Horas en solitario

Una mujer casada descubre que sus horas en solitario las puede pasar de lo mejor con sus mascotas.

Este es un relato que escuché hace mucho tiempo, os lo cuento ya que me pareció interesante y no quiero que con el tiempo se vaya a perder.

Raquel y Eduardo llevaban ocho años de casados y no tenían hijos, ella era una mujer sumamente hermosa a sus treinta y dos años, contaba con un cuerpo excepcional, blanca, cabello castaño oscuro, ojos verdes, largas piernas, un buen par de tetas y un culo de espanto. Eduardo por su parte era un hombre de treinta y cinco años, de piel un poco curtida por el sol, ya que era capitán de un barco mercante, alto de 1.87 de estatura, rubio, buen mozo y muy alegre. Eduardo se ausentaba por dos o tres meses en cada viaje, pero cuando regresaba recuperaba el tiempo perdido llevando a su mujer a los más alegres bares y los mejores restaurantes de la ciudad. Por su parte Raquel trabajaba como dependiente en una tienda de señoras, ese era un trabajo que mantenía como pasatiempo, ya que su marido ganaba más que suficiente para mantenerla como a una reina, y sin embargo era una mujer sumamente responsable, nunca llegaba tarde, y tomaba sus obligaciones con el trabajo como si en realidad de éste dependiese su calidad de vida.

Sucedió que en el mes de diciembre era costumbre que la tienda cerrara tarde, ya que la gente aprovechaba hasta altas horas de la noche para hacer sus compras, por lo que Raquel durante todo este mes regresaba a su casa a eso de la media noche, además de que la vivienda quedaba en unas dos horas de la ciudad y separada unos trescientos metros de la casa más cercana; por su parte Eduardo andaba en uno de sus viajes y no regresaría hasta finales del mes, esta situación fue aprovechada por unos antisociales, quienes después de observar la casa durante unos días pudieron darse cuenta de que permanecía sola desde las nueve de la mañana hasta altas horas de la noche, así que sin pensarlo, se colaron al caer la noche, dejando la casa totalmente desvalijada, ya que tuvieron tiempo de levantarse no solo las joyas y el dinero que encontraron, sino también los muebles, el ordenador, televisores, las camas, y hasta el refrigerador, la cocina y la lavadora.

Cuando Raquel regresó a su casa, casi le da un infarto de la impresión, no era tanto el hecho del robo en sí, sino el sentirse como si la hubiesen violado, saber que sujetos de quien sabe que calaña, habían estado hurgando en sus pertenencias, tocando con sus apestosas manos su ropa íntima, en fin, esto le ocasionó un trauma de tal magnitud que ya no tuvo tranquilidad en adelante. Ante esta situación Eduardo optó por buscar un perro que le sirviera a su esposa de compañía y a la vez que hiciese guardia, la casualidad hizo que un viejo amigo suyo al enterarse le pusiera a su vez en contacto con otro amigo que se había dedicado a la cría y entrenamiento de perros, pero que se estaba deshaciendo de algunas camadas que tenía, ya que por cuestiones de trabajo, tendría que trasladarse por tres años a la China. En fin, Eduardo se puso en contacto con esta persona, quien le indicó que casualmente le quedaban un par de cachorros de la raza schnauzer gigante, que cumplirían apenas el mes y medio de nacidos. Eduardo no se lo pensó dos veces, así que al día siguiente pasó a recogerlos sin decirle nada a su esposa, ya que estaba seguro de que Raquel los aceptaría de buenas ganas como en efecto sucedió. Raquel al principio sentía una ternura por aquel par de animalitos a quienes pusieron por nombres Atreo y Edipo, lo que un tiempo después se transformó en orgullo, ya que las bestias se fueron convirtiendo en unos ejemplares dignos de admirar.

Cuando Eduardo se encontraba en casa, pasaba casi todo el tiempo entrenándolas en labores de defensa o simplemente jugando con ellas; en fin, a los dos años estos animales, además de hacerse realmente bellos pasaron a ocupar un lugar verdaderamente privilegiado en el hogar. Raquel permitía que los canes estuvieran siempre dentro de la casa, esto la hacía sentirse totalmente segura y acompañada, ya que les trataba y consentía como si se trataran de un par de críos. Habían pasado casi tres años desde que habían saqueado la vivienda, sin embargo un día cinco sujetos se presentaron en la casa con las intenciones de volverla a saquear, al igual que años atrás, habían estado espiando la vivienda, y sabían que solamente se encontraba una mujer sumamente bella. Ese día Raquel vería el resultado de las prácticas que su esposo había estado haciendo con los perros, estos nada más ver a los sujetos se pusieron en posición de ataque y gruñéndoles en señal de que les estaban invadiendo su territorio, y por tanto deberían marcharse si no querían sufrir las consecuencias. Los sujetos no se dejaron amedrentar por las bestias, ellos eran cinco, todos fuetes y acostumbrados a patearle el trasero a quien se les pusiera por delante.

Uno del grupo, el más flacucho pero no por ello menos osado, tuvo la mala idea de adelantarse al grupo y sacar un cuchillo de caza que siempre llevaba encima, aquella osadía junto a su mala suerte le costaría la vida ya que Atreo se abalanzó mordiéndole el antebrazo con tanta fuerza que además de quebrárselo le destrozó todos los tendones y la carne, al punto que el brazo casi le quedó colgando, por su parte Edipo se le fue encima a otro de los sujetos que había acudido a la ayuda de su compinche blandiendo otro puñal, a éste en principio no le fue tan mal como al que tenía sujeto Atreo, ya que llevaba puesta una chaqueta muy gruesa de piel la que Edipo destrozó provocándole a su vez algunas heridas de consideración en la muñeca; para desgracia de otro de los sujetos, al intentar socorrer a sus amigos le propinó un tremendo patadón en el hocico a Edipo, esto hizo que soltara a su presa, pero el perro en lugar de amedrentase más bien tomó bríos para lanzársele encima, la desgracia de este tipo fue que Edipo eligió sus testículos como punto de ataque, el sujeto quedó castrado casi al instante, mientras tanto, el tipo de la chaqueta al sentirse libre intentó tomar del cuello a Atreo, otro error, Atreo se revolcó con tal fuerza que el hombre fue a parar a casi tres metros, lo que no evitó que el perro se le volviera a lanzar, esta vez el tipo trató de alejarlo alargando la mano con la que blandía el cuchillo, para su mala suerte la mano entró casi de lleno en las fauces de Atreo, la bestia apenas la sintió la mano en su hocico lo cerró, sin importarle que el cuchillo le estuviera cortando desde la comisura de la boca hasta llegarle casi a la oreja, el tipo ya no pudo sostener el cuchillo que fue a dar lejos de la escena, sin embargo Atreo nunca soltó esa mano, cuando la liberó quedaba apenas el dedo pulgar y menos de la mitad de ella, el cuarto sujeto sacó un revolver y empezó a disparar, para su mala suerte los nervios le traicionaron, no sólo no acertó en los perros, sino que además un tiro dio en el pecho del compinche a quien primero le habían destrozado el brazo, en respuesta de Atreo y Edipo fue instantánea, ambos se le fueron encima, Atreo lo tomó de un brazo haciendo que el revólver se le cayera, el sujeto trató de pegarle con un leño que tomó, su desgracia fue que al hacer esto olvidó que existía otra fiera más, quien al ver como golpeaba a su amigo no lo pensó dos veces, se lanzó directo a la yugular, desde su posición el quinto sujeto pudo escuchar como crujía el cuello de su amigo al ser destrozado por los colmillos de aquella bestia, éste al ver aquella escena se lanzó al piso suplicando por ayuda a todo galillo. Para suerte de los tipos era un domingo en el que Raquel estaba en casa, ésta apenas escuchó los gritos y la balacera corrió hacia el lugar de donde procedían, cuado llegó se encontró con una escena dantesca, un sujeto con el cuello destrozado tendido en el piso boca arriba con los ojos abiertos, la cara mostraba aún el horror que sintió en los últimos instantes de sus vida, otro sujeto desmayado con una mano totalmente destrozada, un tercer sujeto con un brazo que apenas se mantenía pegado al cuerpo, estaba también muerto a causa de la bala que había recibido en el pecho, otro hombre revolcándose del dolor en el piso, sus pantalones estilaban sangre, éste tampoco logró salvarse ya que tuvo un paro respiratorio de camino al hospital, y finalmente estaba un quinto hombre quien permanecía llorando y suplicando porque le quitaran a aquel par de fieras de encima mientras Atreo y Edipo les mostraban sus colmillos, era evidente que tenían la situación totalmente controlada. Resultó que los sujetos no sólo tenían una larga cadena de crímenes, sino que además confesaron haber sido los mismo que años atrás saquearon la misma casa, por lo tanto los dos que sobrevivieron fueron a terminar con sus huesos en la cárcel, no sin antes haber pasado por una larga convalecencia, se supo también que el sujeto al que los perros no habían lastimado terminó en una institución para enfermos mentales, ya que la escena de ver a sus amigos siendo destrozados le hizo descompensarse; por su parte Atreo tuvo que ser suturado, le aplicaron diecisiete puntadas en su cara, sin embargo esto no hizo que dejara de ser hermoso, y tan solo unos pocos días tardó para sentirse bien y volver a ser el mismo perro gentil y juguetón que sus amos conocían. A partir de ese día Raquel olvidó todo temor, sabía que en casa la esperaban un par de amigos que la protegerían con sus vidas de ser necesario.

El tiempo fue transcurriendo lentamente, Raquel cada día amaba más a sus fieles amigos, y Eduardo también se sentía cada vez más orgulloso de sus mascotas. El tiempo pasó y un día llegó Eduardo con una noticia increíble, algo que había estado esperando desde hace mucho tiempo, le habían asignado un barco mercante totalmente nuevo, salido del astillero, el cual tendría que ir a recoger a Holanda, ante esta noticia Eduardo decidió festejar a lo grande, por lo que llevó a Raquel a hacer un recorrido por los mejores bares de la ciudad. Ambos estaban eufóricos, lo que hizo que bebieran mucho más de la cuenta, de regreso a su casa Eduardo empezó a meterle mano a Raquel, nunca antes habían hecho algo así en el automóvil, pero la verdad es que la situación les provocaba un morbo que los hacía ponerse cada vez más cachondos. Eran más de las tres de la madrugada y casi no circulaban vehículos, por lo que Eduardo sintiendo el coño de Raquel totalmente empapado la animó a que se quitara la falda, cosa que no se hizo de esperar a pesar de que se sentía un poco asustada de saber que la podían ver desde algún vehículo, sin embargo no pasó nada, por lo que fue cogiendo seguridad y no solo se quitó la falta sino que hizo lo mismo con su blusa y el resto de su ropa. Para Eduardo el espectáculo era único, ver a su bella y rica esposa totalmente desnuda en aquella situación lo ponía realmente cachondo.

Para cuando salieron de la ciudad ya Raquel le iba pegando una mamada increíble a Eduardo, quien apenas acertaba a llevar el volante, así llegaron hasta la casa, El terreno donde se ubicaba la casa era bastante grande, más de ocho mil metros cuadrados, por lo que desde la entrada hasta el portal había que recorrer unos cincuenta metros, Eduardo retó a Raquel a que recorriera ese trayecto así como estaba pero a pie, con las luces del coche detrás de ella, ésta sin decir palabra se bajó del coche y empezó a andar con un caminado muy sensual, dándose vuelta de vez en cuanto y tomándose todo el tiempo del mundo hasta que llegó al portal, en ese momento por su mente pasaba la fantasía de creerse una puta. Ambos estaban completamente ebrios, pero eso no fue problema para que se empezaran a coger en mismo umbral de la puerta, ahí hubieran acabado de no haber sido por los ladridos de Atreo y Edipo, quienes al oírlos quisieron entrar también en el juego ladrando y brincando a su alrededor. La primera en entrar a la casa fue Raquel quien se fue a tumbar en un sofá grande que había en la sala, se abrió la piernas y descaradamente se separó los labios vaginales en espera de que su esposo la clavara con su tremenda verga, Eduardo la siguió, llevaba la verga totalmente parada y claras intenciones de querer pegarle una buena follada, por lo que sin pensarlo dos veces se lanzó sobre aquella bella chucha que lo esperaba con ansias. Eduardo empezó a mamar la conchita de su esposa como un poseído mientras Raquel se agitaba de lo caliente que estaba, así estuvieron por espacio de unos minutos, hasta que fue Eduardo quien se detuvo de primero al sentir un frío en el culo, era la nariz de Edipo que le olía el ojete sin saber que era lo que estaba pasando, por su parte Atreo, oliendo los fluidos que emanaban de la cucha de Raquel se dispuso a ayudarle a Eduardo con su faena, éste al ver lo que quería hacer la mascota le entró risa, por lo que Raquel se cortó preguntándole que qué era lo que le pasaba, Eduardo le dijo, mira, Atreo quiere mamarte también y por lo que veo a Edipo le gusta más mi culo ya que me lo está chupando.

Ambos se rieron de ver aquella escena, pero sucedió que al detenerse Eduardo para decir aquello, Atreo aprovechó y hundió toda la lengua en la raja de Raquel, ésta se estremeció al sentir aquella lengua áspera, Eduardo se quedó extasiado viendo aquella escena, Raquel por su parte no podía creer lo rico que se sentía, continuaba con los labios vaginales totalmente abiertos, por lo que Atreo aprovechaba para dar buena cuenta de aquel clítoris que le ofrecían. Bastaron entre siete y diez lenguetazos para que Raquel tuviera su primer orgasmo, cosa que solo hizo que Atreo arremetiera con mayor ahínco sobre aquella bella chucha, ya que al sentir los jugos volvió a tomar ánimo para seguir lamiendo, por su parte Edipo también empezaba a concentrarse en lo que hacía su amigo, ya que Eduardo se había sentado en el piso, quedado como embobado viendo como Atreo le mamaba la cucha a su esposa. Edipo empezó por lamerle la cara a Raquel quien extasiada se dejaba hacer de Atreo, al principio Raquel solamente se dejaba lamer la cara por parte de Edipo, pero era tal su calentura que no aguantó más abriendo también su boca y dejando que aquella áspera lengua diera cuenta también de la suya, Eduardo se limitaba a ver, tal vez fuera por lo ebrio que se encontraba o porque en el fondo se le estaba cumpliendo una de sus fantasías, el hecho es que terminó masturbándose mientras observaba como aquel perro daba cuenta de la calentura de su mujer. Por su parte el instinto de Atreo ya le había indicado de lo que se trataba el asunto, así que tratando de cogerse a la hembra se hizo de la pierna derecha de Raquel tomándola con sus patas delanteras, para ese momento el can ya tenía el falo totalmente afuera, era impresionante según pudo constatar Raquel, Atreo tenía una verga de por lo menos veinte centímetros de largo con un grosor mucho más grande que el de Eduardo, en su interior Raquel sentía unas ganas salvajes de que Atreo le ensartara todo ese vástago, pero se contuvo ya que Eduardo seguía mirando. Atreo terminó masturbándose con la pierna de Raquel, dejándosela totalmente empapada del semen que le caía en abundancia desde arriba de la rodilla y hasta el pie derecho, apenas Atreo se separó tomo su turno Edipo, quien de ver a su amigo se lanzó de una vez a la carga de aquella pierna. La herramienta de Edipo era muy parecida a la de Atreo, Raquel solo acertaba a decir perro ¡tonto, tonto, que por ahí no es tonto! Eduardo al ver esta escena tomó la pierna de Raquel haciendo que Raquel girara totalmente y ésta tuviera que posar las dos piernas en el suelo, de este modo la cuca quedó de cara a Edipo quien volvió a lanzarse sobre la pierna de Raquel, pero esta vez Raquel supo aprovechar la situación y como quien no quiere la cosa, abrió las piernas para que Edipo quedara agarrado más bien de su tronco con la cara pegada a la de ella, al hacer esto su verga quedó alineada con la cuca por lo que no necesitó más que hacer un para de movimientos de ida y vuelta para terminar ensartándosela toda. Aquello fue como una explosión de deseo para Raquel, sentía como la verga se alojaba en sus entrañas, el perro tenía la cara frente a la suya, la lengua afuera y la saliva le caía en la cara y las tetas a Raquel, ésta se sentía como una perra, se olvidó completamente de Eduardo, simplemente se dejó llevar por el arrebato de lujuria, veía como aquel tremendo tronco entraba y salía a una velocidad increíble de su vagina, sus orgasmos no se hicieron esperar, tuvo uno, dos, tres y hasta cuatro seguidos mientras aquella bestia le seguía bombeando las entrañas, fue casi en ese mismo instante cuando sintió como algo aumentaba de tamaño dentro de la chucha, era como si le hubieran metido todo el puño sin que quedara espacio para nada más, inmediatamente sintió como la llenaban de semen caliente, lo que le provocó un orgasmo más. Estuvieron pegados unos quince minutos más, tiempo que aprovechó Raquel para tener otro par de orgasmos, finalmente cuando Edipo se despegó, pudo ver cuan dilatado tenía la vagina, a la vez que observaba como salía un líquido espeso de color amarillento de ésta. Para ese momento ya Eduardo se había dormido totalmente, no se había dado cuenta de que uno de sus fieles amigos se había cogido a su esposa, y que ésta, sino hubiera sido por la misma borrachera, gustosa se hubiera ofrecido de cuatro patas, para que el otro continuara haciéndole una faena más, sin embargo no pudo más, ahí mismo cayó rendida, durmiendo profundamente hasta bien entrada la mañana del día siguiente.

Al día siguiente y para agrado de Raquel, Eduardo apenas si recordaba lo sucedido en el coche, y apenas mantenía unas vagas imágenes de los perros, así que optó por no comentar nada al respecto, creía que aquello había sido más producto de la borrachera y de sus propias fantasías que de lo sucedido verdaderamente, por su parte Raquel aunque había amanecido con una buena jaqueca, recordaba perfectamente la orgía que se habían montado, sin embargo se sentía apenada, jamás había hecho algo semejante, pero a su vez se sentía plenamente satisfecha. Una semana después de lo sucedido Eduardo tuvo que partir hacia Holanda en busca de su precioso barco, haría un viaje por varios países del nuevo continente, así que tardaría dos meses o más en regresar, mientras tanto Raquel se quedaba en casa, esta vez se sentía un poco turbada, ya que no había dejado de pensar en lo sucedido aquella noche y sin querer, cada vez que veía a sus mascotas, su mirada se posaba directamente en el pene de cada uno. Las bestias por su parte no mostraban ningún tipo de cambio en su comportamiento, seguían siendo las mismas criaturas amables y juguetonas de siempre, en realidad quien estaba experimentado un cambio era Raquel, ya que desde aquella noche había tenido varios sueños en donde hacían el amor ella, Eduardo, y sus dos mascotas juntos. Habían transcurrido quince días desde que Eduardo partiera hacia Holanda, cuando Raquel fue invitada a una fiesta por unos amigos que festejaban los diez años de casados, Raquel se presentó puntualmente, como siempre; para su grata sorpresa, habían invitado a un viejo conocido suyo de nombre Martín. Raquel había estado enamorada de Martín a la edad de 19 años, por desgracia Martín se había ido al exterior a estudiar medicina y no había vuelto a saber de él hasta ese día. Durante toda la noche conversaron, Martín se había casado en Inglaterra pero estaba divorciado desde hacía un par de años, seguía siendo buen mozo a los ojos de Raquel, por su parte Martín no dejaba de admirar a Raquel, la recordaba por su hermoso cuerpo y por sus largas y perfectas piernas, y aunque nunca se lo había dicho, también estuvo enamorado de ella. La velada transcurrió animada, todos bebieron un poco más de la cuenta, a eso de la media noche Raquel se despidió solicitando que le llamaran un taxi para que la llevase a casa, por lo que Martín se ofreció a llevarla de buenas ganas, cosa que Raquel aceptó también complacida. Durante el trayecto Martín conversaba animadamente sin quitarle el ojo a aquellas hermosas piernas, mientras tanto Raquel animada por la bebida y un poco excitada por aquellas miradas que no le pasaron desapercibidas se iba sintiendo cada vez más cachonda, por lo que decidió tentarlo con la idea de comprobar si éste sentía algo por ella. Martín no se hizo de esperar, viendo como Raquel abría las piernas y se le insinuaba detuvo el coche a un lado de la carretera, diciendo que deseaba hablar un poco antes de llevarla a casa si no le importaba. Martín no podía evitar que se le viera la tremenda erección que tenía, cosa que Raquel ya había notado, así que sin titubeos le dijo que quería poseerla ahí mismo, que ella había sido el objeto de sus fantasías durante muchos años. Raquel no podía creer que aquel tipo se le estuviera insinuando así tan descaradamente, pero a la vez sentía que las bragas ya no aguantarían más los fluidos que emanaban de su concha, en el fondo deseaba que se la cogiera, pero a la vez la embargaba el remordimiento sabiéndose casada. Martín la tomó en sus brazos y sin mediar palabra le dio un profundo y largo beso, Raquel le respondió abriendo su boca y dejándole introducir su lengua, ambos estuvieron besándose mutuamente por espacio de unos minutos, Martín empezó a meter mano de las tetas de Raquel, ésta estaba excitada y se dejaba hacer, ya no le importaba nada, por primera vez en su vida estaba dispuesta a ser poseída por otro hombre que no fuera su marido, Martín empezó por abrir su blusa y soltarle el sostén para que quedaran libres aquel par de mamas, las que apenas tuvo a vista fueron objeto de su lujuria, luego le levantó la falda, estaba a punto de bajarle el calzón cuando no pudo más, la causa de su divorcio había sido la eyaculación precoz de que sufría, y en esta ocasión fue Raquel sería quien se enteraría de primera fuente sobre aquel problema, ya que el pobre se regó, al punto que Raquel pudo ver con toda claridad como se hacía cada vez más visible aquella mancha de humedad en su pantalón. Martín se disculpó y para tratar de componer la situación le dijo a Raquel que no había aguantado la emoción de tantos años, pero que en unos minutos estaría de nuevo dispuesto. Raquel no comprendía realmente lo que estaba sucediendo, además nunca había estado con otro hombre que no fuera su esposo, así que no le dio importancia al asunto y continuó besando a Martín, en realidad el olor a semen que se sentía en la atmósfera la había puesto aún más cachonda, de manera que continuó desnudándose ella misma, quería que se la cogieran ahí mismo, en mitad de la carretera, sin importarle que alguien los pudiera ver. Martín no podía dar crédito, ver aquella mujer totalmente desnuda en su coche, en mitad del camino, una hembra con el cuerpo digno de una diosa y totalmente dispuesta, su verga cogió nuevos ímpetus, al punto que tuvo que bajarse el pantalón y sacarla de su cárcel ya que le dolía, Raquel apenas vio el falo se abalanzó sobre éste engulléndoselo totalmente, era mucho más pequeño que el de su esposo, pero no le importaba, quería ser poseída, para desgracia de Martín, al igual que la primera oportunidad, no pudo aguantar más, esta vez se regó en la boca de Raquel, quien lamió y se tragó absolutamente todo el semen, pero ella también comprendió que algo andaba mal, no era normal que alguien se regara tan rápidamente, menos en una segunda vez habiendo mediado tan solo unos minutos entre la primera y la segunda eyaculación. Raquel comprendió que algo no estaba bien con Martín, así que le dijo que mejor continuaran el camino a su casa, y que si quería podía pasar la noche ahí, ya que faltaba más de un mes para que su esposo regresara, además la casa se encontraba en un lugar aislado por lo que no temía las miradas indiscretas, Martín se disculpó de nuevo, diciéndole que estaba demasiado emocionado, que la idea le parecía bien con tal de que no se vistiera, ya que quería continuar admirando aquel bello cuerpo, a Raquel le hizo gracia la situación ya que le recordaba la oportunidad en que su esposo la había hecho hacer lo mismo. Al llegar a casa Raquel venía convertida en una verdadera puta, Martín no había perdido el tiempo ya que la estuvo masajeando y metiéndole los dedos no solo por la raja, sino también por el culo, tanto así que la había hecho regarse en dos oportunidades, a la vez la verga se le había vuelto a empalmar, y siendo la tercera vez en la misma noche, Martín esperaba que esta vez si tuviera oportunidad de hundirla en aquel estupendo coño.

Al entrar en la casa lo primero que vieron fue a Atreo y a Edipo, quienes no más ver a Raquel se abalanzaron sobre ésta lamiéndola, Raquel conocedora de lo que podía pasar si se quedaba ahí con ellos, le dijo a Martín que fueran a la habitación, Martín la siguió viendo como se movían aquel par de nalgas, llevaba el falo totalmente empalmado. Apenas entraron en la habitación Raquel se tendió en la cama dejando su culo hacia arriba, Martín se le lanzó encima y empezó por abrirle las nalgas descaradamente viéndole el ojete del culo, la visión era maravillosa, sin más le hundió toda la lengua en él hasta quedar saciado, después de unos minutos empezó por introducirle el dedo meñique, la operación fue fácil, ya que el ano ya estaba preparado, así que continuó haciendo el trabajo, primero le encajó dos dedos, luego delicadamente le fue introduciendo tres dedos a la vez, el esfínter se veía totalmente dilatado, el culo de Raquel estaba dispuesto para lo que fuera, Martín esta vez sí pudo encajarle la verga, la montó como a una yegua, Raquel se sentía en el cielo, Martín le encajaba la verga mientras con una de sus manos le estimulaba el clítoris, esta vez fue Raquel la primera en tener el orgasmo, fue una explosión, Martín continuó cogiéndola, después de unos minutos pasó del culo al coño, le encajaba la verga unas seis o siete veces por el coño y luego pasaba al ano para hacer lo mismo, y así sucesivamente hasta que no pudo más, se regó en el culo, pudo ver como éste le quedaba totalmente inundado de semen. Raquel había perdido todos los frenos inhibitorios, se sentía realmente como una ninfómana, al sentir la regada de Martín se dio vuelta para limpiarle la verga con su boca, Martín al ver esto pensó que Raquel le pediría más, por lo que optó por disuadirla diciéndole que había sido suficiente por aquella noche, que mejor se retiraba ya que no era correcto que lo vieran salir de la casa a plena luz del día, Raquel se sintió un poco decepcionada, se encontraba totalmente desenfrenada y quería más, mucho más, pero sabía que aquel hombre no le podría satisfacer como ella quería, así que dejó que se vistiera y con un tierno beso lo despidió en la puerta, para el momento en que el ruido del motor se había perdido ya sus fieles amigos le entregaban sendas lenguetadas por su ano y coño, el semen que le estuvo cayendo por sus piernas ya había sido devorado por aquel par de bestias cuyos falos ya sobresalían notoriamente, esta vez Raquel sabía perfectamente que esta noche estaba predestinada para que pudiera servir de perra a sus mascotas.

La lujuria era demasiada, así que se tendió en el suelo en cuatro patas para que fuera tomada por cualquiera de las mascotas, las dos bestias por primera vez sintieron que la otra era competencia, y sin más empezaron a gruñirse como preámbulo de la pelea que se avecinaba para disputar aquella hembra.

Raquel sintió un poco de temor al ver como sus mascotas se mostraban los colmillos el uno al otro, sin embargo optó por tomar una medida salomónica, ya que atrayendo hacia ella empezó por masturbar la poya de Edipo, mientras al mismo tiempo ofrecía su culo a Atreo, éste no se hizo de esperar, máxime que aún se notaba el esfínter totalmente dilatado por el trabajo que le había hecho Martín, así que sin más se montó en la espalda de aquella bella hembra, Raquel no se había imaginado que la penetración sería por detrás, al principio se sintió sorprendida, ya que la poya entró como anillo al dedo, pero después de soportar varias embestidas empezó a disfrutar de la enculada que su perro le estaba dando, mientras tanto continuaba masturbando a Edipo, cuya poya soltaba ya unos breves chorritos de líquido que de cuando en vez caía en la cara o en las tetas de Raquel sin que ello le molestara, al contrario, conforme pasaba el tiempo se ponía más y más cachonda, hasta que la situación se tornó en un desenfreno total, simplemente se sintió hecha una perra, quería que la cogieran y sin más se introdujo todo el falo de Edipo en la boca, su sabor lejos de desagradarle le supo exquisito, ya no fue más la mujer recatada que todos conocían, se volvió una perra de lo más degenerada que podía existir. Atreo arremetió contra aquel culo, empezó a bombear cada vez con más rapidez hasta que el momento en que Raquel sintió como se inflaba algo dentro de ella, inmediatamente empezó a sentir como sus entrañas se inundaban de semen, esto la excitó aún más, al punto que empezó a sentir una cadena de orgasmos, estaba por terminar el tercero o cuarto orgasmo, cuando sintió como Atreo se daba vuelta para quedar su culo pegado al suyo, estaban pegados el uno al otro y eso no hacía más que aumentar su excitación, por lo que tratando de verle la pelota a Atreo dejó por un momento la verga de Edipo, quien aprovechando el momento se subió en la espalda de Raquel, de manera que la verga le quedó en la cara a ésta, Raquel al ver aquello supo inmediatamente lo que su mascota quería, esto es, penetrarla por la boca, Raquel no se hizo de rogar, tomó todo aquel tremendo palo que tenía al frente y se lo introdujo en la boca para proceder luego a pegarle una tremenda mamada, Edipo a su vez arremetió contra aquella boca como si en ellos le fuera la vida, las embestidas eran tan fuertes y profundas que se podía notar perfectamente como se expandía garganta de Raquel, quien de vez en cuando tenía horcajadas, sin embargo poco a poco fue acostumbrando su faringe para aguantar aquel tremendo leño, como era de esperar, Edipo se regó en la boca y la garganta de Raquel dejándoselas totalmente inundadas de semen, al punto que el contenido entero de varios de los chorros fueron a dar directamente al estómago de la mujer. Para ese momento ya Atreo se había despegado para pasar luego a dar cuenta del semen que le caía por las piernas, por su puesto que aquella sensación aumentaba la calentura de Raquel haciendo que tuviera otro orgasmo, cuando las bestias se retiraron Raquel se fue a acostar a su lado, sabía que desde ese instante serían interminables las orgías que tendría con sus amigos, las ausencias de su esposo ya no serían un motivo para tener sueños calientes durante sus largas y solitarias noches, de ahora en adelante tenía dos amantes en casa que sabían darle lo que ella necesitaba, verga, mucha verga.