Holocausto, estrella de david. i

Lo tome de su delgada cintura mientras invadía su boca, la recorría con mi lengua cuando respiré jadeante besé sus mejillas su cuello, le escuche gemir, no sabe cómo me llamo, se limita a jadear

HOLOCAUSTO, ESTRELLA DE DAVID.

Cancion legida...

Stupid girls P!nk

ESTRELLA DE DAVID…

Hoorn- Países Bajos.

Miércoles, 1 de enero de 1941.

Querido David:

Hoy me he sumergido en la escritura tras no encontrar otro medio para expresarme, tengo pensamientos por decir pero dudo que a alguien le interese mi opinión, soy muy joven, para muchos la juventud es sinónimo de ignorancia, el conocimiento para los adultos se encuentra en criticar lo que ven, huir a los problemas, hacerse esclavo de su silencio e ignorar en lo posible la realidad.

Pero aun no nos hemos presentado David, mi nombre es Andreas Russell, de mí puedes saber que soy un joven alto, no tengo músculos pero hago ejercicio, mis ojos son castaños, mi cabello es negro y soy tan blanco como el mármol; no sé si deba decirte mi edad confórmate con saber que soy joven, te preguntaras por qué te he buscado, la respuesta la tienes en el comienzo necesito sentir que alguien está conmigo, que me entiende y que me apoya; por eso espero que te conviertas en mi gran amigo, mi único amigo.

Me suceden muchas cosas y me da miedo lo que he comenzado a sentir, siempre me ha gustado rodearme de compañeras, robarles algunos besos, ir a su casa e insinuarles que me muestren algo más que su cuello, las sé manejar muy bien, pues verás, en mi colegio las mujeres son estúpidas. No comparten una meta, carecen de ideales, caminan en manada, se escudan entre ellas, hablan demasiado, no les interesa aprender, se sienten en un acto de confort insoportable, si les sonríes significa que ya les estas coqueteando, entonces se imaginan su vida por delante, no les es difícil pues su vida no es la gran cosa, un hogar fuerte donde sean recostadas de su marido por supuesto, unos cuantos hijos para que te hagan caso y no hagan nada, unas amigas a quienes restregarles su éxito y así envejecer . No soy machista pero así las veo.

Por otro lado están los hombres entregados a el estudio, buscando entre sus metas honor, riqueza y el amor; el sostén de muchos hogares, el que sabe qué es el trabajo arduo, que mira más allá de lo que ve; David, los hombres para mí son fuente de atracción, me agrada me gusta sentirme rodeado de ellos, imaginarme sus vidas, pensar que estoy en ellas; pero tengo miedo ¿y si soy tan diferente que las personas me teman y se alejen? no es común sentir esto. Sin embargo lo oculto tras una fachada de arrogancia, egocentrismo y frialdad. Te abriré mi corazón pero debo advertirte el día en que corra el riesgo que tú salgas a la luz te quemaré…

Espero no llegar a eso…

Tuyo,

Andreas Russell.

Jueves, 2 de enero de 1941.

Querido David:

Hoy en la mañana, a un cuarto de las siete, mi madre me levantó indicando que debía ir al colegio, el uniforme consiste en una camisa blanca a botones, un pantalón de seda fina, zapatos negros de cuero y unos tirantes, y mi sombrero, me gusta salir con él. Salí de la habitación e ingresé a la sala, somos una familia judía adinerada a pesar de los estragos que nos dejó la gran guerra y la posterior crisis del 29 se puede decir que corrimos con suerte, EL JUDÍO EMPRENDEDOR, lo llevamos en la sangre.

Mi padre tiene propiedades aquí y en Ámsterdam, somos importadores de encomienda entregamos todo lo que nos envían, mire a los costados los cuadros de pintura en lienzo y marco dorado contrastando con la pintura de las paredes;  en el techo, una lámpara de cristal al mejor estilo del renacimiento de grandes gotas de cristal, el lugar está bien amueblado, un sofá aquí y otro allá,  no nos falta nada.

Mi madre, Elizabeth Russell sentada en la cabecera inferior de la mesa luciendo un peinado recogido por un prendedor, en sus orejas cuelga aretes de plata en forma de gotas, usando una chaqueta corta gris, una falda al cuerpo con varios pliegues, sus medias veladas y sus tacos altos, la luz de la mañana iluminaba su cuidada piel blanca, sus labios parecían enrojecer a tono de sus mejillas,  La salude de beso y me senté.

En frente mi hermana Hannah la única mujer que quizás se salva de mis acusaciones aunque cuando la detallo bien me sigue pareciendo una idiota esperanzada que no mira lo que sucede en el exterior solo le importa sobrevivir al día a día puede llamarse adulta en su interior, realmente tiene dieciséis años, adivina mi edad siendo un año menor que ella; bueno ella es hermosa no lo dudes: cabello castaño que se riza en sus hombros, ojos cafés de gran brillo, boca delgada, y un cuerpo muy bien cuidado.

Sentí la mano amiga de mi padre, que fumaba su cigarrillo con orgullo, imponiendo su pecho en alto, con su gran traje que tan bien le queda, él participó en la Gran Guerra junto con mi abuelo y salieron vivos aunque Alemania salió perdedora. El reír del mundo, ahora te preguntas que tiene que ver Alemania con nosotros, bien, somos alemanes que huyen de alemanes. Te hago recuento el mundo está en guerra por la ambición de poder de los grandes frentes.

Agradezco que durante el tiempo de la Gran Guerra mi madre no se encargó de la empresa, fuésemos quebrado, aun así tuvimos grandes huecos financieros: nuestras propiedades en Alemania se vendieron en pro de pagar la deuda externa. ¡El mundo es tan idiota! Alemania no tenia en aquella época dinero se reconstruía en los escombros, tras el hecho, nos quitan nuestras provincias que en un principio pertenecieron a Alemania, los aliados están molestando a un tigre herido, esto no saldrá bien, la guerra se recrudecerá.

Alemania considera un salvador al Führer, más adelante te hablaré de él, por el momento el desayuno a terminado; mi hermana y yo salimos en cicla al colegio, me gusta pedalear lento, para observar las hojas caer en el viento, oler la fragancia de las flores, que el viento toque en frío mi rostro, que la luz del sol ilumine mi camino, que un perro me siga o que un gato me mire perezoso desde la ventana.

Mi colegio es un lugar grande, con jardín delantero, uno que otro boso de un filósofo griego y ahí están los jóvenes como yo que vinimos a aprender, mientras amarro la cicla observo a las niñas hablando, me centro en un grupo una de ellas: muestra una carpeta, está orgullosa le han enseñado a tejer, sus compañeras se acomodan a su alrededor y en sus cabezas dicen –mañana traeré un tejido mejor- el emprendimiento florece en sus poros.

Quiero una mujer que sea inteligente, que tenga proyectos, que no la ate nada, que tenga muchos talentos, que ame la música, la escritura, la pintura y la lectura tanto como yo; quiero una mujer distinta que me entienda, que sueñe con cosechar éxitos propios y que me haga orgulloso de ella; quiero una mujer que deje de ser mujer…

Me he sentado en una esquina a pensar, a dibujar en mi mente un futuro alejado de mi realidad; los hombres del colegio van y vienen, son guapos con su cabello negro, sus ojos castaños, y su complexión; por otro lado están otro tipo de hombres de cabello rubio, ojos azules, boca rosada ellos son bellos también pero con los ideales alemanes han tomado otro tipo de reacción ante nosotros los diferentes. El tiempo corre mientras sé que pronto nos señalaran, que será uno de ellos quien me llame infrahumano, que quizás se unan a la creciente juventud Hitleriana y me deseen muerto.

El miedo se apodera de mí, pero a la vez me excita desear un amante prohibido, podría calmar este sentimiento ahora pero si deseas saberlo no me gusta masturbarme, y se me ha ocurrido una idea; me dirigí a el pasillo a la sombra de las altas columnas que sostenían la cúpula del techo, me coloqué en vista al patio y me senté.

Frente a mí, un grupo de cuatro  mujeres, las he mirado fijamente una inconscientemente gira y yo le sonrió sin dejar de mirarla; su amiga lo ha notado siente tanta envidia que levanta la cadera para que se le vea más cola, la del frente a mí acomoda su cabello hacia atrás, le he picado el ojo, las tres se han enrojecido, vamos, que esperan podría morir esperando un gesto valiente de acercamiento así que soy quien se levanta.

-Alguna de ustedes conoce donde queda el cuarto de lectura, Propuse

-sí, yo sí. Contesto una con aparente interés

-puedo llevarte, me sugirió

Accedí gustoso, ella tenía el cabello negro, sus ojos miel, su piel tenía un tono dorado y su boca era bastante carnosa; me guio por el pasillo por la puerta secundaria a la biblioteca; antes de que siguiera la tome de la mano la giré y la miré por un instante la apreté con mi cuerpo a la pared, se mostró asustada así que reaccione de inmediato.

-perdón, no debí es solo que me gustas mucho y moría por un beso tuyo; pero entiendo soy un idiota al creer que alguien como tú se fijaría en mí. Me gire dándole la espalda y lleve mis manos al cuello y cale un poco de aire.

-no te sientas mal, eh, no te preocupes. Dijo girando mi cuerpo dando pasos atrás girando mi cuerpo al suyo y nuevamente la apreté en la pared.

Coloque mi mano en la pared para que apreciara el contorno de mi cuerpo -es que mi familia no me quiere comprometido y yo… yo no quiero lastimarte.

-la mía tampoco y menos en tiempo de guerra donde un día tendremos que dejar todo lo que nos ate, de alguna forma moriremos hay que disfrutar el ahora. Dijo muy estúpida es impresionante lo que se considera lógica infalible en tiempo de guerra.

La besé cerrando los ojos, vamos imagina, la tome de la cintura, no es ella a quien beso es a un deseo oculto a una atracción prohibida puedo cambiar todo a mi favor, mi deseo es un hombre así debe ser, lo tome de su delgada cintura mientras invadía su boca, la recorría con mi lengua cuando respiré jadeante besé sus mejillas su cuello, le escuche gemir, no sabe cómo me llamo, se limita a jadear –aaah, me giro a la pared y lo tomo del cabello, le invito a bajar opone resistencia, vamos hombre no es difícil, acaricio su cuello he apretado mi abultado paquete a su cara, se le hace extraño pero le gusta porque es algo que no conoce, repasa su mano una y otra vez mi pene palpita cuando se coloca duro le gusta, acerque su boca y volvió a palpitar.

Le besa con timidez contraigo mi cintura, me gusta, que tienes para mí, con mi mano libre bajé mi bragueta le acerco a mi paquete, le vuelve a besar siento su nariz apretarse mientras lo hace, ahora él mismo ingresa la mano y lo saca, su cabeza repele inseguro.

-por favor, le jadeo suplicante

Es nuevo para él, lo ha tomado me lo aprieta, una gota de pre seminal se asoma en la punta, le guío en el movimiento arriba y devuelta a la base, siento presión en mi abdomen y mi cuerpo suda frío, respiro con rapidez, me besó el glande, mi pene golpeó sus labios con más fuerza, se lo introduzco poco a poco en la boca el roce con su paladar, el calor de su boca me excita, me ha acortado el espacio, simulo un movimiento de penetración, no te ahogues puedes con esto, su garganta se contrae suena que se ahoga.

La saco hasta que la punta de mi glande descanse en sus labios -respira, le digo con sutileza

Se la introduzco poco a poco –detén la respiración, mantén la lengua estable que acaricie mi pene, le dije caballero.

Las contracciones disminuían y ya era el quien me lo tomaba y se lo introducía a gusto en su boca inexperta, contraía mi cintura mientras recostaba mi torso en la pared, el movimiento aumenta me aprieta la base con fuerza le gusta el sabor de la lefa, retiró su boca a un costado de mi pene lo tomó con una mano y le pajeó con rapidez, la presión aumenta, intento retenerla, el primer trallazo sale y él me toma de la pierna luego el segundo y el siguiente hasta terminar vaciado.

Exhalo aire un momento, su boca busca la mía le beso con fuerza mientras me la guardo, abro los ojos con lentitud y decaigo con tristeza y decepción ante la vista, retiro mis labios de los suyos y me mantengo erguido que no note mi tristeza yo soy como un soldado de guerra como mi padre; no puedo ser débil.

-¿sucede algo? Pregunta ella preocupada.

-no, no es nada; ve a clases, ella agacha la mirada y piensa retirarse. La tomo de la mano -gracias eres una gran mujer y valiente a demás; le dije como cumplido.

Ella se lleva su dedo a su boca me dice que será un secreto. Nuevamente le pico el ojo tomo la chaqueta de mi traje la llevo a mi hombro y salgo del lugar.

El resto del día me es irrelevante de contar, espero no haberte causado una mala impresión.

Tuyo,

Andreas Russell.

os animo a Valorar y comentar; habra mas sexo la proxima lo prometo.

Miércoles, 1 de enero de 1941.

Querido David:

Hoy me he sumergido en la escritura tras no encontrar otro medio para expresarme, tengo pensamientos por decir pero dudo que a alguien le interese mi opinión, soy muy joven, para muchos la juventud es sinónimo de ignorancia, el conocimiento para los adultos se encuentra en criticar lo que ven, huir a los problemas, hacerse esclavo de su silencio e ignorar en lo posible la realidad.

Pero aun no nos hemos presentado David, mi nombre es Andreas Russell, de mí puedes saber que soy un joven alto, no tengo músculos pero hago ejercicio, mis ojos son castaños, mi cabello es negro y soy tan blanco como el mármol; no sé si deba decirte mi edad confórmate con saber que soy joven, te preguntaras por qué te he buscado, la respuesta la tienes en el comienzo necesito sentir que alguien está conmigo, que me entiende y que me apoya; por eso espero que te conviertas en mi gran amigo, mi único amigo.

Me suceden muchas cosas y me da miedo lo que he comenzado a sentir, siempre me ha gustado rodearme de compañeras, robarles algunos besos, ir a su casa e insinuarles que me muestren algo más que su cuello, las sé manejar muy bien, pues verás, en mi colegio las mujeres son estúpidas. No comparten una meta, carecen de ideales, caminan en manada, se escudan entre ellas, hablan demasiado, no les interesa aprender, se sienten en un acto de confort insoportable, si les sonríes significa que ya les estas coqueteando, entonces se imaginan su vida por delante, no les es difícil pues su vida no es la gran cosa, un hogar fuerte donde sean recostadas de su marido por supuesto, unos cuantos hijos para que te hagan caso y no hagan nada, unas amigas a quienes restregarles su éxito y así envejecer . No soy machista pero así las veo.

Por otro lado están los hombres entregados a el estudio, buscando entre sus metas honor, riqueza y el amor; el sostén de muchos hogares, el que sabe qué es el trabajo arduo, que mira más allá de lo que ve; David, los hombres para mí son fuente de atracción, me agrada me gusta sentirme rodeado de ellos, imaginarme sus vidas, pensar que estoy en ellas; pero tengo miedo ¿y si soy tan diferente que las personas me teman y se alejen? no es común sentir esto. Sin embargo lo oculto tras una fachada de arrogancia, egocentrismo y frialdad. Te abriré mi corazón pero debo advertirte el día en que corra el riesgo que tú salgas a la luz te quemaré…

Espero no llegar a eso…

Tuyo,

Andreas Russell.

Jueves, 2 de enero de 1941.

Querido David:

Hoy en la mañana, a un cuarto de las siete, mi madre me levantó indicando que debía ir al colegio, el uniforme consiste en una camisa blanca a botones, un pantalón de seda fina, zapatos negros de cuero y unos tirantes, y mi sombrero, me gusta salir con él. Salí de la habitación e ingresé a la sala, somos una familia judía adinerada a pesar de los estragos que nos dejó la gran guerra y la posterior crisis del 29 se puede decir que corrimos con suerte, EL JUDÍO EMPRENDEDOR, lo llevamos en la sangre.

Mi padre tiene propiedades aquí y en Ámsterdam, somos importadores de encomienda entregamos todo lo que nos envían, mire a los costados los cuadros de pintura en lienzo y marco dorado contrastando con la pintura de las paredes;  en el techo, una lámpara de cristal al mejor estilo del renacimiento de grandes gotas de cristal, el lugar está bien amueblado, un sofá aquí y otro allá,  no nos falta nada.

Mi madre, Elizabeth Russell sentada en la cabecera inferior de la mesa luciendo un peinado recogido por un prendedor, en sus orejas cuelga aretes de plata en forma de gotas, usando una chaqueta corta gris, una falda al cuerpo con varios pliegues, sus medias veladas y sus tacos altos, la luz de la mañana iluminaba su cuidada piel blanca, sus labios parecían enrojecer a tono de sus mejillas,  La salude de beso y me senté.

En frente mi hermana Hannah la única mujer que quizás se salva de mis acusaciones aunque cuando la detallo bien me sigue pareciendo una idiota esperanzada que no mira lo que sucede en el exterior solo le importa sobrevivir al día a día puede llamarse adulta en su interior, realmente tiene dieciséis años, adivina mi edad siendo un año menor que ella; bueno ella es hermosa no lo dudes: cabello castaño que se riza en sus hombros, ojos cafés de gran brillo, boca delgada, y un cuerpo muy bien cuidado.

Sentí la mano amiga de mi padre, que fumaba su cigarrillo con orgullo, imponiendo su pecho en alto, con su gran traje que tan bien le queda, él participó en la Gran Guerra junto con mi abuelo y salieron vivos aunque Alemania salió perdedora. El reír del mundo, ahora te preguntas que tiene que ver Alemania con nosotros, bien, somos alemanes que huyen de alemanes. Te hago recuento el mundo está en guerra por la ambición de poder de los grandes frentes.

Agradezco que durante el tiempo de la Gran Guerra mi madre no se encargó de la empresa, fuésemos quebrado, aun así tuvimos grandes huecos financieros: nuestras propiedades en Alemania se vendieron en pro de pagar la deuda externa. ¡El mundo es tan idiota! Alemania no tenia en aquella época dinero se reconstruía en los escombros, tras el hecho, nos quitan nuestras provincias que en un principio pertenecieron a Alemania, los aliados están molestando a un tigre herido, esto no saldrá bien, la guerra se recrudecerá.

Alemania considera un salvador al Führer, más adelante te hablaré de él, por el momento el desayuno a terminado; mi hermana y yo salimos en cicla al colegio, me gusta pedalear lento, para observar las hojas caer en el viento, oler la fragancia de las flores, que el viento toque en frío mi rostro, que la luz del sol ilumine mi camino, que un perro me siga o que un gato me mire perezoso desde la ventana.

Mi colegio es un lugar grande, con jardín delantero, uno que otro boso de un filósofo griego y ahí están los jóvenes como yo que vinimos a aprender, mientras amarro la cicla observo a las niñas hablando, me centro en un grupo una de ellas: muestra una carpeta, está orgullosa le han enseñado a tejer, sus compañeras se acomodan a su alrededor y en sus cabezas dicen –mañana traeré un tejido mejor- el emprendimiento florece en sus poros.

Quiero una mujer que sea inteligente, que tenga proyectos, que no la ate nada, que tenga muchos talentos, que ame la música, la escritura, la pintura y la lectura tanto como yo; quiero una mujer distinta que me entienda, que sueñe con cosechar éxitos propios y que me haga orgulloso de ella; quiero una mujer que deje de ser mujer…

Me he sentado en una esquina a pensar, a dibujar en mi mente un futuro alejado de mi realidad; los hombres del colegio van y vienen, son guapos con su cabello negro, sus ojos castaños, y su complexión; por otro lado están otro tipo de hombres de cabello rubio, ojos azules, boca rosada ellos son bellos también pero con los ideales alemanes han tomado otro tipo de reacción ante nosotros los diferentes. El tiempo corre mientras sé que pronto nos señalaran, que será uno de ellos quien me llame infrahumano, que quizás se unan a la creciente juventud Hitleriana y me deseen muerto.

El miedo se apodera de mí, pero a la vez me excita desear un amante prohibido, podría calmar este sentimiento ahora pero si deseas saberlo no me gusta masturbarme, y se me ha ocurrido una idea; me dirigí a el pasillo a la sombra de las altas columnas que sostenían la cúpula del techo, me coloqué en vista al patio y me senté.

Frente a mí, un grupo de cuatro  mujeres, las he mirado fijamente una inconscientemente gira y yo le sonrió sin dejar de mirarla; su amiga lo ha notado siente tanta envidia que levanta la cadera para que se le vea más cola, la del frente a mí acomoda su cabello hacia atrás, le he picado el ojo, las tres se han enrojecido, vamos, que esperan podría morir esperando un gesto valiente de acercamiento así que soy quien se levanta.

-Alguna de ustedes conoce donde queda el cuarto de lectura, Propuse

-sí, yo sí. Contesto una con aparente interés

-puedo llevarte, me sugirió

Accedí gustoso, ella tenía el cabello negro, sus ojos miel, su piel tenía un tono dorado y su boca era bastante carnosa; me guio por el pasillo por la puerta secundaria a la biblioteca; antes de que siguiera la tome de la mano la giré y la miré por un instante la apreté con mi cuerpo a la pared, se mostró asustada así que reaccione de inmediato.

-perdón, no debí es solo que me gustas mucho y moría por un beso tuyo; pero entiendo soy un idiota al creer que alguien como tú se fijaría en mí. Me gire dándole la espalda y lleve mis manos al cuello y cale un poco de aire.

-no te sientas mal, eh, no te preocupes. Dijo girando mi cuerpo dando pasos atrás girando mi cuerpo al suyo y nuevamente la apreté en la pared.

Coloque mi mano en la pared para que apreciara el contorno de mi cuerpo -es que mi familia no me quiere comprometido y yo… yo no quiero lastimarte.

-la mía tampoco y menos en tiempo de guerra donde un día tendremos que dejar todo lo que nos ate, de alguna forma moriremos hay que disfrutar el ahora. Dijo muy estúpida es impresionante lo que se considera lógica infalible en tiempo de guerra.

La besé cerrando los ojos, vamos imagina, la tome de la cintura, no es ella a quien beso es a un deseo oculto a una atracción prohibida puedo cambiar todo a mi favor, mi deseo es un hombre así debe ser, lo tome de su delgada cintura mientras invadía su boca, la recorría con mi lengua cuando respiré jadeante besé sus mejillas su cuello, le escuche gemir, no sabe cómo me llamo, se limita a jadear –aaah, me giro a la pared y lo tomo del cabello, le invito a bajar opone resistencia, vamos hombre no es difícil, acaricio su cuello he apretado mi abultado paquete a su cara, se le hace extraño pero le gusta porque es algo que no conoce, repasa su mano una y otra vez mi pene palpita cuando se coloca duro le gusta, acerque su boca y volvió a palpitar.

Le besa con timidez contraigo mi cintura, me gusta, que tienes para mí, con mi mano libre bajé mi bragueta le acerco a mi paquete, le vuelve a besar siento su nariz apretarse mientras lo hace, ahora él mismo ingresa la mano y lo saca, su cabeza repele inseguro.

-por favor, le jadeo suplicante

Es nuevo para él, lo ha tomado me lo aprieta, una gota de pre seminal se asoma en la punta, le guío en el movimiento arriba y devuelta a la base, siento presión en mi abdomen y mi cuerpo suda frío, respiro con rapidez, me besó el glande, mi pene golpeó sus labios con más fuerza, se lo introduzco poco a poco en la boca el roce con su paladar, el calor de su boca me excita, me ha acortado el espacio, simulo un movimiento de penetración, no te ahogues puedes con esto, su garganta se contrae suena que se ahoga.

La saco hasta que la punta de mi glande descanse en sus labios -respira, le digo con sutileza

Se la introduzco poco a poco –detén la respiración, mantén la lengua estable que acaricie mi pene, le dije caballero.

Las contracciones disminuían y ya era el quien me lo tomaba y se lo introducía a gusto en su boca inexperta, contraía mi cintura mientras recostaba mi torso en la pared, el movimiento aumenta me aprieta la base con fuerza le gusta el sabor de la lefa, retiró su boca a un costado de mi pene lo tomó con una mano y le pajeó con rapidez, la presión aumenta, intento retenerla, el primer trallazo sale y él me toma de la pierna luego el segundo y el siguiente hasta terminar vaciado.

Exhalo aire un momento, su boca busca la mía le beso con fuerza mientras me la guardo, abro los ojos con lentitud y decaigo con tristeza y decepción ante la vista, retiro mis labios de los suyos y me mantengo erguido que no note mi tristeza yo soy como un soldado de guerra como mi padre; no puedo ser débil.

-¿sucede algo? Pregunta ella preocupada.

-no, no es nada; ve a clases, ella agacha la mirada y piensa retirarse. La tomo de la mano -gracias eres una gran mujer y valiente a demás; le dije como cumplido.

Ella se lleva su dedo a su boca me dice que será un secreto. Nuevamente le pico el ojo tomo la chaqueta de mi traje la llevo a mi hombro y salgo del lugar.

El resto del día me es irrelevante de contar, espero no haberte causado una mala impresión.

Tuyo,

Andreas Russell.