Huérfano 3
Amor verdadero, vacío infinito
VERO Y RAÚL
Don Alfredo, el comisario del pueblo, hombre fornido de cincuenta años, de gesto adusto y carácter fuerte, conduce la Van familiar de tres filas de asientos. A su lado, en el asiento del acompañante, viaja Don Antonio, el juez regional, un hombre flaco, magro, de cincuenta y dos años. Van conversando preocupados por una ola de pequeños robos a las casas de la periferia. Ambos van vestidos con trajes oscuros.
En la fila de asientos del medio, viaja Alicia, la esposa del comisario, morocha de 39 años, mujer seria y beata aunque de buen ver gracias al ejercicio. La acompaña Luisa, de cuarenta años, esposa del juez. Rubia teñida, de ojos color miel, cuerpo sinuoso y carácter alegre. Ambas son asiduas concurrentes al gimnasio del pueblo. Hoy van vestidas sobrias y de oscuro como amerita la ocasión. Van cuchicheando los últimos chismes del grupo.
En la última fila viaja Vero, hija de Alicia, muchacha tímida y muy bonita, vestida con falda negra y larga, de cintura elastizada, combinada con una camisa blanca de mangas largas, abotonada hasta el cuello. A su lado va Raúl, hijo de Luisa, muchacho deportista, representante del equipo de natación del Instituto. Vestido con pantalon negro, camisa blanca y saco gis. Ambos de dieciocho años y novios desde siempre.
Se dirigen a la misa de las ocho, que se celebra en la iglesia del centro antiguo del pueblo.
A las doce, finalizado el servicio y después de saludar a la feligresía, los hombres mayores, dejan a su familia en sus casas y se marchan al club. En él, almorzarán y luego de cambiarse en el vestuario, jugarán su acostumbrado torneo de golf, con el resto de los vecinos destacables de la comunidad.
Las mujeres ingresan en sus casas y los novios buscan un rincón que no sea muy visible, para despedirse. Manos de ella alrededor del cuello de su novio. Manos de él apretándole de la cintura contra su pubis y labios encontrados en un beso largo y dulce.
La pasión del muchacho va empujando su endurecido falo contra el vientre de la hembra, que respira agitada. Las puntas de las lenguas se encuentran y empiezan a jugar. El chico empieza a frotar su pubis contra ella, quiere bajar las manos sobre ese duro culo, pero ella no lo deja.
El frotamiento se acelera y finalmente, ahogando el gemido en el cuello de ella, explota en un orgasmo intenso que queda contenido en su ropa. Cuando se tranquilizan se miran enamorados, se dan un piquito y entran a sus casas.
Las casas son gemelas simétricas y separadas por un gran parque. Ostentan un nivel económico poco concordante con el puesto de funcionarios que ocupan sus dueños.
Cada uno en sus casas, entran por el gran salón de estar con amoblamiento minimalista que está presidido por un gran televisor y equipo de música anexo. Continúan atravesando el comedor y la gran cocina moderna, con su mueble para desayunar y salen al patio trasero por la puerta de servicio. Lo cruzan e ingresan a la casa de invitados, ahora devenida vestidor con ducha y pieza de descanso para el servicio.
Ambos se desnudan, y mientras Raúl en su casa, se pone el bañador y sale a entrenar en la gran piscina de veinticinco metros, que en el fondo del terreno, cruza ambas casas, Vero en la suya, lleva el recatado traje de baño en sus manos e ingresa desnuda a la pieza de descanso del personal.
ALICIA Y LUISA
Hoy el día ha sido agotador, el parque es enorme y con las lluvias el césped estaba muy crecido y la piscina muy sucia. Para colmo la pelea de ayer fué durísima, estoy lleno de raspones y moretones. Me acabo de duchar y estoy por vestirme cuando entra Vero en pelotas y me ordena que no me vista. Joder con la niña, con lo tímida que parece, cuando se pone en mandona, intimida.
Me hace parar en el centro de la habitación y empieza a dar vueltas a mi alrededor, con la yema de los dedos acaricia mis moretones, pasa la punta de la lengua por mis raspones, frota sus duros pezones por mi pecho mientras me lanza un mordisco a la pera y con una de sus manos se acaricia el chumino.
Viene muy caliente, se vé que el mamerto la dejó a medias. Me indica que me siente en el borde de la cama, se acerca y me ofrece sus tetas, las cuales saboreo delicadamente como si fueran un budín de fresa. Le muerdo los pezones mientras le estimulo el coño con dos dedos y se empieza a agitar.
Cuando ya no puede más, se arrodilla sobre mí en la cama con las piernas a mis lados y se clava sola, lentamente, disfrutando la penetración. Cuando llega al fondo, se relaja y empieza a botar. Aguanto, sé que no debo acabar. Finalmente la niña se desmadra en un orgasmo bestial que empapa toda mi zona genital. Cuando se calma, se pone el bikini y sale a nadar con su novio.
Nada más salir Vero, aparece la beata Alicia que ha estado viendo todo por la ventana, se quita la malla enteriza, se arrodilla en el piso entre mis piernas, se persigna, toma mi polla, la levanta y bebe todos los jugos que dejó su hija en mis bolas.
Cuando ha dejado todo limpio y lustroso y siempre sin decir palabra, se levanta, se dirige a la cama y se pone en cuatro en el borde, con la cabeza apoyada en el colchón, la grupa ofrecida y las nalgas abiertas por sus manos. Sé lo que quiere, y no necesita preliminares, ya viene preparada. Me pongo tras ella, apunto al asterisco y le entierro mi polla de un tirón. Ni una queja, solo un largo gemido continuo acompaña la cópula.
- Ah...ah...ah...ah...ah..
La penetro con ritmo, mientras ella paga penitencia.
- Por..mi.. culpa...por.. mi.. culpa… por.. mi.. grandísima...culpa..agggghhh
La hembra llega a su orgasmo y segundos después, le lleno las tripas de leche con mi bendición.
Satisfecha, Alicia se yergue de rodillas, se persigna y se retira al vestuario a ducharse. Me lavo la churra en la pila del baño, me pongo los pantalones cortos y salgo al patio rumbo a la otra casa.
Entro en la sala de descanso y Luisa, tirada desnuda en la cama y sonriente, me increpa...
- ¡Espero que hayas guardado algo para mi!
Levanta sus piernas abiertas tomándolas de los muslos, dándome a elegir. Con el manjar ofrecido y no habiendo almorzado, me lanzo a comer, con la música de fondo de las risas de los tortolitos, jugando en la pileta.
Después de su segundo orgasmo y ya recuperado, le planté las manos en las corvas clavando sus rodillas a los lados de la cabeza y me la empecé a follar como un martillo pilón, comiéndole la boca para tapar sus aullidos.
En su éxtasis final, el conmovedor grito de nuestra pasión desbordada, fue tapado por el desgarrador reclamo de su hijo, que entró por la ventana.
- ¡¡MAAA... ¿A QUÉ HORA COMEMOS?!!
PILAR
El movido verano llegaba a su fin, cuando llamaron al orfanato para notificar que mi amigo Antonio había sufrido un infarto masivo durante un entrenamiento y había fallecido en la madrugada.
El impacto fue tremendo, la sensación de vacío que te deja un amigo que parte, te dobla el alma. Nos costaba entender, nunca lo vimos enfermo de nada, pero tampoco se chequeaba. Y al parecer algunos suplementos que tomaba para mantenerse en forma, lo habían hecho sobreexigirse y su corazón no lo aguantó.
Inmediatamente fuí a ver a Pilar, su hermana, y la ayudé en todos los penosos trámites que siguen a estos sucesos.
El sepelio se realizó a la tarde del día siguiente y todos sus amigos del gimnasio acompañamos a su hermana a despedir los restos. Al terminar la ceremonia fuimos a su casa y con un café de por medio lo recordamos con cariño. Me despedí de ella con un beso y volví caminando al orfanato con un gran sentimiento de pérdida.
Dos días después, nos citaron a Pilar y a mi en la notaría, era para informarme que Antonio me había legado el galpón y la moto. Agradecí emocionado, pero le dije a su hermana que no lo podía aceptar, que eso era de ella.
- No Juanito, quédatelos, yo he dado mi consentimiento, él te quería mucho y sé que eso lo hará muy feliz, allá donde esté.
Así fue como de pronto, me encontré con casa y movilidad.
Limpié bien el galpón, lo acondicioné un poco, le agregué una cama y una cocinita y esa misma semana me mudé.
VERO
Ya con diecinueve años, comencé mis estudios en la universidad de una ciudad cercana y actualmente curso la carrera de Ingeniería informática. Mi vieja Harley me lleva y me trae. Mis trabajos de reparaciones y jardinería me procuran sustento y mis necesidades íntimas son atendidas por las damas del pueblo. Mis partidas de ajedrez con Manuel son muy reñidas y las peleas en el Dojo son cada vez más duras. Después de la muerte de Antonio ya no pude volver al gimnasio.
Hoy en especial, la pelea ha sido durísima, tenemos mucha rivalidad con los del pueblo vecino y con este morocho en particular nos teníamos muchas ganas. Recién lo pude someter en el último minuto, pero estoy todo golpeado y tengo varios cortes
Para mi sorpresa, mientras saludo con el brazo en alto y la ceja sangrando, veo a Vero al lado de la reja aplaudiendo a los gritos. Cuando estoy en el vestuario, aparece, la dejaron pasar por ser la hija de quien es. Mientras el novio la espera afuera, entra y cierra la puerta con ojos turbios. Conozco esa mirada, pero hoy va a ser diferente.
Se baja el cierre de la espalda y deja caer el vestido. No lleva nada debajo. Como siempre se acerca despacio, felinamente, mientras yo ya me he desnudado. Me rodea, acaricia mis heridas, las lame. Pero cuando está frente a mi y me toma del cuello, la tomo por sorpresa. Me agacho de golpe, paso los brazos por sus corvas, la levanto y estrellándola contra la puerta, la penetro violentamente.
Busco su boca con la mía y me corresponde. Nos estamos besando por primera vez, mientras la perforo con violencia. Estamos muy excitados. El novio golpea la puerta, preguntando que pasa y ella le grita que se vaya, que la espere fuera. Seguimos fornicando como bestias. Explota en un violento orgasmo, pero yo no puedo parar, la adrenalina del combate me tiene alterado. Se viene otra vez, y otra vez y cuando ya está por perder el sentido, me vengo dentro de ella con un alarido demencial.
Nos quedamos así, pegados a la puerta, tengo los brazos entumecidos, estamos agitados, temblorosos. Nos miramos a los ojos y nos volvemos a besar, ahora suave, dulcemente. Ha sido un polvo bestial. Nos volvemos a mirar, sabemos que lo que ha pasado, cambia las cosas. A partir de ahora todo va a ser diferente. Agacha la cabeza, toma su vestido y se lo pone en silencio. Le subo el cierre de la espalda y le beso el cuello. Se da vuelta y me vuelve a besar. Finalmente en silencio, abre la puerta y se va. El pasado la espera fuera.
ROSA
La usual partida de los Miércoles con Manuel ha sido intensa y como se siente feliz, me concede unas generosas tablas. Acepto divertido y le pregunto qué le pasa. Me cuenta que Rosa, su nieta de veinte años, viene a quedarse un tiempo con él.
Por lo que me pude enterar, su yerno que es un militar de los servicios, debe marchar fuera por un tiempo y como la madre falleció en un accidente cuando su nieta era pequeña, viene a quedarse con él para no estar sola. Parece que la muchacha tiene algún tipo de enfermedad autoinmune que requiere muchos cuidados. Especialmente evitar golpes o cortes, por el peligro de infecciones o hemorragias.
Todo en mi vida parecía estabilizado y encaminado a un futuro venturoso. Los estudios marchaban y mi vida íntima había dado un giro, si bien cada tanto tenía un encuentro con mis damas, cada vez era más frecuente que se apareciera Vero por mi galpón a echar unos polvos de órdago y sobre todo los de los sábados después de las peleas. Más intenso cuanto más violento el combate. No era muy sano, pero a mi me encantaba.
Entonces conocí a Rosa.
Ese Miércoles estábamos en la mitad de una reñida partida con Manuel , cuando vi surgir una aparición por la puerta del salón. Una muchacha, delgada, muy pálida, casi etérea, con un rostro angelical se acercaba a la mesa portando dos cafés con algunas masas. Desplegaba una sonrisa tan cálida, que derretiría un glaciar.
Quedé paralizado, con el brazo suspendido, sosteniendo un alfil con la boca abierta. Las carcajadas de Manuel eran escandalosas.
- Ja, ja, ja. Espabila chaval, vas a perder por tiempo. Ja, ja.. Te presento a mi nieta.
Y así descubrí a la persona más dulce de lo que llevaba de vida.
Estábamos a principios de Diciembre. Había aprobado todas las materias y me había anotado a algunas para adelantar el tema durante el verano. El resto del tiempo después de mis obligaciones, lo pasaba conversando y riendo con Rosa en el caserón de Manuel, ya que ella no podía salir.
El único día que la vi con el gesto adusto, fué un Domingo a la mañana en el que me presenté con un ojo amoratado por la pelea del Sábado noche. Desde ese día dejé de participar en el torneo y para mi sorpresa, Vero dejó de visitarme.
Lamentablemente llegó el día de su partida. Pocos días antes de Navidad la pasaron a buscar, para llevarla de nuevo a su casa y pasar la fiesta con su padre. Parados en la puerta de calle Manuel y yo vimos partir el coche con tristeza.
No había hecho más de veinte metros cuando se detuvo. Se abrió la puerta trasera y Rosa bajó corriendo. Se colgó de mi cuello, me dió un pico en los labios y se volvió a marchar entre risas. Me sentí golpeado por una corriente de energía que me elevó a las nubes. Me volví atontado flotando en una nube y para mi sorpresa, Manuel me tomó de la remera totalmente enfadado.
Júrame que no has hecho una estupidez, ¡JÚRAMELO!.
No..no.. es el primer beso que me da...que pasa Manuel.
Ella no puede tener una vida normal, no necesita ilusionarse con ello, casi no tiene futuro. El daño la podría matar. Júrame que no lo vas a intentar, ¡JÚRAMELO! Júrame por lo que más quieras.
Le contesté con lágrimas en los ojos
- Te lo juro por ella.
Me miró fijo sopesando la respuesta y decidió creerme.
AMOR VERDADERO, VACÍO INFINITO
Los años fueron pasando y mi carrera iba avanzando. Vero ya no me prestaba atención pero las damas del pueblo me concedían sus favores. El tema es que no me sentía completo. Mi vida solo cobraba sentido los días previos a Navidad con la visita de Rosa, que después de esa primera vez, se repetía todos los años con su dulce saludo.
- Hola Juanito, cuánto tiempo sin vernos.
El verano que todo cambió, acababa de recibir mi título de ingeniero y Rosa había llegado el día anterior. Nos aprestábamos a celebrarlo con una gran fiesta en casa de Manuel y medio pueblo se había anotado, para saludar orgulloso el triunfo del hijo de todos.
Se había presentado un Diciembre muy caluroso. Rosa estaba bajando del primer piso portando unas bandejas, cuando sufrió un desmayo por un bajón de presión repentino, derrumbándose rodando por las escaleras.
Debido a la hemorragia producto de los cortes, debieron internarla de urgencia y a las dos horas estaban pidiendo dadores de sangre. De todos los que se presentaron, solo diez éramos compatibles. Nos hicieron hacer un ayuno de tres horas y a la noche la transfundieron, logrando estabilizarla.
Dado que el padre no era ubicable debido al carácter de su misión, Manuel debió hacerse cargo de todo. Para poder colaborar con él, decidí con su permiso, quedarme esos días en su casa. Rosa estaba internada en UCI y solo la podía visitar su pariente directo
Al día siguiente, al volver de verla, estaba desencajado. Rosa estaba mal, muy mal.
- Casi la han desahuciado Juanito, lo único que puede salvarla es un trasplante de médula de urgencia. Solo tú puedes ayudarla. Por favor no la abandones. Es casi lo único que tengo
Pero...Manuel…¿cómo puedes saberlo ? Eso no es cuestión de voluntad, se deben dar muchos factores. Hace años que buscan un donante compatible y no lo han hallado
Porque lo sé Juanito. En lo más profundo de mi corazón lo sé. Por favor. Todo lo que tengo te lo doy. Hazte las pruebas.
- No me ofendas, sé que estás dolido y no soy nadie, pero no trates de comprarme. Daría mi vida por ella. Mañana mismo voy.
Y así fué nomás, nos hicimos las pruebas los diez que teníamos sangre compatible y la mía cumplía todos los requisitos para intentar un trasplante. El cual se realizó en forma exitosa una semana después.
Me dieron el alta al otro día y ella debía quedar internada hasta ser estabilizada. Diez días después de mi alta, llegó el padre. Se alojó en un hotel, ya que no tenía trato con Manuel. Prohibió el ingreso de éste en la UCI y una semana más tarde sin avisar a nadie y sin agradecer, se la llevó. Según pudimos enterarnos por algunos médicos que nos conocían del pueblo, el padre había solicitado ayuda al ejército y la habían trasladado a un centro especializado en Estados Unidos.
Quedamos conmocionados. Con mi título fresquito, me había quedado sin voluntad y sin proyectos. Me dejé estar. No me cortaba el pelo, no me afeitaba. Solo trabajaba lo mínimo para poder comer y ocupaba el resto del tiempo en el mantenimiento de las páginas web que había creado para algunos clientes y que me proveían de buen dinero para mantener el resto de mis gastos. Con veintitrés años, estaba vacío.
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