Holocausto, estrella de David. ll

Adam Brander.

Domingo, 19 de enero de 1941.

Querido David:

Han sido días difíciles, lamento no haber podido buscarte antes, pero ten en cuenta que por el momento me estoy acostumbrando a contarle mis más íntimos secretos a alguien, te mantengo cada noche bajo mi almohada, duermo con mi estilográfica en la mano; ya te he comentado que vivimos en tiempos de guerra y también te he dicho que por el momento nos encontramos a salvo, mi padre nos ha prohibido escuchar la radio alemana, lo comprendo, pero no respeto su decisión la escucho a escondidas: si no sé cómo se mueve mi enemigo, no poder ganarle, al igual que los oigo a ellos también sintonizó la Radio BBC; una emisora aliada.

Los Británicos tomaron una vez toda esta batalla a juego ahora que entienden la gravedad del asunto que no son tan fuertes y que Francia no está en condiciones de pensar en otros países mientras su tierra es devastada por el poder nazi se han apresurado, hoy en la mañana se dio un comunicado “comienza la ofensiva británica en Etiopia y Eritrea desde Sudán” , notas la gravedad del caso ya no es Europa, ahora el continente africano también se ve sumido en constantes bombardeos y peleas por el terreno, me duele pensar en la pobre gente, en su miseria; pero mi madre dice que mientras estemos bien no importa y con su baja inteligencia piensa que me siento mejor. Debo contarte algo aún más grave desde el otro foco de la guerra, Hitler y Mussolini se han reunido en Berchtesgaden hablan de nuevas estrategias de ataque y expansión. El pueblo es mayor a sus dirigentes pero el pueblo ha sido cegado con ilusiones falsas de cambio.

Compañeros de mi colegio hablan de sus familias unos dicen que viajarán, se irán lejos antes de que la guerra llegue a nosotros de manera definitiva, les pregunté a dónde y nombran a Estados Unidos, la Francia restringida o Inglaterra; me pregunto hasta qué punto los aliados están dispuestos a ayudar a la población judía: estamos invadiendo sus tierras, cargan con nuestra miseria mucho me temo que el panorama es gris. Pero la esperanza sigue, Estados Unidos habla de “cuatro libertades” libertad de expresión, culto, vivir sin penuria y vivir sin miedo. Al oír esto me imaginé formando una familia deseada a lado de un hombre, ambos con un gran cargo que ayude a los demás, por el momento todo esto son burbujas de jabón en viento fuerte.

Te has preguntado por que aquí no le tememos al poder nazi, bien, el hecho no es que no le temamos es que nos hemos rendido ante su dominio y al ver esto somos su último problema en qué pensar…

Disculpa me llama un compañero.

Tuyo,

Andreas Russell.

Lunes, 20 de enero de 1941.

Querido David:

No sé cómo comenzar han pasado muchas cosas, en solo una noche, luego de la llamada que sucedió quince minutos pasadas las cinco, me alistaba para ir a donde mi compañero del colegio, Adam Brander, te hablaré de él, Adam es un joven de cabello negro, cuerpo fibrado, de piernas fuertes, culo de infarto y una carita de niño ojos cafés, labios rojos y nariz perfilada; por el contrario de lo que imaginas, él no me gusta tiene un aire débil, teme mirar a alguien a los ojos, su voz tartamudea, se queja de lo poco que tiene, no es muy inteligente, es introvertido y muy tímido. Muy a lo contrario de mí; pero él tiene algo que yo no, un corazón puro, acogedor, un corazón lleno de paz y esperanza que se refleja en su esquiva mirada.

Me apuraba en alistarme cuando Elizabeth mi madre ingresa a mi habitación con algo de ropa y aprovecha para cuestionarme.

-¿Cómo te ha ido en el colegio?

-bien.

-ya veo ¿y tienes amigos ahí?

-unos cuantos.

-los amigos no son para siempre debemos darle el menor cariño posible para que al final no nos lastime su partida, entiendes Andreas

Me molestaba la afirmación y es que la disfrazaba con tanto amor e inocencia que parecía ser verdad –Madre, sería un acto tonto no juntarse con alguien por miedo a una vez perderlo. Si tu cariño es medido entonces dudo que sientas cariño; podrías irte de la habitación se me hace tarde.

-como lo desees, al final del día tendrás que ir a una escuela judía. Decretó molesta.

Luego de estar vestido me despedí de mi familia tome la cicla y emprendí mi camino, los soldados de la Gestapo están a cada esquina no sabes cuando haces algo que les moleste, me limito a no mirarlos; pero esa noche transitaba un padre y su hijo luego de que uno de los soldados le solicitara los papeles y comprobara que era judío escupió en el suelo, le gritó amargamente, observé como el padre acarició la mejilla de su joven hijo y lo apartó entre lágrimas para arrodillarse tomar su bufanda y limpiar. El soldado apuntaba con su arma aún tengo miedo al recordar. El niño no entendía nada solo observaba mientras su padre rogaba por que le dejase de mirar.

Todo esto me hizo llegar con el corazón en la mano a la casa de los Brander, seguí tras tres ligeros toques, me abrazó su madre diciendo que estaba asustada, que llegara más temprano la próxima vez, al sentir el calor de sus brazos cerré los ojos y apreté mi labio a mis dientes, le seguí abrazando, tenía miedo, ella se apartó y me tomo las manos, dijo que me encontraba frío y luego de besarme se dirigió a la cocina.

Su padre me sentó junto a él, no podía pronunciar una palabra solo miraba como si todo se me hiciera extraño un mundo ajeno a esta realidad, dejo sonar el gramófono, saco un cigarrillo y fumo de este mientras tarareaba la tonada.

Su madre me alcanzó un poco de café caliente y unas galletas, esperaron a que me calmara un poco, me dijeron que estaría mejor si compartía con Adam en su cuarto, que me distraería un poco me levanté pidiendo disculpas por mi comportamiento y subí las escaleras; él se recostó sobre la cama haciendo brincar los libros sobre ella.

-¿con cuál comenzamos? Me dijo sonriente pero cuando recibió mi mirada opaca agacho la suya

-el que desees, en todos puedo ayudarte. Dije sentándome en su escritorio.

Él tenía varios libros, tenía una radio sintonizando la BBC, su pared tenía un mapa de Europa donde tenía punzado con rojo lo que considere territorio conquistado por Alemania y por azul el que aún queda libre o es defendido, me intrigó el hecho que se interesara en la guerra en que vivimos.

-¿No deberías tener dibujos, trozos de poemas o escritos viejos?, le dije interesado.

-no, creo que esto es más importante.

-ya veo.

Así la noche transcurrió, cómoda hasta me hizo sonreír más de una vez, tenía un poco de sueño y él también, al término de la tarea, se desvistió delante de mí lo mire directo al estar él de espaldas, tenía un torso ancho, su piel teñía con la luz, su culo duro, grande y parado, abrí la boca de golpe mientras le contemplaba moverse, pase un poco de saliva y para cuando el giró yo tenía un libro en frente; mi erección era notoria, me enfoqué en leer, cuando un dedo baja el libro y sus cálidos ojos me observaron.

-debemos descansar.

Tomó mis manos y las juntó mientras cerraba el libro, le miré directo y nuevamente su mirada calló, giró su cuerpo y se arropó entre las cobijas.

-¿Dónde dormiré?

-en ese lugar, dijo guiándome a un improvisado colchón.

Me desvestí y me coloque algo cómodo que muy amablemente me prestó, las luces se apagaron y la noche fue acumulando horas, el frío no me dejaba dormir, el colchón era bastante duro, me levante en medio de la oscuridad y palpé hasta su cama, me introduje en las cobijas y me acomodé a su lado.

El calor de su piel me reconfortaba, su aroma a sudor nocturno era nuevo para mí, rocé su espalda con el codo mientras él seguía dormido, no podía verlo, la luz es escasa en su estancia, acaricié su brazo subí y baje sintiendo cada vello entre mis dedos, abrí la boca necesitaba respirar más aire, dirigí mi mano a su pecho sus músculos bien proporcionados, acaricie su tetilla casi sin apretar, sólo sentía cuando el calor de ambos se juntaban para repelerse.

Me acerque un poco intentaba mejorar mi visión pero solo imaginaba su cuerpo, bajé un momento hacia su vientre me detuve hasta donde comenzó el elástico de su ropa interior, ¿podría hacerlo? ¿Qué vendría después?, apreté mi mano libre en puño, acaricié su miembro por encima, era la primera vez que sentía el pene de otra persona, tenía miedo y excitación, dejé mi mano descansar sobre su paquete, estaba morcillón, detuve mi mano mientras sentía su calor,  apreté levemente, él se removió en su lugar, el corazón se me detenía por un instante.

Alejé mi mano y la volví a colocar en su vientre bajé sutilmente entremetí mis dedos por el elástico, sentí el calor de su miembro, estaba sudado.

Adam gimió un poco y entre sueño pregunto -¿Qué sucede?

No se había despertado del todo, estaba totalmente seguro, es una fase entre el sueño y lo que no sabes que sucede en la realidad; me acerqué a su cuerpo, apreté mi boca a su cuello –no abras los ojos, le exigí apretando sutilmente su miembro.

Le besé el cuello cubriendo gran superficie con mi boca, mantenía un masaje en su pene sentía como palpitaba como se ponía grueso y necesitaba más espacio, mi polla tiesa exigía su culo, eso quería, su culo, saqué la mano y bajé su bóxer y su polla rozó mi mano antes de descansar en su pierna, apreté su base mientras subía acariciando con el dedo gordo su glande.

Él gemía pausado, anhelando el aire que no tenía, su pecho se inflaba con fuerza se planteaba que sucedía pero no podía dejar que pensara con claridad, acaricié su glande que bababa el preciado néctar, era virgen se sentía, continúe bajando despacio sin dejar de besarle, coloco su mano sobre la mía y me apretó.

-tranquilo, dije en un gemido

Me baje mi bóxer mi polla golpeo la raja cálida de su culo y apretó en mi cercanía, no era suficiente pero no debía llegar a más, le coloqué boca arriba, -no te cuestiones, no abras los ojos.

Sabía que me obedecía, le sonreí, a lado y lado mis manos sobre el colchón bese su cuello, baje por sus pectorales lamí su tetilla, la apreté con la boca mientras mis manos temblaban, poco a poco me metía en la sabana y bajaba, su abdomen contrayéndose a cada movimiento mis labios sintieron la delgada línea de vellos, respire el olor de sudor en su pene, el sabor de su piel se hacía más ácido; chupé su base, le apretaba con la boca.

Adam volvió a gemir, subí hasta su glande y con ayuda de solo la boca lo fui introduciendo poco a poco sentía su roce en mi paladar, golpeando mi mejilla, acariciaba sus huevos, él arrugaba las cobijas, continúe lamiendo, el sabor de sus bolas semi-velludas era más intenso, descanse un codo en el colchón y con mi mano libre le pajeé.

Golpeándolo contra mis labios, suspiró profundo y su abdomen se contrajo, entonces le chupé el capullo y sentí como en pocos segundos mi boca se invadía de su néctar, sin dejar escapar nada, apreté su base y exprimí era la primera vez que probaba algo similar y podía decir que me agradaba, aunque su fuerte olor me limitaba un poco, subí hasta su boca y le implante un beso sin más.

Y chupando su oreja me pajeaba sobre su pene que aún continuaba duro, el ritmo aumentaba y la cama se movía rechinando sin pasar a mayores, me corrí finalmente. Sobé mi glande sobre mi corrida en sus huevos, el rose con sus vellos me causo un ligero cosquilleo, al no ser suficiente, baje nuevamente y chupe su pene con sabor a mi corrida y le limpié.

Le coloque los bóxer, y me recosté a su lado acomodándome lo más cerca de su cuerpo.

No te alargare más David, lo que sucedió después fue que me levanté y me dirigí a mi lugar, le miré mientras amanecía en su cama tranquilo, con la luz cubriendo su cuerpo envuelto en el manto blanco de su sábana, en cuanto Adam se levantó toda ligera sospecha era infundada, y así debía permanecer, entiendes por qué no, él es un hombre tímido eso no es lo malo lo que me disgusta es que toda su actitud la base en la inseguridad, es un muro sin cemento y yo no estoy dispuesto a acobijarme bajo él.

Cuando me miró me sonrió yo tenía la estilográfica en mi mano, me preguntó que escribía yo simplemente me giré, miré mi diario y le contesté que por el momento nada, la puerta sonó en tres ruidosos golpes: su padre avisó que se dirigía a ella, nosotros en el cuarto seguíamos tranquilos pero luego unos pasos corrieron a su habitación su madre entró agitada y nos miró, y a mí me aterrorizó la forma en que no pronunciaba palabra y toda esa carga la dirigía a mis ojos.

-la Gestapo está aquí.

Tuyo,

Andreas Russell.

no publicaria de echo cuando escribo es que descargo muchas cosas y bueno espero sus valoraciones y comentarios.