Holganza campestre
Mi sonrisa de satisfacción fue la mejor respuesta que podía darte. Yo estaba loco por follármela otra vez, me coloqué sobre ella. No tuve que hacer mucho para que el ariete apuntase en la entrada de su raja, y con la ayuda de mamá, de un solo empellón se lo colé hasta el fondo.
A mis 18 años y con 1,75 metros de altura debía de dar una imagen total diferente a la que doy… dicen que estaba muy enmadrado. Lo que ocurre de verdad es que disfruto mucho estando con mi madre, ella es amena, cariñosa y muy inteligente. Lo que llevo peor es que sea excesivamente atractiva…, demasías veces observo cómo los hombres se fijan en ella de manera persistente, silbando a su paso. No es menos cierto que su anatomía es perfecta…no como las modelos de pasarela, sino como las que un hombre normal desea para follar y follar hasta conseguir preñarlas…, sí ese tipo de mujer que el macho tiene en su inconsciencia para engendrar. Debo destacar sus tetas redonditas grandes y pesadas, con el tamaño justo, la cintura es estrecha frente a unas anchas caderas y culo, modelo de ánfora Griega, seguido de unas piernas divinas, largas y muy torneadas. Como antes decía, soy feliz con mi madre, no obstante me encantan las chicas y tengo bastante éxito en la seducción con buena parte de ellas… son bastantes las nenas que han probado el rico néctar que emana por la punta de mi verga desde la fuente de mis huevos, unas lo escupen, otras lo saborean y la mayoría se tragan toda mi lefa.
Nos trasladamos en el tiempo a la época estival del 2015 durante unas semanas de Julio…. Somos naturales de Santander y mi padre es ingeniero naval, a mediados de dicho mes recibió orden de desplazarse a Singapur debido a unos problemas que habían surgido en un barco. Él calculaba su estancia alrededor de unas dos semanas, pero en esos casos todo es imprevisible, cuando hay un problema visible, surgen otros invisibles.
Mamá entonces me propuso pasar esas semanas en la casa de campo de los abuelos maternos. Los padres de mamá tienen una gran finca a 80 Km hacia el interior en las montañas, con una casa rural bastante grande y de construcción muy antigua, en la finca se cría ganado caballar monchino, el cual en esa época anda suelto. Además posee tres caballos de raza española muy cotizadas en el mercado. Como a mí me encanta montar a caballo acepté de inmediato. El 11 de julio nos dirigíamos a la casa de campo, y se nos ocurrió presentarnos por sorpresa, aunque la sorpresa mayúscula la recibimos nosotros, el abuelo tenía la casa en obras y sólo tenía disponible una habitación situada en la planta alta que formaba el desván, en lo que siempre había sido un palomar, ahora adaptada para el uso de dormitorio. Esta era una habitación muy grande con baño incluido y disponía de una gran cama ¡Mamá no se amilanó…!
– En esa cama tenemos sitio más que sobra ¿No te parece…?
Yo me quedé muy preocupado pues en ese tiempo hacía más pajas que un mono pero…
– Seguro que sí mamá, si a ti no te importa por mí de acuerdo.
Los abuelos satisfechos porque se solucionó el problema y todos contentos, menos yo, que de saberlo no voy. Ver a mi madre en bragas y sujetador no era novedad alguna, en casa sobre todo en verano, andar en paños menores era lo más natural del mundo, jamás vi a mamá como un objeto sexual, creo que no la veía ni como mujer, sencillamente para mí era mi madre hasta que se desencadenaron los acontecimientos que a continuación se relatan…, sencillamente fue una acumulación de circunstancias que dispararon mi libido.
Los primeros días de nuestra estancia en la finca fueron de lo más normal, nos levantábamos bastante temprano, montábamos a caballo y nos dirigíamos a un paraje solitario por el cual discurría un riachuelo, había una zona de arbolado bastante tupida y el río tenía un ensanche bastante pronunciado el cual permitía bañarse con comodidad y entre baños de agua y baños de sol pasábamos el día de la forma más placentera. Todo empezó a cambiar cuando regresábamos a casa, en un lugar de la finca escuchamos relinchos y de pronto uno tremendo, con mucha curiosidad nos dirigimos hacia allí. Entre unos árboles nos topamos con un grupo de caballos monchino, en especial un semental dando vueltas alrededor de una yegua, olfateándola y tratando de montarla, la yegua relinchaba y le largaba mordiscos pero no se alejaba de él, en un momento dado el semental le largó un par de coces fieramente, e inmediatamente se montó sobre ella, de sus ingles empezó a brotar una de manguera de unos 60 centímetros de color negro brillante la cual empezó cimbrear frente a vagina de la yegua.
El monstruoso falo comenzó a penetrar en la hembra, tras unas cuantas punzadas desacertadas, pese a que la hembra ya se hallaba totalmente sumisa resoplando suavemente. En unos segundos yo estaba empalmado al igual que el semental, pero mi sorpresa fue cuando me fijé en mi madre, se había olvidado de que yo estaba presente, se metido la mano sobándose una teta… se la masajeaba suavemente mientras que con la otra mano trataba de masturbarse metiendo la mano sobre el pantalón. Roja amapola, sus ojos no se apartaban ni un segundo del pollón del semental, hasta que éste en un gran relincho descargó todo su semen en el interior de la yegua, entonces reaccionó dirigiendo su mirada hacia mí… y un poco avergonzada, se sacó la mano de su teta y de la entrepierna más escondida a mi vista, yo aparté la vista, pero ambos nos miramos.
Sin decir palabra nos dirigimos al caserío, en cuanto llegamos ella me ordenó guardar los caballos y se dirigió rápidamente al interior de la casa, yo tenía unas ganas locas de cascarme una paja. Tras salir de la cuadra, me dirigí al pajar en la parte trasera, con la intención de satisfacerme lo antes posible, estaba absorto en esa encomiable labor cuando escuché un ligero gemido. Sin premeditación me había situado justo al lado de una pequeña ventana que tenía el baño de la habitación de la planta baja, ésta estaba ligeramente abierta y con mucho cuidado me asomé y lo que atisbé en el interior, me dejó de piedra… mamá estaba dirigiéndose el chorro de agua al coño totalmente desnuda y con las piernas abiertas al máximo, con una mano se masajeaba las tetas pellizcándose los pezones, estos estaban totalmente erectos como dedales, luego la mano iba sobre su chocho con dos o tres dedos metidos en el interior que entraban y salían a una velocidad fantástica, alternando con masajes contundentes en el clítoris….
Yo que tenía mi polla en la mano al ver aquello empecé a sacudirla a la misma velocidad en que ella metía y sacaba sus dedos. Aquel onanismo emparejado duró unos minutos. Yo me corrí y unos segundos después mi madre. No pude evitar hacer ruido al situarme mejor viendo como se corría, salí corriendo temeroso de ser descubierto. Cuando doblaba la esquina me pareció que había abierto la ventana, no sé si me vio o no, si me vio no demostró nada interés en absoluto al verme… su actitud hacia a mí era de lo más normal en todo el tiempo, hasta que nos dormimos sin hacernos preguntas y manteniendo las distancias mínimas en la cama. Pero mi cabeza no paraba de dar vueltas a la hermosa imagen del coño de mi madre haciéndose una soberana paja ¡Ahí comenzó me atracción incondicional hacia mi madre!
Debo reseñar que siempre he pensado pertenecer a una familia de lo más normal... o al menos eso es lo que creía hasta ese día de verano en que me levanté bastante tarde en aquel día de Julio. No tenían mucho que hacer, así que no había prisa. Bajé a la cocina, me preparé el desayuno... lo normal. Lo que ya no era tan normal es que no hubiese nadie por allí. Seguramente estarían trabajando la tierra. Sin darle más importancia salí de casa y me encaminé a saludar al perro que dormía en una caseta en la parte de atrás de la casa. Al pasar cerca del pajar escuché voces al lado de las cuadras. Voces y gemidos. Quise saber lo que pasaba, así que despacio y en silencio subí por unas escaleras que conducen hasta allí y asomé un poco la cabeza para ver lo que pasaba. Lo que vi me dejó completamente petrificado. Mi madre tenía las manos apoyadas en una de las vigas del pajar mientras ponía su culo en pompa. Se había subido la falda hasta la cintura y la sujetaban de las tetas, ambas fuera de la blusa. No eran tetas, eran un par de melones enormes que se movían al ritmo de la follada. Aquellos melones blancos y aquel culo grande y gordo de piel blanca estaba siendo follado por mi abuelo ¡Su propio padre!
– Joder Mariló, sigues siendo tan puta como siempre...uffff... qué gustazoooo... Se nota que tu marido no te da lo que necesitas ¡¡Siempre he pensado que eres mucha hembra para un tipo tan refinado!!
– Ohhhhh siiiiiiii, papá… a mi esposo le falta talla ¡Pocas veces me da lo mío! Sin embargo tú sigues teniendo lo mejor que he encontrado en mi mida…. ¡Joder papá, tu cipote sigue siendo enormeee! ¡papáaaaaaa...! ¡ooooohhhhhhhh, como lo echaba de menos.....! siiiiiiii, siiiiiiiiii, dame rabo, cabrón, dame rabooooooo... ooooohhhh ¡Se nota que te lo han cuidado bien eh... ufffffff, qué gozadaaaaaaa!
– Siiiii, ya sabes lo puta que es tu hermanita, jejeje..... oooohhh....me la tiene bien entrenada la muy golfa...ufffff... Viene casi todos los fines de semana a verme, y de paso para que le dé lo suyo.
– ¡Menudo zorrón está hecha la pequeña mosquita muerta…! ¡¿Seguro que la llenas bien, aunque venga con el marido…?!
– Ya se cuida de quedar conmigo a solas… ¡La buenas putas siempre encuentran lugar y momento para que las follen! En un largo paseo a caballo o en este pajal.
– Supongo que también te gustará follártela a pelo ¡¿Verdad cabrón?!
– Y a ella más… entre su marido y yo…ya lleva cuatro panzas. De aquí ya se ha marchado dos veces con la panza llena de la lefa de su padre.
– ¡¿En serio, dos de los tres hijos que tiene son tuyos, papá…?! Menudo semental estás hecho y bien cornudo tienes a mi cuñado… Jajaja. Ahora veremos quién es más puta de las dos…, porque a mí a golfa no me gana nadieeeeee... ooohhhhhhhh siiiiii, ¡¡Vamos CABRÓN… jódete al putón de tu hija mayor siiiiiiiiiii...!! ¡A ver cuanta leche eres capaz de meterme en el coño de una sola vez!
Estaba en estado de shock viendo aquel espectáculo. ¡¡Mi madre follada por su padre y encima este también se estaba tirando a mi tía Isabel!! A sus 62 años era todo un cabrón semental... expresiones, que sacaba de las palabras de madre al referirse a su propio padre. Era algo surrealista, pero a la vez no pude evitar sacarme la polla y meneármela con furia, al verlos follar como perros en celo.
– Mi niña, me voy a correr... uffff ya no puedo más… ¡¡Joderrrrrr.... te voy a llenar!!
– Córrete dentro de mi coño y lo que te quede en mi boca papá... ummmm ¡Como siempre en dos corridas seguidas! ¡Te voy a dejar los huevos secos, cabrón!
El espectáculo era increíble, mi abuelo la clavó fondo sin dejar un solo centímetro fuera del coño de mi madre. Comenzó a gruñir con esténtores en todo su cuerpo, teniendo bien amarrada a mi madre de sus enormes melones. Cuando creía que ya había terminado, la sacó de la raja y de inmediato mamá se puso de rodillas recibiendo la polla de su padre, la mamó y pajeó con una mano, mientras la otra masajeaba los enormes huevos del semental…de pronto otra ola leche de su padre le atoró la boca. ¡¡Joder, y qué pedazo de polla gastaba el abuelo!! Luego le restregaba su enorme cipote por la cara. Mamá le mostró la boca llena de semen, jugó un poco con la lengua y finalmente se tragó toda la lefa… Yo por mi parte me pegué la mejor corrida de mi vida (hasta entonces) y salí de allí antes de que me pillasen. ¡¡Eso no lo esperaba de mi amada madre!!
Descubrí que mi madre es una mujer muy pervertida, estaba saliendo de la ducha y pude ver que se estaba examinando a sí misma con la toalla alrededor de sus pechos. La toalla tenía la suficiente longitud como para cubrir la mitad superior de su culo y no pude evitar quedar mirándola. ¡Aún no podía creer que ese culo fuese el de mi madre! Mi polla se endureció en cuestión de segundos, dirigí mi mano a ella y empecé a acariciármela.
Justo en ese momento, mi madre se volvió y me vio. Mi corazón se congeló y yo, con la mayor indiferencia posible, hice como que estaba de paso por delante de la puerta del baño. Fui a la habitación y me sentí como un idiota. Esperé unos cinco minutos para estar seguro de que ella se hubiera ido a la planta baja para entrar yo y empezar a masturbarme en memoria del dulce culo de mi madre. Acabé escupiendo una enorme carga de lefa cuando oí que llamaban a mi puerta del aseo.
– Roberto, Cariño ¿Estás ahí?
¡Joder! Pensé mientras que me arrancaba los pantalones, tiré mi camisa en el suelo. Agarré una toalla y la puse alrededor de mi cintura.
– ¡Uh, sí, sólo un segundo, mamá! – Chillé mientras trataba de ignorar el hecho de que estaba a punto de hablar con la persona que acababa de imaginar que estaba follándomela.
Abrí la puerta y mamá llevaba una pequeña bata que apena le llegaba a las rodillas. Ella fue en tiempos bailarina de ballet y ahora es asesora de marketing de una cadena establecimientos de belleza. Tiene un cuerpo mejor que algunas chicas con 25 años. Le pregunté qué podía hacer por ella y ella pidió que la acompañase en la habitación. Se sentó en la cama y dio unas palmaditas en el colchón, haciendo un gesto para que me sentara también.
– Cariño, ¿alguna vez has tenido relaciones sexuales con chicas de tu edad?
Preguntó de improviso, sin ninguna duda o vergüenza. Balbuceé. Esto se estaba convirtiendo en algo tan surrealista que pensé que podría estar alucinando.
– En realidad, sí, unas cuantas veces. ¿Por qué?
– Sólo quería saber si estabas familiarizado con el cuerpo de una mujer. Quiero pedirte un favor.
– ¿Un favor? ¿Qué tiene eso que ver con que haya tenido relaciones sexuales? – Le respondí, preguntándome si mamá tenía la misma cosa en su mente que yo.
Mamá miró hacia abajo y balbuceó antes de volver a mirar a los ojos.
– Si te pidiera que me hicieses el amor, ¿lo harías?
No lo podía creer. Mi propia madre, que era una de las mujeres más bonitas que había visto me preguntaba si quería follármela. Yo no sabía cómo responder.
– No sé si estaría bien, te amo con todo mi corazón, pero ¿qué diría papá?
La idea me atraía, pero mi conciencia tenía que abordar al menos esto…una cosa era una paja pensando en ella, pero otra era follarme a mi propia madre. Traté de sonar lo más convincente posible pero mi polla era una mástil debajo de la toalla y las miradas de mamá a mi entrepierna dejó en claro que ella también lo sabía.
– El nunca lo sabría. Desde luego, no se lo diré y creo que tú tampoco lo harías...lo mismo que ninguno dirá nada de lo está pasando en estas vacaciones ¿Verdad?
– Por supuesto que no, – Le contesté, pensé que se refería a lo suyo con el abuelo… tal vez me vio. – Entonces, ¿qué es lo que quieres que haga? – Le espeté.
– A tu padre no le gusta hacer determinadas cosas, y no quiero hacerlo con ningún extraño, y me pregunté si querías probar algunas cosas, que apuesto a que nunca has hecho, con esas amigas tuyas… – dijo con una leve sonrisa.
Yo estaba petrificado, literalmente, mi madre empezó a acariciarme el pecho, su boca estaba tan cerca de la mía, que nuestros alientos se mezclaban, y me besó en los labios.
– Pídeme lo que quieras, – balbuceé.
Procedió a deslizarse hacia abajo de la cama y tomando mi toalla me la arrancó. Mi polla surgió mirando al techo como un ariete en pie de guerra. Mi madre la tomó en su mano y comenzó a acariciarla. Me sonrió complaciente con lo que veía y tomaba como suyo.
– Mmmmm cariño, ¡Es una polla muy hermosa! Tiene el tamaño perfecto. – Susurró.
Eso fue un alivio. La boca de mamá envolvió el glande de mi polla y su cabeza se balanceaba arriba y abajo en ella como un pistón, tragando cada vez más tallo. Yo nunca había recibido una mamada de alguna chica o mujer con experiencia con ese swing antes de aquello… lo cual mostraba lo que verdaderamente era una buena mamada bien hecha. Pasé los dedos por sus cabellos dorados y cerré los ojos. Esto era tan jodidamente increíble que pensé que iba a morir allí mismo. Los sonidos de succión resonaban en el cuarto. La mano de mamá empezó a jugar con mis bolas y de repente sentí como uno de sus dedos sondeó suavemente mi ano. Aquello no me lo esperaba, era tan delicioso. Ella seguía lamiendo mis bolas y mi polla, no podía creer que esa mujer fuese mi madre.
– ¡¡Oooh sí, chupar una buena polla, sí que me gusta, Ahh, sí!! – Se tomo un respiro.
En ese momento me empecé a correr nuevamente, sólo que ésta nunca vio la luz del día. Mi madre aceleró al ver que se me endurecía y mis jadeos eran más explícitos… solté una gran chorro, seguido de otro más cuantioso. La muy golosa se lo tragó todo, me lamió toda la polla y la dejó bien limpia. Ella me miró y guiñó un ojo mientras se lo tragaba todo.
– ¡¿No fue genial?! – Preguntó con una sonrisa tímida. Asentí con la cabeza y me estremecí. Acabada de tener el mejor orgasmo de mi vida.
– ¡Ha sido increíble mamá… ninguna me ha hecho correrme tan bien!
– Y eso que no tengo mucha práctica. Con tu padre no hay manera de comérsela…
– ¿Es que a papá no le gusta que se la chupes?
– No hijo… tienes un padre demasiado soso… él siempre va a lo clásico.
– No me lo puedo creer… y a qué se debe entonces que tengas tan buena técnica.
– Hijo ya sabes a quién… ¡¿Te vi observando lo que paso en el pajal?!
– ¡¿El abuelo…?!
– Sí cariño, antes de conocer a tu padre, el abuelo ya hacía buen uso de tu madre desde los 15 años. ¿Y sabes? No te lo voy a negar, porque me encanta follar con él. A veces es muy macho y hasta bruto, pero siempre me ha tratado con cariño…
– ¡Y que tiene un pollón que te debe flipar cuando te atraviesa el coño…!
– ¡Hijo…! Eso también cuenta… aunque digan que no, el tamaño importa en el sexo.
Me levanté de la cama e hice que mi madre se levantara también. Agarré a mi madre por la cintura, abrazándola con amor y lujuria en un mismo gesto. Estaba agradecido y emocionado por lo que acaba de ocurrir. Creo que mi madre me leía el pensamiento. Mamá miró hacia abajo y acarició suavemente mi pecho. Ella levantó la vista de nuevo y empezó a decir algo, pero se detuvo y me dijo que volvía enseguida. Me senté en la cama y esperé, regresó con una botellita azul en él que ponía “lubricante”. Mis ojos se desorbitaron y en ese momento descubrí lo que a mi padre tampoco le gustaba hacer con su esposa. Mi verga se puso dura otra vez al instante.
– ¿Sabes para lo que es esto? – Asentí – Quiero tu polla en mi culo. Eso es lo que tu padre no quiere hacer por mí… y me encanta tanto el anal ¡Por favor! Sé que te parecerá raro, pero cuando me dan por el culo y el varón me hace suya, me siento más plena… una mujer completa, sumisa y entregada ¡Es el rol natural de la vida!
Fue increíble darme cuenta de que me estaba pidiendo que me follase el culo más bonito que había visto con un "por favor". Pero yo iba a poner mis condiciones.
– Me encantará hacértelo, sólo si puedo follarme tu coño también. – Le contesté – Desde que te vi en el baño masturbándote, no pienso en otra cosa que en tu coño.
Mamá asintió… – Por supuesto… te podrás follar mi coño las veces que desees. Además te dejaré que lo hagas a pelo ¡Nunca me gustaron los condones! – Y se echó en la cama.
Se veía tan feliz y yo estaba aún más feliz. Las cosas no podrían haber ido mejor. Mamá se acostó, entonces creo que incluso se sorprendió un poco cuando mis labios se posaron en sus grandes tetas, mi boca no daba a abarcar todo su pezón, mamé con delirio y buen rato en cada una de sus ubres, luego arrastré mi boca hacia abajo más allá de su vientre a su dulce coño. Ella tenía la vulva depilada y el olor de su sexo llenó mis fosas nasales. Separé los labios y me aferré a su clítoris. Mis dedos siguieron y pronto me estaba deslizando mis dedos a través de sus labios mientras mi lengua jugueteaba con el clítoris que ella misma despejaba del capuchón con dos de sus dedos. Ella se agitaba sensualmente con un balance de cadera que refregaba su chumino contra mi boca.
– ¡Oooh, si! ¡¡chupa el coño de mamá, mi niño!! ¡¡Oh, fóllame el culo y el coño!! ¡Ooh Dios, qué bien lo haces! ¡¡Me encantan los machos que saben comerme el coño!!
Me estaba arañando la espalda, el dolor que producía no hizo que me detuviese…
– ¡¡OOOOH!! No pares mi amor ¡Eso es así, así! Mira como tengo de dura la pepita…
Mamá podía manejar la situación mientras arqueaba su espalda y las piernas casi me aplastaron el cráneo al correrse. Me puse de pie y miré a mi madre orgulloso de mi trabajo. Ella me miró como nunca había visto en una mujer antes, excitada y complacida.
– ¡Fóllame ahora mismo cabrón! – Dijo con los ojos en llamas.
Yo estaba casi asustado, mi madre se había corrido como una jabata. Se dio la vuelta y se puso a cuatro patas delante de mí. Me moví por detrás y le di una palmada en el culo. Mamá gimió y apoyó la cabeza en la cama. La agarré por las caderas y deslicé mi polla sobre su culo, jugué en la raja de su culo posando mi tranca, luego la bajaba hasta la raja de su coño, apretaba la dureza de mi tronco en el coño notando la sensación almohadillada de su vulva. Noté entre sus piernas la mano que sujetó el estoque, guiándolo a la entrada del carnoso, caliente y húmedo coño… con un solo golpe la introduje de mismo modo que había visto al semental montarse a la yegua.
Mamá dejó escapar un silencioso "ah… umm" cuando notó entrar mi cabezón en su coño. Bien asida de las caderas, poco a poco la empecé a follar incrementando el ritmo. Mamá comenzó a acariciar mis bolas mientras yo cogía celeridad hundiendo todo el tallo. Miré hacia abajo y recordé el favor que ella quería que yo la hiciese. Agarré el largo cabello de mamá y se hundí hasta las pelotas, deseaba que notase mi verga metida hasta su estómago. Le di unas cuantas clavadas en profundidad. Saqué la polla de su coño. Se volvió y me miró extrañada de mi acción. Ella sólo respiró profundamente y dejó escapar un suspiro. Me bajé de la cama y cogí la botella, eché un ben chorro en mi mano y embadurné el ano de mi madre y le metí un dedo…le follé el culo con él, luego fueron dos intentando ensanchar el estrecho agujero anal. Sentí que dilataba con suma facilidad, y a continuación embadurne mi polla. Ella sonrió y se pasó la lengua por los labios. Sin previo aviso en posicioné enfilando el glande en su ojal… empujé el duro glande en su hambriento culo, y este cedió dando paso al resto de tranca endurecida.
– ¡Dios! ¡Oooh, Dios mío! – Mi madre gritaba mientras la penetraba como un animal.
Ella misma se el clítoris con sus dedos mientras yo atacaba su culo salvajemente. Miré hacia abajo para ver la imagen exquisitamente tabú de mi polla entrando y saliendo del culo de mi PUTA. Pensaba que solo le entraría la mitad o menos, pero ella insistía en darme culazos y yo empujando en el sentido contrario contra ella… joder le entró el cipote completo hasta los mismos huevos. Allí dentro el vaivén se hizo más intransigente, notaba todo el interior de su esfínter y lo apretada que me tenía la dura tranca embutida. Mis deslizamientos dentro de ella se agudizaban con las succiones que ella ejercía.
Mis manos recorrían su cuerpo sudoroso, sus gemidos eran elocuentes signos de que le estaba dando una porculada de ensueño y lo mucho que le encantaba que la sometiera… ¡Yo solo le daba lo que ella misma me había solicitado! La sujeté de los hombros y arrecié con todo a una velocidad de vértigo, era increíble la tragada polla por su culo. La mano de mamá se afanaba en el coño rasgando el clítoris en busca del mejor de los orgasmos, yo también estaba a punto y después de unos minutos de puro frenesí me corrí, pero apenas salió algo de semen con tan solo un par de chorros… joder, era mi tercera eyaculación en apenas una hora. Me derrumbe sobre su espalda mientras intentaba recuperar el aliento. Mi madre tenía hundida su cara en la almohada y también respiraba profundamente. Yo la besaba suavemente en cuello y hombros, montado encima de ella, ambos tendidos.
Mi polla se deshinchó pausadamente y al cabo de unos segundos se salió ella sola del culo de mamá. Me tumbé en la cama y ella hizo lo propio. Nos abrazamos y nos quedamos dormidos sin mediar palabra. Pasada una media hora, mi madre me despertó y nos fuimos a duchar juntos. Mi abuelo llegó a la hora de la cena, como casi siempre y apenas hubo cenado se acostó. Miró a mi madre y esta le indico con un gesto de complacencia… “Hoy estoy bien servida y no me importa que te acuestes nada más cenar” . Yo le cogí de la mano dándole a entender que… “No te preocupes, mama, que ya estoy yo aquí para cubrir tus necesidades.” Y nos besamos. A partir de ese día, pensé que tendríamos sexo a la menor oportunidad que nos dieran. SI QUIERES LEER RELATOS TAN INTENSOS COMO ESTE VISITA MI BLOG REFERNCIADO EN MI PERFIL.
No obstante mamá se mostró más cariñosa, juguetona y pegadiza conmigo al día siguiente. Quise explorar cuanto necesitada… o cuanto se hallaba de excitada por todo lo que estaba viviendo en la finca del abuelo. Pensaba que era de ese tipo de mujer que nunca está satisfecha, así que por la tarde de ese mismo día nos marchamos a dar una vuelta a caballo, Iba, como todas las mañanas, montando a mi caballo Favorito. Así se llamaba el estupendo caballo entero, negro azabache, con un lunar en la frente para definirle como lucero. Aunque el sol todavía no apretaba, ya sentía el calor del animal entre mis piernas. ¡Siempre monto a pelo, siempre!. Ese vaho que me sube por el cuerpo, me gusta. Conduje a Favorito hasta el río, como deslizándose en un ligero trote. Llegamos a la orilla del río, a una especie de playa natural. Nos quitamos la ropa de encima y en ropa interior nos metimos a bañarnos. En medio del río intentó meterme la cabeza bajo el agua y yo al tratar de librarme la cogí de las tetas, ella ni se inmutó entonces, me hice más osado y la abracé fuertemente contra mí, mi polla reaccionó de inmediato aún estando bajo el agua, ella la notó y siguió sin inmutarse o quizás más juguetona. Ya fuera del agua jugamos a cogernos y correr, cada vez que nos atrapábamos nos refregábamos mutuamente.
Yo ya no veía a mi madre, sólo distinguía a una mujer muy apetecible que me estaba volviendo loco. En una de las veces que la apresé la elevé sobre mí y al bajarla la fui refregando totalmente contra mi cuerpo, ella se dejaba hacer y parecía disfrutarlo, al dejarla sobre el suelo intencionadamente la agarré de las tetas, ella pareció dudar un momento y mirándome fijamente a los ojos me apartó las manos suavemente y ahí terminaron los juegos.
Yo ya no pensaba en nada y en mi cabeza había una idea fija ¡Tenía que follarme aquella mujer todos los días! Esa noche me acosté con las pelotas condolidas y estuve pendiente de la llegada de mi madre, al salir del baño e ir a apagar la luz, por el contraste de claridad se le transparentó el camisón y bajo él no tenía nada puesto, eso me dio una idea, esperé como una hora más o menos esperando se quedara bien dormida, cuando supuse que lo estaba muy despacio me fui aproximando a ella, cuando la toqué estaba de espaldas a mí y tenía el camisón subido hasta la cintura, pasé mi mano por su culo muy suavemente y ella ni se movió, me pegué totalmente a ella, la noche estaba fresquita, ella al notar el calorcillo se refregó un poquito contra mí y siguió durmiendo. Muy despacio pasé mi brazo sobre ella y con mi mano abarqué una de sus tetas e inmediatamente se le puso el pezón de punta, dejé mi mano quietecita aprisionando el pezón entre mis dedos pulgar e índice, frotándolos con un suave masaje. Mi polla estaba como un poste de teléfono y sin poder remediarlo empecé a frotarla suavemente por su culo…
A mi cabeza llegaban las imágenes del semental frotando su pollón por el culo de la yegua, o de mi madre follada por el abuelo, también pasaban las del coño siendo tocado por sus manos… deseaba repetir la follada que había tenido con ella el día anterior. Todo se me amontonaba en la cabeza mientras mamá seguía durmiendo, me deslicé un poquito hacia abajo en la cama buscando la inclinación adecuada y la cabeza de mi polla se apoyó en sus labios vaginales, mamá entre sueños emitió un ligero gemido y echó su culo más hacia atrás, empujé mis caderas hacia ella y la cabeza de mi polla inició la penetración en su vagina…, la tenía totalmente empapada con sus jugos, por lo cual la penetración fue suavísima, en cuanto se deslizó la cabeza dentro, me quedé quieto tratando de no despertarla, ella seguía con su respiración acompasada, empujé un poquito más y mi polla fue penetrando a medio tallo… Inicié entonces un ligerísimo movimiento de mete y saca y ella empezó a gemir, de pronto…
– ¡Jo Fernando! ¡Ummm! Sigue mi amor ¡Cuánto gusto me estás dando cariño!
Fernando es mi padre y entre sueños ella lo confundió, despertó sobresaltada…
– ¡¡Roberto!! Pero… ¿Qué estás haciendo? Soy tu madre joder… ¡Me estás follando!
Yo la tenía bien sujeta y no le permití que se soltara y empecé a follarla a más profundidad… se la metí hasta los huevos, alojado allí no me movía más que un poco.
– Lo siento mamá, ya no podía más, llevas todo el día poniéndome a mil…tocándote cuando el caballo se follaba a la yegua, luego en el baño viendo cómo te corrías y para colmo, te veo follar con el abuelo… y hoy no he podido soportarlo, imagínate que soy papá o el abuelo y disfruta de estos momentos, estás deliciosa, tu coño está ardiendo y tus tetas piden a gritos que las manosee… ¡¿Qué quieres que haga…solo tengo la salida de follarte?! Tengo los huevos que me duelen mogollón.
– ¡¡Por Dios hijo!! Lo siento, lo siento… ¡Tú también te has vuelto con derecho a mí!
Mamá se dejó llevar, se relajó un momento mientras le embestía con mayor profundidad sin llegar a tope, y fue entonces, cuando ella vio la inexperiencia de su hijo, empezó a colaborar dando embestidas salvajes con su culo con intención de metérsela más adentro. Gemía desesperadamente, y para que no escucharan los abuelos mordía la almohada con desesperación. La tenía bien trabada con mis pelotas rebotando en su vulva, ella abrió las piernas para que tuviese un mejor acceso a su coño. Deslizó su mano entre sus piernas y me sobó los huevos alternándolo con frotaciones severas en su clítoris. Así nos mantuvimos haciendo la cucharita con su pierna derecha sobre mí follando de lado, durante cinco minutos, hasta que los dos tuvimos un orgasmo casi simultáneo que nos transportó al séptimo cielo. Fui yo quien se corrió primero y al notarlo, su mano me sujetó para que no saliese de su coño…
– ¡¡No pares ahora por favor!! Continúa follándome… me tienes a punto de caramelo ¡Aaagg! Ummm, dame bien dentro… dame duro cariño… ¡Fóllame como el semental le daba a su yegua… igual que lo hace el abuelo!
Continué follándomela pensando en que deseaba preñarla. Para nada se me bajaba la dureza ni las ganas… eso es lo que pasa cuando tienes 17 años y estás súper salido. Unos empellones más, y mi madre logró su orgasmo. No paré de clavarla hasta su orden, una vez que dejó de convulsionar sin quitársela del coño, se agitaba. Sin sacarla, nos quedamos un rato más acoplados, y ya flácida se deslizó fuera de su coño. Mamá se dio la vuelta y me besó acariciándome mimosamente la cara, sus labios se unieron a los míos en un beso húmedo que nunca pensé iba a tener con mi madre…
– ¡No me había dado cuenta que ya eres todo un hombre! Y no sabes cuánto me alegra saberlo… Mamá necesita mucho amor, ¿lo sabes? Y papá no siempre está en casa para darme todo lo que necesito…y el abuelo tampoco.
– Conmigo tendrás todo el que desees, yo siempre estaré dispuesto para ti, mamá.
Me desperté más tarde de lo habitual, mamá ya no estaba en cama, me lavé la cara y me dirigí a la cocina muy desconcertado, y sobre todo preocupado por la charla vergonzosa que me tocaría soportar esa mañana. Con todo al verme la abuela, me dirigió una dulce sonrisa, luego fue la sonrisa de mamá la que me terminó de alegrar la mañana.
– ¿Qué pasa cariño? ¿No tienes pensado ir hoy al río?
– Pues claro que sí mamá.
– Venga, entonces desayuna y prepara los caballos…, tengo la comida hecha y pasaremos allí el día ¿Te parece?
A toda velocidad desayuné y preparé los caballos, montamos y en cuanto llegamos a nuestro paraje particular mamá saltó del caballo y empezó a desnudarse quedando sólo con la braguita del bikini en topless, yo me quedé bobo mirando sus tetas.
– ¡Qué pasa, sorprendido! ¿Nunca has visto unas tetas como las de tu madre…?
– Mamá sabes que eso es una provocación ¡¡Eso no se le hace a un hijo!!
– Anda bobo… piensa que estas tetas son las que te alimentaron de bebé…
Mamá lanzó una carcajada y se metió al río. Me desnudé a toda velocidad y en pelotas total también me metí en el río y me fui tras ella, ella se reía y me esquivaba hasta que en un descuido conseguí alcanzarla, la abracé tiernamente y la besé en la boca, ella aceptó mi beso y la abrió dándome su lengua, nos exploramos mutuamente y mi polla empezó a reaccionar bajo el agua, ella la notó y al fijarse que no tenía nada puesto exclamó…
– ¡¡¡Ah guarrillo!!! ¡Con que esas tenemos eh! Entonces todos al Natural… ¡¿Sabes hijo, tampoco me han follado dentro del agua…?!
Se soltó de mí, salió del agua a toda velocidad y echó a correr por el campo riéndose como una loca. Veía a mamá como a la mujer más feliz del mundo. Salí detrás de ella, la cogí y volvimos a besarnos, la recosté sobre la hierba acariciando todo su cuerpo, sus tetas se habían puesto duras como piedras, sus pezones estaban a mil, chupar de ellos fue una verdadera delicia, fui acariciando todo su cuerpo hasta llegar a los pies, tenía unos pies preciosos, pequeñitos con unos dedos largos, derechos y muy finos, cogí sus pies y uno a uno fui chupando sus deditos, ella se retorcía de puro placer mientras me llamaba cochino, mi boca fue subiendo por sus piernas muy lentamente saboreando la dulzura de su piel, mientras mis manos acariciaban sus caderas, su culo, su chochito sobre la tela del bikini. Fui besando y lamiendo sus muslos por la cara interna, y en cuanto mi boca iba a entrar en contacto con su vagina trató de impedírmelo…
– ¡Eres increíble! ¡Sabes hijo…Nunca nadie me ha comido el coño! Encontrar a un hombre que folle bien no es complicado, pero encontrar un autentico experto en el cunnilingus es como hallar un tesoro… y tú te estás especializando en comer coños
Desde ese día me obsesione en perfeccionar mi técnica y, modestia aparte, siempre he despertado elogios al finalizar mi trabajo. Así que esa confesión me alteró profundamente.
– Mamá, prepárate porque te voy a hacer la mejor comida de coño de tu vida. – Su cara de perplejidad no podía esconder una profunda excitación.
Sin más preámbulos la rodeé con el brazo y mis dedos hábiles y conocedores del camino se introdujeron bajo braguita. A pesar del par de polvos que habías echado en menos de 24 horas, ella seguía mojada y deseosa de más. Masajeé su vulva mientras mordía su cuello y el lóbulo de su oreja…, se recostó sobre mi pecho y comenzó a suspirar, mi otra mano se dedicaba a retorcer sus pezones, excitándola más y más.
No era cuestión de alargar más el sufrimiento, ella deseaba lo prometido y yo no quería hacerte esperar. Fui besando sus tetas, mordiendo sus pezones, lamiendo su estómago, haciendo estragos con mi juguetona lengua, hasta que acabé arrodillado. En ese momento le pedí que se levantase y me tumbé plácidamente en la hierba, no alcanzó a comprender muy bien mi gesto y se rió. Le tuve que aconsejar que colocase las rodillas a cada lado de mi cara y se sentase a horcajadas sobre mí para hacer un 69…
Sin más historias, empecé a mordisquear el interior de sus muslos mientras mis manos acariciaban su culo. Ella se movía adelante y atrás, ansiosa. Mostraba su coño abierto como una flor de dos pétalos carnosos. Saque mi lengua, alargándola lo más posible y recorrí entera tu raja haciéndote estremecer. Repetí este movimiento una docena de veces más y ella ya gemías dulcemente. Tu clítoris palpitante reclamó mi atención y me dedique a darle suaves golpecitos y a rodearlo con mi lengua…, sabia delicioso y le estaba encantando. Continué alternando largo rato, haciendo sus suspiros más intensos, penetrándole con la punta de mi lengua y succionando tus labios… su pepita. Ella estaba al borde de la locura, no sabía ni cómo colocarse, pasaba de acariciarse las tetas a tumbarse completamente hacia delante, el placer no la dejaba ni aguantar derecha… Cuando puse suavemente su clítoris entre mis labios y lengua comenzó la locura, sus gritos eran escandalosos, alarmando seguramente a más uno que pasase cerca.
Con mucho cariño aparté sus manos y deposité mis labios sobre sus labios vaginales nuevamente, suavemente comencé a deslizar mi lengua por toda su rajita sorbiendo los fluidos que emanaba de aquella cueva. Nos dimos la vuelta, levanté sus piernas y las coloqué sobre mis hombros quedando su coño y culo a mi total disposición, abrí sus labios vaginales y mi lengua penetró en su hoyito todo lo que daba de sí deslicé una mano bajo su culito y suavemente acariciaba su otro agujerito mucho más apretado. Con la otra mano excitaba el duro clítoris, era tal el cúmulo de sensaciones que ella sentía que de repente empezó a gemir y a correrse de una forma desaforada.
Su orgasmo se hacía de rogar, ya llevábamos así largo rato…, pero un comedor de coños profesional nunca se rinde y decidí poner en práctica todo mi repertorio. Empecé a batir frenéticamente mi lengua sobre tu clítoris… arriba y abajo, derecha e izquierda, nuevamente arriba y abajo… Todo lo rápido que podía… La enorme cantidad de flujo que salía del coño de mi madre era tremendo, empapándome la barbilla, me hacía sospechar que iba por buen camino. Y no me equivocaba…
– ¡¡Ahhhhhh, no pares, no pares…!! Empezó a exclamar. – Si paro me mata, era lo único que podía pensar en ese momento. – Me corrooooo, siiii, sigue, me corroooo cariño… Aaahhhhhhhhh. ¡No lo dejes de comer por Dios Santo…!
Su orgasmo creció intensamente, comenzó a mover las caderas sobre mi lengua, buscando los últimos latigazos de ese fulminante placer. Gritaba mientras se derrumbaba hacia atrás, con la cabeza en el suelo prácticamente. Yo fui poco a poco aminorando el ritmo, haciéndole sentir como se iba derritiendo poco a poco, de cintura para abajo. Cuando paré, sudaba y temblaba…, giró sobre si misma cayendo de lado, me miró con la mirada perdida y enrojecida tu piel blanca…
– Es la mejor comida de coño que me hubiera imaginado en toda mi vida, me he corrido como una loca, eres un cabrón hijo mío ¡Cómo puedes ser tan bueno…!
Mi sonrisa de satisfacción fue la mejor respuesta que podía darte. Yo estaba loco por follármela otra vez, me coloqué sobre ella. No tuve que hacer mucho para que el ariete apuntase en la entrada de su raja, y con la ayuda de mamá, de un solo empellón se lo colé hasta el fondo. A pesar de estar muy mojada ella dio un grito al sentir los 22 cm de recia verga en abriéndola por dentro, pero enseguida se repuso, inició un movimiento de caderas enloquecedor, mi polla se deslizaba en su interior suave y dulcemente, empezó a entrarme una especie de electricidad por mi espina dorsal.
Enterraba mi polla hasta su mismísimo útero, ella me abrazó clavando sus uñas en mi espalda, sus manos bajaron a mi culo tirando hacia ella para que entrase más y más profundo. Yo me amorré a sus tetas, le comía los pezones y succionaba como un bebé famélico… ella me animaba a que no le dejase de chuparle las tetas. Sus piernas me envolvían por mis pantorrillas quedando sitiado como si ella fuese una “viuda negra” y yo su presa fácil. No dejaba de bombear profundo extrayendo el cipote hasta el glande y de nuevo hasta hacer golpear los huevos en su coño. Mi madre gemía con las caras pegadas, casi gritaba cerca de mi oído, aquello era poco menos que enloquecedor y tan sugestivo que no pude aguantar por más voluntad que le pusiera…
Poseído por una gran sensación de gozo al haber llegado a una cumbre a medida que iba penetrando a la mujer de mi vida, la carne de su vagina envolviendo mi gruesa polla. Creo que no hay forma de describir exactamente lo sentía, pero en verdad era de lo mejor que jamás me había pasado…, el roce, el movimiento casi involuntario de tus caderas exigiéndote que no te detengas. ¿Qué sentía hacia esa mujer, mi madre…? No lo estábamos haciendo solo por el placer, sino que pusimos entremedias los sentimientos.
Me gustaba estar frente a frente encima de ella, me daba más dominio de la situación, abriéndome un mundo de posibilidades además de que era excitante verle al rostro gozando con mis empujes, y sus gemidos al llegar al fondo de su coño. Eyacular es la parte culminante, y estaba a punto… el mismo cuerpo pedía que lo hiciera sin mediar mi voluntad. Agitaba mi cadera con mayor celeridad, ella deslizó su mano agarrándome de los testículos, los masajeaba con maestría…los apretaba y soltaba, luego los masajeaba y jugaba con cada una de las bolas. Aquello era algo fuera de serie y una sugestión extra a mis ganas de eyacular… y de pronto descargué un gran chorro ardiente de semen espeso…, lo cual a ella hizo que se sugestionara de una forma salvaje. Otro chorro de lefa y otro más rellenando su útero de mi esencia viril. En esos instantes solo piensas en vaciarte dentro de la hembra… nunca sospechas que la estás preñado con tu esperma.
– Sí, así… así córrete dentro de tu madre ¡Noto los chorros de leche de tus cojones! Relléname cariño, llena el útero de tu madre que es solo tuyo… ¡Vas a preñarme!
Mi polla seguía en pie de guerra le di la vuelta para posicionarla a cuatro patas y esparcí sus fluidos vaginales mezclados con mi semen que brotaban de su vagina sobre el agujero de su ano, apoyé la cabezota en la entrada de su culito, y ahí sí que por todos los medios trató de impedírmelo, yo estaba ciego, la tenía muy bien cogida de las caderas y bruscamente empujé y penetró la mitad de mi polla en su interior, ella empezó a gritar y a llorar que le dolía mucho, me quedé quieto, acaricié dulcemente su espalda y su culito, bajé mi mano derecha a su chochito e inicié una caricia suave sobre toda su raja excitando constantemente el clítoris que reaccionó rápidamente poniéndose duro como una piedra. Esta vez no había lubricante y el ojal lo tenía bien cerrado… muy apretado.
– Joder, eres como tu abuelo… necesitas dos folladas seguidas para quedarte bien.
Ella comenzó a relajarse y disfrutar de las nuevas sensaciones… Me había desvirgado mi madre por el culo. Probé a introducir un poco más mi polla en su ano y esta empezó a deslizarse suavemente, mamá se había relajado totalmente y disfrutaba a tope…
– Sigue cariño mío, rómpele el culo a mamá ¡Sigue follándome mi amor! Jamás en mi vida supe qué era el placer de verdad hasta encularme ¡Párteme en dos, cielo mío!
Parecía que deliraba, pero no era más que el placer tan tremendo que estaba sintiendo. Aquello tan apretado y mi excitación por las nubes no me hizo aguantar mucho…, y cuando ya no podía más y empecé a soltar chorros de espeso semen en el interior de su ano, ella al sentirlo dio un gran grito, empezó a convulsionarse y de su vagina salió un chorro de flujo, tuvo una corrida total, en principio creí que se había meado pero cuando vi mi mano quedé asombrado, era un líquido semi transparente y espeso parecido al semen. Fue tan intenso el placer que se desmayó. La recosté sobre la hierba y yo detrás de ella pues mi polla seguía en su interior y además no me apetecía nada quitarla. Cuando se despertó echó la mano al culo y sólo dijo…
– ¡Cabrón me lo has roto! Pero me hiciste la mujer más feliz del mundo. He sentido mucho placer cuando te corrías. Lo único que podía hacer era verte actuar, jadear y sentir como un cubo de agua caliente se derrama dentro de mí. Es algo confuso… sientes que te gusta, te duele… que quieres más y que no pares de follarme haciéndome tuya, tuya y de nadie más ¡Todo a la vez! Al cruzar la línea del orgasmo viendo cómo te consume entera el placer, solo puedo darle gracias a Dios por tener un hombre tan viril, masculino y enérgico en exclusiva para mí.
Se giró todo el cuerpo hacia mí y me besó dulcemente.
– Cariño ¿qué te parece si nos damos un baño y comemos?
– Lo que tu digas mamá ¿Me dejas que te lave?
– Puedes hacer conmigo todo lo que tú quieras, soy tu “novia consentida”, mi amor.
Nos fuimos al agua y con mi mano primero lavé su culito, todavía lo tenía dilatado y se veía algo irritado… por un par de días no pude volver a metérsela por el culo. Luego seguí con su coñito, lo tenía todo pringado de flujos y semen, dulcemente se lo lavé y ella empezó a retorcerse de nuevo…
– Cariño si no dejas de tocarme por ahí no vamos a poder comer.
No hice caso de su advertencia pese a que tenía un hambre espantosa. Su mirada, fue directamente a mi pollón. ¡Era tan evidente...! Mi erección se notaba.
Yo, no podía mirar sino a sus tetas. ¡Dios!¡Era sublime! Toda ella era sublime bendición. Me acerqué un poco más a ella, sorprendida. Casi temblaba, cuando cogí sus manos. Nos miramos, y en un acto reflejo, metí mi mano entre su pelo para acariciarla, y descubrir su bonita cara. No hablamos. No era necesario. Lo que mis ojos vieron al apartar su enmarañada melena, hizo aumentar el dolor. ¡Que ojos!... ¡qué cara!... ¡qué piel!... ¿era seda?... ¡no!... ¿algo divino?... ¡probablemente!
La atraje hacia mí, y al notar mi dureza rozando su monte, y sus tetas pegadas a mi pecho, el calambre fue un relámpago. Sentí como su espalda se erizaba. Y por mi espina, recorrió el fragor de aquel rayo. La besé, como con hambre. ¡Me apetecía tanto...! Igual que una preciosa pera madura, bañada por el rocío de la mañana. Estábamos en julio, pero todas las flores de verano gritaban.
Su lengua tímida al principio, empezó a explorar mi boca. Luego, mi cuello... mis orejas... Arrancó de cuajo mi locura convulsiva, lamiéndome los pezones, con pequeños y ávidos mordiscos. ¡Hervía! Se resbaló por mi cuerpo, quedándose sorprendida por mi intransigente erección… ya estallaba al sentir el aliento de su boca en la mía. Casi frenética, como desesperada, se montó en mi cintura con la facilidad que da la ligereza de estar dentro del agua, notó mi verga en su coño en todo su esplendor ¡Me parecía que iba a reventar!
Se lo tragó literalmente, porque dejé de verlo. Noté su caliente coño, envolviéndolo, al mismo tiempo que lo sorbía con ardor. Su pasión, y el desenfrenado deseo, me recorrían el cuerpo de punta a punta. ¡Qué placer! ¡Podría morir, en ese momento! La saliva, fluía de su carnosa y ardiente boca… yo babeando de placer. Mientras, un de sus manos amasaban mis testículos, durante un tiempo, que me fue imposible controlar y la otra se sujetaba del cuello. Saltando en mis caderas, se dejaba caer, indolente... extasiada, y respirando con fuerza. Su excitación, aún me calentaba más con sus tetas volteándose cual dos campanas llamando a arrebato. ¡Eso me parecieron sus tetas! Dos enormes campanas en sazón, sugerentes y surgentes... pesadas y turgentes... desafiantes. Las rosetas, alrededor de sus magníficos pezones, erectos y gloriosos, hacían enmudecer. ¡Sin palabras, para describirlo!
¡Las tenía duras... apretadas... empinadas, insultantes! Turbado ya, del todo, hundí allí mi boca, y... le mordía y chupaba los pezones, de uno a otro, arrancando de sus labios pequeños gritos y gemidos, que aún me volvían más loco. Era, como una gata en celo... ¡casi agresiva! Bajé la mano entre sus muslos... ¡santo cielo! ¡Su culo sedoso como una esponja, recién sacada de la espuma allí dentro del agua!
Empecé a tirar de sus nalgas, torpe, muy nervioso. Lo hacía con dificultad, porque al mover sus piernas para ayudarme, conseguía lo contrario. ¡Terminamos por acoplarnos mejor! Oí resoplar a mi caballo, Favorito y al mirarle de reojo, vi que estaba armado, ¡el muy cabrón! Sin poderme contener más, pasé a la acción directamente con mayor contundencia… ya solo quedaban los huevos por entrar dentro del coño de mi madre.
Aquel acople amoroso y sensual, suave, erizaba mi piel hasta la máxima expresión. El desenfreno era abundante entre ambos cuerpos, con deseos de estar lo más pegados posible. El beso húmedo no dejaba de existir entre ambas bocas... metí mi lengua hasta asfixiarme. Con las manos en sus posaderas, empujaba su culo hacia mi cetro duro y envalentonado con deseos de no acabar nunca… ¡Creo que se corrió, porque obtuve una sensación cálida que recorrió mi pubis y mis testículos!
Fui subiendo el incremento de las penetraciones sujetándola de sus piernas, hasta cuadrar nuestros cuerpos... y la penetré con dureza desde el glande hasta la raíz. El alarido que soltó al acuchillar su útero fue desfribilante, consiguió hacerme gemir, como en lo mejor del éxtasis. Lo había metido muy despacio, casi con cuidado, pero cuando llegué adentro, apreté con fuerza. Con rabia y con pasión a la misma vez. ¡Quería fundirme con ella! Su jugosa almeja, succionaba mi cipote en contracciones continuas y acompasadas. Igual sensación que cuando la chupaba, multiplicada por mil.
Empujando nuestros cuerpos, como si quisiéramos pegarnos, la besé nuevamente introduciéndole la lengua, hasta rozar su campanilla. Mojados de sudor, y de saliva, me incorporé. Cuando ella, con su pecho, retorciéndose, buscó el frescor de la brisa sobre su piel húmeda. ¡Eso no se podía dejar! Cogiéndola por la cintura, alcé su pompa, y la penetré por detrás, abriéndole el boquete de su culo. El caballo, relinchaba, balanceando la enorme verga, que golpeaba irremisible su barriga.
Aquella cintura entre mis manos, y su culo entrando y saliendo de mi polla, me hacían follarla como si estuviese poseído. Ella, balbucía entre gritos, como le gustaba sentir los huevos en su pipa. Era tanto el desenfreno, que me dolían los huevos de lo fuerte que golpeaban su clítoris. Creía, que también entrarían detrás de mi polla. Las tetas le botaban amenazando mi boca, y las acercaba para rozarlas con mi boca.
No sé, cuantas veces debió correrse, porque sentía salir el flujo cálido por su raja sobre mi verga. ¡Ya no podía más! Sus gemidos... las palabras entrecortadas... calientes... la postura, con aquel hermosísimo culo, entre mis manos... ¡Me vacié como un loco! El caballo, pateaba la tierra, con coraje. No podría recordar, el tiempo que estuve corriéndome dentro de su coño, mientras no paraba de follar a la puta de mi madre. Hasta que ya, no me obedecían las piernas. ¡Nunca podré averiguar, como pude aguantar tanto!
Salimos del agua, y quedé tumbado en el suelo, sintiendo como la húmeda capa de verde, amortiguaba el calor de mí agotado cuerpo. Tenía los ojos vueltos... aquello... ¿era el cielo?... ¿dónde estaba? ¡Ay, aquella mujer! Por mucho tiempo que viva, jamás olvidaré aquel polvo. Ni su cuerpo. Ni su cara. Ni como sintió... ¡Era maravillosa!
Salimos del agua, mamá extendió un mantel sobre la fresca hierba, fue a lavarse las manos y de pronto la vi. Allí, inclinada hacia el agua, estaba ella. De rodillas, con las sugerentes nalgas seductoras, respingonas, provocativas a más no poder. Redondas, como dos pelotas de fútbol. Un tanto separadas. Inmediatamente, mi miembro endureció. De tal manera, que hasta me dolía. Cuando oyó el piafar de bruto, volvió la cara, envuelta en una melena oscura. Semejante a una fiera sorprendida, se incorporó. Envarada. Puso la comida y los dos comimos con verdadero apetito, nos mirábamos como dos enamorados que se acaban de conocer y tenía todo por averiguar del otro. Casi no hablamos. Al terminar de comer yo estaba derrengado y me quedé dormido allí mismo mientras ella terminaba de recoger y lavar un poco toda la vajilla. Se acostó a mi lado…
CONTINÚA....