Horas extra
Haciendo horas extra después de la cena de Navidad.
Llegó la Navidad y con ella otra de esas aburridas cenas de empresa. Un año más Isabel se veía obligada a asistir a un acto que no le apetecía nada. Era una mujer poco dada a eventos sociales y gustaba más de llevar una vida solitaria en casa. Tenía un bonito cuerpo pero que escondía involuntariamente con ropa poco atractiva.
Ese día se arregló un poco más. Pero no mucho, al fin y al cabo nadie se fijaría en una de las muchas secretarias de la empresa y probablemente acabaría sola en una esquina o aguantando a algún compañero borracho esperando la hora de poderse ir a casa.
Llego al restaurante de todos los años su empresa alquilaba un enorme salón para realizar el evento. Con la desgana llegó un poco tarde. Ya había llegado casi todo el mundo ya casi no quedaban sitios. Busco el sitio más discreto libre y se sentó. La cena fue como la de todos los años, fue ganando en animación a medida que las copas bajaban y los discursos más pesados iban siendo sustituidos por una sucesión de chistes en voz alta.
Cuando acabó la comida Isabel pensó que ya quedaba poco. Un rato de ver como alguno de sus compañeros totalmente borracho hacía el tonto en la pista de baile y luego se despediría de un par de personas y a casita. Estaba absorta en sus anhelos de abandonar la fiesta que no se dio cuenta de que Jaime, uno de los directivos de la empresa un tanto raro se le acercaba.
Hola Isabel.
Hola Don Jaime Le sorprendía que uno de los directivos conociese su nombre.
Estamos de fiesta, llámame Jaime Isabel sonrió sin saber que pensar. Juan tenía fama de ser un tío bastante raro y solitario. De caprichos poco convencionales pero un genio de las finanzas, por lo que se los consentían casi todos.
Como quieras Jaime ¿Qué te parece la fiesta?
Hasta ahora lo mismo de todos los años. Pero espero que se anime a partir de ahora contigo.
Isabel pensó en darle un corte pero al fin y al cabo era uno de sus jefes y no sabía si era por el alcohol pero la verdad es que se sintió especial.
La verdad es que yo no soy muy divertida, de hecho estaba pensando en irme.
Tienes razón ¿por qué no vienes conmigo?
Isabel se quedó sorprendida.
La verdad es que pensaba irme a casa sola.
Entiendo en tu tiempo libre te gusta estar sola. Entonces porque no lo consideramos horas extra. Te doy 500 si vienes conmigo.
Lo siento, no soy esa clase de mujer Dijo aparentemente ofendida Isabel aunque en su interior estaba extrañamente excitada.
Te doy tiempo para pensarlo. Aún estaré un rato por aquí.
Isabel no podía creer que se lo estuviese pensando pero la verdad es que estaba muy confundida por la mezcla de sentimientos que la recorrían: excitación por la proposición que le habían realizado, indignación por lo que implicaba la proposición pero que aun la excitaba más, sorpresa ante la situación, miedo a perder su trabajo si decía que no y mil cosas más que pasaban por su cabeza. Estuvo un rato ensimismada y vio que Jaime se disponía a irse con otra chica de la empresa. Isabel no sabía sin sentir alivio, indignación, celos, Su respuesta fue impulsiva y la sorprendió a ella misma. Se fue directa a Jaime y le dijo:
Jaime pensé que tenía un tiempo para pensármelo, hasta que te fueras. Acepto tu oferta.
Creo que ya es tarde.
Aún no te has ido así que tu oferta sigue en pie.
La otra chica los miraba extrañados sin parecer entender nada de lo que decían.
En eso tienes razón. Pero por tu tardanza vamos a tener que renegociar.
Con gesto le dijo adiós a la otra chica. Esta se fue mirando a Isabel con cara de pocos amigos.
Cual es tu nueva oferta.
Tu tardanza me hace pensar que el trabajo no te interesa así que necesito una prueba de tu interés.
A que te refieres.
Voy a buscar mi coche. Quiero que te vayas al cuarto de baño y te quites la ropa interior y la tires. Te recojo fuera, no te retrases.
A estas alturas Isabel estaba más que excitada así que se fue al cuarto de baño. No se podía creer lo que estaba haciendo. Se quitó la ropa interior. Al verse en el espejo de los lavabos se dio cuenta de que sus pezones transparentaban bastante a través del vestido así que decidió pasar el salón a toda velocidad. Llegó a la entrada sin que casi nadie se fijase. El coche de Jaime no estaba allí. Se quedó parada sin saber que hacer y empezó a pensar que se trataba de una broma pesada. En ese instante sonó el teléfono, era Jaime.
Estoy pensando que tú al trabajo vienes en bus ¿no?
Si ¿Cómo lo sabes?
Eso no importa. Como esto son horas extra tendrá que venir en bus hasta la próxima parada del bus que para delante del salón. Te espero allí.
Isabel se arrepintió de haber tirado su ropa interior. Por suerte su abrigo tapaba sus pezones que con el frío se habían puesto muy duros y sin la ropa interior seguro que casi se podían ver a través del vestido.
Al legar a la parada bajó y vio el coche de Jaime. Se subió a él. Jaime arrancó.
¿A dónde vamos Jaime?
Estas trabajando no de fiesta así que llámame Don Jaime.
¿A dónde vamos Don Jaime?
No necesitas saberlo. Yo te pague por venir conmigo tu no preguntaste donde era el trabajo. Ahora quítate el abrigo que aquí hace calor.
Isabel se lo quitó. La verdad es que hacía bastante calor en el coche. Jaime llevaba la calefacción a bastante potencia.
Seguro que tienes unos pechos preciosos porque no me los enseñas.
¿Ese es el trabajo Don Jaime?
Solo el principio.
Isabel se abrió un poco el vestido dejando al aire sus dos hermosos pechos.
Tienes unos pechos preciosos Isabel. Ahora quiero que me masturbes.
Isabel estaba muy excitada y accedió sin dudarlo. Le abrió el pantalón y empezó a recorrer su pene con su mano. Este fue poniéndose duro poco a poco hasta que alcanzo un tamaño más que considerable.
Chúpamela Isabel.
Claro que sí Don Jaime.
A estas alturas a Isabel le apetecía más que nada meterse aquel enorme miembro en su boca. Empezó a recorrer el glande con su lengua y luego todo el tronco. Finalmente se lo metió en la boca y empezó a mover rápidamente al cabeza. Fue alternado frenéticas engullidas de su miembro con masturbarlo rápidamente hasta que noto que se iba a correr. Entonces se lo metió en la boca y se tragó todo el semen que salió del pene de Jaime.
Has hecho un gran trabajo.
Cuando Isabel levantó la cabeza vio que estaba delante de su casa. Jaime se bajo del coche y le abrió la puerta.
Si mañana quieres hacer más horas. Ven por mi despacho al acabar tu horario.
Será un placer Don Jaime.