Hola querido diario

Continuación de diario de una seducción.

Hola querido diario, sabes lo que me paso el día de ayer…..

Me levante sobresaltada porque el sonido del móvil rompió el silencio de la mañana, ¡Oh no!, era él, no puede ser, ¿soy bruta o qué?, habíamos quedado temprano en vernos, el pasaría a recogerme al apartamento. Tomo el teléfono medio dormida y escucho su voz poderosa preguntándome:

-¿Estas preparada?

  • No, respondí, a lo que se apresuró a continuar.

  • ¿Estas durmiendo todavía? ¿vengo a recogerte y no estás lista? Ya sabes dónde estoy, te espero.

Acto seguido cortó la llamada. Esas palabras se clavaron fríamente en mi cabeza, yo me había ilusionado tanto que no quería fallar y fallé. Me levanté apresuradamente, me doy un baño, el pelo está limpio recién lavado de anoche, me preparo según sus indicaciones, fue explicito, sin bragas, sin sujetador y con falda corta. Me visto con urgencia para no acrecentar su molestia, sé que esto me saldrá caro y encontrará la forma de castigarme. Me preparo con vestido gris bien corto, correa ancha negra justo bajo mis senos, medias negras, botas negras, pelo suelto y rizado me pongo mi abrigo gris y voy a su encuentro.

Me apresuro a tomar el bus y llego 40 minutos después de lo acordado, su cara es inexpresiva, entro en la habitación con pasos cortos y cabeza baja, temerosa de lo que pasará; me mira con esos profundos ojos marrones llenos de decepción e indiferencia. Yo empiezo a articular una ensayada excusa, pero no consigo más que incrementar su malestar, me indica que este tipo de desobediencia me costará caro. Me ordena presentarme frente a él, yo dudo un momento y me espabiló su poderosa voz ¡¡Ahora, dijo!! , atendí inmediatamente su orden y fui hacia él , estaba sentado en su sillón, me introduje en el hueco que quedaba entre él y su mesa, me indicó me diera la vuelta y me bajara las medias, lo hago y me tumba boca abajo encima del escritorio, de forma que tenía mi trasero delante de su cara, me abre las piernas y atrapa con sus expertos dedos mi clítoris, me toca y frota fuertemente, emito un reclamo de protesta por la brusquedad pero lo que recibí como respuesta fue una nalgada y un ¡Cállate! hago contigo lo que me da la gana.

Prosiguió con su juego siniestro y sus crueles caricias, introdujo su pene en mi delicada vagina sin miramientos, con rabia y violencia, llegándome a provocar el más dulce de los placeres y a cada momento que la sacaba le introducía con más fuerza a la vez que sus dedos hacían magia en mí clítoris, obteniendo un placentero y fuerte orgasmo, ¡Oh Diooooosss que rico!. No podía soportarlo más, ese hombre con su embestidas salvajes me estaba concediendo el más grande de los placeres, ya no era dueña para nada de mi cuerpo, estaba totalmente extasiada, lentamente saca su joya de mi vagina (es de verdad, una hermosa polla), me encanta ese miembro viril, fuerte, potente, generoso, dulce y juguetón. Me presiona con su mano derecha la espalda para tenerme más controlada e inicia un jugueteo con mi pequeño orificio anal, cuando me percato de sus intenciones empiezo a ofrecerle resistencia y logro decirle un suplicante !No! sin importarle un carajo mi protesta me la clava completa y en mis adentros de una sola estocada, siento una oleada de dolor y placer.

– desgraciado, maldito, suéltame, le grité, me tiro del pelo y me dijo:

  • ¡te lo mereces puta! Y continúa en su labor de metérmela hasta el fondo una y otra vez.

Consecuentemente me siento como en una prisión de pasión y éxtasis total, el placer recorre toda mi espalda con temblores tan intensos que me eriza toda la piel, observa la escena y la disfruta, pero dudo seriamente que la disfrute más que yo. Mi cuerpo quedó en el escritorio de la misma manera que empezó tan brusca y deliciosa posesión, se retira me da un fuerte cachete en el culo y se sienta en su sillón.

-ven acá, le escucho, mi cuerpo trata de responder pero se queda inmóvil. – Ven acá que tu castigo no ha terminado aún.

Me incorporo y le miro de frete.

¡Cómeme la polla! me indica. Estoy sofocada no tengo aliento, pienso en humedecerla y me espanta su voz.

-¡Ya estás tardando! Me apresuro a tomarla entre mis manos, es tan deliciosa, lamiendo, besando y chupando, el tiene que corregirme mi quehacer de inexperta en un par de ocasiones pero me habituó a sus solicitudes y no tardo en proporcionarle el placer que desea y al mismo tiempo me lo paso divertida y extasiada con este instrumento, hmmm que rico. Cuando mejor me lo estoy pasando me ordena que lo deje, me levanté obedientemente y me llevó a un lado del escritorio, me tumbó boca arriba e intente levantarme.

  • Quédate ahí, dijo.

-No quiero, le respondí, acto seguido agarra mi rostro con su fuerte mano derecha, me mira profundo y directo diciéndome:

–Eres mía y haces lo que a mí me dé la gana.

  • ¡No quiero!, repetí, desafiándole, me daba mucho morbo.

-te voy a castigar muy duro, me advierte mirándome con la misma intensidad que antes, comprendí inmediatamente que debía ceder.

  • Desnúdate completamente y abre las piernas, indica y yo obedezco sumisa. Me despojo de mi poca ropa y quedo boca arriba encima del escritorio, piernas abiertas y flexionadas, excelente vista tenia de lo que le interesaba en ese momento, cierro los ojos fuertes esperando su reacción, no me hizo esperar por mucho tiempo y humedece dos de sus dedos llevándolos directos a mi clítoris para iniciar la deliciosa tortura que me concede, los pasa lentamente, con delicadeza y sin prisas, presionándolo de arriba abajo, de un lado a otro, logrando sensaciones maravillosas en mi, presiona un poco más para llevarme a un placer más extenso y profundo, se me nubla la mente me siento llena, mi espalda se arquea , mis pechos se endurecen y no puedo más, es tan fuerte que le suplico me suelte, lo miro a los ojos y sonríe como un lobo, solo quiere verme gozar, lo sé, ¡ese patán¡ hace caso omiso y prosigue con su deliciosa tortura, me estremezco completamente, no encuentro sitio, sé que me llegará un orgasmo bestial, salvaje, doloroso y busco agarrarme de algo.

-¡No puedo más me vas a matar, desgraciado!, solo ríe, le miro suplicante con los ojos desorbitados y toda temblorosa, ¡coño ya viene!, me siento ahogar, es demasiado, gimo y me sobreviene una explosión de sensaciones de placer absoluto, mi cuerpo tiembla sin control, sudo, lloro, grito, no sé como quietármelo de encima, es demasiado para mi frágil cuerpo.

Me deja ahí, un pedazo de carne inerte, destrozada y sin poder pensar con claridad, solo con un bienestar interno de alegría ¡coño como me gusta este hombre!, ¡carajo!, recupero fuerzas y me incorporo voy donde él, le acaricio el rostro y le pido un beso, necesito un beso suyo, me lo niega y quedo desilusionada con la cabeza baja, me ordena que me vista, pues vamos a salir, teníamos que comprar unas cosas y almorzar.

Actúo como una autómata, bajamos por el ascensor y al salir, todavía herida por el desprecio recibido me sorprende con una sonora y dolorosa nalgada.

–¡Agiliza que no tenemos todo el día!, bromea con una sonrisa en los labios. Ya se encontraba menos molesto y me tranquilice.

En el vehículo me percato que estoy bastante expuesta, no llevaba mis braguitas, solo medias y un súper micro vestido, el cual estaba oculto bajo mi abrigo, pero la sensación de desnudez me invadía:

Oh Padre estoy casi desnuda

Y?

Y si la gente se da cuenta, me muero.

Así te quedas, me gusta a mí y no hay nada más que hablar.

Y si me ve algún conocido o amigo, que dirá.

Dirá que eres una mujer atractiva y sensual.

Aparca frente a la tienda que visitaríamos, un Sex shop. Estoy tan nerviosa por si me viera algún conocido que casi parezco un asaltante mirando para todos lados no vaya yo a encontrarme con alguien que me reconozca, no me conviene, ni por las fachas ni por el lugar al que entraré.

Cómo conocedor del lugar y hombre protector que es, evidentemente este ya había venido en más de una ocasión con otras de sus sumisas, me lleva por la parte trasera del edificio, entrando por una puerta disimulada, tremendo alivio siento cuando me doy cuenta que no tenía que entrar por la principal que está en la avenida más transitada de la ciudad.

Ya dentro me siento extraña, "uy" que cosas hay en ese lugar, miro a todos los rincones del local con cierto temor y vergüenza, sin embargo él se pasea muy seguro y confiado de lo que necesitaríamos, me muestra un huevo vibrador y unas bolas chinas, le miro asustada y con los ojos abiertos como dos platos y un remolino de preguntas pasándome por la mente, le pide asistencia a una de las chicas que atienden el local y le dice lo que buscamos, nos da varias opciones explicándonos los usos y funcionamientos, ¡también queremos un vibrador! alcanza a decirle, ¡Oh Dios!, la cara se me puso colorada, que va a pensar esa pobre niña de mi, ella muy resuelta y amable nos trae un ejemplar nada tradicional, de color morado, de tamaño idéntico a su pene y usos inimaginables para mi, que rotaba la punta del vibrador en su propio eje y con unas bolas que se movían en el interior de la vagina y tenía un estimulador de clítoris, "justo lo que él creía que yo necesitaba !De verdad, querido diario!, abrí los ojos, no pensaba que esas cosas tenían tantas características atractivas para el placer sexual femenino.

Ok, nos lo llevamos, aseguro él, ¡joder!, yo era un manojo de nervios hasta que dijo:

  • Mira y también de paso nos llevamos el huevo. Quede de piedra y blanca como el papel, ¡dos juguetes solo para mí!, al cabo de un rato salimos del local con los juguetes en una bolsa, cuando llegamos al coche guardamos la bolsa en el maletero, pero antes de cerrarlo se le ocurre la brillante idea de darme el huevo para que lo meta en mi bolso con una mirada traviesa y una sonrisa socarrona, lo hago totalmente intrigada, no tengo idea de lo que trama.

Nos dirigimos al restaurante y al entrar me indica que vaya al baño y me introduzca el huevo en la vagina. Quedo totalmente asombrada, no imagine que se atreviera a eso, me mira divertido y se ríe.

¡Ok, yo obedezco!, le pido el mando a distancia del huevo, porque es de esos modernos que llevan un aparato para controlarlo a distancia. Qué vergüenza, en que situaciones me pone este hombre , de verdad que en mi vida había sufrido tanta humillación, encima no me fiaba mucho de él, es demasiado imaginativo y perverso para una niña tan inocente como yo, me mira y me dice:

Del mando nada, es mío, soy yo el que lo controla. No me quedo más que obedecer e ir al baño a cumplir sus deseos.

De por sí soy vergonzosa pero imaginar la situación a la que me expuse es de lo peor, casi desnuda con un huevo del tamaño de un celular pequeño dentro de mi vagina y con el mando en manos de un sádico vengativo, es para morirse.

Ya en el baño al sacar el huevo del bolso lo veo tan grande para mi delicado coñito, ¿cómo carajo me voy a meter esa cosa en mi vagina?. Por suerte como a lo largo de la mañana me tuvo en un estado de excitación continuo mi chochito se mantenía lubricado, por lo que para mi asombro pude introducirlo fácilmente.

Salgo del baño con miedo a que se caiga en mitad del comedor ese trasto que llevo metido, siento que todo el mundo me mira, me dirijo a la mesa y me siento frente a él disimulando mi nerviosismo.

– ¿Todo bien? pregunta, asiento con la cabeza.

-Vale, vamos a pedir. Llama al camarero y al acercarse para ofrecernos la carta, con el mando prende el bendito aparato, logrando una exaltación en mi, "Oh como te odio desgraciado", justo frente al camarero se le ocurren estas cosas, yo tratando de controlar las ondas de excitación que me embargaban, me tiemblan las manos, mi respiración se acelera, no puedo pedir la comida sin que se dé cuenta de que me pasa algo, el lo apaga y me regresa la vida, ¡maldito!, que vergüenza pase, él contempla mi rostro con media sonrisa en sus labios, así estuvo durante toda la comida, apaga, enciende, diferentes velocidades, a su entero antojo, ¡hay querido diario el muy cabrón me dio la comida! cada vez que lo hacia mi cuerpo saltaba de la silla, mi cara era un poema y la gente no dejaba de mirarme sin imaginarse lo que estaba pasando en mi interior.

Mi coñito chorreaba mis secreciones vaginales de forma descontrolada, estaba mojando la silla, el calor que sentía y el miedo a ser descubierta me estaban torturando, un placer cada vez más profundo me invadía el cuerpo por entero, mis ojos no se podían mantener quietos y mordía con fuerza mis labios para no gemir cada vez que este desgraciado ponía en marcha ese endemoniado aparato.

Así me tuvo casi una hora de interminables placeres, sin poder comer, ni llegar al orgasmo, sin gritar, sin gemir, pura vergüenza que me invadía unida al placer que sentía fue la mejor experiencia de mi vida.

Una vez que pagamos, salimos del restaurante, ¡no sé cómo!, porque no me podía mantener de pies por carecer de fuerzas, los nervios a flor de piel y mi coño a punto de delatarme con todo los jugos vaginales rodando por mis muslos. El me sujetaba por el brazo y me guiaba por la calle hasta el coche, aun con ese instrumento del diablo encendido dentro de mí. Suplicándole que lo apagase que no podía mas, haciendo caso omiso a mis ruegos y aumentando mas la velocidad del huevo vibratorio.

Los cincuenta metros que nos separaban del coche fueron interminables, no podía andar, iba con las piernas muy juntas, mi cuerpo estremecido, con el rostro colorado por el placer que sentía, rezando para que la gente no se fijara en mi, que espectáculo tenía que ser aquello, vestida con un traje minúsculo, sin bragas, sin sujetador, solo me cubría mi abrigo, totalmente expuesta a las miradas de cualquiera que pasara por nuestro lado.

Imagínate la situación querido diario, yo asustadísima como un ratón frente a su gato cazador, trato de taparme la cara, caminando a pasos cortos pero rápidos, disimulando mi calentura y totalmente desorientada, no tenía ni puta idea donde estaba el maldito coche, yo solo quería entrar y salir de este suplicio. ¡Desgraciado, por qué abusas así de mí! Y lo lindo es que me encanta que me trate así, me siento viva en sus manos y le deseo más que nunca, loca por quitarme este jodido aparato y que lo remplace su fabuloso miembro, le quiero agarrar y despellejarlo vivo, las ganas de fallármelo me están matando, me siento como loba hambrienta.

El muy desgraciado lo estaba disfrutando hasta más no poder. Logramos llegar al coche, me ordena secamente que me siente con las piernas abiertas, ¡joder, no atino ni tan siquiera a ponerme el cinturón de seguridad! y una vez que hemos salido del aparcamiento con su mano derecha me toca el coñito para corroborar su obra siniestra, toda mojada como estaba el mete sus garras en lo que considero una deliciosa invasión, con mi clítoris totalmente hinchado, con el mas mínimo roce de su piel estaba que volaba por las nubes, sigue en sus insistentes caricias provocando una oleada de placeres y sensaciones de lo mas locas, pero sin llegar a conseguir el orgasmo, imposible, era demasiado todo, por fin llegamos a mi casa, al final pensé que iba a tener mi ración de polla, pero no, sin esperármelo me saca el huevo con brusquedad de mi coñito haciéndome gritar de placer y sorpresa, me dice:

-Ve a tu casa y descansa, por hoy has tenido suficiente. Me quede perpleja, no me podía imaginar que me hiciera esto, no me podía dejar en este estado de excitación. Fui a protestar pero me miro muy seriamente y me dijo que no se me ocurriera comportarme como una niñata malcriada o me iba a castigar aun mucho más duro. Baje la mirada y salí como pude del coche. Vi como se iba y en ese momento me di cuenta que me tenía totalmente dominada, a partir de ese momento me tenía a su entera merced, pase de ser su amante a ser su sumisa.

Como ves querido diario fue un día inolvidable que no podre contarle a nadie, solo a ti porque eres el único que sabrás guardar mi hermoso secreto.