Horas extras (II)

La oficina y las horas extras no siempre tienen que ser tediosas o difíciles cuando el equipo de trabajo se compenetra tan bien.

A partir de aquel día, las horas extras se hicieron cada vez más placenteras. La cámara era infaltable, cada encuentro con Jorge era filmado minuciosamente y luego, ya en casa, una motivación más para nuestra relación con Javier. Jorge disfrutaba cada día más, en poco tiempo su aspecto había cambiado, llegaba a trabajar con una sonrisa en los labios. Ya era casi imposible disimular nuestros encuentros frente a mis compañeros, todos murmuraban cuando me llamaba a su despacho a última hora. Aunque ignoraban qué sucedía allí adentro, por mi expresión, mi ropa desacomodada y mi cabello, podían imaginárselo todo, en especial Claudia. Ella conocía mis pasiones, de hecho las habíamos compartido en más de una oportunidad. Era una de las visitas más frecuentes en casa y solíamos tener encuentros sumamente apasionados compartiéndonos los tres con Javi.

Llegaba la hora de irse, yo, como siempre, me quedaba un rato más. Claudia daba vueltas pero no se iba. Fui al baño. A los pocos segundos escuché la puerta, Claudia estaba allí mirándome.

Laura, quiero quedarme contigo a ayudarte en las horas extras - dijo burlona. Vos sabés por qué me quedo. Por eso quiero ayudarteà

Sin decir más nada, se acercó. Yo estaba sentada en el wc. Me besó enloquecida, su lengua ávida penetró mi boca sedienta de placer, correspondí. Sus manos buscaron inmediatamente mi concha, estaba mojada, recién terminaba de orinar. Lamió sus dedos, me miró a los ojos y entendí su propósito. Bajó su boca, lamió y tragó cada gota de la orina que aún quedaba. Yo había recostado mi cabeza a la pared, miraba a Claudia lamiéndome, el placer me hacía alucinar. Se levantó y dijo:

Vamos, tenemos trabajo que hacer.

Fuimos directamente al despacho de Jorge. Se sorprendió al verme entrar con Claudia.

Laura, tiene trabajo pendiente, por favor, cierre la puerta cuando se vaya la Srta. Claudia. Jorge, ella ya sabe de nuestro trabajo fuera de hora. Mmmmm - sonrió Sí, viene a ayudarnos

De esas últimas palabras a tenerlo casi sobre nosotras transcurrieron apenas milésimas de segundos. Comenzamos a besarnos con Claudia y Jorge, unos a otros. Manos, lenguas, humedades, todo era uno, un ovillo humano de deseos entrelazados.

Quiero verlas gozarse - dijo Jorge acomodándose en su sillón.

Nos quitamos la ropa, una a otra besándonos mientras lo hacíamos, lamiéndolos la piel a medida que esta quedaba desnuda. Ya nos conocíamos, conocíamos nuestros puntos de placer y los estimulábamos sabiamente. Jorge había bajado su pantalón, desabrochado su camisa y todo el esplendor de su verga se hacía notar frente a nosotras. Claudia pellizcaba mis pezones con sus dientes, mis manos entre su cabello la atraían más hacia mí. Bajó sus manos a mi entrepierna recorriéndola centímetro a centímetro, no tocaba directamente mi vulva, apenas la rozaba pasando su mano alrededor. Yo busqué sus pechos, sus pezones se erectaron al tocarlos, con mis uñas los apretaba provocando aún más dureza en ellos. Jorge seguía observándonos, ya no en forma pasiva, se estaba masturbando. Nos recostamos en la alfombra y continuamos dándonos placer sin cesar. Formamos un 69 por un largo rato, nuestros sexos en las respectivas bocas y manos, ardían. Jorge se aproximó a nosotras trayendo dos hermosos consoladores para que los incorporáramos a nuestro juego. De ahí en más, un orgasmo tras otro, nos penetrábamos con los consoladores chupando nuestros clítoris. Parado al lado nuestro, Jorge se masturbaba violentamente, abandonamos nuestro 69 para saborear su leche que comenzaba a derramarse sobre nuestros pechos.

Vengan zorritas, vengan - dijo.

Nos puso a las dos de bruces sobre su escritorio, dejando nuestros sexos enteramente a su disposición. Jadeante, me penetraba mientras metía sus dedos en la concha y culo de Claudia. Nosotras seguíamos besándonos. Cambiaba de posición, cogía a Claudia y me acariciaba a mí. Tomó un consolador de los que habíamos usado y mientras me penetraba con su verga, metía el otro en el culo de ella. Así un largo rato alternando una y otra vez.

Estábamos concentrados en nuestro placer, cuando escuchamos la voz de Javier

¡Menudo espectáculo estaba perdiéndome!

Ya se había desnudado al entrar y nos había estado mirando por un buen rato, lo que provocó una terrible erección. Inmediatamente se unió a nosotros.

Me encantan esos culitos dilatados nenas.

Confieso que me sentí enloquecer. Javi me penetraba con violencia, tomándome de las caderas me atraía hacia su cuerpo, parecía querer traspasarme con su verga. Jorge se encargaba de Claudia de igual forma. Nosotras, nos besábamos mientras nos cogían. Tenía razón Javi, ¡Menudo espectáculo!

Pero aún faltaba más, le pedí a Javi que iniciara a Jorge en la penetración anal, y colaboramos todos. Claudia lo besaba, yo me encargaba de su verga chupándola a rabiar. Javi comenzó a acariciarle el culo, suavemente primero provocando su dilatación, luego, con dos dedos dentro. Tres personas dedicadas al goce de una. Indescriptible. Jorge se separó de Claudia y buscó, girando, la boca de Javi, se besaron, y en la pasión de beso éste lo penetró sin aviso. Los ojos de Jorge quedaron en blanco, gritaba de dolor y placer. Mi adrenalina aumentaba a cada grito. Mientras seguía con la verga de Jorge en la boca, Claudia me chupaba la concha increíblemente mojada y con el "juguete" dilataba aún más mi culo. Otro orgasmo, uno más, y seguíamos. Javi acabó, los tres nos encargamos de él. Jorge se apoderó de su verga hasta que su boca quedó llena de leche.

Nos turnamos, siempre uno era el centro y los otros tres lo hacían gozar. Cuando fui el centro, sentí todas las formas de placer, una verga para cada orificio, Claudia besándome y devorando mis pechos. No sé cuanto tiempo estuvimos así. Javi penetró a Jorge, éste a mí, también por el culo, Claudia se ubicó debajo de mí haciendo otra vez un 69 glorioso, penetrándome también con un consolador en la concha. ¿Podía gozarse aún más?

Javi pasó al centro, Claudia le ubicó su concha sobre la cara, Jorge hundía la boca en su verga y yo lo penetraba con el consolador. Una mano de Javi recorría mi sexo, y la otra, masturbaba a Jorge. Deliraba. Rotamos, cambiamos posiciones hasta que nada de nuestros cuerpos quedó sin ser tocado, penetrado, lamido, chupado por Javi.

El olor a sexo dominaba absolutamente toda la oficina, semen, jugos, sudor. Todo estaba registrado en la cámara. Ya disfrutaba de antemano sabiendo que al verlo otra vez la calentura me iba a hacer estallar.

Era casi medianoche, descansamos los cuatro tirados en la alfombra. Sin dudas, este no sería nuestro último encuentro, habíamos gozado infinitamente y todos sabíamos que queríamos más. Javi propuso irnos a cenar a casa. Guiñándome un ojo se acercó a mi oído.

Perrita, tal vez a tus compañeros les guste conocer a Juanà

Seguramente sería asíà

Perversita