Hombre de verdad
De todos los muchachos de la clase, aquel hombre sobresalía con su aire masculino, su barba, su altura, sus piernas y brazos fuertes, todo él llamaba a la lujuria. Horas de fantasías sobre su masculino cuerpo, se harán realidad en un segundo gracias a un delicioso accidente.
Era algo magnético. De todos los muchachos de la clase, aquel hombre sobresalía con su aire masculino, su barba, su altura, sus piernas y brazos fuertes, todo él llamaba a la lujuria.
Lo veía sentado con las piernas separadas, sonriendo de costado y tocando su barba con lentitud asintiendo de acuerdo con lo que dictaban en la clase y soñaba despierta con arrojarme encima suyo, besarlo y rogarle que me tocara e hiciera suya.
Me imaginaba lo perfecto que sería que justo en esa silla, él sacara su miembro y yo pudiera darme placer al sentarme y que nuestras anatomías se unieran placenteramente.
La profesora hablaba y él la escuchaba atento, ignorando lo mucho que me distraía con su virilidad.
Entonces ese día la clase terminó, todos tomaron sus cosas y se fueron, la profesora tenía tanta prisa que no se quedó a resolver dudas de último momento de sus alumnos y por ende tampoco se quedaron ellos, estaba especialmente torpe esa noche, se me cayeron las hojas y se esparcieron por todos lados, a mi frustración sexual se le había sumado la irritación de querer largarme del lugar y no poder hacerlo. Muchos idiotas pasaron por encima de algunas hojas y me detuve a insultarlos, aunque decidieron ignorarme y seguir como si no existiera, los mataría, juro que... Lo vi agacharse y comenzar a ayudarme y mi respiración se torno pesada.
Me miró y yo a él, me relami los labios y él miro en dirección a ellos. Vi sus labios gruesos entreabrirse y no pude evitar acercarme un poco más, entonces él extendió su mano que tenía mis papeles y yo los tomé, pero entonces tomó mi muñeca y tiró de mí de la sorpresa volví a soltar los papeles y mis pechos quedaron pegados contra su torso.
Eleve mi rostro y no dude un segundo en lanzarme a besarlo con fiereza. Él me respondió sorprendido pero no tardó en rodearme la cintura con los brazos y apretarme contra sí. Un gemido de satisfacción se me escapó ante ese movimiento y mis manos comenzaron a temblar, queriendo explorar. Me separé abruptamente, pensando en lo mal que había quedado al hacer algo como aquello, no nos habíamos hablado jamás, solo para pedir apuntes y eso no se consideraba una charla especialmente emocionante. Sabía su nombre solo porque estaba tan obsesionada con él que prestaba atención hasta que dijeran su nombre en la lista de presentes. Él no me tomaba en cuenta para nada, pero había respondido con tanto ímpetu al beso que comenzaba a dudar sobre esa teoría.
Abrí la boca para hablar pero él no me dejó, decidí que era lo mejor, hablar siempre arruinaba las cosas buenas. Sus labios gruesos aprisionaban los míos con fuerza y me sentía en el mismísimo cielo. Cuando una mano temerosa comenzó a bajar más allá de mi cintura decidí que no me importaba nada y que por una vez en mi vida haría lo que quisiera, como si fuera una señal divina en ese momento se ocasionó un corte de luz en toda la facultad, el grito colectivo de los alumnos lo dijo todo. Nuestras respiraciones estaban aceleradas, claramente nos habíamos separado por la sorpresa del apagón. Más no tardamos en ponernos en marcha, era una oportunidad irrepetible, me desprendí el botón y bajé el cierre de mi pantalón para bajarlo un poco, me di media vuelta y rocé mi nalga desnuda contra su pantalón, un sonido de satisfacción se escuchó provenir de su garganta, haciendome sonreír. Sus asperas manos comenzaron a vagar y pasearon hasta llegar a mi clítoris, presionaron ligeramente, un resoplido se me escapó. Repasó mi vagina, estudiandola y enjugando sus dedos con mi lívido, todo se puso intenso, me recargué contra su pecho y reprimí un gemido.
Sus dedos no tenían piedad y se movían muy bien, el era todo un hombre y sabía lo que hacía. Un suave "si" se escapó de mis labios cuando comenzó a frotar mi clítoris en forma circular. Una cadena de sies le siguió al primero. Minutos después, me había corrido como una campeona y estaba tan mojada que dolía, sentí su carne pegarse a la mía cuando desenfundó su pene. Caminamos hasta dar con un pupitre y me sostuve contra él mientras me inclinaba hacia adelante, él guió su pene hasta mi abertura y se introdujo lentamente. La delicadeza continuó, sus embestidas eran fuertes pero se tomaban su tiempo, haciendo que quisiera gritar, pero me contenía a más no poder. Su mano descontrolada se metio dentro de mi camiseta y atrapó uno de mis pechos con el brasier, intentó meterlo por debajo del sosten pero era prácticamente imposible porque me quedaba un poco ajustado, en cambio decidí ayudarlo y liberé mis pechos por encima de la copa de mi sostén para que pudiera darle masajes a mis pezones necesitados.
Lo sentía contenido, sabía que estaba siendo cuidadoso, no me conocía de nada y estabamos haciendolo sobre un pupitre del salón de clase. "Más fuerte" rogué. Parecía ser que eso fue lo que desató su demonio interior, sus lentas embestidas comenzaron a tornarse rápidas, profundas y sus manos fueron a apretar mi cintura para que no me moviera demasiado, un gemido largo y agónico se me escapó, sin remedio y sentí mi cuerpo temblar por el placer. Parecía un animal, y mis nalgas debían estar rojas de tanto golpeteo, se salió de mí para movernos, ya nuestros ojos se habían acostumbrado a la oscuridad y podíamos distinguir algunas cosas, él se sentó como si hubiera estado leyendo mis pensamientos sucios que había tenido durante la clase, yo gustosa me senté sobre su cilindro venoso y grueso, era todo lo que estaba bien, bien dotado, con edad suficiente para ser considerado un verdadero hombre. Debía tener unos 37 y yo a penas había cumplido los 19. Esta posición era todo lo que había deseado y más, me sostuvo las piernas cerradas en lo alto y comenzó a bombear mi deseosa vagina que se apretaba a su alrededor gustosa, adoraba sentirme tan llena, no sabía si gemía o si no, no me importaba. Mientras su pene me maltrataba solo podía cerrar los ojos y sentir mi orgasmo llegar. Unos espasmos me avisaron lo obvio, me había corrido hermosamente. Él continuó un tiempo más, que me dejó tener un orgasmo corto más y entonces sentí todo su semen llenarme, estaba llena de leche y no me importaba nada. Deseaba poder repetirlo cuanto antes.