Huérfana - encuentro

Azucena una chica huérfana con casi dieciséis años, ve que su mundo cambia. Cuando una atractiva mujer, poco más grande que ella, la adopta. Ella piensa que por fin tendrá una familia, pero la idea de la Srta. es otra...

Azucena

Me encontraba tumbada en el almendro, pensando en algo más de dos años que me quedan en este lugar. Cuando salga me dedicaré a viajar por el mundo, es algo que me encanta, vi… a… jar, soñando a que lugares me iría cuando una de las pequeñas se me acercó temblorosa.

Niña :               “ Azucena… te… llama… la…madre superiora…

Azucena :        “ ¡Joder! A ver qué tripa se le ha roto ahora, vale gracias Micaela.

Me incorporé con todo el dolor de mi corazón para tener que irme a escuchar un sermón sobre qué debo y no debo hacer, que ya soy de las mayores y tengo que dar ejemplo. ¡Una mierda! Desde que tengo uso de razón he vivido siempre aquí, he tenido varios amigas y amigos, pero a mí nadie me quería, ni cuando era más chica ni ahora que tengo casi dieciséis años. Voy siguiendo a Micaela por el entramado de pasillos hasta que llego al despacho de la madre superiora. Cuando entro veo que hay una mujer, aparentemente joven, “ ¿para qué me querrá? ”.

Azucena :        “ ¿Ha mandado llamar Madre? ”, una idea algo loca entra en mi mente, puede que alguien se haya apiadado de mí y me vayan a adoptar.

Madre S :        “ Sí, he hecho llamarte. Deseo presentarte a la Srta. Prescott, quien ha tenido a bien el querer adoptarte, pero ha puesto una condición básica, según la cual si se cumple, te vayas o no con ella, nos dará la bonita cifra de medio millón de euros que se podría incrementar si te fueses con ella. Pero antes debe hablar contigo a solas, por lo que yo me voy a ir a vigilar a los pequeños para que no abuséis de ellos…

Estupendo ahora tendré que soportar una charla de una vieja con menos ideas y más hortera que un ataúd con pegatinas.

Azucena :        “ Usted dirá Srta. Prescott…

Prescott :        “ Le diré algunas cositas para su información, por si decidiese venirse conmigo. La primera es que no podrá decir NUNCA mi nombre, la segunda es que deberá cumplir cualquier petición que le haga, y la tercera, por ahora, si desea dirigirse a mí, antes deberá levantar su mano izquierda ¿hablo claro?

Joder con la tipa, con ese tono monótono y sosegado ha logrado que me dé miedo, pero algo ha hecho que me quiera ir con ella. Levanto mi mano izquierda, tal y como me ha indicado.

Prescott :        “ Adelante Azucena, tienes un bonito nombre.

Azucena :        “ Lo primero es pedirle perdón por haber sido tan irrespetuosa con usted, y lo segundo es que tipo de órdenes debería cumplir.

Prescott :        “ Las peticiones serán de todo tipo, salvo aquellas que inciten a cometer delitos. Las más habituales serán referidas a la limpieza de la vivienda, de su cuerpo, de su formación y otras similares. ¿He aclarado sus dudas?

Azucena :        “ Muchísimas gracias Srta., ha aclarado todas mis dudas.

Prescott :        “ Entonces ¿hará que mi viaje de vuelta sea menos aburrido?

Azucena :        “ Será un honor para mí el poder acompañarla en su viaje de vuelta.

Me indicó que me fuese a mi habitación, y allí fui corriendo para mi sorpresa tenía toda mi ropa metida en una maleta y me estaba esperando la Madre Superiora.

Madre S :        “ Aprovecha esta oportunidad que Dios te da, ¿vale hija?

Azucena :        “ Haré lo que esté en mi mano para aprovecharla madre.

Madre S :        “ Ve con Dios hija mía

Cogí mi maleta y me fui rauda hacia el despacho de la Madre Superiora para reunirme con la Srta y acompañarla hasta lo que será mi nuevo hogar, espero. Un par de cosas curiosas, la primera exigencia fue el que no la llamase por su apellido, y que me dirigiera a ella solamente con Srta, y la segunda fue el que fuera detrás de ella, y NUNCA, eso me lo remarcó bien varias veces, le mirase a la cara. Me llevó hasta donde estaba su coche, durante el trayecto mis ojos estuvieron pendientes de sus zapatos.

No tardamos en salir del orfanato, aquel lugar al que alguna vez llamé mi casa. Ya estaba bastante lejos cuando la Srta me volvió a hablar.

Prescott :        “ Las pautas que te di en el orfanato las debes seguir manteniendo, ¿alguna duda?

Azucena :        “ No Srta. ”, en ese momento levanté mi mano izquierda para mostrar que quería hablar.

Prescott :        “ ¿Qué quieres?

Azucena :        “ ¿Podré tener el honor de llevar su apellido?

Prescott :        “ Lo podrás usar en cuanto te hagas mi sumisa.

Azucena :        “ No sé lo que es ser sumisa, pero deseo serlo…

Prescott :        “ Te lo diré en pocas palabras, solo importa tu dueño tú no importas. Eres un juguete en manos de tu dueño o dueña.

Esas palabras me hicieron reflexionar, empecé a reflexionar sobre lo que yo quería. Durante mucho tiempo, obedecía a las monjas, a los educadores del orfanato, a la gente que venía para ver, como si fuésemos animales, que tal niños éramos. Decidí que me dejaría transformar en una chica sumisa, solamente era dar un paso más en la misma dirección que me habían inculcado en el orfanato. No me di cuenta que me habían llevado a un centro comercial, los había visto de lejos pero no había estado nunca en uno de ellos, la Srta sabía que era lo que quería para mí, lo primero me llevó a una zapatería y me estuvo comprando varios pares de zapatos con un gran tacón.

Prescott :        “ A partir de que lleguemos a mi casa, estarás todos los días con zapatos con este tipo de tacón. Tirarás todas las zapatillas de deporte que tengas, ahora ponte estos zapatos. ”, mientras me entregaba dos zapatos negros con un tacón de vértigo, no sé si sabré manejarme con estos zancos.

Azucena :        “ Sí Srta

A continuación me llevó hasta una tienda de ropa juvenil, pero antes de llegar a la tienda me llevó a los aseos de señoras.

Prescott :        “ ¿Sigues queriendo ser mi sumisa?

Azucena :        “ Sí Srta.

Prescott :        “ Aún no sabiendo lo que quiere decir eso.

Azucena :        “ Sí Srta.

Prescott :        “ Te daré una orden sencilla. Si quieres ser mi sumisa, tendrás que cumplirla sin dudar. Nada de objeciones, la cumples en el lugar que te dé la orden. La más mínima duda a la hora de cumplir la orden y pierdes la posibilidad de ser mi sumisa y poder usar mi apellido.

Entramos en la tienda, me di cuenta que los vestidos eran de tipo juvenil, pero cortísimos, algunos apenas me tapaban el culo y las tetas. La Srta llevaba varios vestidos, algunos algo más largos y otros un poco más cortos, con escote de vértigo o enseñando mis tetas.

Prescott :        “ Guardarás en la mochila tus ropas, te llevarás puesto el que yo te dé en último lugar. Recuerda solo podrás usar la ropa que yo te dé, y eso incluye a la ropa íntima, si deseas ser mi sumisa deberás dejar que saque a la puta que eres.

Tras esas palabras, sólo pude asentir. Me fui probando todos los vestidos, pero fue desechando aquellos que me cubrieran medio muslo y/u ocultaran casi en su totalidad mis senos. Cogió uno de encaje que no llevaba forro, con lo que no dejaba nada para la imaginación.

Salimos de la tienda y nos fuimos hacia una de ropa íntima, allí creía que me compraría sujetadores y bragas, pero con lo único que salí fue con varios ligueros y medias, casi todas de redecilla. Lo último me llevó a una peluquería en la cual me cambiaron mi peinado y mi maquillaje. Cuando terminamos en el centro comercial fui un momento a los servicios, y en el espejo me miré y comprobé lo que la Srta había dicho, quería sacar la puta que tenía escondida dentro de mí.

Prescott :        “ Esa imagen es más acorde a lo que eres. ¿Eres virgen totalmente?

Azucena :        “ Sí Srta.

Prescott :        “ ¿Por todos tus agujeros? Vamos que las monjitas han preservado tu pureza virginal…

Cuando escuché esas palabras, me avergoncé totalmente. Ahora me hubiera gustado haber mantenido relaciones sexuales, sin pensarlo unas lágrimas empezaron a salir sin control.

Prescott :        “ ¿Estás llorando porque eres virgen…? ”, al ver que asentía. “ …no te preocupes por eso. Dentro de poco iremos a una fiesta en la cual subastaremos tu pureza virginal, y el que más pague tendrá el honor de estrenarte como mujer y como puta.

Salimos del centro comercial y nos subimos nuevamente en el coche, ahora nos dirigíamos hacia mi nueva casa.