Holocausto en la estrella de david iii
Si el pueblo tiene confianza, y si la verdadera dirección popular está presente, el Führer será capaz de hacer lo que desee con la nación... la gente le obedecerá ciegamente y ciegamente lo seguirán. El Führer siempre tiene la razón. Cada uno y hasta el último ciudadano debe decirlo.
Martes, 21 de enero de 1941.
Querido David:
Lamento cortar todo ayer en esa forma, siento que te debo una disculpa, pero aun no salgo del susto, aún recuerdo cada centímetro de piel bloqueado sin saber qué hacer, si me veían ahí me llevarían, pero peor aún: si me veían con ellos la sanción sería llevarnos a todos y de paso a mi familia, no está permitido que un judío permanezca mucho tiempo en casa de otro judío; y yo he dormido en ese lugar, la señora Agatha Brander tomó a su hijo de la mano en pijama como se encontraba y lo sacó de su habitación, me miro una última vez, sabía que me decía escóndete pero cómo, en dónde, la cama que me habían improvisado seguía armada, qué hacer…
Tome el colchón y lo monté en su cama, mientras los pasos se detenían y la voz del oficial nazi se engrosaba por el lugar, movía las manos torpemente la tela la arrumé en un cajón que no quería cerrar, donde me atrapara, donde me atraparan sería el fin. Abrí la puerta de la habitación, y baje las escaleras pegado de la pared, los pasos se detuvieron. El silencio se apoderó del lugar.
El señor Brander exclamo con amabilidad. –aquí nos tiene, hemos cumplido cada regla.
-¡no le pedí que hablara!
La familia calló; -¿cuantos judíos viven en este lugar?
-cuatro, respondió el señor Brander.
Cerré los ojos y apreté mis manos, -documentos.
-el señor Brander tartamudeo mientras se los entregaba, -¿Qué edad tiene?
-cuarenta.
-usted no, el muchacho, no se haga el idiota
-vera usted él es muy joven, tiene veinticinco años menos que yo, recién los cumplió, aun va a la escuela.
-solo responda a lo que le pregunte, está bien.
-sí, sí señor, disculpe.
-En unas semanas sabrán razones mías, fue lo último que pronuncio antes de oír la fuerza con la que sus pies golpeaban el suelo al salir, la puerta se cerró, giré mi cuerpo y al salir miré un acto devastador la señora Brander lloraba en el hombro de su hijo mientras este desolado la tomaba entre sus brazos; el señor Brander me miraba triste intentando mantenerse erguido.
-debemos irnos…
Fue lo que pronunció su boca, y por alguna razón cada mísera palabra me atravesaba como una daga en la garganta, no sabía qué hacer, ni qué decir, solo sabía que algo en mí moría y no sabía cómo llamarlo, pude llorar en ese momento pero apreté mis manos en puño y tragué saliva apretando mis dientes con fuerza.
Solo respiraba porque cuando respiro tranquilizo algo dentro de mí, no lloraba, me derrumbaba mientras seguía en pie, es lo más cercano que se conoce como la desolación y el desespero, comencé a temblar por que el señor Brander no paraba de mirarme, ¿acaso veía mi futuro? ¿Acaso el ya imaginaba todo como un instante? Y la noche anterior pasaban como flashes de fotografía frente a mis ojos dejándome ciego.
Su madre se levantó y el señor limpió sus lágrimas, Adam vino corriendo hacia mí y me abrazo, me abrazó mientras mordía mi hombro y lloraba, y cada lágrima se desarmaba en mí, sus manos me aferraban a la realidad y yo seguía estático sin corresponderle a su abrazo, sin alguna palabra dulce, sin nada que me permitiera hacer.
-no quiero irme de aquí, no quiero dejarte.
-no quiero dejarte- sus palabras se hicieron eco en mi cabeza, no podía llorar pero me dolían los ojos entonces mire al techo y cada capa se acumulaba, temblaba y eran sus brazos los que me sostenían.
-estarás bien, le dije fue lo único que pude decir con la voz quebrada.
Su madre me miró al sentirla baje la mirada y ahí se derramo la primera lagrima, sus labios decían abrázalo, levante los brazos y apreté mis manos no podía pero debía, lo abracé y su llanto se hizo más fuerte yo derramaba lágrimas en silencio.
-debemos irnos lo más pronto posible, pronto traerán la citación. Dijo alterada la señorea Brander.
-debían irse- -¿A dónde?--¿Por qué ahora?-
-no quiero irme Andreas.
El señor Brander saco un cigarrillo y lo encendió, lo movió a lado y lado de su boca, se sentó y aspiró con fuerza, el humo se hacía vaho en el aire. –tenemos poco dinero exclamó.
Yo me senté con Adam, tomándolo de la mano, no se veía mal, no creo que se viera mal, por primera vez sentía que no era Andreas El Malo sentía que era un yo que temía que vieran pero que estaba feliz que estuviera ahí. –pero aun teniéndolo como podemos salir, para llegar a los barcos…
-mi padre puede ayudarlos, exclamé –él es distribuidor de especias seguro podría esconderlos entre la mercancía.
-si nos atrapan tu familia pagará las consecuencias.
Mire a Adam a los ojos, sus hermosos ojos cafés que parecían un poso de tinta negra que brillaban por las capa de sus lágrimas, sus pómulos rojos, y sus labios temblando, si él se iba no le volvería a ver, el perdería todo pero seguiría con vida, podía ser egoísta de negársela…
Salimos de la casa de su familia, él miraba el suelo mientras caminábamos con las manos en los bolsillos, la gotas de lluvia cubrían el ambiente y la brisa maltrataba nuestros rostros, por nuestro lado pasaron dos jóvenes de nuestro colegio –caminen por la calle judíos.
Él se bajó y yo junto a él, los autos pasaban, nos mojaban cuando pasaban por un charco, la lluvia se hacía más fuerte y el silencio más profundo, él lloraba sus lágrimas yo podía verlas a pesar de lo mojados que estábamos, jamás me había percatado en él y ahora que lo hago, él se va.
Levanté la mirada y lo tomé de la mano unos momentos para luego soltarlo por temor a que alguien nos viese, él lo notó y sollozó. – ¿a dónde irás?
-no sé dijo tomando aire, quizás a Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos; no creo que a mi padre le vean bien en la Unión soviética.
-tu padre piensa llevarte a Gran Bretaña; le solté de golpe, no había duda, Francia se encuentra en una jaula Nazi tras el éxodo fallido.
-un bonito país; exclamó para seguir caminando.
Al llegar al colegio, notamos que se encontraba algo vacío los jóvenes como nosotros ya no asisten aquí pues han comenzado a regir escuelas para la juventud judía, en este lugar había quienes nos apoyaban, pero habían quienes están siendo entrenados para ser un legado de Hitler, las clases transcurrieron normal el profesor Jakob Lars Kugler se mostraba impaciente, pero continuaba enseñando: él era judío como yo seguramente sabe que perderá su empleo aquí.
-¿Qué les parece si cambiamos de rutina…? sí, pasen aquí y digan algo no sé, que quieren ser por ejemplo.
Cuando llego el turno de Adam se levantó se dirigió al frente y me miró mientras decía –quiero ser pintor, para transmitir lo que no puedo decir con palabras, quiero tener una familia, quiero ser un padre valiente y un esposo dedicado; quiero ayudar a que esto cambie… pero no sé cómo…
El profesor guardó silencio en lo que se sentaba y me nombro a mí, David, yo me paré en ese lugar, le miré, miré a mi profesor, miré a mis amigos y a los que no lo son también los miré. –quiero ser escritor, quiero hablar de historia, de mitos griegos, de novelas épicas, de situaciones de la realeza, quiero hablar de los sentimientos, quiero escribir sobre la libertad el amor, no quiero aconsejar porque mis libros no serán para los débiles yo quiero ser una palabra que no se lleve el viento. Y lo demás… en ese momento lo mire Adam se mostraba alegre por un momento.
Pensé en un instante como en una película de cine y me imagine con él y sabes David, no me gustó lo que vi, yo no quiero un hombre de hogar, no quiero un sueño sin ambiciones como el que él tiene, yo quiero ser inmortal aun después de muerto, Adam es un gran hombre pero no es lo que deseo racionalmente pero de corazón…
…y lo demás no lo tengo planeado.
Adam me siguió mirando erguido, me acerque a mi puesto y él me sonrió, al salir de clase, le invité a pasar por el alrededor del parque no podíamos entrar, ni sentarnos en las bancas, no podíamos tocar los árboles, pero aun podíamos respirar su aire, le miré, nos detuvimos a ver los pájaros volar libres, los perros caminar tranquilos, los árboles crecer fuertes a su ritmo.
-donde quiera que tú estés no dejes de apreciar estar vivo.
-¿que pasará contigo?
-ustedes dos vengan; gritaron tres soldados de la juventud Hitleriana.
Tuyo,
Andreas Russell.
Martes, 21 de enero de 1941.
Querido David:
Terminaré de contarte la historia, lamento las interrupciones pero mi madre exige que comparta su fe con ella, antes de ella irse a dormir. Cuando nos acercamos al terreno prohibido lo cual nos daba más miedo, el más alto de ellos con cabello rubio y ojos verde oscuro, con algo de pecas en su rostro definido, nos señaló el suelo, le miramos interrogantes.
-las palomas cagaron ahí. Grito intimidante.
Nos miramos y les miramos alcanzarnos los cepillos, le sonreí a Adam y este hizo lo mismo y limpiábamos mientras nos mirábamos, si, estábamos mal pero no debían saberlo, es humillante pero no nos daña el alma, podía cantar en ese momento y sé que él seguiría mi coro.
Uno de ellos desenvolvió un periódico, en la página de atrás aparecía un hombre africano, la campaña alemana para hacer ver a las demás razas como infrahumanas, el pobre hombre africano peleaba gritaba, le hacían ver salvaje pero en sus ojos veía dolor, el joven roncó su voz y nos leyó.
…[Si el pueblo tiene confianza, y si la verdadera dirección popular está presente, el Führer será capaz de hacer lo que desee con la nación... la gente le obedecerá ciegamente y ciegamente lo seguirán. El Führer siempre tiene la razón. Cada uno y hasta el último ciudadano debe decirlo (...)]…
-ahora salgan de aquí. Nos ordenó.
Al salir callamos un momento - ¿Por qué le siguen? Me preguntó Adam, cree y creerá que todo lo que yo diga vale más que su propio pensamiento.
Él ha restaurado a una población abatida les da una fe ciega basada en una ilusión, las personas prefieren eso a la realidad, él dice generaré empleo y a todos los pone como obreros, él dice traeré paz y pinta la calle de sangre, mejoraré la economía y le roba al que puede, aun después de esto habrá quienes se empeñen en negar lo que digo porque bueno, es su líder me reí plácidamente y el sonrío.
Me iba a tocar el hombro y le miré mal –no me toques.
Luego le sonreí –sí, no me toques tienes popó en las manos; y tocándole el rostro con las mías salí a correr.
Al llegar a mi casa le comente a mi padre la situación de la familia Brander me prometió que lo pensaría cuando le hablé sobre nosotros dijo que de ninguna manera nos iríamos.
Nos espera la muerte…
Tuyo,
Andreas Russell.
Miércoles, 5 de febrero de 1941.
Querido David:
En la última frase de mi carta anterior me mostré algo agobiado y melancólico, necesito pensar, <> yo escribo, te escribo y mi forma de escribir no muestra una señal de lo que siento son mis palabras las que lo hacen, sé lo que piensas soy un machista, mal agradecido, mal hijo, crítico, arrogante, egocéntrico, presumido lo reconozco soy todo eso, sé mis defectos sabes por qué, porque las personas me los dicen a cada instante, me cuesta saber mis virtudes, es aquí donde parte de Andreas bueno se muestra por eso te pido no me juzgues, por favor no lo hagas, los que has leído si soy yo, pero no me juzgues por portada, considérame un joven que ha visto la realidad de manera objetiva y que los defectos que te he mencionado son gotas en un cáliz a punto de rebozar.
No me ha sido fácil tomarte como una rutina, tengo una vida, pero sé que te debes estar preocupando por Adam así que te diré que está bien, su familia está vendiendo sus bienes en el mercado negro su casa se ve cada vez más vacía, es mucho dinero el que han ganado, pero también es un descaro lo que regalan al vender; los compradores se aprovechan de su necesidad.
Mi padre respondió al otro día –Ante la posibilidad de poder salvar a alguien lo demás no cuenta.
Se irán y yo no le he dicho nada, ¿crees que deba decirle algo?, me encuentro en un dilema su vida es miserable me siento comprometido a ser su alivio, pero sería egoísta darle una esperanza, decirle que me iré con él, que nos volveremos a ver o que le escribiré para un día vernos es algo que no puedo hacer, lo único que puedo hacer y lo he pensado bien es… acostarme con él…
Tuyo,
Andreas Russell.
Sábado, 8 de febrero de 1941.
Querido David:
La familia Brander supone su partida se realizará para mediados de junio, las tropas alemanas cada vez ocupan mayor territorio del país, pero estoy agradecido de seguir en pie, dice la BBC que Gran Bretaña se hace la idea de la guerra y por esto la misma población está enviando a sus hijos al campo mientras hombres, ancianos, jóvenes e incluso mujeres están realizando cualquier tarea que contribuya a la victoria del país; se cuenta que en las noches duermen en los metros debido a los constantes bombardeos alemanes y que en el día trabajan, crees en el valor de estas personas es increíble, estoy maravillado, son orgullosos de su nación y la defenderán a toda costa saben que su ideal es el correcto.
Cuando Adam llegue a este lugar quiero que aprenda de todo esto, que mire con sus ojos el otro lado de la guerra y por qué no, que haga parte de esta; aun así son esperanzas lo sigo considerando un hombre débil; lo que me tiene anonadado y es un hecho que aún no supero es que las mujeres de Gran Bretaña se muestren valientes, que se estén preparando para disparar un arma, que estudien medicina, docencia incluso tácticas de guerra; son valientes al dejar a sus hijos y buscarles un futuro mejor, me estaré equivocando con ellas, supongo que sí, pero aquí las mujeres siguen siendo estúpidas entregadas al hogar y rezando cada maldita noche como si eso aliviase en algo.
Al ser sábado no tengo preocupaciones de ningún tipo y ya no tengo muchos libros que leer mi padre me promete más dentro de unos días, le dije en broma tráeme “Mein Kampf” (“Mi Lucha”) y si fuese podido golpearme lo fuera echo, entiendes que fue una broma verdad, en todo caso al ser sábado nos es permitido salir a Hannah y a mí, le propuse si podíamos ir junto con Adam al cine, no sé qué me sucede con él, pienso que si me acuesto con él todo esto que he decidido llamar deseo terminara pero debo esperar.
Hannah se recogió el cabello con un prendedor, dejó un poco para que pasara su frente y se recogiera en su oreja, es bellísima, mi madre aun no le permite maquillarse o pintarse las uñas yo considero que no lo necesita; se colocó una falda pegada al cuerpo totalmente lisa con unos zapatos negros bajos, una blusa a botones de manga larga y su saco; su piel blanca y sus rojizos labios, realmente es hermosa.
Por mi parte lo usual un pantalón de traje con medias negras y zapatos del mismo color, una camisa apretada blanca a botones y los incondicionales tirantes que también me quedan yo decidí no usar mi saco, me sentía más atractivo sin él y una mirada de Adam no estaría mal; crees que aún se plantee lo de esa noche, Hannah sugirió la cicla pero la detuve antes de tomarla se escuchan rumores que se está prohibiendo su uso; ella agachó la mirada y salió a paso lento.
A veces me pregunto qué piensa ella, es de las mujeres más inteligentes que amerito pero si calla lo que piensa de que vale que lo sea, caminamos cuadra tras cuadra hasta llegar a la casa de la familia Brander; nos invitaron a seguir la sala se encontraba en lo posible usual pero en lo que subíamos las escaleras veíamos las habitaciones notábamos la ausencia de los bienes; el cuarto seguía igual no es que le den cosas de valor, lo pillamos vistiéndose mi hermana apenada bajó a la sala yo me quede ahí, cerré la puerta tras mi espalda y le miré cambiarse.
Le sonreí cuando me miró, aparenté normalidad así que el actuó de la misma forma.
Solo tenía puesta su ropa interior el aire lo cubría su aroma a recién bañado, sus fuertes piernas, su espalda ancha que se contraía en cada movimiento, sus brazos que cada cuanto se flexionaban, me acerqué a él, tomé la camisa sobre la cama y se la alcancé, mientras se la colocaba aprecié el color rosa suave en sus anchas tetillas se endureció su tableta y pase saliva con dificultad; miré su abultado paquete morcillón, pero de momento sentí una mirada sobre mí.
-no había notado lo entrenado que están tus piernas. Dije disimulando aparente interés por lo que se supone veía.
-eh gracias, dijo el alzando su mano.
Mire a mi costado y observe los pantalones tome uno entre las manos mientras él se dirigía a su escritorio a ponerse algo de colonia, me acerque a él, al no notar mi cercanía tropezó con mi pierna y callo sobre mi pecho; lo mire un instante cerrando un poco los ojos, observe el brillo de los suyos, el rojo en sus mejillas, sus labios húmedos y me acerque fue un beso robado a la vida, un beso que me transportó a otro lugar mientras mi lengua acariciaba la suya, mi mano le tomó de la mejilla sin dejar de besarle apretándose a mi boca y sintiendo sus labios mojar los míos… cerré los ojos.
Pero la magia duro poco al abrirlos nuevamente me separe bruscamente de él, alcanzándole el pantalón sin mediar palabra, el agachó la mirada lo tomó rozando mi mano con su palma y lo tomó, al colocárselo ya estaba vestido.
-Andreas yo…
-No hay nada que decir, debemos irnos.
Crucé la puerta y en pocos instantes se cerró a mi espalda, al bajar a la sala se encontraba Hannah comiendo galletas preparadas por la señora Brander, me detuve y Adam se detuvo a mi lado, le sonreímos para indicarle que debíamos irnos, al llegar al cine solo estaban en taquilla películas de los logros alemanes y debíamos acostumbrarnos o El guardián del faro; me senté en medio Hannah a mi lado derecho y Adam a mi lado izquierdo con la pantalla en frente.
La película mostraba a un Reich victorioso unido, la población encendía en su mirada un patriotismo, admiración y apoyo absoluto a su nación, muestran a Hitler declarándose enemigo del injusto Tratado de Versalles, en otros recuadros aparecía Mussolini reconstruyendo su país entonces el letrero apareció –“ Recientemente algunos han tratado de imitar este Ministerio y su concentración de todos los medios de influencia sobre la opinión, pero aquí también se aplica el dicho: "a menudo imitado, pero nunca igualado"-
Ya se me hacía tediosa de ver, sentí una mano acariciar la mía entonces sin mirarle la alejé un poco, sonreí por lo bajo y le miré de reojo él me sostuvo la mirada para luego desviarla a la pantalla, hice lo mismo, él volvió a mirarme, acarició mi mano apretándola con la suya sin chance de escapar me rendí al notarlo cedió fuerza y le tome la suya, sin dejar de mirar la pantalla, aprisionado a su calor.
La película finalizó, ya casi anochecía, nos sentamos en la acera mientras podíamos y miramos el crepúsculo del atardecer esconderse tras la llegada del manto negro de la noche, las estrellas iluminaban con fuerza nosotros los jóvenes somos como ellas lo que nos hace especiales es el brillo que emanamos detrás de un entorno totalmente oscurecido.
Caminamos por la calle y por la acera según el lugar, mi hermana contemplaba la noche, Adam contemplaba la naturaleza y por mi parte contemplaba a las personas así hasta llegar a mi casa mi madre nos recibió preocupada, mientras mi padre nos sonreía desde el sofá.
-he preparado la cena; avisó mi madre.
-bueno creo que me voy, me esperan en casa. Enjuició Adam dirigiéndose a la puerta mientras se despedía.
-¡no quédate! Solté de golpe sin haberlo pensado, al notar mi imprudencia bajé la voz y continúe –es que mi mamá cocina muy rico y a mi familia le gustaría que te quedaras.
-por mí no hay problema querido, dijo mi madre mirando a mi padre -es más invita a tu familia antes que lleguen las ocho.
Mi padre afirmo con la garganta, para las ocho faltaban dos horas y media, así que salimos en dirección a esta, en el camino no pronunciamos muchas palabras, preferíamos desviar las miradas cuando nos encontrábamos, su casa tenía las luces encendidas y en la sala nos recibieron sus padres que dentro de unos minutos estaban listos.
A una hora del toque de queda, ellos salieron y nosotros nos quedamos por que debíamos echar seguro y apagar las luces, antes de salir su madre nos besó y su padre nos advirtió –si calculan que al llegar son más de las ocho no salgan, dejen todo con llave y no enciendan las luces.
Afirmé con seguridad mientras Adam agachaba su cabeza y afirmaba con un ligero sonido de la garganta, como me desespera eso, cerraba las puertas con seguro mientras Adam apagaba algunas luces.
No había tomado nada en todo el día accedí a sacar jugo de limón de fresa de la expensa, servía un poco cuando Adam me tomó de la cintura mi sorpresa dejó que el vaso se soltara por suerte él lo tomó pero se había manchado el pantalón y parte de la camisa.
-lo, lo lamento; tartamudeó enseguida.
-qué pretendes idiota, dije molesto –Anda báñate, cámbiate yo me encargo.
El subió rápido las escaleras y me toco limpiar, al subir no lo vi en el cuarto solo su ropa la cual lleve a su lugar me llegue a sentir mal, no debí gritarle pero, accedí a disculparme subí la escalera llegando a el baño, él se encontraba acurrucado en el platón totalmente desnudo con la jarra metálica su costado. Me apoye en el marco de la puerta y le mire, el agacho la mirada que ya cubría una capa de lagrima; le intenté mirar pero estaba totalmente rojo, no le gustaba que siguiera ahí.
-Adam, respiré profundo –lo lamento dije en un exhalo.
-no tienes que disculparte.
Entre a el lugar y cerré la puerta a mi espalda, -no tengo tienes razón pero debo hacerlo, no quise gritarte solo que me tomaste de la cintura y me alteré es todo.
Tomé la jarra y le vacié un poco sobre la cabeza mientras él se bañaba. -es que no te entiendo unas veces eres una persona fría y distante y en momentos cuando estoy muy cerca tú…
-dejo de ser yo… complete la frase.
El ya temblaba de frío, le echaba agua de manera constante me estaba poniendo ansioso me alteraba el hecho que el mirara en mi esa otra persona, tome su mano para que me pasara el trapo blanco al ubicarme en su espalda le comencé a limpiar.
-no es que quiera ser así Adam es que debo ser así.
-no hay motivo para hacerlo.
-tu no entiendes, lo hago para sobrevivir.
Pase los dedos por su cabellera, mientras el agachaba su cabeza, el silencio se apodero del lugar, se oía el agua sobre su cuerpo fluir, lo agitado de su respiración, cuando creí que lloraría apreté su pecho haciendo que su espalda tocara el mío.
-¿vamos a morir? Me preguntó en un sollozo
-no lo sé y así lo supiera no te lo diría, eres tan débil si tan solo…
-fuera más como tú.
-no digo eso…
-Pero es lo que quieres.
Guarde silencio, solté la esponja que callo en su vientre, apreté mi mano a su cuerpo y le abrace, llore en silencio sobre su hombro intentando respirar para controlarme, el saco una de sus manos del agua y me tomo de la mejilla, al mirarme…
-que sucedió esa noche Andreas…
Descanse mi frente sobre la suya, el calor de sus labios a escasos centímetros de los míos, Adam salió del platón subiendo mi rostro con su mano, le mire apenado, sus labios se movieron a centímetros de mi boca me tomo del cabello, nos besamos, apreté sus labios contra los míos, en cuanto deje de sentir el calor de los mismos abrí los ojos y estaban los suyos.
Me volvió a besar, apoyó su frente a la mía mientras desabotonaba mi camisa, tomé su brazo y le dejé a hacer hasta que el último botón se deshizo, colocó su mano sobre mi hombro sentí el frío del agua humedecer mi camisa, bajó mi tirante y lo dejó caer lo mismo que el otro, sentí como mi pantalón se aflojó; le volví a mirar me beso mientras jadeaba, retrocedí unos paso dejando caer mi pantalón.
Sus piernas chocaron con las mías hasta que me llevó a la pared, bajé mis bóxer y sentí su polla fría tocar la mía, las dos en gran tamaño, giré sobre mí mismo y le coloqué a la pared apreté mi mano a esta y le besé mientras con la mano libre acariciaba su nuca. Me tomó con timidez de la cintura le continúe besando me apreté a él mi pierna estaba en medio de las suyas.
Comenzó a acariciarme la espalda, le miré unos minutos y él sonrió, tenía su boca mojada, al igual que su cuerpo, su piel fría me hacía gemir, bese las gotas sobre su cuello, bese la piel de sus pectorales, lamí sus tetillas apretándolas suavemente con la boca; succionaba la saliva que yo mismo le propinaba.
Me tomo del hombro y continúe bajando, coloqué mis manos en sus caderas aprecié el perfecto ángulo en V que me dirige a su pene, besé su tableta el sabor esta vez era distinto, su olor era distinto, esto era diferente, la delgada línea de vellos tocó mi lengua, su abdomen se contrajo, la punta de su pene acaricio mi quijada calentándola con su líquido pre seminal.
Un choque paso por mi columna, dirigí mi mano a su base y le miré a los ojos, le sonreí mientras él hacía lo mismo, besé su capullo una y otra vez apretó mi cabeza y comencé a introducirla poco a poco en mi boca, lamí la base como podía, su glande rozaba con mi paladar; me la saqué y besé su palo hasta llegar a las bolas que causaban cierto cosquilleo en cada lamida.
Volví a subir, le besé una y otra vez, él bajó por mi cuello mientras me tomaba de la cintura sentí cosquilleo y él rió ante el acto; bajó, simuló mis movimientos en cuanto tuvo mi polla en frente me miró; la tomó con cuidado y moró como, lentamente, la gota de pre seminal salió, al verla me apretó más fuerte.
Gemí fuertemente, con la punta de su lengua recogió parte de la misma, me dolía un poco, lo más cercano a sexo que había tenido era la boca de esa mujer, pero ahora era distinto por que no tenía que cerrar los ojos para ver lo que quería.
Chupó mi glande y mi palo junto con mis bolas apretó su mano a mi pierna, cuando subió a besarle me detuve en sus labios acariciando su lengua, entonces le giré, apoyó sus manos a la pared, y apretó en puño, rocé instintivamente la cabeza de mi pene en su apretado culito pero cuando intenté penetrarlo sentía que un muro me bloqueaba y aunque él no lo dijera sentía dolor como yo.
Así que le bese la nuca, baje por los discos de su espalda cuando tuve su culo en frente bese sus nalgas, poco a poco me introduje en ellas toque su ano con mis labios y estos se contrajeron lamí por primera vez, gimió y me daba placer saber que le gustaba, depositaba gran cantidad de saliva en cada beso. Por mi parte me pajeaba lentamente apretando con fuerza la base.
Cuando mi lengua ingreso continúe le movimiento, nuevamente subí bese sus hombros busque su boca apoye su espalda a mi pecho y apreté mi glande en su culito.
-aaahg, ahogo en mi boca
Me apretó con una mano la cola me pedía que siguiera, y eso hice, poco a poco pude ingresar más, él gritó, yo apoyaba mi frente en su hombro hasta que la sentí entrar en su totalidad; respiramos con satisfacción, mierda.
Tomé su pene y comencé a pajearle, él me besaba nuevamente, la sacaba dejando el glande en su interior el calor y lo apretado de su esfínter tenían mi corazón al límite, comencé a embestirlo con mayor rapidez, él golpeó la pared y apretó sus dientes de entre mis labios, sin soltar con su mano libre mi culo, comenzábamos a sudar, le agaché un poco y la presión cambió envestí su culo una y otra vez las gotas chocando chispeando con cada movimiento.
Apreté mi mano en su hombro sentí una presión indescriptible en mi vientre, intenté retenerla y mientras le volvía a subir para que me besara me corrí, intente adquirir mayor velocidad pero sentía que me quemaba, todo esa adrenalina la llevaba a mi mano surcada de venas que le pajeaba.
Se corrió con mi polla dentro de él, David fue algo que no olvidaré, Adam finalmente me besó descanse un minuto mi cabeza sobre su espalda, y cuando saqué mi polla él se abrazó a mí, me sentí el único hombre en el mundo.
Pero cuando recordé la realidad y mire el reloj en la pared ya eran las ocho pasadas quince minutos.
Tuyo,
Andreas Russell.
Los invito mis caballeros a comentar sus opiniones son muy importantes mas cuando el tema es tan detallado; aprecio sus valoraciones y nos vemos en una próxima publicación.
Camilo Andrés.