Hombres de gimnasio (1)

Una de tantas historias que suceden en los vestuarios masculinos de los gimnasios

Como conté en mi historia de introducción, los vestuarios del colegio me despertaron unas sensaciones que con el tiempo comprendí que se trataba de morbo.

Cuando tenía 25 años, empecé a ir a un gimnasio. Nunca he sido un hombre muy definido muscularmente, pero sí que he practicado habitualmente deportes de equipo y en un momento dado me dio por empezar a correr y hacer bici. Los primeros días, me encontraba nervioso en los vestuarios, ver tantos hombres que se desnudaban a mi alrededor era una de mis fantasías.

El gimnasio al que empecé a ir forma parte de una cadena muy conocida en Barcelona, pero no sabía que también tenía fama por otros motivos más ocultos... Mis horarios de asistencia eran por las tardes-noches cuando salía del trabajo y los fines de semana, sobretodo los domingos por la tarde. Al poco tiempo, me di cuenta que otros hombres tenían rutinas similares a las mías. Ya me había fijado en muchos de ellos, pero nunca me había atrevido a insinuarme. Había uno en especial, que debía tener en ese momento entre 50 y 60 años, era moreno, 1,70m, algo peludo y de complexión fuerte. Alguna vez habíamos coincidido en clase de spinning donde él se colocaba en primera fila y gracias al espejo frontal, podía seguirle todos sus movimientos. Yo me solía situar en filas más discretas. Él era de esos que le gustaba sudar y darlo todo en las sesiones pero también me fijé que le gustaba llevar pantalones cortos de esos que puede dejar escapar algún ángulo de visión de la entrepierna. Además, se le marcaba un buen bulto que se movía acompasadamente al ritmo de la música y eso mo volvía loco...

La primera vez que coincidimos en el vestuario, estaba situado cerca mío. Salíamos de la clase y ambos estábamos sudados. Yo suelo quitarme la ropa rápido y coger las cosas para ir a la ducha hábilmente. Cuando me iba hacia la ducha, él se acababa de quitar los pantalones y no pude evitar quedarme absorto cuando vi el tamaño de su miembro. Era muy grande y grueso y estaba descapullado. Él se dio cuenta y hizo una medio sonrisa de orgullo pero siguió a lo suyo. Yo me fui a la ducha y me tuve que poner el agua bien fría para evitar una erección que me hubiera podido delatar entre tantos otros hombres que estaban en el vestuario. Las duchas eran de ese tipo individuales separadas por mamparas, con una puertecita que mucha gente deja abierta. Mientras te duchabas, solo podías tener visión del que tenías enfrente si tenía esa puerta abierta. Cuando me bajó el subidón, me empecé a secar en esa zona de duchas y vi que él se había puesto en diagonal, con lo que ahora podía tener cierta visión. Intenté evitarlo, pero debo reconocer que es una de mis mayores pasiones ver este tipo de hombres enjabonarse, mientras les cae el agua de la ducha y se van tocando todo el cuerpo. Su pene todavía parecía más grande en esa situación y yo creo que me iba observando como disfrutaba mientras él se recreaba enjabonando su miembro. Me fui a mi sitio, me vestí rápido y me volví a mi casa. Aquel día me hice una buena paja a su salud.

Poco a poco, íbamos coincidiendo en los vestuarios, siempre situados en el mismo pasillo de taquillas y él se recreaba dejándose observar por mí. Era de esos que les gustaba pasearse totalmente desnudo, cogiendo su pequeña toalla por un extremo, mirándose delante del espejo y mostrar su miembro con orgullo delante del resto de hombres del vestuario. Era un hombre muy masculino de los que nunca dudarías de su hombría. Yo siempre intentaba ser discreto con mis miradas, pero creo que a él le gustaba sentirse observado.

De tanto en tanto, hacía un rato de sauna húmeda. Me ayuda a relajarme y a desconectar del estrés de la vida laboral del día a día. No solía entrar mucha gente, con el tiempo lo comprendí, pero en aquel momento todavía me sentía como nuevo. Uno de esos días, vi que al cabo de un rato entró él y se sentó cerca mío. Yo solía llevar la toalla enrollada, pero él era de los que solo la utilizaba para ponerla debajo del trasero dejando a la vista su miembro viril. Yo  me iba poniendo a cien, pero mantenía mi discreción porque había otros hombres junto a mí. En la sauna húmeda, cada cierto tiempo se emite vapor de agua para mantener las condiciones de temperatura y humedad que se requieren y contrarestar las pérdidas cada vez que se abre la puerta. Además de eso, en ese momento de inyección, el vapor de agua nubla la visión de todo el espacio y por unos momentos tan solo puedes verte a ti y lo que tengas justo al lado. Pues en uno de esos momentos, él se me acercó y se puso junto a mí. El hombre que tenía en el otro lado, también hizo lo propio, se desenrolló la toalla y se acercó a mí y se empezó a tocar. Esa situación me tenía a mil, pero tenía que aprovecharlo, así que antes de que se "esparciera la niebla", aproveché para agarrar los miembros de esos dos hombres que se me habían puesto a lado y lado. El hombre nuevo tenía un pene normal, más bien pequeño, pero con una fuerte erección y lo agarré con mi mano derecha. El otro hombre, lo agarré con la izquierda y noté como iba creciendo, era descomunal, de unos 22cm por lo menos. Por comparación entre ambas manos, todavía me parecía más grande y empecé a masturbarlos a la vez acompasadamente. En un momento dado, alguien entró por la puerta y recogí mis manos de lo que estaba haciendo. Ambos hombres se pusieron la toalla para proteger  sus erecciones. Al de mi derecha no se le notaba, pero al de mi izquierda, ni la toalla podía protegerle y se le notaba que "algo malo" había hecho.

En unos minutos me fui a las duchas, él apareció más tarde con su mirada de orgullo aunque nos hubiéramos quedado "a medias". A mí me volvía loco su pene, aún cuando estaba relajado era muy grande y gordo... y la comparación me había puesto... así que nuevamente tocó, agua fría y pajote en casa

Esto tan solo era el principio de las historias morbosas que me he ido encontrando en gimnasios... para mí uno de los lugares con más morbo que existen... aunque no el único!

Ésta es solo una de las historias que he tenido en vestuarios de gimnasios... síganme para más historias