Hombre con deseos de mujer

Por ponerme una camiseta y una tanguita blanca, desperté el deseo de un lustrabotas y me hizo el amor completamente, haciéndome sentir como una verdadera mujer.

Voy a contarles algo que me pasó y me sigue pasando. Soy normalmente casado, pero he experimentado algo que me ha dejado totalmente confundido. La verdad es que siempre he sentido un gusto indescriptible por las prendas femeninas, pero en un cuerpo de mujer, ahora experimento deseos incontrolables por usarlas yo.

El sábado en la noche habíamos hecho el amor con mi esposa y ella quería que me pusiera un calzón de ella para ver cómo me quedaba, porque tenía un trasero de mujer y había notado que algunas veces me miraban por detrás, yo me reí y no acepté. Bueno, siempre me han dicho eso pero nunca lo había tomado como algo serio. El día domingo, me desperté en mi cama con un chuchaqui tremendo. Había tomado bastante ron la noche anterior y toda la familia se había ido a la playa. Me levanté y me puse una camiseta blanca un poco corta, sin nada debajo.

Al ir al baño inconscientemente miré el espejo y me vi de espaldas, se me veia la parte inferior de las nalgas y empecé a sentir una sensación rara y deliciosa, me preocupé, me lavé y salí del baño hacia el cuarto y me acosté boca abajo pensando en lo que mi mujer me había dicho y me puse a imaginarme vestido con bata y calzón. Sinceramente experimenté una erección que me dio temor y me fui a bañar. Al salir del baño me puse la misma camiseta blanca y encima de la cama estaba la tanga blanca de seda que mi mujer había usado la noche anterior. Bueno, me dio ganas e hice la prueba, me la puse muy ceñida y me miré al espejo. Dicho y hecho, me quedaba bastante bien para ser un hombre.

La verdad es que de espaldas parecía un rabo de mujer. Mi desgracia o tal vez mi felicidad llegó cuando llamaron a la puerta y al preguntar quien era me respondió una voz de muchacho. Me puse una toalla de la cintura para abajo y abrí. Era el limpiador de zapatos que iba todos los domingos. Este chico era de raza mulata, de unos 16 años pero alto para su edad. En ese instante tuve una idea. Quería comprobar si en verdad mi trasero era apetecido por algunos hombres como en broma me había dicho mi mujer. El muchacho entró al comedor, contiguo a la sala y le pasé todos los zapatos. Me fui al cuarto, me saqué la toalla y me acomodé la tanga. Al intentar agacharme a coger un cepillo me vi en el espejo un pedazo de calzón y me sentí como mujer, repito que estaba preocupado pero me gustaba la situación de peligro. Tomé una escoba y me puse a barrer la casa, pero yo notaba que mis movimientos eran parecidos a una mujer.

Me estaba metiendo en mi nuevo papel. Al llegar al comedor, noté que el muchacho sentado desde el suelo me clavó la mirada a las nalgas y mientras limpiaba yo seguía barriendo y el continuaba mirándome de reojo por atrás. Yo hacía como que no me daba cuenta hasta que empecé a conversar y me preguntó que donde estaba la familia, le dije que volverían en la tarde y mientras conversábamos me puse a lavar unos platos sucios en el lavadero, es decir, me puse de espaldas a él y m inclinaba más de la cuenta. Yo ya estaba gozando la situación y sentía que me estaba mojando sin remedio. Al darme la vuelta, el muchacho tenía la verga totalmente parada por debajo de la pantaloneta. Se le notaba clarito. Sinceramente yo estaba deseando que se atreviera a proponerme algo para comprobar si me arriesgaba a llevar hasta las últimas consecuencias mi papel de mujer.

Tomé la iniciativa y le pregunté que si ya había estado con una mujer, dijo que muchas veces pero que nunca lo había echo por atrás y que su mayor ilusión era esa. Mientras me sentaba en una silla, crucé las piernas y apoyé los codos en la mesa, le pregunté que si le gustaban nalgas de mujer o de hombre. Dijo que la verdad le daba igual porque culo era culo. Ya estaba más atrevido y se levantó pidiéndome permiso para ir al baño (creo que ya empezaba a darse cuenta que yo quería algo de él). Al salir del baño le pregunté que cuanto era por el trabajo y me respondió que lo que yo quisiera y me miró las piernas.

Fui al cuarto a traer dinero cuando él entró diciéndome ¿usted usa siempre esa ropa? Le dije que tenía todos mis calzoncillos sucios y que por eso usaba un calzón de mi mujer hasta que ella me los lavara. No se tragó la mentira y dijo que parecía una perfecta mujer con ese calzón y que me quedaba muy bonito, le di las gracias provocativamente. Me paré frente a la peinadora con un gran espejo central y mientras sacaba dinero de un bolsillo el se sentó en la cama detrás de mi y me dijo, no me pague nada en efectivo, si desea páguemelo de otra forma, le dije que cómo. Se levantó y se me pegó en la espalda. Al sentirlo detrás de mí, fue tan delicioso que ya no aguanté más y me tiré boca abajo en la cama. Se sacó la pantaloneta y se tiró encima mío a besarme en la nuca. Al rato se paró, me levantó la camiseta y dijo, que rico culo que tiene. Me sacó el calzón rápidamente, me echo saliva en el huequito y me lo puso.

La verdad es que me gustó tanto que le pedí me lo meta rápido, dando inicio a su penetración que me hizo pegar un grito, pero poco a poco me adapté a su verga que empecé a moverme como lo hacía mi mujer. Me puso las piernas en el hombro y me penetró con fuerza. Yo gemía bajito para no hacer ruido, hasta que me puso en cuatro con la cabeza apoyada en el colchón y me lo mandó hasta el fondo. Así me tuvo unos cinco minutos hasta que sentí que sus movimientos eran más rápidos y potentes y luego algo caliente dentro de mi culo recién desvirgado.

Yo había terminado un poco antes. Confieso que fue algo tan rico que me gustaría repetirlo pero con un hombre de verdad y con una verga más grande y más gruesa. Se despidió dándome las gracias por la culeada tan rica y que cuando quisiera lo busque en el parque de la ciudad. Voy a pensarlo seriamente porque ese chico me hizo sentir una verdadera mujer y lo que comprobé fue que me muevo como cualquier mujer en la cama. En la próxima vez y seguro que lo voy a mamar hasta que acabe en mi boca.

Después de eso he tenido sueños despierto y me he imaginado que estoy en cuatro y que un hombre me tiene metido todo su pene por el culo mientras que otro hombre está frente a mi y me tiene la verga de el metida en mi boca. Debe ser delicioso. Mi esposa jamás sabrá nada, pero su idea me hizo despertar mis instintos de mujer. Cuando se van de viaje a la playa, me visto con la ropa de ella y un hilo dental negro, y el espejo refleja un culo precioso y anhelante de ser nuevamente penetrado.

Si algún hombre maduro desea que mi culo sea suyo, escríbame su comentario que les responderé inmediatamente , pero eso si, debe ser con total discreción.

El (o la) anhelante.