Historias Fragmentadas: Dos pequeñas introduccione

Cómo varias niñas/adolescentes se inician en el sexo.

HISTORIAS FRAGMENTADAS I

DOS PEQUEÑAS INTRODUCCIONES

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Aquella niña que tan alegremente jugaba rodeada de todos sus juguetes no tenía más de 18 años. Se encontraba con las piernas cruzadas y agarraba fuertemente dos representaciones de coches de carreras dignas de ser elogiadas, pues la precisión con la que se habían ensamblado las piezas manualmente y la abundancia de detalles con la que se habían ornamentado, hacían de estas dos obras maestras en el arte del modelismo. Estas habían recorrido muchos países, estableciéndose en diversas exposiciones donde solían ser el centro de atención de la mayoría de las personas. No obstante, estas piezas compartían la gloria junto con un helicóptero de control remoto, la representación del Titanic y "La mejor maqueta de trenes, jamás realizada", como una vez fue calificada. Todas estas obras maestras descansaban junto a la niña, que después de entretenerse con los coches, se levantó y se dispuso a poner en funcionamiento el motor del helicóptero.

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Esta escena era contemplada a través de un circuito cerrado de seguridad instalado hacía ya más de diez años. Este circuito sólo era accesible para una persona, el dueño de la mansión, el padre de la niña. Hubiesen sido dos personas las que podrían acceder a este circuito si no fuese por la desgracia acaecida a esta familia hacía nueve años, cuando la madre de la niña murió. No obstante, todo circuito de seguridad, ya se abierto o cerrado, se puede violar, y por ello en ese momento la escena era contemplada por más de una persona.

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  • ¡Cariño! Toca revisión mensual – le decía un padre a su hija. Venga, que no puedo estar esperando aquí medio año.

  • Ya voy, ya voy – decía una niña apresurada.

  • Que me tengo que ir, vamos...- decía el padre con un deje de desesperación.

Una niña, apareció en el marco de la puerta vestida con un pijama blanco de ositos de peluche. Por fin, el padre se sintió satisfecho. "¡Al fin! Vamos que me tengo que ir, tengo una reunión dentro de media hora". Su padre era médico. "Hoy me toca a mi hacerte la revisión porque mamá está con un paciente en la consulta, así que tampoco vamos a estar muy cómodos."

  • ¿Y dónde me pongo?

  • En el sofá. Venga, venga – apremió el padre.

Una vez la niña estuvo tumbada en el sofá, el padre arrimó una silla al sofá y se sentó casi al borde de esta. Unos segundos más tarde, el padre, con las manos en la cintura de su hija empezó a bajarla los pantalones, quedando a la vista un perfecto coñito. La niña, como quien ya se consideraba una experta en temas médicos, separó las piernas y las apoyó en las rodillas de su padre, mientras este se ajustaba unos guantes de usar y tirar en las manos. Sin previo aviso, este intentó introducir un dedo en la vagina de su hija, al no poder penetrar a su hija con el dedo, la dijo: "Relaja, que sino no puedo hacerte el examen". El rostro de su hija, dio a entender que así lo haría, y un minuto más tarde, el padre lo volvió a intentar. Mientras iba acercando el dedo al coño de su hija, esta intentaba serenarse y pensar en otras cosas, hasta que notó algo en su interior. Instintivamente miró a su "cosa" y vio como el dedo de su padre intentaba abrirse paso. Su padre, palpó internamente a su hija, realizando una serie de movimientos que permitirían saber si algo estaba dañado. En el momento en que el padre sacó otra vez el dedo de su vagina, ella sintió algo indescriptible, algo que nunca había sentido antes, algo que hizo que todo su cuerpo reaccionara. Su padre, accidentalmente la había tocado el clítoris, cosa que no pasó desapercibida para este.

  • ¿Qué te pasa? – fingió su padre, preocupado.

  • Es cuando me has tocado ahí...

  • ¿Dónde?

Volvió a penetrar a su hija, con el dedo y tocó el clítoris a lo que preguntó: "¿Ahí?". "Si, ahí", respondió.

  • Me parece que vamos a tener que hacer un examen más concienzudo. Quédate un momento ahí.

Dos minutos más tarde, su padre retornó con un bote de algo en la mano.

  • ¿Qué es eso?

  • Para examinarte –respondió este. Ahora vas a tener que cambiar de posición. Tienes que ponerte a cuatro patas sobre el sillón.

Sin dilación la niña se puso a cuatro patas, a lo que el padre le dijo: "Toma tápate los ojos con esto..." – titubeó un segundo y prosiguió – "por cuestiones médicas"

Una vez todo estuvo dispuesto, el padre untó el coño de su hija con un misterioso potingue, extraído de un bote donde se podía leer: "Vaselina". La niña se encontraba un poco más nerviosa de lo habitual pues la detección de algo anormal en su cuerpo podría conllevar a la realización de una operación, y estas no gustaban a nadie, además no podía ver nada más que variadas intensidades de luz a través de aquel trozo de fieltro negro que su padre le había instado a ponerse. Con todo, intentó relajarse. Para ello probó a respirar acompasadamente, no obstante ante tanta concentración cuando sintió que algo le rozaba sus partes, dio un respingo. Instantes después notó como un dedo de su padre se introducía en ella, sorprendiéndose ante la facilidad con la que la penetraba. Entonces volvió a sentir aquella sensación, lo que la condujo a pensar que su padre estaba examinando aquella zona, que minutos antes tanto la había preocupado, no obstante no la desagradaba esa sensación, mezcla de placer y excitación. Una vez su padre pudo introducir un segundo dedo en la vagina de su hija, empezó a masturbarla suavemente mientras esta, ocasionalmente dejaba escapar algún ruidito. "Ahora voy a empezar a examinarte profundamente", anunció el padre mientras se desabrochaba la cremallera del pantalón y sacaba su erecto miembro de su funda. "Si te duele un poco no te preocupes, es normal". Empuñó su poya y con el glande tocó los labios vaginales de su hija, a lo que esta empezó a respirar mucho más deprisa. "Está excitada", pensó el padre de la criatura, "es el momento". Muy lentamente comenzó a introducir su poya en el estrecho hueco que su hija le ofrecía mientras la cogía de la cintura y la atraía hacía él. Nunca se había sentido así, "como una perrita", pensaba ella.

  • ¿Te duele cariño? – preguntó afectuosamente su padre.

  • No – respondió, temerosa de que si respondía afirmativamente su padre la consideraría una tiquis miquis aunque la verdad era que según su padre iba aumentando la presión con aquello con lo que la estaba examinando, un pequeño dolor surgía, para segundos después, desaparecer.

Según su padre iba introduciendo más el miembro erecto, la hija tenía más ganas de tocarse. Dos minutos más tarde, empezó el retroceso. Según su padre iba sacando la poya de su coño, ya dilatado, sentía cómo su cuerpo pedía más. Anticipándose a sus deseos, su padre volvió a introducir aquello, aunque con mayor rapidez. El padre, aumentó la velocidad de las embestidas mientras veía cómo su poya recorría la vagina de su hija, que ya no podía reprimir grititos de placer. Decidió dar un paso más. Sacó su miembro del interior de su hija, "No te muevas, todavía" dijo, y fue a lavarse todo aquello que estuviese impregnado por la vaselina.

La hija no sabía cómo se sentía, aunque no se sentía nada mal, quizás un poco fatigada. Desde que su padre le había dicho que no se moviera, no varió ni un ápice su posición. De repente, sintió que algo tocaba sus labios, algo duro y caliente. Su primera reacción fue apartarse instintivamente de aquella cosa, no obstante esta no cesaba en el intentó, por lo que a la tercera vez que se volvía a encontrar con sus labios, sintió mayor curiosidad por aquello y, como algo instintivo, entreabrió los labios. Habiendo interpretado eso como una invitación aquella cosa presionó sus labios y tocó uno de sus dientes. Ante la presión y la curiosidad separó un poco más los labios, de manera que aquella cosa comenzó a invadir su boca y a rozarse con su lengua. Siguiendo sus instintos, quedó en equilibrio con una mano mientras con la otra agarraba aquel palo caliente, y comenzó a chupar aquello como si de un caramelo se tratara. Notó que tenía un pellejo que se deslizaba sobre el palo que, como pudo sentir con la lengua, terminaba en una semiesfera agujereada. Lo único que se le ocurrió hacer mientras saboreaba aquello fue deslizar rítmicamente aquel pellejo hacia arriba y hacia abajo.

Para él era inédito, se encontraba de pie frente a su hija, que parecía que posaba para una revista de carácter pornográfico, con la mitad de su poya saboreada y masturbada, de un modo no muy experimentado aunque si placentero mientras con una videocámara en la mano grababa la escena. Un rato más tarde retiró la poya de la boca de su hija con cierta dificultad pues esta no paraba de chupar juguetonamente su miembro y se preparó para volver a montar a su hija. Como quedaban restos de vaselina alrededor de todo su agujero, no fue muy difícil volver a introducirla. Así que, continúo follándose a una niña, que ahora se contorsionaba de placer. Por supuesto, no se iba a privar del placer de correrse en su coño.

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El helicóptero tan preciado por miles de expertos en el arte del modelismo ahora surcaba la habitación produciendo el típico siseo de las aspas cuando cortan el aire. La niña lo manejaba con un pequeño mando a distancia, que se comunicaba mediante frecuencias con el artilugio volador. La niña se desplazaba por su enorme habitación mientras entusiasmada dirigía aquel ingenio. Esta escena era la que se podía ver por una pantalla de ordenador cuyo propietario, junto con otra persona, estaba mirando ávidamente los gráciles movimientos de la niña.

  • Es la hora, activa el remoto – dijo uno de ellos.

  • ¿Qué frecuencia?

Su compañero se la dijo. Instantes después se podía ver por la pantalla de ordenador el helicóptero, que antes armoniosamente volaba por toda la habitación, fuera de control, escapando del alcance de la niña, que al ver que este salía por la ventana, salió de la habitación presurosa. "Vamos", dijeron al unísono los responsables del movimiento anormal del helicóptero.

Diez minutos más tarde, dos encapuchados sostenían una gran bolsa de lona, que introdujeron en una furgoneta. Se quitaron todo aquello que les cubría su identidad y volvieron a ponerse los monos, en cuya parte posterior rezaba: "Fontanería especializada, Fontanlux".

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La ausencia de sus padres era habitual pues al ser médicos han de tener actualizada la información acerca de sus trabajos para poder ofrecer al paciente mejores servicios y no correr el riesgo de utilizar métodos arcaicos, que algunas veces pueden causar daños al paciente. Sin embargo, esta noche no fue una reunión lo que les alejó de su hogar sino una cena en uno de los mejores restaurantes de la ciudad, invitación que aceptaron sin titubear. Normalmente contrataban a alguna canguro para hacerse cargo de su hija, pero esta, ya harta de ser controlada en uno de los pocos momentos de soledad que imperaban en su casa, convenció a sus padres para estar a sus anchas.

En cuanto la puerta principal de su casa se hubo cerrado subió a toda prisa a un baño de proporciones gigantescas. Accionó el interruptor de la luz, y este se vio bañado por una gama de tintes blanquecinos. Se dirigió con decisión hacia el lavabo de granito, cercado por una plancha pulida del mismo material utilizada para tener a mano lo imprescindible, como champús o cepillos de dientes. Apartó todo aquello que supondría que la iba a estorbar y se quitó los pantalones del pijama. Desprovista de cualquier prenda que cubriese su pubis, empezó a acariciárselo mientras se miraba en el espejo. Su mano comenzó a bajar pausadamente, mientras de vez en cuando soltaba un gemido ante la excitación de estar sola en casa y acariciándose su coño mientras experimentaba variando la posición de los dedos hasta que encontró la posición que más la haría disfrutar, con uno de sus dedos entre los labios vaginales y presionando ligeramente la entrada de la vagina, más o menos donde se encuentra el clítoris. No obstante ante la perspectiva de encontrar alguna manera más placentera de masturbarse se subió a la plataforma de granito abriendo las piernas de manera que podía verse reflejada en su espejo, desde su coño hasta su cara de ángel, que en estos momentos se encontraba tintada por un color rosado, causa de la excitación, quedando su coño a la altura del grifo mientras que con los glúteos se apoyaba en la curvatura interior del lavabo. Intentó introducir un dedo en su coño, como unas horas antes había hecho su padre pero no lo consiguió por lo que mientras se miraba en el espejo comenzó a chuparse el dedo compulsivamente y acto seguido se lo introdujo en su vagina mientras que con la palma de la mano se acariciaba su pubis. En el momento en que se decidió a introducir su segundo dedo en aquella cavidad un sonido invadió toda la casa. Alguien estaba llamando a la puerta. Presa de la excitación tomó una decisión.

Impaciente volvió a llamar a la puerta. ¿Por qué nadie contestaba? Se sentía exasperado, pues el asunto que allí le había conducido era de máxima urgencia. Probó a llamar otra vez aunque ya daba por sentado que tendría que volver en otro momento, sin embargo no fue necesario puesto que con el particular chirrido de bisagras no engrasadas la puerta se abrió una quinta parte aunque eso era más que suficiente para que una niña dejara visible la cabeza al visitante y preguntase educadamente qué es lo que asunto le traía a esas horas de la noche, puesto que ya eran las diez. El señor preguntó sin dar ningún tipo de explicación si su papá se encontraba en casa, a lo que la niña respondió negativamente y añadió que si quería que podía esperarle sentado con un refrigerio puesto que según ella calculaba no tardaría mucho. Ante una respuesta afirmativa la niña cerró la puerta, quitó la cadena de seguridad y abrió la puerta dejando paso al extraño a un recibidor en penumbra.

  • Espere un momento que encienda la luz...- dijo la niña con un tono picarón.

En cuanto las luces hicieron visible lo que la oscuridad no dejaba ver el extraño dejó escapar un resoplido al ver que la niña que le había abierto se encontraba completamente desnuda, dejando ver sus pechos poco desarrollados aunque con unos pezones bien firmes. Su pubis estaba cubierto por unos pelillos. El hombre se quedó ensimismado con el cuerpo de la niña pues nunca había tenido la oportunidad de ver el cuerpo de una niña. Intentó reaccionar como sorprendido ante la visión de la niña no obstante dijo: "Date la vuelta". Su culito tenía una forma tan redondita, su cintura tan delgadita, sus piernas tan frágiles, al igual que sus brazos. Un conjunto tan manejable. "Inclínate hacia delante". Así lo hizo, dejando ver su intimidad y su ano, cerradito, como si nadie hubiera intentado desvirgarlo.

Antes de que la niña se diera cuenta, el hombre sacó su pene, agarró a la niña por la cintura e intentó introducirlo por su vagina. La niña, ante esta embestida tuvo que apoyar las manos en la pared para no perder el equilibrio. Al ver que su jinete no podía introducir su poya por su agujero, le dijo: "Méteme un dedo…luego otro". Eso es lo que hizo mientras se masturbaba apoyando la poya entre los dos glúteos de la niña y realizando el típico movimiento mete-saca. La niña sentía el dedo que se intentaba abrir paso hasta que un minuto después ya sentía dos dedos en su interior examinando su vagina. Por fin, pudo sentir algo más grande que la invadía, una gran poya que estaba cumpliendo su cometido. Llevaba unos cinco minutos gimiendo cuando sintió algo en su ano que se intentaba abrir paso. Intentó quejarse, pero lo único que consiguió fue emitir un gemido más fuerte de lo normal. Sus dos agujeros estaban siendo penetrados. Aquel hombre se encontraba en la gloria, follándose una niña, que bien podía ser su hija. Con un dedo en su ano, y la poya en su vagina. No se había sentido más excitado desde que echó su primer polvo. Las caderas de la niña le volvían loco, sólo por poder abarcarlas con dos manos y atraerlas hacia sí para lograr una mejor penetración. Sintió el capricho de follársela mientras la miraba a sus ojos y a su cara para poder examinar mejor los aspavientos de placer que realizaba, así que la separo de sí. "¿Dónde está tu habitación?".

La niña le dirigió hacia su habitación. Mientras subían las escaleras hacia el piso superior notó como un dedo se introducía otra vez por su coño sintiendo cada vez que subía un escalón cómo recorría toda su cavidad.

Una vez en la habitación su habitación la niña se tumbó en la cama con las piernas abiertas. El hombre miró a su alrededor y se vio invadido por un montón de peluches infantiles representando osos, jirafas, conejos…El papel de la habitación era de un color rosa claro y numerosas fotos de ella estaban pegadas a la pared. Era como estar en la habitación de una niña…aunque no es eso lo que en realidad era. Dirigió la vista hacia la cama donde la niña estaba posando con las piernas abiertas. Sin dudarlo se quitó los pantalones y los calzoncillos y, por primera vez la niña vio una poya. Así que se abalanzó sobre la poya de aquel señor y comenzó a lamerla, metiéndosela en la boca mientras la masturbaba. Sentía cómo los labios recorrían todo el palo mientras la lengua lubricaba continuamente el glande con su saliva. El señor que ya no podía más de excitación la elevó por la cintura y la atrajo para sí mientras las piernas de la niña se entrelazaban por la espalda del hombre, entonces con una mano cogió su poya y según hacía que la niña fuese descendiendo dirigía su poya hacia la hipotética situación del coño. La ensartó a la primera e iba haciendo que el cuerpo de la niña se bamboleara de arriba a abajo. La niña se sentía totalmente poseída, se encontraba a los brazos de un desconocido que la había cogido por la cintura y la estaba penetrando continuamente. Nunca se había sentido mejor, aunque segundos después se corrió y aumento esa sensación de bienestar. El hombre estaba a punto de correrse, pero como no quería hacerlo en el interior de la niña "por si acaso", la tumbó en la cama, la cogió de las rodillas y se las separó. Una vez la niña mantuvo esa postura el señor comenzó a masturbarse poniendo la poya entre los labios vaginales de la niña, sin introducirle la poya y comenzó a masturbarse mientras por primera vez besaba en la boca a la niña. Cuando desentrelazaron las lenguas, el hombre se irguió y todo el semen salió disparado hacia arriba aterrizando en la barriga y las tetas de la niña, que segundos después comenzó a limpiar la poya de los restos de semen con la lengua mientras saboreaba aquella sustancia.

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Continuará...

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Todo lo relatado aquí es ficticio, cualquier parecido con la realidad es coincidencial

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