Historias reales 3 - la continuacion-

Este es el desenlace de aquella experiencia

HISTORIAS REALES 3 (la continuación)

Al día siguiente, todos despertamos como si nos hubieran dado una paliza, seguramente serían los efectos del alcohol, por lo que prometimos tomárnoslo con más tranquilidad.

Se respiraba un ambiente de complicidad tras lo ocurrido entre los tres durante la noche, y me sentí mal pensando que Verónica estaba ajena a todo aquello, por lo que decidí contárselo.

Aprovechando un momento a solas se lo conté. En principio me pareció que no le gustó lo ocurrido. Sin embargo, tras recapacitar un poco, y recordar situaciones anteriores a aquella entre nosotros, empezó a aceptarlo, es más, creo que el morbo empezó a invadirla.

El resto del día fue tranquilo. Estuvimos en la piscina, bañándonos y tomando el sol, por supuesto con poca ropa la mayoría del tiempo. Claudia y Miguel nos confesaron que practicaban el intercambio de pareja, y que era lo mejor que en una relación podía ocurrir, pues lejos de sentir celos, con cada experiencia, se querían más y más.

Nosotros correspondimos a su confesión diciéndoles que, si bien no éramos practicantes habituales, también aceptábamos que intervinieran otras personas en nuestras situaciones sexuales, habiéndolo llevado a efecto en alguna ocasión.

Todo lo dicho nos hizo sentirnos más cercanos, que hubiéramos intimado más. Y sobre todo, me hacía sentir mucho más apetito por la italiana.

Tras la cena nos quedamos en casa, descansando del día anterior. Nos quedamos en el salón. Charlábamos con la tele puesta, aunque sin hacerle caso. De repente tuve una idea. Sin comentarlo con nadie me levanté y puse en el DVD una película porno, en donde eran frecuentes los tríos, los intercambios, las dobles penetraciones y, cómo no, alguna escena lésbica.

Todos se animaron al comenzar a ver la peli, prestándole cada vez mayor atención y, cómo no, aparecieron los comentarios sobre “qué pedazo de polla tiene ese tío”, “vaya polvo que tiene esa tía” etc.

No podía resistir más sin preguntarle a Miguel sobre su prima, mi mujer:

-          Oye, Miguel, me ha dicho Verónica que de jóvenes andabas detrás de ella.

-          ¿Qué si andaba detrás? Besaba el suelo que ella pisaba. Era una diosa para mí, un sueño inalcanzable.

-          Pero ¿tú serías capaz de montártelo con ella siendo tu prima?

-          Sin duda alguna. Todavía la miro y siento un cosquilleo que me provoca a lanzarme hacia ella. ¡Es la mujer más guapa, simpática y morbosa del mundo entero!

-          Oye, ¿y yo qué? Protestó Claudia al verse relegada a un segundo plano.

-          Tu también cariño, contestó condescendiente Miguel.

-          Con que sí. De modo que soy una segundona en tu vida. Pues vas a comprobar lo que se siente siendo el segundo plato, dijo ella a la vez que se levantaba del sofá y se dirigía hasta mí, sentándose sobre mi regazo a la vez que me pasaba uno de sus brazos por detrás del cuello, haciendo que mi cara cayese justo a la altura de uno de sus deseados pechos.

-          ¡Oye, que ese es mi marido! Pues si tú te ocupas de él yo tendré que hacerlo de mi primo, argumentó Verónica a la vez que imitaba lo hecho por la italiana y se subía sobre las piernas de su primo.

Claudia pareció sentirse retada por lo que hizo mi mujer, por lo que tomó una de mis manos y la llevó hasta uno de sus pechos, iniciando un movimiento que yo, muy gustoso, continué. La respuesta por parte de mi mujer no se hizo esperar de modo que la imitó pero añadiendo la novedad de que la mano de su primo entrara por dentro de la camiseta, tocándola a pelo. Miguel empezó a alucinar, tanto como lo estaba haciendo yo.

La italiana reaccionó quitándose la camiseta, dejando al aire sus dos tremendas tetas. Me cogió la cabeza por la nuca y la acercó hasta la que estaba libre, mientras miraba desafiante a la otra pareja. Comencé a pasar mi lengua por su pezón, lo succioné, a la vez que con la mano tocaba la otra teta. ¡Era alucinante poder disponer de aquellas tetas! Miré hacia los primos y comprobé que mi mujer iba imitando todo aquello que Claudia iba haciendo, por lo que en ese momento su primo estaba haciendo justamente lo mismo que yo, y seguramente estaría alucinando lo mismo también.

Claudia se puso en pie, y con gran maestría se deshizo de la poca ropa que aún le quedaba, mostrándose totalmente desnuda. La visión de aquel cuerpo perfecto hizo que la erección que ya sufría aumentara hasta límites insospechados. Se subió a horcajadas sobre mí, a la vez que comenzó a quitarme la camiseta y me besaba. A continuación volvió a descabalgarme y se deshizo igualmente de mi pantalón, encontrando mi miembro totalmente tieso como un palo.

Claudia estaba ya también desnuda por completo, estaban frente a mí, por lo que me daba la espalda, y podía observar su culo, que para mí es la perfección. Estaba desnudando, al igual que la italiana había hecho conmigo, a su primo. De pronto tuve que desviar mi atención pues Claudia se había arrodillado entre mis piernas y, tras menear mi polla unas cuantas veces, se la introdujo en la boca, comenzando una mamada como nunca me habían hecho. Sentía unas sensaciones especiales, indescriptibles. Mi mujer que había observado lo que la otra hacía, se agachó y comenzó también una mamada sobre el miembro de su primo.

La italiana, parecía haberse olvidado a estas alturas de por qué estaba haciendo todo aquello, ahora solo quería disfrutar, sentir y hacer sentir placer. Tiró de mí haciendo que me levantara del sillón, sentándose ella en mi lugar, abriendo sus piernas, poniendo cada una de ellas sobre los brazos del sillón. La visión de aquella mujer totalmente abierta de piernas, entregada, esperando que le diera placer, me hizo sentir afortunado, y no debía defraudarla. Me coloqué de rodillas entre sus piernas, y comencé a acariciar su raja con uno de mis dedos, de arriba abajo, mientras ella atrapaba sus tetas con las manos, pellizcando y tirando de los pezones. Llevé mi cabeza hasta su coño y comencé a comerlo, mientras dos de mis dedos la penetraban una y otra vez, arrancándole los primeros gemidos  de placer.

En ese momento no podía, por mi posición, ver a Verónica, pero me imaginé que estaría en iguales condiciones, pues ya comenzaba a gemir de igual manera que lo estaba haciendo la italiana. En esto estaba cuando Claudia comenzó a sufrir las convulsiones propias del orgasmo, mientras atrapaba mi cabeza contra su sexo, para evitar que parase.

En ese momento Verónica comenzó también a gritar de placer, pues también había llegado al orgasmo.

Sin casi haberse recuperado del orgasmo, Claudia se levantó del sillón empujándome a mí sobre él. Nada más sentarme volvió a subirse sobre mí a horcajadas. Con una de sus manos dirigió mi polla hasta su coño, haciendo que la penetrase, metiéndosela hasta sentir como su culo chocaba contra mis huevos. Estaba desbocada, como loca. Metió mi cabeza entre sus tetas, moviéndolas lateralmente para que estas chocaran contra mis carrillos.

Pude ver como Verónica estaba haciendo lo mismo que la italiana, solo que ella se estaba colocando de frente a nosotros, de modo que me facilitaba la visión de cómo la polla de su primo entraba y salía de su coño cada vez que subía y bajaba.

Atrapé con ambas manos las tetas de la italiana, juntándolas de modo que pudiera chuparlas alternativamente con mayor rapidez, mientras ella seguía follándome.

Verónica había echado su cuerpo hacia atrás, de modo que su primo podía tocas sus tetas mientras ella lo follaba.

De pronto se me ocurrió una idea.

-          ¿Eres capaz de comerle el coño a mi mujer mientras se está follando a tu novio? Le propuse a Claudia.

No se molestó en contestarme, si no que se levantó de mí, y se fue hasta ella, se puso a cuatro patas delante de los primos y sin esperar ni un segundo comenzó a pasar su lengua desde los huevos de su novio hasta el clítoris de mi mujer de una sola vez. Verónica comenzó a gemir más intensamente, sobre todo cuando sentía la lengua sobre su botón del placer. Claudia se percató de ello y se concentró en comer el coño de mi mujer, consiguiendo que en un momento se retorciera de placer por el nuevo orgasmo que estaba sufriendo.

Tras observar durante unos instantes las maniobras de la italiana, me dirigí a su parte trasera, la cual ofrecía un culo en posición de ser penetrado, y que poco tenía que envidiar al de mi mujer. Llevé mi polla hasta su coño penetrándola de una sola vez con un fuerte empujón el cual provocó en ella un gritito de mezcla entre dolor y placer. Seguí penetrándola con fuertes empujones que hacían que mi polla entrara totalmente dentro de ella, hasta llegar a chocar mi cuerpo contra su culo. Fui aumentando el ritmo hasta conseguir en pocos minutos que abandonara el coño de mi mujer para poder gemir por el placer que le estaba proporcionando. Llevó una de sus manos hacia atrás pidiendo que la penetrara más deprisa aún, cosa que intenté hacer en la medida de lo posible, pues ya el ritmo era muy alto. Hasta que sentí como se contraían las paredes de su sexo, a la vez que gritaba de placer, explotando en un gran orgasmo.

Verónica había aprovechado la pasividad de Claudia durante esos instantes para girarse y follar a su primo frente a frente. Saqué mi polla del coño de la italiana. La tenía totalmente mojada por los jugos de su coño. Aprovechando la lubricación extra que llevaba la dirigí hasta el culo de mi mujer, que al sentirla se echó hacia delante para facilitarme la maniobra, y de camino hizo lo propio para que su primo chupara sus tetas. Metí mi polla despacio en su culo. Sentía como entraba y salía la de Miguel. Comencé a hacer lo propio acompasando mi movimiento con el del primo. En pocos segundos Verónica explotaba en un orgasmo como nunca hasta ese momento le había visto.

Cuando se relajó del orgasmo, Claudia le pidió la vez, diciendo que ahora le tocaba a ella. Subió sobre su novio metiéndosela por el coño, y echándose hacia delante como momentos antes hizo Verónica, me ofreció su culo, que no tardé en penetrar. Comenzamos a bombearla entre los gritos de placer de ella. Mi mujer aprovechó para subirse al sofá ofreciendo su coño al primo para que lo chupara.

Me sentí enloquecer de placer, si es que podía estarlo más, no quería correrme pero a la vez necesitaba hacerlo. Decidí dejarme llevar y hacerlo. Se lo advertí a Claudia que me pidió que lo hiciera dentro de ella, que quería sentir el calor de mi semen dentro de ella. Aquella petición ya fue suficiente para que llegara a mi límite, explotando en un orgasmo como nunca había sentido, penetrándola con fuerza mientras asía sus cachetes para que los envites fueran más fuertes aun. Miguel, seguramente excitado, por lo que le estaba haciendo a su novia, no pudo aguantar más y también se corrió.

Me separé de Claudia, y pensé que ya todo había acabado, pero mi mujer, como no, me sorprendió bajándose del sofá, y dirigiéndose hasta la italiana, a la que comenzó a chupar el semen que le salía del culo. Claudia viendo la maniobra sacó la polla de su novio del coño, elevando algo sus caderas para facilitar el acceso de mi mujer a este, algo que no le pasó desapercibido, pues enseguida comenzó a lamerle el coño, succionando el semen que se derrama de él.

Una vez dejó limpios ambos agujeros se levantó y fue hasta Claudia a la que comenzó a besar compartiendo los jugos que había estado succionando.

Miguel y yo nos sentamos en los sillones próximos observando cómo ambas chicas se besaban, a la vez que llevaban sus manos al coño de la otra, haciéndose un cruzado. Tras varios minutos así vimos como alternativamente se iban corriendo, cayendo rendidas la una sobre la otra, enlazadas en un abrazo a la vez que se besaban entrelazando sus lenguas. Esto si puso fin a aquella noche de sexo.

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