Historias Reales 1

Aquí comenzamos a disfrutar del verdadero sexo. Todo comenzó en una salida con unos amigos a una casa rural...

HISTORIA REAL   I

Amigos, mi nombre el Charli. Soy una persona bastante normal, pienso yo, al menos hasta hace poco tiempo cuando me di cuenta de que lo que más me apasionaba en este mundo es ver como disfrutaba mi mujer, Ana, con el sexo. Pero no con el sexo habitual entre una pareja, no. Si no verla con otros hombres o mujeres en cualquiera de sus combinaciones. Y lo que es más raro quizá, el contaos a los demás lo que hace para que todos puedan saber que ella es la más guarra que hay sobre la faz de la Tierra.

Ana es una chica fuera de lo común: alta, delgada, pelo largo rubio y ojos claros. Sus pechos no son demasiado grandes, pero si tienen una forma y posición que los hacen muy atractivos y provocativos. Su culo es redondo y prieto. En conjunto se podría decir que se trata de una tía muy atractiva y sugerente, a pesar de sus 35 años.

Nuestras relaciones sexuales se habían limitado a lo típico entre una pareja, aunque un día, seguramente provocados por la película porno que estábamos viendo durante el preámbulo, comencé a comentarle si a ella no le gustaría disponer de más de un hombre, como la chica de la peli. Ella en principio pareció escandalizarse con la idea, pero yo seguí insistiéndole sobre el tema, haciendo especial hincapié en que dispondría de dos hombres para satisfacerla y de ese modo también podría experimentar cosas nuevas que hasta el momento no había podido disfrutar.

Parece que mi insistencia fue haciendo mella en ella, y se fue sugestionando con los argumentos que le exponía durante el acto sexual, comentándole si en ese momento no le gustaría sentirse tocada por otras manos, sentir dos lenguas a la vez sobre sus pechos, sentir como otro hombre diferente a su marido la penetraba… Ella fue participando en dichas fantasías, contribuyendo a ellas con ciertos comentarios sobre lo que en ese momento le apetecería que le hicieran los dos hombres de nuestras fantasías.

En alguna ocasión más reiteré estas situaciones, haciendo en ocasiones participe a alguna mujer, y cada vez ella se sentía más atraída por la idea de ser poseída por más de una persona a la vez. Esto creaba en mí un sentimiento contradictorio entre celos y excitación, haciendo que las sensaciones sobre el sexo fueran diferentes a lo que había sentido hasta ese momento.

Un día quise profundizar más en el tema y le propuse hacer realidad la fantasía que tanto tiempo estábamos compartiendo. Ella contestó que no se atrevía, que le daría vergüenza el sentirse desnuda ante otra persona diferente a mí, pero que a la vez el hecho de imaginarlo hacía que se humedeciera y deseara llevarlo a cabo. Que, seguramente, debería estar un poco pasada de copas para poder hacerlo sin avergonzarse. Yo le propuse:

-          ¿Qué te parece si lo preparo todo, sin que tu lo sepas, y un día te sorprendo con la presencia de alguien más? Sin compromiso ninguno, si no te sientes cómoda, o bien solo quieres compartir ciertas experiencias con la persona nueva, todos tan amigos y no habrá disgustos.

-          Me parece bien. Admitió tras unos instantes de vacilación.

-          Pues no te voy a decir cuándo pero hazte a la idea de que cuando menos lo esperes vas a ser compartida con otra persona y, seguro, que lo pasaremos como lo hemos imaginado.

Lo cierto era que no sabía cómo hacer para organizar un encuentro con otra persona y esto me iba desmoralizando, aunque siempre que hacíamos el amor imaginábamos que participaba alguien más, unas veces un chico y otras una chica, por lo que la situación no dejaba de estar presente en nuestra relación.

En una ocasión nos pusimos de acuerdo con otras dos parejas para pasar unos días en una casa rural. Lo estábamos pasando muy bien pues todos ellos son muy simpáticos, y he de decir que estaba Toni que era especialmente agradable, sobre todo a los ojos de mi mujer, cosa muy comprensible pues, además de simpático, físicamente era muy atractivo.

A la segunda noche de estar en la casa rural, la otra pareja y la mujer de Toni decidieron irse a la cama pronto pues estaban muy cansados por todo lo que habíamos hecho durante el día, quedándonos casualmente Toni, Ana y yo. Estuvimos charlando mientras tomábamos unas copas, e incluso estuvimos jugando a las cartas. A veces la charla tomada la dirección picante que tanto esperaba, pero volvía a ser normal poco después. Pero sí pude observar que la mirada de Ana era un tanto especial en aquellos momentos, cuando la dirigía hacia Toni. Yo ya conocía aquella mirada de deseo que en más de una ocasión me dedicaba cuando esta se encontraba excitada.

Lamentablemente no conseguía que la situación fuera más allá. Entre unas cosas y otras nos fuimos a la cama muy tarde, tanto que casi nos acostamos cuando los demás se disponían a levantarse. Viendo que nuestra intención no llegaba más allá de la cama, la otra pareja y la mujer de Toni se fueron de excursión sin nosotros, permitiéndonos así descansar sin molestar con los ruidos que pudieran hacer.

Tras haber descansado lo suficiente Ana y yo nos despertamos y remoloneamos en la cama un poco, aprovechando para acariciar su sugerente cuerpo. Noté que estaba especialmente excitada aquella mañana, por lo que le pregunté por Toni:

-          ¿Qué te parece Toni?

-          Bueno… ya hace tiempo que lo conocemos y sabes que me cae estupendamente.

-          No. Me refiero a si serías capaz de follártelo, le pregunté mientras acariciaba suavemente su rajita, la cual encontré especialmente húmeda.

-          Ummmmm! Ya sabes que sí, a él o a cualquier otro que tú me pidieras.

-          Me encanta que seas así de puta.

Permanecimos un rato más besándonos y tocándonos, pero mi mente estaba trabajando a marchas forzadas planeando cómo podría hacer para que ocurriera algo especial, pero no encontraba la solución.

Viéndome un poco distante, Ana decidió dejarlo estar y no seguir con el sexo comenzado, por lo que se puso una toalla alrededor de su cuerpo y decidió ir a tomar una ducha, como todas las mañanas.

Poco después apareció Toni que, tras saludar se dirigió al aseo, el mismo en donde se encontraba Ana. Pensé en detenerlo, pero me arrepentí, lo dejé entrar. Nada más abrir la puerta se detuvo en seco al comprobar que estaba ocupado, pero no pudo darse la vuelta, se quedó clavado contemplando el cuerpo desnudo de mi mujer. En seguida reaccionó y se dio la vuelta saliendo del aseo.

-          ¿Por qué no me has avisado que estaba Ana dentro?

-          ¿Por qué habría de hacerlo? A nosotros nos da igual si nos ven desnudos, mentí. ¿Es que no te ha gustado lo que has visto?

-          Bueno… esto… naturalmente. Me he quedado alucinado. Tiene un cuerpo alucinante.

Me dijo mientras abandonaba la habitación un poco avergonzado.

El día transcurrió de forma normal. A la noche volvimos a quedarnos los mismos tres, pues el resto se encontraban muy cansados por sus excursiones.

Nos sentamos los tres en un sofá frente a la tele a ver una película que daban en la tele. Ana se situó en medio de los dos, con su pijama ya puesto para cuando tuviera que ir a la cama estar  preparada. Estábamos tapados con una manta y la falda de la mesa camilla, y tomando unos chupitos. La película comenzó a tener algunas escenas de erotismo, que la verdad es que me pusieron un poco a tono. Llevé mi mano a la entrepierna de Ana que abrió sus piernas receptiva, seguramente también la estaba poniendo a tono la película. Con disimulo metí mi mano por dentro de su pantalón del pijama, comprobando que no llevaba ropa interior, como era habitual para dormir. Encontré su coñito húmedo. Ciertamente estaba excitada. Acaricié su rajita, y metí uno de mis dedos en su agujero tanto como pude. La miré a la cara y noté la expresión de excitación en ella  habitual.

Sentí como una de sus manos se posó sobre mi paquete, que se encontraba a reventar por lo cachondo que me encontraba al estar metiéndole mano a mi mujer, con otro tío sentado al lado. Lo acarició mientras se me acercaba al oído y me dijo que me la sacara, lo cual hice inmediatamente como pude. No sé si Toni se estaba dando cuenta de todo.

Una vez la tuve fuera, Ana comenzó a menearla, masturbándome, con movimientos muy lentos para que no resultasen evidentes. Me acerqué al oído de ella y le susurré:

-          Anda, mira a ver como la tiene Toni.

Mi mujer me miró pensando que me había vuelto loco, pero al ver que se lo decía en serio y tras una ligera duda, por fin se decidió.

Podía intuir como llevaba su mano hasta la pierna de Toni, que en seguida la miró sorprendido, pero la dejo hacer. Su mano fue subiendo hasta llegar al paquete de nuestro amigo. Comenzó a acariciarlo, suavemente, al igual que estaba haciendo con la mía. Yo miraba disimuladamente, intentando parecer que no me daba cuenta de lo que estaba ocurriendo.

Toni se movió intranquilo, seguramente porque mi mujer estaba tratando de encontrar su polla  dentro de su pantalón. Por fin la encontró, pues según pude apreciar el movimiento de su mano cambió. Vi que esta comenzó a subir a bajar. ¡Se la estaba meneando. Por fin era posible que nuestra fantasía se hiciera realidad! Todo dependía de cómo se lo tomara Toni.

Ana dejó de menear mi polla, concentrándose en la de él, pero yo seguí con mi mano metida en su entrepierna acariciando su rajita que cada vez estaba más mojada.

De pronto sentí que otra mano intentaba ocupar el sitio en el que estaba la mía. Se trataba de la de Toni que por fin se había decidido. Aunque al encontrarse con la mía en seguida la retiró como si le hubiera dado la corriente. Fue entonces cuando Ana lo agarró y la llevó de nuevo al mismo lugar, encontrándoselo ahora despejado ya que yo había sacado mi mano para permitir la entrada de la suya.

-          No te preocupes, escuche que le susurraba Ana a Toni, me lo ha pedido él.

Pude observar como la mano de nuestro amigo tomaba lugar en la entrepierna de ella. Como comenzaba a moverla acariciando su coño despacio, haciendo que Ana echara su cabeza hacia atrás como signo del placer que le estaba dando.

Me giré un poco hasta hacer que mi boca se encontrara con la de ella, besándola, metiéndole la lengua todo lo dentro que pude, correspondiéndome ella con lo mismo. A la vez pasé una de mis manos por debajo de la camiseta del pijama hasta apoderarme de uno de sus pechos. Comencé a acariciarlo, a apretarlo y a pellizcar su pezón, lo que incrementó sus signos de placer.

Podía apreciar que los movimientos bajo la manta, en su entrepierna eran ahora  más acusados y más rápidos. Sentí la imperiosa necesidad de ver como estaba metiéndole mano a mi mujer, y ella a él. Retiré la manta despacio consiguiendo ver como la mano de Ana se deslizaba arriba y abajo sobre la polla de Toni, y de cómo este le estaba metiendo un dedo en el agujero del coño a esta. Bajé el pantalón de su pijama, despojándola de este, pudiendo ver, ahora sí, claramente como la estaba masturbando. Me senté de nuevo a su lado y le quité también la camiseta dejando al aire sus dos preciosas tetas. Dirigí mi boca a una de ellas comenzando a lamer su pezón que en seguida se puso muy duro, provocando los primeros gemidos de ella.

Estaba Ana tan excitada que se inclinó hacia Toni metiéndose su polla en la boca, comenzando a chuparla. Pasaba su lengua por su capullo. Otras veces lo hacía a lo largo de esta mientras seguía meneándola. Me arrodillé a la vez que separaba sus piernas. Me lancé hacia su coño el cual comencé a lamer, a meter mi lengua dentro de su agujero, a succionar su clítoris, consiguiendo que al poco mi mujer comenzara a retorcerse en un orgasmo sin precedentes.

Una vez se calmó invité a Toni que ocupara mi lugar, cosa que hizo al instante. Podía observar como otro tío estaba entre las piernas de mi mujer comiéndole el coño. Me puse de pie junto a ella de forma que mi polla caía justo a la altura de su boca, la cual se apresuró a aprisionarla, chupándola igual que antes hizo con la de nuestro amigo.

Desde mi posición podía ver perfectamente la comida que este le estaba haciendo a mi mujer.

-          ¿Te gustaría que te follara Toni? Le pregunté a Ana.

-          Lo estoy deseando.

-          Pues chico, no se debe hacer esperar a una dama.

Este se incorporó un poco hasta conseguir enfrentar su polla con el coño de mi mujer que se le ofrecía totalmente abierto y mojado. Puso su polla en la entrada del agujero y poco a poco la fue penetrando hasta conseguir que esta estuviera totalmente alojada en su interior.

-          Muévete por favor, imploró mi mujer.

Comenzó a moverse despacio, de forma que su polla entraba y salía por entero de su interior, consiguiendo que mi mujer pareciera enloquecer.

De pronto sus movimientos fueron aumentando de ritmo, deteniéndose a veces para meterla de un fuerte golpe totalmente dentro, haciendo que Ana gimiese con gran placer. Fue aumentando el ritmo de estos pollazos, mientras se agarraba de sus tetas, hasta conseguir de nuevo que Ana llegara al orgasmo, corriéndose entre sonoros gemidos y retorciendo su cuerpo.

De pronto se incorporó e hizo que Toni se sentara en el lugar que ella ocupaba antes. En seguida ella se subió a horcajadas sobre su polla, que se metió hasta conseguir que sus testículos chocaran contra su culo, comenzando a moverse arriba y abajo, en círculo, y de adelante hacia atrás, mientras tiraba de sus tetas de forma que pensé se las iba a arrancar, explotando en un segundo de un nuevo orgasmo, que hizo que esta cayera hacia delante, sin sacarse la polla de él en ningún momento, ofreciéndole las tetas para que las chupara mientras seguía disfrutando del placer que el orgasmo le estaba proporcionando.

Sentí que mi polla estaba que iba a reventar por lo que aprovechando la postura tan propicia de ella, coloqué mi polla en el agujero de su culo, y la hice entrar poco a poco para no hacerle daño, entrando y saliendo de él cada vez en mayor longitud, hasta conseguir que mi polla penetrase por entero dentro de su culo. Comencé a meterla y a sacarla con mayor ritmo. Pude sentir como la de Toni estaba haciendo de nuevo lo propio dentro del coño. ¡La estábamos penetrando los dos a la vez!

Estuvimos durante unos minutos así, hasta que ella, que parecía estar poseída, nos pidió que nos corriéramos, que quería sentir nuestra leche sobre ella. Al oír aquello no pude más que sentir una indefinible excitación, algo que nunca había sentido. Estaba viendo a mi mujer convertida en la más pervertida de las putas, por lo que no pude resistir más tiempo, corriéndome dentro de su culo, a la vez que la oía decir lo que le gustaba sentir mi leche caliente dentro de ella.

Una vez me hube tranquilizado, la saqué de su culo permitiendo así que mi semen comenzara a chorrear por su agujero tremendamente dilatado por la penetración.

-          Ahora te toca a ti Toni, pero hazlo en su boca, quiero ver como la muy puta se come tu leche.

Ana no respondió nada, pero se levantó de encima de él a la vez que le ayudaba a levantarse, colocándose de rodillas entre sus piernas, comenzando a chupar su polla con desesperación. Yo me puse junto a ellos, quería verlo, no podía perdérmelo, aprovechando Ana para coger mi polla y menearla a la vez que chupaba la de él.

Unos minutos después Toni avisó que no aguantaba más, que se iba a correr.

-          Abre la boca, puta. Quiero ver como llena tu boca con su leche, le ordené a Ana, que obedeció sumisamente.

Fue dicho y hecho, nada más abrir ella la boca, la polla de Toni comenzó a lanzar unos poderosos chorros de leche, que si bien no todos entraron dentro de su boca, si lo hizo la mayoría, llenando su lengua, sus dientes, y toda su cara. Sin perder un instante Ana se abalanzó sobre el miembro de Toni, continuando la mamada que anteriormente había iniciado, mientras este trataba infructuosamente de detenerla por el excesivo placer que estaba sintiendo.

Poco después mi mujer se detuvo. Había dejado totalmente limpia su polla y de su leche solo quedaba lo  que había caído sobre su cara. ¡Se lo había tragado todo, la muy guarra!

Me parecía estar en una nube, nunca me había sentido mejor, ni había disfrutado del sexo tanto como aquella noche, cosa que Ana también confesó que le había parecido a ella, por lo que nos conjuramos en repetir distintas experiencias con otras personas siempre que nos fuera posible.

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