Horas Extra Cero: Eleanor Rising
Relato de los inicios sexuales de la candente Eleanor Williams cuando apenas tenía dieciocho añitos.
HORAS EXTRA CERO:
Eleanor Rising (1)
Eleanor tenía 18 años cuando sus labios y su lengua conocieron el sabor de la virilidad masculina. El curtido jardinero cerró sus ojos y suspiró, esbozando una sonrisa, apoyándose contra la repisa donde se ubicaban los aperos de su oficio, dentro de la bodega algo separada de la mansión.
Entreabrió sus ojos para terminar de creerlo: la escultural y hasta entonces arrogante jovencita rubia, estaba de rodillas ante él, lamiéndole el rojo capullo, besándolo y pasando su lengua en toda la extensión de su palpitante miembro. Eleanor atrapó en su blanca mano la bolsa con los testículos de Jaime, masajeándola con cuidado, tal y como había visto hacerlo en las innumerables películas pornográficas que había visto en las últimas semanas.
-¡Ay, señorita, qué rico me la come! -le aduló Jaime, posando una de sus rudas manos sobre la sedosa y rutilante cabellera ondulada de la fogosa adolescente, quien ni se inmutó al percibir que la mano del jardinero la invitaba a tragar más y más
Eleanor estaba embobada con el sabor de esa verga, desde ese instante, supo que quería tener miles de esas cosas en su boca a lo largo de su vida, le fascinaba escuchar a ese corpulento hombre gimiendo y estremeciéndose debido a algo tan insignificante como su diminuta y aterciopelada lenguita.
Ella mugió suavemente, sus ojos cerraditos, tras sus gafas doradas y finas. Ya había acostumbrado su boca a tener en su interior el inmenso hongo de su empleado, ahora separó sus labios para engullir más carne, ansiosa de sentir su nariz hundida en los desordenados y abundantes vellos púbicos del extasiado naco.
-Señorita señorita -recitaba Jaime, como en trance, ya sintiendo la cabeza de su elegante señorita moviéndose de adelante a atrás sobre su pene, embadurnándolo de su brillante saliva, tragando sus líquidos preseminales sin reparo alguno. La joven Eleanor estaba más que ganosa de probar el famoso semen siempre se preguntó cuál era el gusto de las actrices porno por dejarse chorrear la cara o el busto con esa sustancia oleosa bueno, estaba a punto de averiguarlo
Su mano libre su enlazó con la mano derecha de Jaime, quien con la izquierda se apoyaba a duras penas. La malvada Eleanor se apoderó de su verga, descuidando el escroto de su amante, para pajear ese, su primer almuerzo de pene, al presentir que se aproximaba la corrida del jardinero.
-¡Señorita ! -gimoteó Jaime, intentando apartarla, pero al encontrarse con la renuencia de Eleanor, entendió que ésta, para su infinito gozo, quería toda su leche en plena garganta, y su obediente jardinero no iba a desobedecer semejante capricho- ¡Ah, puta, ahí tienes mi semen, perra!
Eleanor liberó esa verga de sus aviesas fauces al ser sorprendida con ese inesperado sabor aún sin saber qué pensar, un segundo chorro de semen tibio le cruzó la cara, chorreando el cristal de sus lentes y la punta de su nariz, ella abrió la boca, asombrada y esto fue casi ensayado, porque el tercer chorro le dio de lleno en la lengua y le chorreó el tierno mentón, en tanto que la trémula cabezota de Jaime seguía goteando lefa Eleanor, olvidando toda noción de indignación, de inmediato procedió a limpiar esa verga, con su lenguita adolescente.
Jaime untó su mano en el semen sobre el bellísimo rostro de la joven y se lo dio en la boca. La niña rica tuvo algunas arcadas, pero el morbo del momento la sobrepuso a toda sensación de asco, y disfrutó chupando esa sustancia tan deliciosa de los sucios dedos del jardinero. Eleanor sonrió, muy feliz de haber dado con semejante placer le encantó el sabor de la verga, le fascinó el sabor del semen caliente y la derritió que la llamaran puta Jaime se arrodilló frente a ella y se besaron, el musculoso joven la apretó contra él, manoseándola enloquecido, apoderándose de sus suaves y redondas nalgas por debajo de la falda de su vestidito de lolita.
Eleanor gimió y, con sus ojos cerrados, apoyó su cabecita sobre el firme hombro de su amante, cuando éste le metió uno de sus gruesos dedos en el ano. Era la primera vez que le introducían algo que no fuera su propio dedo esbelto; Jaime halló mucha resistencia, retorciendo su dedo en el pastoso túnel, causando las delicias de la promiscua joven.
-Mi puta rubia -musitó Jaime, con algo de atrevimiento.
-Sí, eso es lo que soy -contestó Eleanor, en un hilo de voz, en medio del dolor y de lo exquisito que, en oleadas, recorrían su cuerpo desde su invadido recto.
Eleanor Williams, miembro de una importante y acaudalada familia de banqueros acababa de convidar su primer mamada a su jardinero, sus primeros besos apasionados -porque antes están los de juguete, si me entienden- la joven ardiente chupó con violencia la lengua de Jaime cuando éste le regaló un explosivo orgasmo sólo con sus dedos en el culo.
Antes de marcharse, Eleanor le prometió: Cuando me destapen por ambos lados, vendré para que nos acostemos y me hagas de todo -y acto seguido, con inusual agilidad, se quitó el calzoncito y se lo dejó de recuerdo al jardinero, quien lo llevó a su nariz para embriagarse con ese olor a putita juvenil. Se besaron de nuevo, a la luz de la luna, y Eleanor se escabulló hacia la mansión, en medio de las sombras.
Ella no reparó en que, desde una ventana a oscuras, su tío Roy la había visto salir de la bodega de jardinería, junto a Jaime. Roy sonrió para sus adentros, sabía que su hermosa sobrina ya era capaz de seducir a cualquier hombre que deseara y no se tomó a mal la participación del jardinero
-Al menos ya no sigue deprimida por la muerte de sus padres -pensó él, antes de marcharse a su dormitorio.
Pasó una semana, y el tío Roy hizo nuevas pesquisas bastante discretas. Así se enteró de que, casi a diario, Eleanor le comía la polla al jardinero, y quizás se chupaban y se metían cosas de más el joven asistente del cocinero, un cubano de nombre Eduardo, también resultó bendecido por la voraz boquita comedora de vergas y ahora veía los nuevos acontecimientos a través de la cámara de seguridad había tenido la idea de solicitar el mantenimiento de la piscina, y enviaron a dos sujetos, de unos 25 a 28 años, en sus uniformes azules, con gorras de igual color llegaron cuando Eleanor tomaba su baño de sol en un diminuto bikini rojo de dos piezas, Roy la tenía tiesa viendo ese espectáculo
Eleanor, sin molestarse en ponerse la bata, se puso de pie y casi de inmediato comenzó a bromear y a coquetear con los dos tipos, que les costaba apartar sus lujuriosas miradas de las redondas nalgas de la joven, así como de sus duros pechitos. Roy la vio carcajearse con las tonterías que le estarían contando los tipos, que ahora tenían que caminar algo encorvados para disimular sus erecciones.
-Vaya, mi sobrinita irradia calentura -pensó él, sobándose su propio miembro, en la tranquilidad de su cuarto de vigilancia.
Algunos minutos después, Eleanor los invitó a tomar algo en el salón para reuniones exterior, donde había un bar, y al no haber ninguna reunión o fiesta ese día, estaba libre de cualquier intromisión de los empleados. El tío Roy puso en la pantalla principal la imagen de la cámara de dicho salón, bastante rústico y con las sillas y mesas plegables apilados en un extremo, quedando bastante espacio para la acción.
Los dos sujetos, sin mayor preámbulo, se abalanzaron sobre la deliciosa muchachita. El más joven, de apellido Aguirre, como lo mostraba la camisa de su uniforme, fue el primero en estamparle un avorazado beso a la gozosa Eleanor, temblando de lujuria al experimentar cuatro ansiosas manos recorriendo su ardiente piel juvenil. El otro, de apellido Smith, se dedicó, más que todo, a lamer, besar y chupetear esas dos perfectas medias lunas apenas divididas por un estrecho hilo rojo. Smith introdujo su dedo, tirando de ese hilito. Eleanor juntó su mano a la de él, instándole a abstenerse de quitarle la pieza inferior. Eleanor apoyó su esbelta espalda contra el robusto pecho de Smith, flexionando sus brazos algo bronceados por los baños de sol, alrededor del cuello del tipo, y su boquita buscó la de él, dejando así, sus redondos pechitos a merced del hambriento Aguirre.
Roy se había sacado el pene y se hacía la paja descaradamente, mirando cómo Eleanor era despojada de la pieza superior de su bikini, sin que a ella pareciera molestarle.
-Te vamos a reventar, belleza -le dijo Aguirre al oído.
-Sólo quiero mamárselas, cabrones -confesó ella, al tiempo que se hincaba en medio de los dos tipos, que en un parpadeo, tenían sus enhiestas vergas de fuera. Eleanor se apoderó de esos dos pinchos el de Smith era más grueso, pero el de Aguirre más largo.
Eleanor comenzó a pajear a Aguirre, despacio, en tanto que lamió tímidamente el capullo de Smith, que alzó su cuadrada cabeza cerrando sus ojos, suspirando. Eleanor lamía como si se tratara de un bombón, y Aguirre observaba deseoso de que llegara su turno la rubia promiscua castigaba con su infernal lengua ese hongo, lamiendo de arriba abajo rápidamente
-Así sí vale la pena hacer horas extra -dijo Smith, apretando los dientes de puro placer. Aguirre frotó su pene contra la mejilla de Eleanor, anunciando que quería su tajada.
-Señor, me parece que debo informarle que su sobrina está con ¿pero qué está haciendo, señor? -le preguntó su ama de llaves, Jimena, al entrar de súbito y ver a su patrón jalándose la verga y viendo por las cámaras a la señorita Eleanor, su sobrina, dando sexo oral a dos perfectos desconocidos
-¡Jimena! ¿Por qué no tocas la puerta antes de entrar? -replicó Roy, que de inmediato reparó en los firmes pechos de su ama de llaves, que a sus treinta años, a pesar de su no muy esbelta figura, gozaba de prominente busto y caderas.
Jimena clavó su mirada en el grueso pene de su patrón, adivinando los pensamientos de éste.
-Disculpe, patrón, ¿desea que se la chupe como a usted le gusta? -preguntó ella, haciendo una elegante reverencia, alzando su falda por las puntas, de manera refinada.
-Por fin dices algo interesante, cierra esa puerta y ponte de rodillas, puta metiche -espetó Roy. Jimena obedeció, muy feliz, y se hincó ante Roy; la trigueña ama de llaves se abalanzó sobre el estilete de su patrón, saboreándolo y lamiéndolo como él mismo ya la tenía bien entrenada para hacerlo.
Roy suspiró, contento, y miró de nuevo a la pantalla. Su exquisita y candente sobrinita, ahora se turnaba para mamar esas dos vergas relucientes con su saliva. Eleanor les sonreía, disfrutando de verdad.
-¿Les gusta, cabrones, les gusta cómo se las mamo? -les preguntaba ella, bastante orgullosa de sus hábiles labios y lengua. Smith y Aguirre apenas asintieron, enervados de la inolvidable comida de polla que esa adolescente les estaba dando.
Eleanor hasta se daba golpecitos en su cincelado rostro con esos mástiles enrojecidos, se los pasaba por el cabello y se los frotaba contra el rostro. En un momento dado, los dos tipos frotaban sus glandes contra los erectos pezoncitos de una gimoteante Eleanor.
Roy, sin perderse la acción, regulaba con su mano, los movimientos de Jimena, que era muy ruidosa cuando devoraba pijas, hecha un festín de slurps y chups y otros sonidos
-¡Qué rico, mi india tan puta, seguí así, tesoro! -le dijo Roy, con su vista clavada en el monitor, con su sobrina pajeando con rapidez esos miembros a punto de correrse.
Justo cuando el semen golpeó el techo de la garganta de su empleada, el primer chorro de lefa se estrelló contra el rostro de Eleanor, quien sonrió, feliz, en tanto que Aguirre apuntó a sus senos, que pronto quedaron untados de semen oleoso, sus pezones chorreándolo, por no mencionar su cara que era recorrida por auténticos riachuelos de leche masculina los dos tipos sacudieron sus instrumentos, golpeando el rostro embadurnado de la muchacha, turnándose para volver a penetrar su boca para obtener la debida limpieza.
-Qué mejor propina que ésta, carnal -dijo Aguirre, satisfecho, limpiando y secando su verga en el dorado cabello de Eleanor.
La putita entonces, les ofreció un show que nunca olvidarían -ni siquiera su tío-, y Eleanor untó sus manos con el semen que se deslizaba sobre su cara y pechos para luego lamerse los dedos y las palmas, jugando con el semen en su boca, regurgitándolo para que se derramara sobre las comisuras de sus labios, burbujeando
Roy cerró sus ojos, muy excitado, saboreando el espectáculo como la hábil limpieza de Jimena. Miró entonces que ya tenían a su sobrina sobre sus cuatro patas, y que el tipo grandote se disponía a penetrarla. Roy no supo si intervenir, le pareció que Eleanor no estaba muy de acuerdo Smith negoció y sin previo aviso le empujó la verga por la mueca de Eleanor, Roy supo que intentaban sodomizarla. Eleanor se quejó y les ordenó que se detuvieran, y Roy se aprestó a llamar a los de seguridad pero los tipos, algo decepcionados, se subieron sus braguetas y se marcharon, no sin antes regalarle un último manoseo.
Eleanor se acostó sobre el piso de baldosas, relamiéndose el semen y frotándose la vagina.
-Ve a limpiar ese desastre, Jimenita -le ordenó Roy, y ella, su sumisa esclava, obedeció de inmediato. Al cabo de unos dos minutos, miró a Eleanor sobresaltarse ante la llegada de Jimena, que sin mediar palabra cayó sobre ella para lamer ese semen sobre su pecho y rostro la pérfida Jimena le señaló la cámara y la prostituta que Roy tenía por nieta le sonrió y le lanzó un beso
-Tengo que cogerme a mi sobrina -se dijo él, decidido-. Salió tan puta como la zorra de su madre, qué buenos tríos armábamos con ella y mi hermano, que en paz descansen los dos
Cabe mencionar que Roy hizo algo de dinero vendiendo ese video a unos pedófilos, entre los que recordó a un tal Facundo, que le dio mala espina por eso ya es otra historia así como el desvirgamiento de Eleanor a manos de su tío
Bueno, señoras y señores, he terminado por ahora, esta, la primer historia retrospectiva de mi serie Horas Extra , pues, ya que están de moda los inicios en el cine ( Batman Begins, Hannibal Rising, The Texas Chainsaw Massacre: The Beginning , Casino Royale, etc.) no quise ser menos y he empezado a ahondar en las causas de la excesiva perversión y calentura de la Eleanor Williams que siempre han conocido.
Fin, por ahora.