Hoy, él volverá a ser mi amante
Mi fantasía era vivir una experiencia breve pero intensa, exclusivamente de morbo y placer con un hombre pero...
Hoy depilaré todo mi cuerpo, el pubis incluso, para que mi piel resulte femenina y suave. Hoy me vestiré con la lencería más sexi. Hoy, él volverá a ser mi amante.
Nos habíamos conocido chateando, luego tomando copas en un discreto bar. El es moreno, de ojos verdes, corpulento y muy educado. Desde el primer momento cruzamos cómplices miradas.
De vuelta a casa, en el portal, me besó en los labios, cerré los ojos y mordió mis orejas, mis lóbulos… no tardó en convencerme para que lo hiciéramos, esa noche estaba más caliente que con una mujer, era mi fantasía.
Nada más traspasar la puerta, me miró embobado hasta que, en un arrebato descontrolado, me agarró del trasero y me apretó contra él.
Nos besamos tórridamente jugando con nuestras lenguas. Mientras me acariciaba, agarraba mis nalgas y pegaba su miembro contra mi sexo duro. Cogidos de la manos, le conduje hasta la habitación, donde desbroché su camisa, acaricié su pecho sin vello y besé los pezones pequeños. Le tiré en la cama, abrí su pantalón y deslicé mi mano dentro. Ensortijando mis dedos en los rizos del vello rígido, liberé su pene, luego su capullo brillante y duro como el diamante.
Entonces bajé y dejó que mis labios rozasen su miembro, que chupé ensalivándolo. Eso le puso como loco y asiéndome de las axilas, me besó el cuello y volvió a comer la oreja. Al mismo tiempo que me giraba, me desnudó y con delicadiza extrema entreabrió mis nalgas y señaló el deseo.
Tendido boca abajo, cuando noté como apuntaba la entrada de mi, me asustó la idea de que me penetrara por ahí. Jamás creí que fuera capaz de hacerlo pero no me atreví a detenerlo. Así, le dejé hacer con la promesa de que si me dolía mucho se lo haría saber.
Excitó en círculos la zona con la punta de su glande húmedo y suavemente enpujó. Vibré y cuando quise darme cuenta, mi anillo había cedido y ya tenía su palo tieso en mi agujerito, toda dentro, follandome sin piedad. ¡Qué placer mezclado de dolor fue sentirle dentro de mi!
Agarrado firme a mi cintura, cada vez lo hizo con más rapidez, hasta que se corrió y cuando su semen deslizaba por entre mis muslos, dibujó con los hilitos de flujos qué salían de mis entrañas. Aquello me hizo vibrar de nuevo y desbordar en mares de placer, como nunca antes había soñado.