Hoy me siento más realizado de hombre que nunca
Obligaco te veas a hacer las tareas de mujer
Lo que son los conceptos de la vida. Si hace tan sólo una década me hubieran dicho que me vería de la guisa que me estoy viendo en este momento que escribo este artículo; con mi delantalito rosa con dibujitos, y haciendo las labores de las casa, seguro que no me lo hubiera creído.
Pero la vida da tantas vueltas a pesar de lo corta que parece cuando has traspasado el medio siglo, que da tiempo a hacer de todo, y ¡qué de gracias a Dios el que pueda contarlo!
Mi señora, a la que jamás dejaré de bendecir, pues es lo más grande que ha acaecido en mi vida, se encuentra imposibilitada para seguir en el ritmo cotidiano por culpa de una tendinitis o algo parecido en el pie izquierdo, y le han prescrito reposos absoluto.
Añadido a que su madre medio paralítica anciana de 89 años depende físicamente de sus atenciones, me veo en la tesitura ineludible de hacer de amo de casa y enfermero de las dos ¡Qué verdad es, que obligado te veas! Y que el cuerpo todo lo puede.
Llevo una semana llevando la casa, y hoy puedo decir que he superado la tremenda crisis que me produjo la responsabilidad de lo que se me avecinada. Imaginad un pato en los salones del Ritz, y lo que os figuréis soy yo.
¡Madre de Dios!
¡Esa cocina llena de cacharros después de comer! ¡Esa ropa sucia acumulada en el cesto!
¡Esos 90 metros cuadrados de superficie a barrer todos los días!
¡Esa pringue que se acumula por doquier! Esa compra y esa cocina!
¡Qué coño hago hoy de comida! ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! ¡El mundo se me venía encima!
¡Y todo esto lo ha hecho mi madre mi mujer y millones de señoras sin rechistar durante décadas!
¡ Propongo un monumento al ama de casa!
Aquí me hallo, a las 11:32 que marca el reloj de mi PC, descansando un poco de lo realizado. He hecho la compra, he barrido la casa, he limpiado el cuarto de baño con la fregona (como Dios me ha dado a entender), he sacado y colocado los cacharros del lavaplatos, y cuando acabe este escrito, me pondré con la lavadora, e inmediatamente después a preparar la comida: alitas de pollo que he encontrado a buen precio, estofaditas con sus guisantitos y zanahorias.
Cinco días, cinco! llevo en esta ocurrencia.
¡Ay! Félix, tú que te creías el rey del bolero,
y el hombre de que presumías de sapiencia
hoy te ves como una chacha fregando el suelo.
¡Y qué! Ver a mi santa (y a la menos santa de mi suegra), esos ojos de agradecimiento ante una actitud que mi mujer nunca pensó que este torpe podría realizar, me acopia el alma de buenas sensaciones.
Mi sentimientos de macho no se ven menoscabados por tales acontecimientos, ¡Al revés! Me siento más realizado como persona que nunca. ¡Acabemos con todos los mitos, fetiches e íconos del mundo machista! Y para adherirme al movimiento feminista, desde mañana me pongo bragas de encaje y blondas azules y rosas.
¡Qué cojones pasa! ¿es que un servidor no puede llevar bragas? (El inconveniente que se me presenta es que tengo los huevos muy gordos y no sé como los voy a recoger en la braga sin que se me salgan por los lados).