Hris y Familia 06
Christina goza a ciegas y atada, su hermana lo disfruta con la mirada además de echar una mano al protagonista
Todo comenzó con puntualidad. A las cuatro ya me escoltaba escalera arriba intentando disimular los nervios que sentía y la excitación que la poseía. Muy dentro de mí rezaba para que aquello no acabase en un escándalo. No sabía como me había metido en este lío pero no estaba dispuesto a dejarlo a medias.
Lo primero que hizo nada más llegar a la habitación fue despojarse de toda ropa y quedarse totalmente desnuda. Mientras coloqué la cámara de video que me había dejado ella y la coloqué en la parte de arriba del armario procurando que quedase más o menos disimulada.
Un brillo especial se podía ver en sus ojos y algo de color había brotado en sus mejillas. Se colocó el collar de perro que habíamos encontrado en el garaje de su casa y se tumbó boca abajo en la cama.
- Adelante. Empieza.
Con cuidado de hacerlo todo con suavidad pero con firmeza fui atando la cuerda para sujetar cada tobillo al muslo de su pierna por la parte exterior. Luego le até los brazos por las muñecas al collar de manera que quedasen tensos como cuerdas de piano. Todo su cuerpo estaba tirante por el esfuerzo de los brazos. Su pecho sobresalí más que de costumbre su vientre mostraba el dibujo de sus músculos intentando encontrar un a posición menos “molesta”. Y por último le vendé los ojos a la vez que la besaba con delicadeza pero mostrando pasión al recibir a su lengua.
Una vez a oscuras puso un poco de música de fondo. Debía ser alguna balada de un grupo heavy metal por como sonaba, pero reconozco que no estaba muy en la onda por esa época. Eso pareció calmarla y me ayudó a disimular cuando abrí la puerta sigilosamente para encontrarme a su hermanita con el oído pegado a la madera. Sorprendida sonrío con cara de circunstancias y se dejó guiar por mí para acomodarla en una silla a menos de un metro de la cama y de manera que saliera perfectamente en lo que estaba grabando la cámara de video.
Después me desnudé sin prisa dejándome ver por los hambrientos ojos de su hermana que no perdía detalle. Fue una coreografía improvisada en que todo pareció normal pero procurando insinuar más de lo que mostraba. Sabía que no tardaría mucho en verlo todo pero lo que me interesaba era que ella estuviera tan caliente como Chris. Mi idea era una locura. No sé como se me ocurrió el jugar con las dos de esa manera pero reconozco que en esos momentos me sentía como un niño frente a dos magníficas tartas. Una que te atrae a primera vista y que ya has saboreado con pasión otras veces y una segunda que sin ser tan espectacular promete igual satisfacción.
Me acerqué a la cama donde yacía la “víctima”. Mientras con la lengua recorría la cara interna de sus tobillos, con las manos iba explorando el camino de ascenso. Chris boqueaba como un pez conteniendo las palabras y sonidos dentro de su boca sensualmente perfilada con rojo pasión.
Apretaba los puños, tensaba los músculos bajo aquella lechosa piel que parecía vibrar al contacto con las caricias. Su respiración agitada y caótica, tan pronto por la nariz como por la boca; sus ojos con la mirada más allá del techo de la habitación; pequeñas perlas de sudor en sus sienes empapando mechones de su cabello oscuro.
Muy lentamente subía por sus piernas y cuando ella espera el contacto de mis labios sobre su mojado coño salté hasta alcanzar su boca rompiendo su concentración. Pellizqué con delicadeza los pezones y recorrí su aura oscura con las uñas de mis pulgares, con el resto de los dedos intentaba descubrir el contorno de sus pechos haciendo un recorrido sin final que parecí gustarla porque a su cuerpo no parecía querer que mis manos les abandonaran. Se arqueaba cada vez que parecía que la iba a dejar y tuve suerte de poder desembarazarme de su lengua para poder continuar.
De reojo miraba a Sara, su hermana, que se había abierto de piernas y se acariciaba por encima de la tela a la vez que intentaba contenerse para no ir a mayores. Se la veía sofocada. Con los ojos muy abiertos, la respiración entre dientes y no parecía encontrar la postura adecuada en la silla.
Giré mi cuerpo y me coloqué para formar un “69”. Dejé que su avariciosa boca capturara mi polla mostrando su ansia. Como una enloquecida quería chupar a la vez que con la lengua presionaba y recorría lo que puede. Ponía mucho empeño y eso me hacía más difícil el concentrarme en la tarea de poner a punto su coño.
Dos montículos depilados arropaban a lo dos apretadas líneas que apenas sobresalían. Rezumaban un líquido blanquecino espeso con un fuerte olor penetrante. Con delicadeza fui empapando el terreno con saliva mientras con mis dedos exploraba tan peligroso lugar. Si no hubiera sido tan perseverante en su trato con mi polla seguramente hubiera sido más concienzudo con la exploración, pero me mantenía tan excitado que bastante que no la devoré aquella tímida rajita.
Allí donde ponía mi lengua parecía incendiarse. Todo lo que hiciera en ella parecía incendiarla pero encontré su punto débil por casualidad, justo medio oculto entre aquellos delicados labios. Apenas si lo rocé pero de su boca se escapó el primer grito a la vez que se agitó como una posesa y soltó la presa que tenía sobre mi polla. Lentamente di marcha atrás y aunque esta vez contuvo el grito entre los dientes su cuerpo se agitó mostrando que no hacía falta palabras para saber lo que la pasaba.
Sólo repetí mi exploración por esa zona y sin ser directo el contacto; pero las veces suficientes como para verla quedarse un segundo tensa como cuerda de piano y al segundo siguiente desplomarse sin fuerzas. Su coñito empezaba a rebosar.
Mientras iba a buscar un plástico que poner debajo del culo de Chris para que no empapara las sábanas y colchón, pude ver claramente como su hermana Sara había abierto el pantalón y con las dos manos dentro de la prenda, debajo de las bragas rojas los dedos de sus manos trasteaban masturbando a sus ama aprovechando la excitación que la provocaba el espectáculo que veía.
Chris gemía insistiendo casi sin voz en que comenzara a follarla. Su rostro estaba empapado por el sudor al igual que todo el cabello que la rodeaba. Jadeaba sin prisa, ansiosa. Provocativamente agitaba las caderas mostrando su brillante y húmeda raja.
Me acerqué a su hermana una vez puesto el plástico. Ella me miró a la polla primero y luego a los ojos. Se sonrió pero no sacó las manos de su cálido refugio. Le ofrecí el condón y ella me contempló sorprendida. Sus manos salieron al exterior. Estaban húmedas y brillaban bajo la luz presente en la habitación. Cogió la goma con cuidado y sin necesidad de palabras deslizó el anillo desde la punta por el tronco hacia la base de mi polla. Con lentitud solemne. Casi como si estuviera oficiando una ceremonia, como si estuviera disfrutando del aséptico contacto de sus dedos con mi embutido pene.
En ningún momento sus ojos abandonaron a los míos, y su rostro perdió el candor de la sorpresa para mostrar el color de una lujuria contenida. Su mano derecha se aseguró de haber colocado bien el condón varias veces. Recorriéndole en toda su totalidad.
La abandoné bruscamente volviendo a la inquieta y ansiosa Chris. Cuando sintió mis dedos entre sus piernas me sonrió y mostró su lengua como si ansiara saborear de nuevo mi miembro. Éste, dolorosamente rígido y ansioso por descargarse, le deslicé por la entrada preparando de nuevo a la “víctima”.
Apenas si necesité un par de minutos para que ella murmurara amenazadoramente que la desvirgara de una vez antes de que volviese a explotar. Y ahí fue cuando accedí. Con un golpe brusco entré en ella y sin apenas notar oposición entré hasta el fondo. Los dos cuerpos se fundieron. Ella apenas si pudo contener un “sí” a voz en grito.
Lentamente me retiré y cuando apenas llevaba la mitad retorné de nuevo al mismo punto. Primero con lentitud y suavidad. Pero ella insistía “Más, más” y yo obedecí. Fui subiendo la velocidad hasta que supe que no podía más. En mi desesperación luché con saña para hundirla aun más mientras me corría haciendo que las cuerdas se tensaran y apenas unos segundos después ella se desmoronaba con una sonrisa en su rostro.
- Dámela. Quiero tu lefa.
Y mientras me quitaba el condón y escurría el contenido en la boca de Chris pude ver como su hermana se había desmoronado en la silla. Abierta de piernas, con las manos dentro del pantalón y su ropa interior, la cabeza caída casi detrás del respaldo y con los ojos cerrados y una sonrisa “tonta” entre sus labios.
Volví a ofrecerla el honor de ponerme de nuevo otro condón. En sus gestos pude entrever que hacía un esfuerzo para no imitar a Chris y abalanzarse sobre mi pene para “devorarlo”. Me follé de nuevo a la ansiosa “víctima”. Con más tranquilidad y con más delicadeza intentando lograr la hazaña de correrme a la vez que mi pareja… Pero ella se me adelantó y exigió de nuevo su ración de semen.
Mientras ella lograba sin esfuerzo que su boca arrancara lo que quería a mi polla, me deleité observando los movimientos y el rostro de su hermana mientras se masturbaba de nuevo. Sus ojos me miraban con descaro, con ansia apenas contenida.
En un arrebato de poder, mientras Chris sacaba brillo a mi pene comencé a desatar las cuerdas. El rostro de su hermana cambió. Me mostró su dentadura en un gesto amenazador a la vez que salía de la habitación intentando ser lo más rápida y lo más silenciosamente posible.
Una vez libre de ataduras, llevé a Chris al baño y mientras compartíamos la ducha aun consiguió convencerme para que la follara por el culo como guinda de la noche. Dichosa la fuerza que se tiene cuando uno es joven.
Antes de irme, cogí la cámara que había estado grabando, y después de apagarla la guardé hasta el momento en que mientras nos despedíamos a la puerta se la di a Chris.
- He grabado todo lo que hemos hecho esta noche. Es por si te sientes sola o estás aburrida.
Después de contemplar la cámara de manera asombrada de abrazó.
- Entonces lo has hecho. No te creía capaz. Gracias.