Historias eróticas de Manuela y su marido (4)

Los compañeros del marido de Manuela llegan a un acuerdo con este para realizar cada unos de ellos una fantasía erótica con su mujer. En este caso le toca a Juan llevarse a Manuela.

EN EL AUTOBÚS

Mi compañero Juan fue un día a buscarla a casa, mientras yo no estaba, ordenándole que se vistiese y se fuese con él. No le permitió que se pusiese bragas ni sostén, y le pidió que llevase puesta una blusa transparente así como una falda amplia. Se la llevo a una línea de autobús llena de obreros que regresaban a sus casas, y le dijo que se colocase en la plataforma, atiborrada de hombres. Allí, la fue empujando poco a poco contra el cuerpo de los presentes, que enseguida se apretujaron a su alrededor, disimulando los roces como si no fuesen intencionados. Juan que simulaba no conocerla era el más lanzado de ellos, enardeciéndolos con sus tocamientos atrevidos y lascivos, hasta que, en un momento dado, se situó detrás de ella, y levantándole la falda le dejo el culo al aire delante de todos. Sin embargo, ni el chofer ni los restantes pasajeros podían cerciorarse de lo que pasaba debido a lo apretado que estaban en la plataforma.

Juan le introdujo un dedo en el ojete y lo entraba y sacaba a gusto, hasta que lo retiró y llevándoselo a las narices se puso a olerlo, el muy guarro. Luego se lo dio a oler a los demás que parecían que respiraban un perfume exquisito. A continuación le colocó ese mismo dedo en los labios, obligándola a chuparlo. Los hombres a su alrededor viendo el espectáculo no cabían ya en sí. A la siguiente parada, aprovechándose de que era solitaria y cercana a un bosque, agarró a Manuela por las muñecas y la obligó a apearse, siendo seguidos por unos diez hombres que habían presenciado todo el ajetreo. Caminando deprisa, Juan la llevó al interior del bosque donde la despojó de sus ropas, y arrastrándola casi, se la llevó a lo más denso de la vegetación, siendo seguido por toda la jauría de hombres enloquecidos por la visión del maravilloso cuerpo desnudo de mi esposa.

Una vez llegado al lugar ideal, fue de verdadera locura, es indescriptible lo que hicieron con ella, no perdonándole ningún agujero de su cuerpo ni ninguna posición, siendo obligada a satisfacer todas sus peticiones. Que si "con el culo en pompa", que "ahora con el coño vuelto hacia arriba", luego "ábrete el coño lo más que pueda" metiéndole dos pollas al mismo tiempo en él...

Así fueron transcurriendo las horas, Manuela gozaba siendo tratada como si fuese un objeto. Le gustaba que desconocidos le ordenasen sentarse arriba de sus penes, ponerse a cuatro patas para ser atravesada por dos desconocidos a la vez, chupar las pollas que le ponían en los labios, así como los cojones peludos de los hombres, introducir la lengua en los culos masculinos, chupar las lenguas de desconocidos, introducirse objetos en su vagina,... De esa manera es como llegaba a orgasmar. Le encantaba que gentes a la que nuca antes había visto se recreasen con todos sus secretos, en vivo, entregarse a todo tipo de lujuria. Le había cogido gusto a todas estas aventuras que realizaban con ella. De igual manera le enloquecía pensar en su marido, tan engaño y tan conforme, a quien le encantaba que todo el mundo dispusiese de su mujer. Nunca llego a pensar que Roberto fuese así de generoso, pero le encantaba y no pensaba quejarse de ello.

Cuando se fueron todos, una vez satisfechas sus apetencias, era de noche y Manuela se dio cuenta de que se había quedado sola, ya que Juan aparentemente se había marchado, aunque luego me contó que estaba escondido acechando sus reacciones por si le ocurría algo. Ella se levantó y se dirigió al lugar donde la habían despojado de sus ropas, no encontrándose ninguna ya que Juan se había adelantado y se las había llevados. Desnuda como estaba, Manuela se puso a caminar dirigiéndose a unas luces que divisaba a lo lejos. Resulto ser un coche con una pareja que se morreaban dentro de él y que se quedó maravillada cuando una mujer desnuda se les acerco y les contó que se había peleado con su pareja quien la había arrojado fuera del coche tal como estaba y luego se había marchado. Les pidió que la llevase a su casa, a lo que accedió el hombre no sin antes avisarla que tenía que pagar "peaje". La mujer descendió del vehículo y acercándose a Manuela le acaricio los pechos para a continuación empezar a chupárselos. El hombre a su vez se dirigió detrás de ella, y abriéndole los mofletes, la penetró de un certero golpe. Manuela dio un pequeño respingo, pero como ya estaba lubricada también por ahí, se dejo hacer.

Resulta que fueron llegando otros coches con parejas a bordo, y los que disfrutaban de Manuela les invitaron al festín, no haciéndose rogar ninguno de ellos. Manuela tuvo que aguantar otra vez todo lo que se les ocurrieron hacer con ella. Así transcurrieron un par de horas hasta que la llevaron al zaguán de nuestra casa, dejándola allí y marchándose a continuación. Manuela tocó el timbre del portal y yo le abrí quedándome maravillado cuando la vi subir por las escaleras, desnuda, lleno de tierra los pelos, y con un aire de satisfacción indescriptible en la cara.