Horas extras (I)

La esposa trabaja en una oficina donde es preciso hacer duras tareas, sin importar el tiempo que demoren. Después de la llamada de su esposo está inquieta y caliente... pero también su jefe.

Ese día tuve que quedarme a trabajar fuera de hora, los malditos papeles me encadenaron al escritorio. Por dentro maldecía hacerlo aunque tenía que ponerle cara linda a mi jefe, un cuarentón bien parecido, divorciado hacía tiempo ya y para quien la vida era solamente su oficina, un teléfono, un fax y una computadora. Hablábamos muy poco al cabo del día, simplemente charlas laborales, apenas sabíamos sobre la vida del otro, sólo los chismes de la gente de la oficina. Unos decían que su mujer lo había dejado aburrida de la rutina, otros, que ella era una pacata y quien se había cansado era él.

Estaba agotada pero aún quedaban algunos documentos para terminar, el Sr. Jorge debía cerrar un negocio al otro día y los necesitaba a primera hora. Un poco de música me haría bien, coloqué el cd en la computadora para apagar el silencio que trajo consigo la noche. Sonó el teléfono, era Javi.

¡Laura, aún estás ahí! te estoy esperando en casa, ¿te falta mucho? Javi, amor, tengo al menos para una hora másà En ese caso, la película que traje la miraré solito mientras espero que llegues. ¿Película? No sé por qué pero algo me dice que no es precisamente una policialà ¿Policial? no tontita, es una porno, de las que te gustan a vos, gays y más gays Mmmm - las imágenes recorrieron mi cabeza, se erizó mi piel, quería salir ya de la oficina - trataré de llegar lo antes posible. Ok, hasta pronto.

Al colgar escuché otro "clic" en la línea, supuse que era una interferencia y continué trabajando. Por el intercomunicador me llama el Sr. Jorge.

Laura, por favor, venga a mi oficina.

Llevé conmigo los documentos que ya había terminado, supuse que quería revisarlos.

Siéntese Laura - dijo sonriendo.

Me sorprendió, no era común ver una sonrisa en su boca, su gesto siempre era serio, opaco, gris como su traje. Chequeó los documentos e hizo algunos comentarios sobre las condiciones del negocio del día siguiente. Yo miraba el reloj de reojo, quería irme. Cuando pensé que daría por terminado el trabajo, me paré.

Sr. Jorge, si ya no me necesita, me retiro. Entiendo su apuro Laura, yo saldría corriendo ahora mismo por esa puerta si alguien me esperara en casa pronto para una noche de placer. ¡Señor! - había estado escuchando mi conversación con Javi, no me quedaban dudas. No se asuste Laura, oí sin querer su conversación, espero que no se moleste. Es queà Ya lo sé, estuve mal en hacerlo, pero confieso que casi muero de envidia. ¿Envidia? Sí, Laura, envidia de su novio, hace tiempo que me siento atraído por Ud. pero nunca me animé a decírselo, temía que me rechazara y dejara el trabajo. ¿Y por qué lo hace ahora? Su conversación, sus piernas, su escoteà

Sin decir más, se paró y se acercó a mí, pasó un brazo por mi cintura, me atrajo hacia él con fuerza y me besó. Al principio sentí rechazo, hice fuerza para alejarme, no me dejaba. Volvió a besarme, cuando acercó más su cuerpo al mío noté la brutal erección que tenía. Su lengua escrutaba mi boca, lamía mis labios lentamente, sus manos recorrían mis caderas, mis muslos, mis nalgas.

Dejé de resistirme, ese hombre sabía lo que hacía, comencé a responder a sus caricias, ya no era el mismo hombre gris y avejentado de hacía unos minutos, el brillo de sus ojos, la humedad de su boca, su lengua, su respiración, todo provocó un cambio notable en él. No decía nada, sólo acariciaba todo mi cuerpo, embelesado. Yo me había entregado al placer de sentirlo, cerré mis ojos intensificando mis otros sentidos.

He soñado con esto desde que estás trabajando aquí Laura..

Levantó mi falda, se retiró unos centímetros para observarme de lejos, ese día yo llevaba una tanga blanca con portaligas. Comenzó a desvestirme, seguía en silencio, la falda cayó al piso, detrás la chaqueta y la blusa.

Dejame verte, date vuelta, mostrame ese culo hermoso que insinuás con cada ropa que te ponés.

Giré y volví a mirarlo, estaba despeinado, la cara enrojecida, los labios húmedos, la respiración agitada. Me acerqué, tiré del nudo de la corbata para desatarlo, desabroché la camisa pero no se la saqué, bajé las manos, sentí la erección de su verga, aflojé el cinturón, bajé la cremallera de su pantalón. Metí mis manos y lo acaricié. Seguí besando su cuello mientras mis manos se apoderaban de su verga, lamí su pecho, mordí sus pezonesà

Seguí Laura, no pares - dijo apretándome más contra su cuerpo.

Tomé la corbata que había ido a parar a su escritorio, até sus manos por detrás de su cuerpo. No se resistió, creo que presentía que eso lo haría gozar muchísimo. Separé sus piernas y me arrodillé frente a él.

Ahora vas a saber lo que es una mamada Jorgeà

Lamí su entrepierna, sus huevos, su ano. Él gemía, tensionaba sus piernas, apoyado en el escritorio dejaba todo su sexo a disposición de mi boca. Deseaba esa verga, la metí de golpe en mi boca, gritó de placer, yo seguí chupando. La sacaba de mi boca lentamente, y volvía a meterla hasta que alcanzaba mi garganta, una y otra vez. Daba pequeños mordisquitos al glande, jugaba con mi lengua alrededor y volvía a chupar.

¡Me acabo! - gritó - quiero que te tragues toda mi leche.

Parecía que no terminaba más, seguía brotando leche, salpicó mis pechos, mi cuello, mi boca se llenó. Tragué, lamí, saboreé.

Sos magníficaàla mejor mamada de mi vidaà vení, desatame, dejame hacerte gozar.

Una vez libres sus manos, embistió hacia mí, quiso comprobar si estaba mojada. Creo que se sorprendió al ver que mis jugos ya bajaban por mi entrepierna alcanzando mis muslos. Tomó la tijera de su escritorio, cortó mi tanga a los costados. Hundió sus manos en mi sexo. Sus dedos jugaban con mis labios vaginales, empapó su mano con mis jugos y recorrió desde el ano al clítoris una y otra vez. Subió su mano hasta meter sus dedos en mi boca, olía a hembra, los chupé deleitándome con mi propio sabor.

Me sentó sobre el escritorio, hizo que apoyara los talones sobre el borde, mi concha estaba ahí, a su disposición. Su lengua me dio placer, alternaba entre mi concha y mi culo, me penetraba con ella y con los dedos, apretaba el clítoris con los dientes hasta el borde del dolor. Exploté sobre su boca, un orgasmo interminable se apoderó de mi cuerpo. Se puso de pie

Quiero cogerte - y sin más enterró su verga dentro de mí. Cogeme duro Jorge, quiero toda tu verga.

Subió mis piernas hasta sus hombros, me cogía con fuerza, como con rabia por todo el tiempo perdido. No demoramos en acabar otra vez, su leche corría empapando mi culo. Se retiró, me miró, miró mi concha desbordada de leche, mi culo dilatado por la calentura.

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Apoyó su verga en mi culo, lentamente comenzó a penetrarme, llevó mis manos hasta mi clítoris, no necesité que me dijera qué quería, comencé a pajearme mientras su verga entraba y salía de mi culo sin dificultad. No conté los orgasmos que tuve así, sólo sé que cuando acabó yo estaba agotada.

A partir de hoy empezás a hacer horas extras Laura, es una orden - dijo riendo satisfecho.

Me arreglé un poco y salí casi corriendo, ahora, pasada la calentura me sentía culpable, ¡Javi esperándome en casa y yo cogiendo con mi jefe!

Cuando llegué no fue necesario explicarle a Javi lo que había sucedido, lo adivinó cuando metió su mano y notó que no tenía ropa interior.

Perra, estuviste cogiendo y me dejaste afueraà Javià dejame explicarteà

Le conté lo sucedido, cuando creí que iba a comenzar a gritar e insultarme, Javi bajó su bóxer, sacó su verga totalmente erecta, empezó a masturbarse y me dijo:

La próxima vez, quiero que pongas una cámara en su oficina, quiero verlos cogiendo, pero ahora, ahora vení que te voy a enseñar quien es tu dueño.

Nos dormimos 2 horas después, abrazados, agotados.

Perversita