Hoy cojo el tren contigo y vamos a tu casa

Miradas y sonrisas todos los días, acumulando tensión, y todos los días la misma pregunta cuando cogemos el tren... "¿Te vienes conmigo hasta el final de la parada? Vivo allí, uno rapidito y te vuelves" y siempre lo rechazo... hasta hoy.

Siempre hemos congeniado bien Laura y yo, desde el primer día que empezamos las clases. Ambos veníamos de estrellarnos en Ingenieria Informática, y ambos habíamos recalado en el mismo Ciclo Formativo de Grado Superior. Los dos éramos super abiertos, conectamos rápido. hablábamos de todo, bromeábamos de todo, nos contábamos nuestros ligues, nuestros problemas...

Laura era una chica un poquito gordita, pero muy guapa, buenas curvas y con una gran personalidad, de hecho nunca le faltaban ligues e iba de flor en flor. A la segunda semana de estar en clase, cuando cogíamos el tren de vuelta, justo antes de bajarme en mi parada, me comentaba que el finde anterior había estado de rollo con un chico y habían follado 9 veces en dos días. Mi comentario fue simple, y la respuesta brutal, aunque me la tomé a broma:

  • Joder Laura. ¿9 veces? Qué morro, tienes que ser una máquina jajaja

  • ¿Te vienes conmigo hasta el final de la parada? Uno rapidito y te vuelves, así lo compruebas de primera mano.

Y exhibiste esa sonrisa y esa mirada que comenzó a ponerme nervioso, 100% sensual y 100% erótica. Recuerdo que me bajé riéndome y no te contesté. A lo largo del trimestre conectamos mucho más, éramos confidentes, y tus sonrisas y miradas eran respondidas por las mías. No lo sabías aún, pero ibas derritiendo el hielo a fuego lento, y así nos plantamos en el 2º trimestre, con conversaciones de sexo subidas de tono y siempre la misma pregunta antes de bajarme, hasta que un día me pillaste con las hormonas alteradas. Recuerdo que me contaste como te habías tirado a un tio en un parque, el relato fue muy calentito, con todo lujo de detalles, y cuando me contaste como eyaculó dentro de tu boca pensé que si me hacías la misma pregunta en el tren probaría si lo que me preguntabas era verdad o no.

Y así nos plantamos a la salida, cogimos el metro e intercambiábamos miradas, me decías que me notabas extraño, yo me reía y te contestaba banalidades, esperando el momento. Y así, nos plantamos en la parada. Estaba ansioso de que me hicieras la pregunta, y por fín me la hiciste:

  • ¿Te vienes conmigo hasta el final de la parada? Vivo allí, uno rapidito y te vuelves

  • Muy bien, que así sea.

Y al gesto de sorpresa le siguió un gesto en el que te mordías los labios, eso fue el golpe de gracia para mis hormonas, que estaban con el cuchillo entre los dientes. Mi erección era palpable pero no te diste cuenta hasta que nos plantamos en tu edificio, el viaje fue tenso, sin palabra alguna, con miradas y sonrisas, solo te sentaste a mi lado, en lugar de frente a mí, y nos acariciamos nuestras piernas.

Una vez en el ascensor nos lanzamos a nuestras bocas con avidez, notaste mi erección y te tiraste todo el trayecto agarrada a mi paquete. Yo hice lo mismo con tus pechos. He de confesarte que si hubieras llevado falda te hubiera follado en el mismo ascensor.

Abriste la puerta de tu casa a toda prisa, me llevaste de la mano a la carrera a tu cama y allí te tumbé, desabroché tu pantalón y me disponía a darte placer con mi mano, pero me paraste.

  • No cielo, uno rapidito

Te incorporaste y ante mi gesto de sorpresa me susurraste al oído:

  • Descuida, este fin de semana estoy sola, tendremos polvos completos con buenos preliminares, porque me muero de ganas de comerme tu polla, pero hoy solo fóllame.

Nos desnudamos a toda prisa, me tumbé encima tuya y sentí en la punta de mi pene que estabas chorreando. No pude aguantar más y te penetré, lentamente, pero cuando mi pene estaba metido hasta la mitad me enrollaste con tus piernas y te penetraste de golpe. Ambos gemimos a la vez. Comencé a bombear a buen ritmo, sacando casi por completo el pene de tu vagina, y no tardé mucho en sentir como te corrías, vi como ponías los ojos en blanco y como tu vagina comenzaba a tener contracciones fuertes sobre mi pene.

Lo siguiente que hiciste fue cabalgarme como una loca, viendo como tus grandes y generosos pechos botaban ante mí, estuviste a punto de hacer que me corriese, pero te enterraste mi pene hasta los huevos, pusiste los ojos en blanco y sentí como rios de flujo salían de tu vagina mientras mi pene volvía a sufrir unas contracciones terribles. Esta vez no gritaste, el orgasmo fue más fuerte y no te lo esperabas.

  • Bufff, eres el primero que me lo pone muy difícil, de un polvo rápido se está convirtiendo en un polvazo, pero te voy a hacer algo con lo que te vas a correr enseguida, y con suerte me volveré a correr contigo.

Sin sacarte mi pene de tu vagina, te abriste más de piernas, moviste tu cadera hacia atrás, forzando a mi pene hacia abajo, que salió hasta la mitad con mucha tensión, y de un golpe seco moviste tu cadera hacia adelante y te lo enterraste de golpe. Los dos nos miramos con los ojos como platos, era un placer como no había sentido nunca, el hecho de que estuvieses tan lubricada hacía que mi pene se deslizase sin problemas pese a lo forzado de la postura. Días después me confesaste que nunca habias disfrutado tanto haciendo eso porque nunca nadie había conseguido que te corrieras dos veces seguidas, con la consiguiente lubricación extrema.

Empezaste un vaivén con tus caderas brutal, el placer que sentía era inhumano, no había pasado ni un solo minuto cuando mi orgasmo se estaba preparando, me iba a correr de un momento a otro, te iba a inundar la vagina de semen, iba a eyacular lo que nunca había eyaculado, pero de repente torciste el gesto y vi preocupación.

  • No... Noooooooooo!!!!!!!!! Todavía no!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! aaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!

No lo aguantaste, pusiste los ojos en blanco y en una embestida salvaje comenzaste a temblar y a convulsionar, tu vagina era un terremoto sobre mi pene y verte así hizo que no pudiera más. Vi como tu mueca, aún con los ojos cerrados, se transformó en sonrisa al sentir como mi pene convulsionaba dentro de ti y lanzaba un primer chorro de semen directamente al cervix uterino.

Te deslizaste un poco, sacando un poco de mi pene para sentirme mejor, y a un primer chorro le siguieron varios más. No tardó mucho tiempo antes de que viéramos como los rios de flujo que salían de tu vagina empezaban a salir con rios de semen. Te sorprendiste al comprobar que tardé un buen rato en soltar una buena cantidad de chorros de semen.

  • Madre mía!!!! Me has inundado el coño por completo!!! Jamás había visto nada igual, en ningún sentido!!!! menos mal que tomo la píldora, con semejante cantidad de leche me hubieras preñado sí o sí.

Y te volviste a meter mi pene hasta el fondo de tu vagina, te tumbaste sobre mí y me besaste, diciéndome que estabas deseando que fuese fin de semana para tener una sesión completa de sexo.

  • ¿Por qué has tardado tanto en contestarme y en aceptar mi invitación?

  • Eso me pregunto yo. ¿Me lo seguirás pidiendo?

Y te levantaste, sacaste mi pene de tu vagina, de la que salió una cantidad ingente de semen inmediatamente después. Te mordiste el labio e iluminaste tu cara con la mejor de tus sonrisas y la mejor de tus miradas. Erótica y sensual al 100%. Se acercó a mi oído y me dijo:

  • ¿Tú qué crees?