Historias reales de Tinder. Parte 1

En esta serie de relatos os voy a contar mis experiencias sexuales gracias a Tinder. En este primer relato os cuento mi encuentro con Inés, y su culo que quedo guardado en mi memoria.

Siempre he preferido ligar en bares y discotecas qué por internet, pero la pandemia ha cambiado la forma de relacionarse por lo que decidí darles una oportunidad a las apps de citas. Una noche de verano, mientras estaba aburrido en el sofá, abrí la aplicación e hice match con una chica que estaba a pocos kilómetros de mi casa.

En ese momento yo tenía 25 años y la chica que acababa de conocer, que se llamaba Inés, tenía 35. De primeras ya me sorprendió que una chica de 35 años se fijará en alguien como yo y eso, ligado a que todavía no me fiaba mucho de los perfiles de internet me hicieron desconfiar. Unas dudas que se pasaron un poco cuando comencé a chatear con ella y la conversación empezó a subir de tono. Llevaba varios meses sin tener relaciones sexuales por lo que, cuando Inés me pidió de vernos, acepte inmediatamente.

Quedamos una tarde a tomar una copa y cuando la vi aparecer se me disiparon todas las dudas ya que era tal y como la había visto en fotos. Era bajita, le sacaba casi veinte centímetros, algo que me encanta, guapa de cara y con un cuerpazo espectacular. Sus pechos eran grandes, aunque no desmesurados, pero lo mejor de todo era su culo, grande y firme que se podía notar gracias a un vestido corto que se ceñía a su cintura y que hacía romper cuellos allá por donde Inés pasaba.

Cuando nos conocimos nos dimos dos besos tímidos y fuimos a una terraza a tomar una cerveza mientras nos conocíamos.  Después de unos minutos de vergüenza, los dos nos soltamos un poco y la conversación se volvió más agradable hasta que la cerveza empezó a hacerle efecto y me pidió si quería que fuéramos a otro sitio. Evidentemente, acepté encantado.

Cuando pagamos, ya era de noche. Habíamos quedado en un pueblo cercano al suyo y los dos habíamos llegado en coche. Como ella se conocía el pueblo mejor que yo me invitó a que subiera al suyo y me prometió que quería enseñarme un sitio muy bonito. A mí, las cervezas también me habían diluido toda la vergüenza y aquella chica ya me estaba poniendo muy caliente así que me subí a su coche encantado. Nada más cerrar la puerta se abalanzó sobre mí y empezó a besarme.

— No sabes lo cachonda que estoy – Me dijo mientras conducía mi mano a su entrepierna. Antes de poner mi mano sobre su coño podía notar el calor que desprendía. Note que estaba completamente depilada y, tenía la mano sobre su ropa interior podía notar que ya estaba bastante mojada. En ese momento mi polla empezó a reaccionar, tenía a aquella mujer, diez años mayor que yo completamente cachonda y las ganas que tenía de follarla iban en aumento.

-Vamos a un sitio más tranquilo- me susurró al oído mientras ponía el motor en marcha.

Me llevó a un sitió apartado del pueblo donde veíamos los coches pasar por la carretera, pero al ser de noche a nosotros no nos veían. El trayecto duró unos quince minutos y durante todo el rato no quite mi mano de su coño. Iba frotándolo suavemente con mis dos dedos y cada vez notaba que ella estaba mojando más el tanga.

-Que cachonda me estás poniendo, voy a perder el control del coche- me decía entre gemidos mientras intentaba centrarse en la carretera.

Cuando llegamos, apagó las luces el coche y salimos a la calle. Nadie nos veía y teníamos tiempo de ver llegar a cualquier coche. Agarre a aquella chica y la tumbe sobre el capo del coche. Los primeros besos eran suaves y los mezclaba con alguno en el cuello, pero aquella chica tenía ganas de follar, se le notaba, así que aceleré el ritmo y mis manos subieron su vestido para poder disfrutar por primera vez de aquel culo.

  • ¿Te gusta? - me dijo con una sonrisa picara cuando noto que no paraba de agarrar sus nalgas con fuerza-

-Dios, me encanta- le dije mientras le daba el primer azote de la noche. Joder, me encantaba como sonaba.

-Ahora me toca a mi pequeño- esta vez fue ella la que me tumbo sobre el capó. Me subió la camiseta y empezó a pasar su lengua por todo mi cuerpo mientras desabrochaba mi vaquero y lo bajaba dejándome solo con los calzoncillos. Su lengua se recreó en mis pezones y mi polla estaba pidiendo a gritos que la liberarán por fin. Al fin llegó, primero paso sus labios por encima de mis calzoncillos y besaba mi polla hasta que de pronto subió su mirada a mis ojos y con aquella sonrisa picara que tanto me ponía, bajo de un tirón mi ropa interior.

Mi polla salió disparada y la golpeó en toda la cara, le encantó. Sin dudarlo ni un segundo se la empezó a meter en la boca. Vaya mamada me estaba haciendo, la saliva salía a chorros de su boca y yo empecé a soltar gemidos que no podía reprimir más, aunque intentaba no hacerlos muy fuertes para que nadie nos escuchara.

-Me encanta tu polla.

-Y a mi como la chupas, nunca me habían hecho una mamada con tanta saliva.

-Pues disfruta de esta mamada pequeño- me dijo mientras yo seguía tumbado en el capo y ella estaba de cuclillas enfrente del coche.

La mamada se volvía cada vez más rápida y mi cuerpo empezaba a sentir impulsos de electricidad por la toda la columna, estaba en la gloria. Le agarre del pelo para que no le molestará mientras me la chupaba. Tenía unas ganas increíbles de correrme, pero no quería dejar pasar la oportunidad de comerme aquello culo.

Antes de que le soltara toda la leche en la boca, la tumbe en el coche y le quite el tanga. Su vestido estaba ya por su vientre, así que decidí quitárselo del todo. Joder vaya sorpresa me llevé, Inés no llevaba sujetador así que aquellos melones quedaron a mi vista. Eran mucho más grandes de lo que pensaba.

Me lancé a comérselos enteros, esta vez fui yo el que tenía la boca llena de saliva y se los embadurné enteros. Le mordía suavemente los pezones, cosa que le volvió loca. Su respiración se estaba volviendo en jadeos cada vez más fuerte hasta que baje mi lengua a comerme ese coño que estaba ya encharcado.

-Eso es pequeño, cómeme todos los flujos que tú mismo has provocado

-Joder Inés, esto ardiendo.

-Me pones muy cachonda, este coño es solo para ti.

Mi lengua empezó a recorrer sus labios y a besar doto su coño. Tenía la boca ya llena de su fluido que sabía espectacular. Mi lengua empezó a recorrer todo su clítoris.

-Madre mía, eso es peque, sigue así- me decía mientras agarraba mi cabello con fuerza y dirigía mi cabeza hasta su coño. Con cada lametazo que le pegaba a su coño más apretaba mi cabeza contra ella. Cuando sus jadeos se volvieron gemidos decidí introducir dos dedos dentro de su coño mientras seguía lamiendo su clítoris. No tardó ni dos minutos en correrse.

  • ¡Me corro!, ¡No puedo más, me voy a correr en tu boca! ¡Joder, que comida de coño, me has puesto como una perra! - me gritaba mientras se corrió con mi lengua pegada a su coño y tiraba fuerte de mi pelo.

-Quiero follarte, quiero meterte toda mi polla dentro de ese coño tan caliente.

-Uff… Hazlo cabrón, tengo ganas de que me la metas.

Le di la vuelta y volvía a tener a la vista aquel culazo. Joder, que nalgas. Volví a azotarle el culo, dejando mi mano marcada.

-Dame más, quiero que me dejes el culo rojo.

-Te gusta que te azote eh, este culo está pidiendo guerra.

Inés tenía el tronco superior completamente apoyado en el capó del coche y yo estaba de pie detrás suyo, con la polla en la mano y buscando la entrada de su coño mientras pasaba mi capullo suavemente por la entrada de su ano. A pesar de que se había corrido seguía muy cachonda y con sus manos se abría las nalgas para facilitar que se la metiera. Estaba loca por sentir mi polla y yo por metérsela.

Cuando se la metí, gritó de placer:

-Vaya polla más gorda tienes.

Tras dos embestidas suaves para que su coño se adaptara a mi polla, empecé a acelerar el ritmo y con ello los gemidos de Inés crecían.

-Oh sí peque, sigue follandome. ¡Ese pollón me va a volver loca joder! ¡Fóllame más!

-Me encanta meterte la polla, que caliente estás perra.

Estaba en la gloria, no podía para de embestir a aquella chica que acababa de conocer hacía apenas unas horas. Con cada embestida mis caderas chocaban en aquellas enormes nalgas mientras seguí azotándolo. El sonido de aquel culo recibiendo aquellas embestidas me pusieron tan cachondo que estaba a punto de correrme.

-Joder Inés, ¡Me voy a correr!

-No te corras dentro, córrete en mi boca, quiero tu leche.

-Pues chúpame la polla, porque me corro ya.

Se lanzó sobre mi polla llenándomela otra vez de saliva y cuando noté que la tenía casi en la garganta solté toda mi leche. Tuve que apoyarme sobre el coche para no caerme, vaya corrida acababa de hacer sobre la boca de aquella chica, estuve casi un minuto soltando leche y Inés no se la sacó de la boca en ningún momento, todo lo contrario, se comió hasta la última gota.

-Vaya polvazo que acabamos de echar pequeño.

-Lo siento, hacía mucho que no me corría así con tanta cantidad de semen- le dije.

-Me ha encantado, me has inundado la boca- me dijo con aquella sonrisa pícara otra vez.

Después de aquello fuimos conscientes otra vez que estábamos en la calle así que nos vestimos y volvimos al pueblo donde tenía aparcado mi coche. Nos despedimos con dos besos. Los dos teníamos claro que solo queríamos sexo y que no nos volveríamos a ver. A día de hoy sigo recordando las embestidas de aquel precioso culo.