Holocausto en la estrella de David IV.

-¿estás seguro que no vendrá nadie? Me preguntaba Adam inquieto

Holocausto en la estrella de David

Domingo, 9 de  febrero de 1941.

Querido David:

Son las doce y media de la mañana me encuentro en la casa de Adam, te preguntarás cómo hemos logrado eso, bien, creo que hemos enloquecido, le muestro a él lo mejor y peor de mí, quizás es la persona luego de ti que mas me conoce. Cuando miré el reloj me separé de sus labios con preocupación, él parecía no entender nada ajeno a lo que vivíamos en ese momento. Sus padres no llegarían pero no subestimes la preocupación de dos madres desesperadas.

Pero el me volvió a tomar de la cintura mientras me besaba el cuello y me obligaba a ceder, nos bañamos él paso el trozo de toalla húmeda por mi cuerpo y yo solía mojarlo, al bajar en medio de la oscuridad llamé a mi casa, sigo creyendo que soy mas valiente que él, le conté a nuestros padres nuestro infortunio en la cocina, que el tiempo paso rápido y que lamentamos todo lo sucedido; la señora Brander calmo sus preocupaciones, por otro lado mi madre hacía un show de ellas.

Mi padre me aconsejó mantener puertas y ventanas cerradas, las luces apagadas y que evitáramos en los posible hacer ruido –creo en ti- me dijo antes de despedirse; por parte de Adam le pasé a su familia le regañaron no hay duda pero cada tanto le comía el cuello mientras llamaba; al final debió despedirse él de sus padres.

Eso lo que los adultos llaman atracción… ¿hasta qué punto la atracción domina tu capacidad de pensamiento? No quiero terminar como mi padre besando a mi madre en la frente, entiendes, a mi padre le es indiferente: no es coqueta, no es inteligente, es débil, no sabe hacer mucho y no le gusta hacerlo, dudo que en la cama sea ella quien le busque, no quiero terminar así quiero sentir algo mas que atracción pero será posible con él.

Nos sentamos a comer te sorprendería saber que cocina delicioso, escuchábamos la radio aliada la BBC noticias de origen inglés y  británico –los ingleses toman Bengasí. – Mientras –británicos bombardean constantemente Génova, Pisa, La Spezia y Livorno- se calculan ciento treinta mil soldados italianos capturados- son buenas noticias ha sido una gran noche.

Luego de lavar los platos, lo tome de la mano y miré brillar sus hermosos ojos cafés en la oscuridad; lo llevé a su habitación y nos sentamos juntos en su cama, fui el primero en caer logrando que el colchón tambaleara en segundos el hizo lo mismo mirábamos el techo la poca luz no nos hacía visible muchas cosas.

-Andreas… ¿que sientes por mi?

Resopló algo de aire, yo me hacía la misma pregunta –supongo que te quiero, le contesté en igual tono pasivo.

Busque su mano cuando di con ella el apretó la mía con fuerza, me giré en torno a él, al darse cuenta hizo lo mismo, nos mirábamos fijamente a pesar de no poder vernos, acaricié su hombro baje a sus pectorales y me detuve en medio de ellos.

-¿y tú?

-¿yo qué, Andreas?

-¿qué sientes tú por mí?

-Me gustas, dijo titubeante –me gustas mucho y con su última frase su voz se apagó, dejé de sentir su mirada.

-entonces enséñame a querer de una manera similar a la que tú lo haces.

Me coloqué sobre su cuerpo y le besé, dejé invadir mi boca con su lengua mientras me apretaba del cuello, su mano recorrió mi espalda se introdujo dentro de mi camisa su mano estaba fría mientras mi cuerpo inconscientemente la repelía más me pegaba a él. Le tomé de la mejilla entremetí mis dedos por su cabellera; me apoyé en mi codo y me abrí espacio para desabotonarle la camisa, cuando el último botón se desató subí por su vientre, acaricie sus tetillas y me ubiqué en su hombro; él se levantó un poco, aproveché para bajar las mangas por su brazo.

Con su pecho desnudo le seguí besando, apretando mi paquete en el de él, metiendo mi pierna sobre las suyas; me tomó de los brazos y me giró, me senté con su culo apoyado en mi pene; me besó el cuello, apretó mi cintura, me gustaba cuando lo hacía; me despojo de la camisa sin dejar de besarme; me chupaba el cuello de vez en cuando.

Apoyé mis manos en puño sobre el colchón, proporcionándole comodidad para que me comiera las tetillas, las apretaba con sus dientes, mientras la punta de su lengua me rozaba de lado a lado poniéndola dura. Bajó hasta arrodillarse en el suelo, acarició mi cintura, dejé caer mi cabeza mientras su mano junto con la mía me despojaban del pantalón; mi polla golpeó sus labios me besó la base y con una mano subía desde mi pierna hasta mis huevos deteniéndose ahí para masajearlos.

Con la otra tomó mi pene y ubicándose mejor se lo llevó a la boca, lo chupó una y otra vez introduciéndolo de golpe para sacarlo despacio; me daba picos por el palo hasta la punta para nuevamente introducirla comérsela centímetro a centímetro; le tome del cabello me apoyé en un codo y comencé a simular lo que hacia con su culo pero ahora era con su boca; la sensación era genial sentía que el calor llegaba a quemarme su garganta comenzó a sonar así que disminuí la embestida; me apretó fuertemente la pierna, así que continúe la cama temblaba sabia que se pajeaba en el suelo me excitaba.

Le invité a subir giré sobre él y bajé simulando sus movimientos, cuando sentí su polla sobre la tela la besé, la sentí palpitar con el tacto; la apreté con las manos, al bajar su pantalón su polla golpeó su abdomen le besé las piernas subí despacio lamí sus huevos; y finalmente le tomé la polla, que chupé por sobre el glande saboreando su pre seminal, que me seguía pareciendo fuerte, se sentó y acarició mi nuca una y otra vez, apoyé mis manos en su piernas y dejé de moverme; al entenderlo me tomó colocando sus manos a costados de mi cabeza y me la vadeó de golpe, me la tragué entera el quejido no se hizo esperar pero él sabía que no tenía problema, atenazó mi cabello, me subió y nuevamente me bajó hasta que mi nariz tocara su vientre, la velocidad aumentó, de vez en cuando, me detenía en la punta para que la chupara.

Gemía mi nombre, mis brazos se cansaban estaban temblando pero él continuaba a una velocidad impredecible, cuando se corrió sin avisarme me la tomé toda, no sé cómo describirte lo que se siente David, no creo que me llegue a gustar lo de beber su corrida pero creo que es la misma extrañes que me causa verme en esa situación; por el momento veo mi acto como una manera de pago.

Al subir le besé con los labios totalmente húmedos la boca, su lengua pasaba por cada rincón de mi boca mientras su mano me tomaba del pecho; tomó mi pene, le escuche reír me besaba al tiempo que me pajeaba con velocidad, apoyé mis rodillas sobre el colchón sus manos se apretaron a mis piernas mientras su boca hacía lo suyo; cuando sentí la presión en mi abdomen detuve su movimiento me corrí con mi glande entre su lengua y su paladar ¿Qué pensamiento tendrá el de mis corridas? Creo que le gustan.

Nos acostamos juntos luego de ponernos la pijama; cuando su respiración se tranquilizó supe que se había dormido fue en ese momento que tome mi diario.

Tuyo,

Andreas Russell.

Lunes, 24 de febrero de 1941.

Querido David:

David, he meditado estos días: tengo la certeza de que no me conoces, aún tengo tanto que decirte, sigues siendo mi mejor amigo a quien se lo cuento todo, mi familia ha notado mi amor por ti se muestran intrigados ante ello me he visto obligado a esconderte debajo de mi cama, entre mi almohada, entre mi ropa, entre mis libros, debajo de algún mueble has pasado por cada rincón de la casa no he tenido el valor de quemarte.

Sabes que soy judío en mi totalidad, eso nos lleva a las prohibiciones a pesar de que aun no nos han marcado como se rumora en otros países si hemos sufrido de algunas privaciones; cedimos nuestras bicicletas, no podemos subir a los tranvías ni conducir, todo centro comercial u educativo debe tener la palabra “judío” para poder ingresar , no podemos salir de la casa luego de las ocho de la noche, de tres a siete podemos disfrutar de algún centro cultural permitido, no podemos quedarnos en la casa de nadie, los lugares de diversión como el teatro y algunos cines no tienen permitido nuestro ingreso, miras un letrero grande que porta la Estrella de David, no podemos entrar a piscinas o practicar algún deporte. Querido David ya habrás notado algunas he aquí más y la lista sigue.

El miedo a hacer algo que ya no sepamos que es prohibido es latente, sin embargo me considero una persona libre. Hoy es un día para celebrar: Holanda se ha sumado a una huelga general ante la detención de varios centenares de judíos; sin embargo Holanda, como el resto de los Países Bajos son pacíficos no pretenden entrar a guerra alguna: hemos sido sometidos por el poder Alemán. Me temo somos una bola de cobardes.

Si un cristiano grita que lo que nos sucede es injusto lo matan en frente de muchas personas y esas personas que estaban dispuestas a gritar luego de él callan de pavor; sin embargo países como Gran Bretaña, Estados Unidos y la misma Francia no ven la muerte como un sacrificio es por el contrario un motivo de lucha.

La BBC avisa que dentro de dos días los ingleses finalizaran la ocupación en Somalia Italiana, la RAF (Real Fuerza Aérea) ha hecho un gran trabajo; quizás te interese saber qué pienso de Italia, bien, lo veo como un niño en una casa grande, en cuanto su Papa se va de la casa se siente autosuficiente pero en cuanto tocan a su puerta muestra su grado de idiotez y termina sucumbiendo ante el peligro de afuera.

No creo que la guerra termine pronto, aún falta lo peor, te interesará conocer de Adam, su casa cada vez esta más vacía todo confirma que se irán en junio, o antes, si el mal tiempo continúa; mi padre le ha ofrecido toda la colaboración al suyo. No sé cómo reaccionaré ante su partida, por otro lado, nuestra familia también ha tomado cartas y han desaparecido algunas cosas de la casa mi padre es prudente y no me dice nada en lo absoluto. Confió en el.

Debo decirte que cada día en los colegios de Hoorn se presencia más la discriminación, la misma ley nos prohíbe permanecer mucho tiempo junto a un cristiano, la misma ley estúpida nos prohíbe estar mucho tiempo con nosotros mismos; entiendes hasta donde ha llegado todo, me dirigía con Adam a la cafetería que queda a unas cuadras del colegio y mi sorpresa fue desagradable “un espacio libre de ratas y judíos”

Sobrevivimos de la manera en que podemos, mi hermana se refugia en aprender, mi madre en ser una esposa paciente, mi padre actúa, la familia Brander tiene decidido irse, Adam se refugia en mí y yo en mi diario.

(En la noche)

Ha caído la noche y observo impaciente por la ventana, la luna se muestra brillante iluminando de plata cada lámina de los tejados, se pueden apreciar los pájaros revolotear sobre los jardines o descansar en los arboles, los perros corren libres, y los gatos, bueno, ellos juegan con cualquier objeto que se mueva; miré de lado a lado de la calle: pocas parejas caminaban libres por el lugar sentía envidia de su libertad y me culpaba por ser egoísta.

Me imaginaba revivir una noche caminando por estas calles, jugando con la pelota o hablándole a algún animal, todo esto eran suspiros que se hacían vaho en el aire y terminaban manchando la pared; los pájaros salieron volando apresurados, los perros corrieron mientras ladraban, y los gatos se escondieron miré para todos lados y sus pisadas se hacían mas fuertes.

Entonces Elizabeth mi madre entró alterada y apago las luces de mi cuarto, las pisadas en la casa se hacían audibles y todo se teñía en la oscuridad, mire las demás casas que hacían lo mismo.

-cierra la ventana.

Sus cascos brillaban a la luz de la luna sus pisadas a la par hacían temblar el lugar, se acercaban a nuestras casas inspeccionaban todo.

-que cierres la ventana te he dicho; y antes que reaccionara mi madre ha azotado la ventana.

Salí de mi cuarto dejando a mi madre temblando y busque a Hannah que se encontraba junto con mi padre en su habitación, ella se amarraba a su brazo y en mi acercamiento le pedí que me abrazara a mí también. Mirábamos expectantes.

Mi madre se colocó detrás de nosotros y paso su mano por mi hombro y el de Hannah.

-suéltame, le dije

-pero estas temblando… y

-te he dicho que me sueltes. Le grité enojado

Mi padre nos mandó a callar mientras me apretaba mas a él, un perro muy valiente se colocó en frente de los soldados y les ha ladrado en lo que parecía un llanto inquebrantable, sin parpadear uno de ellos quien estaba enfrente saco su arma; mi padre y yo abrimos los ojos ante el horror, mi hermana se llevaba sus manos al rostro.

Las balas sonaron una tas otra el chillido de el perro sonó agudo.

-¡aaah!

Aquel gritó nos helo la sangre, miré a Hannah pero tenía la mano de mi madre en su boca; el grito provino de enfrente…

Nos faltaba aire, incluso respirar se nos hacia ruidoso,  mi madre temblaba, estaba pálida sus ojos guardaban las lágrimas de la escena, rodaban y parecía no sentirlas, Hannah salió corriendo así hasta que escuchamos la puerta de su habitación cerrarse.

Tres golpes en la puerta de enfrente y nadie salía, otros tres golpes esta vez mas audibles, el corazón me latía rápidamente la luz de la sala se encendió y tras la puerta apareció un hombre un pijama cubierto por un albornoz, detrás de ellos su pequeña hija y su mujer, la niña se acurrucaba a su madre y lloraba desconsolada.

Le pidieron los papeles y este se los dio, el señor hablaba de forma incontrolada, un grito del oficial dejó todo en silencio, ingresaron al lugar se oían las cosas quebrace al estar la puerta abierta solo observábamos como ellos se aferraban a su hija. Una cosa tras otro todo caía, uno de ellos lanzó la radio por la ventana.

Mi padre me amortiguaba mi sufrimiento tras sus caricias, finalmente los soldados salieron temí lo peor por ellos pero dejaron a la familia tranquila.

-por lo menos siguen vivos. Dijo mi madre sin parar de llorar.

-¿acaso no lo has visto? ¡Han perdido por lo que han trabajado y eso es lo que se te ocurre decir! ¡Vaya que eres estúpida! Tras mi frase sin pensar sentí la dura mano de mi madre golpear mi rostro quedé con la cabeza mirando el suelo cuando su segunda cachetada me hizo mirarle.

Me pesaban los ojos pero no lloraría frente a ella.

-acaso piensas que para mi es fácil, eres un niño para comprender el corazón de una madre.

Apreté mis manos en puño quería gritar pero mi padre me apretó fuerte el brazo –si dices algo más, te castigaré.

Abracé a mi padre y Salí de la habitación; no puedo sentir cariño ante una persona que no me genera respeto ni admiración, más allá de que sea mujer o no mi madre solo es una recostada en todos los ángulos, de qué sirve su preocupación si lo único que sabe hacer es rezar, las cosas se tornan insostenibles, no pienso ceder, mi cariño hacia ella es demasiado bajo comparado con el de mi padre. Aun así no me imagino sin ella, pero eso no es suficiente yo necesito ver algo que valga la pena no algo que me dé pena.

Corrí al cuarto de Hannah y la abracé a mi cuerpo, esperando que se calmase, que dejase de llorar, que calmara sus sollozos, que recuperara el calor entre mis brazos, la quiero y mucho;  me dormía en su pecho cuando ingresó mi madre a la habitación.

-¿Hannah estas mejor?

Mi hermana se levantó, acomodó su cabello y le afirmó en un tono casi inaudible.

-¿Hannah, tú me amas?

Mi hermana me miró y luego la miré a ella. –por supuesto, eres mi madre.

-Vaya un cariño de obligación. Espeté sarcástico. En un tono que solo Hannah escuchó, lo que causó que me mirara mal de reojo.

-y tu Andreas ¿me amas?

-yo te aprecio madre.

-comprendo. Dijo mi madre saliendo de la habitación con la cabeza agachada.

-la has hecho sentir mal, acaso no ves lo mucho que ella sufre, ella no piensa en su vida piensa en la vida de nosotros, se atormenta pensando en nosotros, eres un mal agradecido.

-el amor que exige ser declamado es un amor pobre, mísero e incapaz; las personas débiles te preguntan constantemente que sientes por ellos y se aferran a tu respuesta como parásitos, necesitan todo el tiempo de ti. Yo no quiero eso de mi madre si ella quiere que la ame debe ganarse mi amor.

-te considero injusto.

-Ven hermanita acuéstate, volvamos a como estábamos, diciéndole esto la recosté en la cama y me acomodé en su pecho; sus dedos comenzaron a jugar con mi cabello, hablamos de distintas cosas ella me comentaba lo que era madurar sin darme muchos detalles, me preguntaba que opinaba de todo y se burlaba ante una respuesta fría o sarcástica de mi parte.

-… Y Andreas ¿qué sucede entre Adam y tú?

Tuyo,

Andreas Russell.

Martes, 18 de marzo de 1941

Querido David:

-¿estás seguro que no vendrá nadie?  Me preguntaba Adam inquieto

Me acerqué, le tomé de la cintura y le besé arrinconándolo al librero, apretó sus piernas a mí, se dejó apoyar en la pared mientras dejaba su boca buscando el lóbulo de su oreja me entretuve chupándolo acercándolo a mi boca, jadeándole de cerca mientras él acariciaba mi espalda sobre el uniforme; descansó su mano en mi hombro, la otra la ubicó en el estante superior del librero.

Invadí su boca con mi lengua, le humedecía sus labios con mi saliva, me alejé un poco, para que no perdiese el equilibrio que apoyaba en mí, se comenzó a desabotonar su camisa blanca que también contrastaba con la tonalidad de su piel, besé su cuello, impaciente, bajé un poco más hasta encontrar su tetilla rosada, se sentía suave al tacto con mi lengua, mordí suavemente mientras mis manos alzaban su culito, comencé a succionarle se ponía cada vez mas dura, le apreté un poco mas sentí que su polla me llamaba pero aún debía esperar.

Me comía el cuello al tiempo que yo hacía lo mismo, jugó con mi cabello, me alejaba de su piel sólo para besarme, a veces no cerrábamos los ojos mientras nos besábamos nos gustaba el destello que uno producía en el otro, era como fuego inmediato, arañé su espalda, volví a alejarme, jaló mi tirante y lo soltó de golpe, sonrió malicioso me desapuntaba la camisa, aflojaba la corbata, observé mi sobrero en el suelo; le volví a sonreír, pasó su mano por mi tetilla, la apretó, su otra mano subía hasta mi hombro, me quitaba la camisa, pasó por mis brazos y nuevamente se abalanzó a mi boca.

Solté sus nalgas, le permití que bajara sus pies, coloqué mi mano en la pared, sentía como mis venas se ponían gruesas surcando el brazo, aflojé su pantalón y le dejé caer, le acaricié con la mano, su pene se encontraba cálido con el ligero aroma a sudor que trae el día, besé su vientre, su pene se hacía cada vez mas duro, le apreté un poco, continúe mi camino y apreté el capullo.

-Andreas… gimió humedeciendo sus labios.

Bajé su ropa interior, su pene se mostró tieso ante mis ojos, lo besé una vez, acariciaba sus piernas, besé sus muslos, subí hasta sus huevos, chupé cada uno de sus pliegues mientras una mano apretaba su base y exprimía hasta la punta, me introduje una y luego la otra, subí por su palo le apreté el pene, la primera gota de pre seminal hizo presencia, la recogí con la punta de la lengua, lubricando su glande para nuevamente volverlo a apretar; su pene ya lo surcaban algunas venas.

Jugué con él un rato lo acaricie por sobre mis labios, por sobre mi mejilla, Adam gemía en un intento desesperado de controlar el sonido apretaba mis hombros, habían cosas que realmente me encantan de él, saqué la lengua y dejé descansar su miembro, poco a poco cerrando los labios lo introducía, chupaba un tanto y lo volvía a sacar, al volverlo introducir rozaba su glande con mis mejillas, me tomó de la cabellera y dejé que tomara el control por un momento, me la insertó toda, no me la sacaba en su totalidad era complaciente. Apretaba mi mano a su pierna.

Moví la cabeza en señal que se detuviera, le invité a colocar su pierna sobre mi hombro y que hiciera lo mismo con la otra, tomé su pene y en esa posición se la chupaba mientras mi mano derecha acariciaba su pecho y la otra acariciaba su nalga. Su cuerpo sudaba, mi polla estallaba dentro de mi pantalón, en pequeños círculos comencé a acariciar su ano, su calor era impresionante se dilataba casi por si solo, pero aun así faltaba mas.

Noté como el sabor en mi boca se hacía más agridulce, por así decirlo, aún no sé con qué sabor comparar su néctar, pronto se correría, me la saqué de la boca, descansé un hombro y luego el otro, me alejé un poco y le giré, él abrió sus piernas e inclinó un poco la cola, mi polla pegó un brinco ante esa imagen, me acerqué y besé su nalga, la mordí suavemente mientras me acercaba a su ano, el sabor cambiaba, le di la primera lamida así me entretuve unos momentos hasta que su ano fue cediendo y poco a poco me dejaba introducir la lengua, depositaba saliva en cuanto podía de momento su cadera comenzó a moverse y entendí que se pajeaba, las contracciones me estaban más. Me levanté despacio, besando cada disco en su espalda hasta propinar un último beso en su nuca; me miró sonriendo y yo le besé.

Giró su cuerpo con mis manos en su cintura y se agachó, desapuntó mi pantalón y lo dejó caer, metió sus dedos fríos por entre el elástico y lo dejó caer, tomó mi polla y sin mediarlo la chupó, lamió el glande mientras me pajeaba, su lengua maestra me tenía sudando.

-cielos… Adam; tomé un poco de saliva y mojé mis labios –te a… detuve mis palabras antes de entender lo que iba a decir.

Adam se detuvo unos momentos y al ver que no continúe la frase se ensañó con mi paquete, me la chupaba con fuerza, humedecía sus labios y él mismo se provocaba arcadas, perdía las fuerzas de mis piernas me recosté sobre la pared y tomé apoyo en el librero, mi cintura se arqueaba.

Detuve su movimiento y me arrodillé, tal como él, coloqué mi frente sobre la suya y le besé, lo tomé de la mejilla. –Adam… le besé –Adam, tú a mí no me gustas. Acaricié su mano y antes de que asimilara la respuesta volví a hablar –te quiero Adam y es lo más cercano que puedo decir a lo que buscas que diga.

Lo que sigue, David, es algo que no olvidaré; Adam volvió a besarme y se dejó recostar en el suelo, sin soltar mi rostro entre sus frías manos, invadió mi boca con su lengua y posteriormente me miró con ese brillo intenso de sus ojos; bajó a mi cuello y su mano tomó mi cintura, me reí inconsciente me sentía diferente, su polla se juntó con la mía y ambas se apretaron en el corto espacio comencé a mover la cadera, él no paraba de comerme el cuello.

Estaba dispuesto a girarse para que le penetrara cuando le detuve. –quiero mirarte mientras lo hacemos. Le espeté sincero.

Levantó sus piernas y las apretó a mi cintura, dejando su culito expuesto a mi polla, me ubiqué un poco mejor y cuando mi pene encontró su ano ejercí un poco de presión, sus dientes se apretaron, me recosté en su cuerpo, Adam atenazó sus dedos en mi cabellera y mientras me comía el cuello se la introducía; su esfínter me aprisionaba, el calor era intenso, comencé despacio dejando siempre el capullo en su interior, cuando sentí que cedía aumenté la velocidad, chocando mi cadera contra sus nalgas, sus manos se aferraban a mi espalda parecía rasguñarme, su pene se pajeaba de alguna manera entre nuestros vientres.

Besé sus labios en el momento en que me corría, sigo sin poder aumentar la velocidad en esos instantes, pero no me preocupo por eso, Adam también se corrió en el poco espacio que tenía, me tumbé cansado sobre su pecho; respiraba de forma agitada y me humedecía los labios cada tanto.

Me reí por un instante, él acariciando mi cabellera de igual forma agitada me pregunto -¿Qué recordaste?

-mi hermana, hace un tiempo me preguntó que me sucedía contigo, esa noche le respondí que eras solo un compañero de clase; pero la verdadera respuesta te la di a ti.

-no sé, no la oí muy bien con tus constantes jadeos, jajaja

-Que te quiero.

El aroma de la biblioteca se impregnaba a nuestros cuerpos, es la sección de los niños judíos y con la guerra la población ha disminuido y los padres prefieren tenerlos en el hogar; Adam respiraba tan fuerte y su corazón latía tan rápido yo simplemente le apretaba a mi cuerpo consiente que esto tiene que terminar.

-debemos irnos a casa Adam.

Afirmó con la garganta, se levantó en una pequeña queja me ofreció su mano para que también me levantara, la lefa en nuestros vientres se deslizo dejándonos con cierto cosquilleo en el cuerpo.

-si que te corriste hombre, le dije evocando una sonrisa que lo ruborizó.

Al no tener con qué limpiarnos imaginaras lo que pasó; a lo que nos vestíamos cruzábamos algunas miradas, yo me apuntaba la camisa y me acomodaba la corbata, me peiné como pude con los dedos para poder colocar mi gorra de nuevo. Él ya tenia puesto su pantalón, los calcetines y sus zapatos.

Me acerqué a colocarle la camisa y acomodarle su cabello de paso para besarle, cuando me fui a colocar lo que me faltaba de ropa…

-eh… Adam, este no es mi bóxer.

Se rió a gusto y con una mirada maliciosa levantó sus hombros, no tuve remedio: me coloqué los suyos junto con el resto de mi ropa; se sentían fríos algo húmedos pero si le pedía que me devolviera los míos terminaríamos comenzando nuevamente.

Al salir del lugar, el sol se mostraba intenso ante la cúpula que nos regalaba algo de sombra, las hojas vestían su mejor verde, el pasto era una alfombra a nuestros pies, no había pájaros que volaran, perros que corrieran o gatos que se asomaran, todo descansaba. Los mismos jóvenes lo hacían no veías grandes grupos excepto el de las mujeres por supuesto, no patrullaban los soldados y el cielo pintaba nubes blancas y esponjosas.

Caminamos sin nada de prisa, dejamos la guerra de lado y hablamos de nosotros sin dejar de mirarnos a los ojos de vez en cuando deseando que las personas desapareciesen para poder besarnos sin temor alguno o poder rozar un su mano.

-Andreas y qué escribes en ese pequeño cuaderno. Dijo bajándose a la calle.

Hice lo mismo y logramos quedar un poco más juntos que en el andén –sobre todo lo que veo, pero no creo que a alguien le interese lo que escribo más que para juzgarme.

-me gustaría saber qué escribes, no te juzgaría. Me dijo sonriendo mientras agachaba la mirada ruborizado.

Acaricié su dedo en ligeros instantes con el mío, giró a verme –he hablado de ti.

-crees que pueda leerlo, digo que me lo leas.

-quizás, por el momento es mejor que no.

Interrumpimos la conversación al llegar a la casa, le invité a seguir, llamé a mi madre pero no respondía, y tampoco le buscaría, dejamos nuestras maletas en el sofá y nos fuimos a mi cuarto me recosté en la cama y él a mi lado tomándonos de la mano, debajo de una almohada por si alguien llegaba.

-y cuando termine la guerra podremos estar juntos. Me dijo en un tono de esperanza sin apartar su mirada del techo.

-la guerra puede que dure mas de lo deseado, años, y no podemos aferrarnos al otro cuando tenemos sueños que cumplir; me giré para mirarlo a los ojos –probablemente no nos volvamos a ver.

-sobreviviré a la guerra y quiero que tú lo hagas. Parecía ordenarme, su mirada se tornó seria, por un momento no era el tímido debilucho que le atribuía ser.

-si sobrevivo (suspiro) si sobrevivo seré reconocido, seré músico, escritor, poeta, actor o historiador.

-si te vuelves reconocido será fácil encontrarte. Dijo apretando mi mano, volviendo a girar para mirar el techo.

-y si sobrevivo seré un gran pintor, te pintaré a ti en más de una obra.

Me monté sobre su cuerpo y descansé en éste mientras le besaba, cuando me detuve le miré a los ojos –si nos volvemos a ver y mientras podamos seguir nuestros sueños no me alejaré de ti.

Lo fuese besado más tiempo pero un grito de afuera nos escandalizó, corrimos al cuarto de mis padres y nos asomamos en la ventana, él detrás mío tomándome la mano; la niña de enfrente la misma del grito hace unas noches se encontraba llorando en el interior de su casa; soldados saqueaban sus cosas como si reclamaran lo que les pertenecía; una a una las cosas se iban y sus padres no estaban ahí ni para consolarla.

Miré a Adam que apretó mi mano con fuerza, a él le podía ocurrir lo mismo en cualquier momento y de paso notarían que faltan cosas y ante el enojo pueden que los maten en su propia casa; cerré los ojos aturdido ante la imagen y volví a mirar a la niña. Entre lo que se llevaban cuadros, joyas y artefactos de valor que no habían dañado noches atrás.

Cuando parecían haber terminado uno de ellos tomó a la niña de la mano y la arrastraba al camión, Adam se abrazó a mí yo simplemente lo miré y no podía parpadear mi cuerpo estaba frío, a la niña se le cayó su oso y esto templó su llanto; otro de los soldados lo recogió y comenzó a gritarle al que tomaba a la niña.

No sabía muy bien que se decían, pero cuando se fueron dejaron a la niña en la puerta de su casa; ahora cuando lleguen sus padres verán su hogar saqueado, su niña asustada y ellos con la mísera impotencia de no poder hacer nada.

Que como Adam se convierte en avestruz y esconden la cabeza para ignorar su realidad… pero por primera vez desde que lo conozco no me molestó que se aferrara a mí; cerré la cortina levanté su rostro y le abracé mientras lloraba en mi hombro.-eres más fuerte que esto…

Tuyo,

Andreas Russell.

Los invito mis caballeros a comentar sus opiniones son muy importantes mas cuando el tema es tan detallado; aprecio sus valoraciones y nos vemos en una próxima publicación.

Camilo Andrés.