene se relajó y recuperamos la respiración, quitaste tu mano, me abrazaste y nos quedamos dormidos.

Gracias