Historias Fin de semana en Palma

Historias de mi vida.

Fin de Semana en Palma.- domingo, la comida:

Cuando Carmen y Luís me dejaron, era aun media tarde, pero me apetecía descansar un poco pensando en que quedaba aun mucho fin de semana por delante.

Subí a mi barco, conecté el móvil, encendí el ordenador para poner un poco de música, Clapton, busqué unos frutos secos, me tome un par de pastillas de vitaminas A+E y me fui a dormir con un poco de música de fondo. Desde la cama, llame a Rosa. Rosa es mi novia. 32 años, morena, lista, inteligente, 1,69, piernas largas, cintura en su sitio, vientre liso, cadera generosa, culo respingón, talla 90 con aureolas cerezo, multiorgasmica, y otras muchas cosas mas. En cinco minutos me puso al día de cómo le iba con sus padres y cuanto echaba de menos un buen mete y saca. Recordando su culo me quede dormido.

Cuando me desperté no eran aun las nueve de la noche. Me senté delante del ordenador, cambie la musica a Mayall y vi el aviso de un mensaje entrante de correo. Era mi amiga Pilar. La fecha era de un día antes y el mensaje, "llámame, estaré en Palma". Pilar era guapísima, 24 años, iba para modelo y ahora trabajaba de azafata en una empresa privada de jets, estaba soltera y sin novio. Su hermana, a la que solo había visto una vez, se llamaba Clara y vivía en Palma, era un año mayor que ella y trabajaba de azafata en una empresa de vuelos entre islas. Con Pilar no había tenido sexo, pero habíamos salido muchos días a navegar con seis o siete compañeras de curso de azafatas y nos consideráramos buenos amigos. La llamé y quede para cenar con las dos.

Pasé a recogerlas y siempre pensaba lo mismo, Pilar era un regalo para la vista. Su hermana era un poco menos, pero estaba claro que todo el mundo me tendría envidia en el restaurante.

Las lleve a cenar unas gambas rojas y unos calamares a la plancha con un poco de vino blanco de Vinisalem muy frío. La conversación era un poco caliente, pero sin pasar a mayores ya que las dos hermanas no soltaban prenda de nada que las pusiera un poco en evidencia una delante de la otra. Las dos iban de puritanas y poco más de posturas de misionero. Yo llevaba la conversación hacia temas más escabrosos pero aquello no tenia pinta de poder avanzar más de la cena. En un momento la conversación se puso un poco tensa. Yo defendía que los tríos eran una forma más de sexo y las dos, esta vez de acuerdo, que eso no iba con ellas, que nunca permitirían a sus novios acostarse con otras y menos delante de ellas. Si venir a cuento, les dije que se dejaran de tonterías y que por supuesto mi intención era acostarme con las dos a la vez. Se miraron e hicieron ademán de irse. No me fue muy difícil convencerlas para terminar la cena, y en el postre les dije que en este mundo, todo era negociable. La negociación era simple, que querían a cambio de un trío con las dos. Al principio no se creían que la negociación era en serio. Cuando la cifra alcanzo los tres mil euros, me preguntaron si la oferta era de verdad. Yo les dije que si, en ese momento se miraron y aceptaron. Terminamos de cerrar el asunto. Un fin de semana completo juntos los tres, y los tres significaba eso, los tres, a cambio de tres mil euros. Después de ver que programación de vuelos tenían, quedamos para tres semanas mas tarde. No se que estaban pensando, pero yo lo tenia claro; fiesta con dos hermanas, si; dinero, no. Me acordaba del chiste, "ya tenemos las putas, ahora hay que buscar al capitalista".

La cena no daba para más, así que las dejé en su apartamento, me despedí con dos castos besos en las mejillas y me fui al barco. Al llegar me encontré con un mensaje en el móvil. Cuando salgo de noche nunca llevo el móvil como precaución para evitar situaciones poco convenientes de llamadas a destiempo. Era Carmen. Luís no estaba, y me invitaba a comer el domingo. La envié un OK y metí en la cama. Sin saber porqué, me dormí recordando los libros que había visto en su camarote.

Dormí como siempre de un tirón y me desperté repuesto para lo que viniera. Me tome mi consabido zumo de naranja con un poco de queso y un vaso grande de leche fría y llamé a Carmen. La conversación fue sensual e insinuante, pero dentro de la mas respetuosa ortodoxia entre amigos. Así me entere de que Luís había cogido el primer avión porque tenia que recoger a unos clientes en no se donde de la península, que comeríamos con una amiga suya de Palma y que el vino era por mi cuenta. Me dio su dirección y "un hasta luego".

Preparé dos botellas de Rioja del 98 de mi reserva del barco, mezcle un poco de hierba con tabaco y maca y prepare un par de cigarrillos en la maquina de emboquillar.

Para pasar el tiempo volví a mirar mis correos, milagrosamente, la wifi del puerto funcionaba bien y recibí la tercera alegría del día. Un correo de Maria diciéndome que había vuelto de su viaje a la Patagonia. Maria era una de mis mejores amigas. La había conocido de casualidad un día que me metí en Internet y vi un anuncio que era diferente de los demás. La realidad superó a la ficción, como de costumbre, y nos convertimos en compañeros ocasionales de cama y caza.

Una buena ducha, limpieza completa por dentro y por fuera y recién afeitado, a la hora prevista me acerque en coche hasta la casa de Carmen. Dos besos, un poco de toqueteo y lengua y la primera sorpresa fue que la comida no era en su casa sino en casa de su amiga, así que otra vez al coche, ya que la amiga vivía los fines de semana en el campo a 15 km.

Tardamos 20 minutos. Mientras yo conducía con una mano, con la otra le tocaba el coño a Carmen que iba sin bragas. A los cinco minutos, Carmen tuvo un orgasmo jadeante y ruidoso sin una sola palabra, lo cual hizo que el aroma de su coño rápidamente inundara el coche provocándome el primer empalme del día. Me lleve los dedos a la boca y paladee los jugos maravillosos de Carmen, con lo que mi polla estaba ya a reventar. Lo dejamos y cinco minutos le bastaron a Carmen para ponerme en antecedentes de su amiga. Marta era asesora de una alto cargo político en Madrid, tenia 36 años, estaba separada, era una gran amiga suya y Luís ni la conocía ni sabia nada de ella ni ella de Luis, así que mucha discreción. No pregunte nada, entre otras cosas porque ya habíamos llegado a la valla de la finca y además, en algunos momentos, mejor no saber, que meter la pata.

Al llegar, un guarda nos abrió la cerca, nos pregunto quienes éramos, aunque me dio la impresión que conocía a Carmen y nos dejo pasar.

Recorrimos cien metros bajo dos hileras de unos frondosos árboles y al final llegamos a un jardín con una pequeña glorieta alrededor de una fuente que tenía una escultura de un desnudo con una concha en la mano de la que caía un chorro de agua fresco y cristalino. Paré el coche debajo de una escalinata donde ya nos estaba esperando Marta, la amiga de Carmen.

Según subíamos los seis o siete escalones, me fui fijando en Marta. Llevaba puesto unos jeans súper ajustados, con una blusa blanca y las sandalias con tacón, hacían juego con el pañuelo de leopardo que llevaba anudado de cinturón. No era ni guapa ni fea, 1,65; tenía muslos rotundos pero no le sobraba peso; morena, no la veía el culo y pero lucia una buena delantera con una talla debía de ser una 95.

Tras el ritual de costumbre pasamos dentro de la casa que era una posesió mallorquina muy bien cuidada y amueblada. Nada mas entrar, apareció una sirvienta que me cogió las botellas de vino e igual que apareció, desapareció.

Todos teníamos hambre, así que nos fuimos directos al comedor, Carmen y Marta delante mío y yo admirando el culazo de Marta que era de concurso. Marta llevaba a Carmen cogida de la cintura y Carmen se dejaba llevar. Aquello prometía.

Durante la espera, dos copas de vino cada uno, solo hablamos de tópicos de gente pija; Al llegar el primer plato, tempura de gambas, la conversación ya era normal; Al terminar el primer plato y la primera botella, ya me había enterado de que Marta y Carmen se habían conocido en una exposición de pintura en una galería de una amiga común a la que yo también conocía y que habían pasado alguna tarde juntas retozando; Cuando terminamos la segunda botella y el segundo plato, un hígado natural de oca a la plancha, ya sabia que a Marta la encantaba de todo, incluido ponerse un arnés y romper cualquier agujero que estuviera a su alcance y que a las dos se les iluminaron los ojos cuando de pasada y como sin importancia, hubo un comentario sobre azotes.

Marta propuso tomar el postre y el café en una sala donde tenía un televisor de 42" y un equipo de música. La sala estaba en un semisótano debajo del lugar donde habíamos comido, y tenía unas ventanas altas desde donde medio se veía la fuente de la entrada. Cuando llegamos, ya había una botella de champán en un cubo de hielo, tres tazas de café y una gran fuente de trufas en una mesa baja delante de dos inmensos sofás. Carmen y yo nos sentamos en uno de los sofás mientras Marta ponía en funcionamiento el equipo de música. Diana Krall empezó a sonar de maravilla en el equipo a la vez que Marta se sentó junto a nosotros al lado de Carmen. Sin mucho preámbulo, Marta cogió una trufa, se la llevo a la boca y girándose un poco, se la dio a comer directamente a Carmen. Las dos comenzaron un morreo frenético mientras sus manos comenzaron a desabrochase mutuamente los botones de sus camisas. Pasaban totalmente de mí y en un par de minutos se habían quedado las dos sin camisas y sujetadores, comenzando a frotarse las tetas una contra la otra. Carmen tenía unos pezones enhiestos, mientras que Marta los tenía un poco caídos. La falda de Carmen estaba ya por su cintura y como no llevaba bragas, su conejo estaba al alcance de las manos de Marta que no perdió el tiempo y empezó a meterle un dedo. Esto provocó un respingo en Carmen y no se como, seguían morreándose como posesas, se quito la falda quedando totalmente en pelotas. Se separaron un poco, Carmen abrió un poco mas las piernas, Marta metió dos dedos en el ya chorreante coño de Carmen, que comenzó a gritar "me estas tocando el punto, me estas tocando el punto…" y en treinta segundos se corrió.

Menos mal, porque eso dio un poco de tregua a la situación. Me levanté, me puse delante de Marta y empecé por quitarle las sandalias mientras Carmen comenzó a desanudar el pañuelo que llevaba a la cintura, siguiendo por los botones del pantalón; yo ya estaba dándole un masaje en los dedos de los pies, lo que relajo completamente a Marta que en ese momento levanto un poco el culo para permitirme que tirara de las perneras de sus pantalones. Al quitárselos, me quede entre sus mulos, delante de un diminuto tanga, sobre el que me abalancé mientras que Carmen, ya un poco más repuesta, empezó a mordisquearla los pezones. Mientras pasaba la lengua por la tela de la tanga totalmente impregnada de los fluidos del coño de Marta, le baje los cordones que la sujetaban, encontrándome con un coño totalmente abierto, completamente depilado, húmedo y ligeramente salado. Carmen seguía mordisqueando los pezones de Marta y yo, como pude, alcance otra trufa, se la metí en el coño a Marta y empecé a comerme la trufa y los labios de uno de los coños más sabrosos que había degustado hasta la fecha. Marta jadeaba y gritaba en función de los mordiscos de Carmen en los pezones y los míos en los labios de su coño. Los gritos eran cada vez más fuertes, superando el nivel de las canciones de la Krall que seguían sonado en el equipo. Aguantó diez minutos y de pronto me inundo la boca con un liquido de sabor a hembra que me apresure a degustar mientras Marta terminaba de tener un orgasmo y gritaba, "me deshago, me deshago…".

Las dos, en pelotas, se abrazaron dándose lengua, mientras yo estaba arrodillado, con la polla saltándome dentro de los pantalones que aun llevaba puestos. Mientras las dos se revolcaban, me desnudé. Mi polla estaba como un hierro, y no me importaba ya casi nada. Tenia a dos súper hembras en celo conmigo y el resto importaba poco.

Marta se levanto, movió el respaldo del otro sofá que se transformo en una especie de tatami y volvió a por Carmen, arrastrándola la llevo con ella y a mi me ignoro por completo. Sin palabra, iniciaron un 69 con Carmen debajo y Marta encima a cuatro patas.

Me acerque al culo de Marta y sin perder un minuto le pase la lengua por los dos globos, mordisqueando glotonamente sin orden. Las manos de Carmen separaban todo lo que podían los glúteos de Marta, poniéndome al alcance de la vista uno de los mejores panoramas que pueden admirarse en este mundo, una lengua glotona limpiando todos los rincones de un coño húmedo, que en su parte superior estaba rematado por una flor formada por la sombra mas oscura de su agujero posterior y la aureola de un color rosado que lo circundaba.

Primero baje la cabeza y le pase la lengua por la flor. La humedecí con un poco de saliva y sin encomendarme a nadie, apoye la punta de mi polla en el esfínter y empuje. Marta dio un pequeño grito de sorpresa y añadió "rómpeme el culo, cabrón", orden que cumplí con esmero y rapidez. De un solo empujón, mi polla entró hasta adentro con facilidad, ya que las paredes interiores del culo de Marta estaban perfectamente lubricadas y el tamaño mostraba que ya había sido visitado con anterioridad y frecuencia.. Sin perder un segundo, comencé un salvaje mete y saca que hacia muy difícil la labor de Carmen, la cual estaba dedicada con esmero a morder, acariciar y chupar el coño de Marta con la lengua, mientras que con las manos le acariciaba con fuerza los pezones. Nuevamente Marta tuvo un orgasmo mientras volvía a gritar me "me deshago, me deshago…".

Rápidamente me aparté y me fui al otro extremo entre las piernas de Carmen. Levanté primero la cabeza de Marta, me coloque de rodillas entre los muslos de Carmen, le levante las piernas por encima de mis hombros y sin ningún miramiento se la clave hasta el fondo. Seguí empujando hasta que mis huevos golpeaban contra su trasero, momento en el que repetí el mete y saca que tan buenos resultados habían tenido unos minutos antes en el culo de Marta. Carmen seguía mordiendo el coño de Marta que empezó a gritar otra vez sin ninguna cortapisa. A los diez minutos, Carmen levanto las manos y volvió a cogerse de los pezones de Marta, momento en el que las dos se corrieron con un griterío ensordecedor. Al poco tiempo, yo no me aguante más y inunde el coño de Carmen con una fuerza de la que yo mismo me sorprendí. Carmen volvió a correrse mientras mordía ya sin ningún reparo los labios del coño de Marta, mientras esta última terminaba el orgasmo que ya le duraba cinco minutos.

Nada más separarme, Carmen se dio la vuelta y se puso a cuatro patas, tumbo a Marta y solo dijo, "límpiame…". Marta no se hizo de rogar, coloco la cabeza entre los muslos de Carmen y comenzó a pasarle la lengua con suavidad entre los labios del coño. Un par de minutos después, le metía la lengua tan adentro como podía, utilizándola como una cuchara que rebañaba hasta el último rincón del interior de la vulva de Carmen. En un momento, los restos de mi leche comenzaron a fluir desde el interior, a la vez que Carmen empezó a gemir muy suavemente. A Carmen el orgasmo la esta llegando lentamente y sin casi esfuerzo lo que la hacia gemir de forma entrecortada. El orgasmo terminó a la vez que Marta sorbía hasta la última gota de mi leche mientras yo las miraba embobado.

Casi sin relajarno, nos incorporamos, nos sentamos de nuevo en el otro sofá, y solo después de bebernos un poco de champán conseguimos decir algo. Encendí los dos cigarrillos de hierba y maca, mientras mordisqueábamos unas trufas.

Diez minutos mas tarde, los tres estábamos relajados, en pelotas, como si nos conociéramos de toda la vida, y por fin Marta me hacía un poco de caso.

Comenzaron las confidencias. Marta, aunque bi, estaba quedada con Carmen y a esta no le importaba mientras que no le incordiara mucho. Entendí algunas cosas que el día anterior no cuadraban, y de donde provenía la experiencia de Carmen. Ambas estaban iniciándose en juegos de dominación, si bien eran totalmente novatas y no habían pasado de algunos azotes mutuos en el culo y los mordiscos que Carmen con fruición, daba en los pezones de Marta. Por supuesto Carmen era ama y Marta la sumisa dispuesta a realizar cualquier cosa que su ama le pidiera. De hecho, yo no estaría allí, si no es porque Carmen había impuesto el que me invitaran para que Marta viera como a ella se la follaba un tío. Ahora a Marta no le importaba confesar que había sido una buena idea, pero aun no tenía claro que sentía cuando Carmen se corría conmigo. En un momento, Marta le dijo a Carmen que quería enseñarle algo que había estado preparando durante los diez días que habían estado sin verse, así que nos levantamos y después de abrir una puerta con cerradura de combinación, pasamos a otra sala colindante con la que estábamos y que al encender la luz realmente nos sorprendió.

La sala era grande, unos 80m2, y estaba llena de todo tipo de artilugios de los que se ven en las películas de tema medieval y mazmorras. Aquello ya no tenia buena pinta. Si a las dos inexpertas les daba por probar alguno de aquellos aparatos, se iban a hacer daño de verdad y terminaríamos en el hospital dando explicaciones. Una cosa es la imaginación, y otra cosa la realidad. Marta se había puesto cachonda de verdad, y Carmen parecía con ganas de hacerla casi todo. Les volví a preguntar que habían probado y me contestaron lo que ya sabia, prácticamente nada, pero que querían probar todo. No me creían que de aquello era muy peligroso y me costo convencerlas de que no pasáramos de atarlas y un poco de cinturón.

En un rincón había un canapé de dos metros por dos y nos tumbamos. Las dos habían aceptado que yo era más experto y que por lo tanto debían de seguir mis pautas. Los roles quedaron pronto definidos. Marta, la sumisa, Carmen, el ama y yo el maestro de ceremonias. El primer paso era poner totalmente fuera de control a Marta, aunque eso a esas alturas eso parecía ya fácil. Tumbamos a Marta con las piernas bien abiertas, y le enseñe a Carmen como localizar el punto critico de Marta. Mientras le masajeábamos los pezones cada uno con una mano, yo introduje dos dedos ligeramente doblados dentro de la vagina de Marta, comenzando a masajear en la zona interior posterior a su clítoris. Al segundo movimiento, por la respuesta de Marta, localice el punto exacto y le mostré a Carmen como hacerlo. Carmen aprendió rápido y a los pocos segundos Marta movía el culo frenéticamente, llegando rápido a un orgasmo sin que aún Carmen supiera como.

Antes de que se le pasara del todo, la llevamos a un cepo y la colocamos con el culo en pompa, cerrando el cepo, dejándola sujeta por el cuello y las dos manos. Busque una cinta de cuero ancha y se la di a Carmen. Carmen se transformo, y sin esperar, comenzó a dar en los glúteos de Marta. Aunque los golpes eran flojos, el culo de Marta comenzó a ponerse carmesí y realmente Marta estaba gozando. Gritaba y su coño chorreaba hasta el punto que sus mulos estaban completamente mojados. Le dije a Carmen que parara y buscamos algo en lo que subirnos para que pudiéramos darle de comer algo a Marta. Movimos una mesa enfrente al cepo y Carmen se subió boca arriba y con las piernas abiertas de forma que su conejo quedaba al alcance de la boca de Marta. Mientras Marta realizaba un trabajo fino al chumino de Carmen, que empezó a gemir al instante, yo me situé entre las piernas de Marta, con el cinto en la mano le introduje la polla hasta el final de su concha y vuelta al mete y saca. No podía resistir la tentación, así que comencé a darla en los glúteos que ya estaban rojos de la sesión anterior. No se como Marta podía comer el coño a Carmen a la vez que berreaba como una posesa. Carmen iba ya por su quinto o sexto orgasmo y Marta no se bajaba de uno continuo. El olor era increíble. Dos hembras chorreando jugos sin parar. Yo no quería correrme aun, así que tenia que hacer un esfuerzo sobrehumano. Marta de pronto tuvo un espasmo, grito una vez más "me deshago, me deshago…" y se quedo completamente quieta, a la vez que Carmen se relajó.

No soltamos a Marta, la preguntamos que tal estaba y solo obtuvimos un "bien…" casi inaudible. Marta ronroneaba como una gatita y Carmen ya estaba otra vez en forma. Buscó entre todos los artilugios hasta que encontró lo que buscaba. El arnés tenia tres penes, dos casi iguales a una polla normal y un tercero un poco más pequeño. Carmen me pidió que la ayudara, así que le dimos un poco de aceite al pequeño que se coloco fácilmente en el culo de Carmen, el segundo fue directo a su vulva, donde también entró sin problemas y el tercero quedo en posición de presente, como una buena polla, colgando por delante de su vientre. Marta seguía ronroneando cuando Carmen se coloco tras su coño. Sin decir nada, le coloco la polla del arnés en posición y empujo sin miramientos. Marta se revolvió, pregunto que pasaba, a lo que Carmen le contesto, "te gusta como te follo?" Marta grito un "Si, dame mas…" y otra vez a gemir.

Carmen estaba también a punto de un orgasmo. Se estaba follando a su amiga/sumisa, tenía el coño y el culo llenos y un cinturón en la mano con el que simplemente acariciaba la espalda de Marta. Yo de mirón, me acariciaba la polla lentamente pensando en como poner a Carmen en la misma posición que Marta en el cepo de al lado.

Se corrieron las dos casi al tiempo y ayude a Carmen a quitarse el arnés. Las dos tenían los muslos chorreando y Marta no paraba de mover el culo. Empuje a Carmen hasta el otro cepo y la puse en la misma posición que Marta. Carmen estaba callada y jadeaba. Busque un poco de aceite y me di un poco en la punta de la polla. Me coloque detrás de carmen y de un solo golpe se la metí en el culo. Mientras empujaba con todas mis fuerzas, le daba bastante fuerte en los glúteos. Carmen empezó a gemir, síntoma que estaba al comienzo de su próximo orgasmo. Estuve diez minutos y se la saque. Carmen continúo gimiendo mientras me había colocado detrás de Marta y repetí la misma operación que con Carmen aunque los azotes eran más suaves. Marta tenia los orgasmos continuos a diferencia de Carmen, por lo que cuando empezó a correrse se la saque y me volví nuevamente a Carmen. Esta vez le toco al coño, aunque siguió el tratamiento de los glúteos. Estuve media hora cambiando de una a otra y de agujero posterior al delantero. Todos habíamos perdido la cuenta de los orgasmos de las dos, y yo ya no podía más. Me dolía todo y el corazón estaba a punto de rotura. Decidí que el sitio adecuado era el coño de Marta. Los chorros salieron con fuerza justo cuando le golpeaba con la polla las paredes de la entrada de la matriz. Marta volvió a berrear, y otra vez se quedo en silencio jadeando.

Le quite el cepo a Carmen que me dio un beso en la boca y se fue corriendo a soltar a Marta. Se tumbaron en el canapé y se dieron lengüetazos en los traseros para aliviar un poco el picor. Carmen se dio cuenta de que el coño de Marta empezaba a soltar los resto de mi leche, así que se puso a lamerla la vulva para no perder ni gota de lo que estaba soltando. Después, se puso a compartirla con ella dándose un morreo de lengua interminable.

Me tumbe un poco con ellas y les prometí que otro día más. Para el primer día había sido suficiente. Nos quedamos dormidos los tres como benditos hechos un ovillo y nos despertamos con hambre un par horas mas tarde.

Nos vestimos y nos fuimos al centro a tomarnos un chocolate en el sitio mas conocido de Palma. Estuvimos totalmente formales, aunque con una sonrisa que seguro nos estaba delatando. Las dos no paraban de moverse, quejándose en voz baja de lo que les picaba el trasero. Después de un rato de sonrisas y bromas, Marta llamo a su chofer y Carmen y yo nos despedimos de ella aprovechando un momento que nos no veía nadie par darnos los tres un pequeño beso en la boca. Las dos seguían sin bragas y sin ducharse, Marta había cambiado sus pantalones por una falda amplia, así que yo seguía sintiendo el olor de aquellas maravillosas hembras con lo que mi polla estaba en un estado de semipostura muy agradable.

Carmen y yo nos montamos en mi coche y nos fuimos hacia su casa. Aparqué, y subimos en ascensor hasta su piso tocándole el culo aunque quejándose de picores. Delante de un refresco, me pidió que ni una palabra a Luís, su marido. Yo le conteste que por supuesto, pero que tuviera cuidado con las marcas y que el juego podía ser muy peligroso. Me contesto que terminaría haciendo con Luís lo mismo que con Marta. Mi polla estaba otra vez en forma así que la saqué y se la di a comer. Tenia practica. Me hizo una limpieza perfecta y comenzamos un 69 después de desvestirnos.

Carmen volvió otra vez a ponerse a tono, no sabíamos cuantos orgasmos había tenido durante la tarde, y volvió a inundarme la cara de líquidos. Yo sabía que podía estar horas sin correrme en la tercera puesta en escena, así que la dejaba hacer. De pronto sonó el teléfono. Era Marta para preguntar si estaba sola o seguíamos la juerga. Yo con la mano le dije que no y me hizo caso.

Estuvieron hablando 10 minutos de lo bien que se lo habían pasado, que seguían calientes, que había que repetir y un bla bla interminable. Cuando colgaron, yo le pregunte a Carmen hasta donde quería llegar con Marta, que las historias fuertes eran muy complicadas y fáciles de terminar mal. Le prometí presentarle a mi amiga Maria y seguimos con lo nuestro.

Esta vez lo hicimos casi clásico. La tumbe en el sofá, la levante las piernas por encima de mis hombros y mete y saca. Esa postura es mi favorita, la penetración es profunda y sientes como tienes todo bajo control. Esta vez Carmen duro casi diez minutos. Después del último grito, pidió tregua. Yo estaba cansado, así que sin correrme nos vestimos.

Nos dimos un pequeño morreo en la puerta, y a pesar de que insistía en que me quedara con ella a dormir, yo no quería que Luís nos encontrara en su cama.

Cuan llegue a mi barco casi me dormía conduciendo

(Continuara)

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