Historias del kronen 1ª parte
Como con ayuda de una pareja de amigos reavivé el sexo en mi pareja
UNA HISTORIA DEL KRONEN (1ª PARTE)
Hace unos años una pareja de amigos nos propuso efectuar con ellos un intercambio de pareja, a lo que después de los lógicos titubeos y pensarlo durante algún tiempo accedimos. Lo hicimos y nos gustó, sobre todo a mi mujer, Carmen, pues nuestro amigo Juan estaba bastante dotado y disfrutó de su miembro como nunca, aunque yo no me quejo pues su esposa, Mari, está tremenda. Tras aquella primera experiencia tan satisfactoria repetimos en alguna ocasión el intercambio e hicimos tríos en todas sus combinaciones, disfrutando a tope con todas y cada una de aquellas experiencias.
Pero a continuación vino un periodo de tiempo en el que la inactividad fue casi absoluta, parecía como si anteriormente ya lo hubiéramos hecho todo y no quedara nada más que hacer. Un cambio en lo laboral y algún que otro problema, habían hecho que Carmen se sintiera inapetente, y no respondía ni tan solo a mis deseos. Por lo que había que tomar cartas en el asunto y tratar de levantar el a lívido de esta mujer que cuando se pone a cien es un cañón, volviendo a hacer que sintiera todo tipo de deseos carnales como ya antes los había sentido.
Hablé con nuestro amigo Juan y le propuse que me ayudara, él y su admirado miembro, a lo que por supuesto accedió gustoso. Le dije que la próxima vez que nos viéramos le metiera mano a mi mujer, y así ver como reaccionaba.
El caso es que unos días después nos dirigimos a hacerle una visita a Juan y a Mari a su casa. Tras charlar un rato, y mientras tomábamos algo, invité a Mari a salir a fumar un cigarro, pues solo nosotros dos éramos los fumadores, a lo que aceptó, naturalmente. Antes de salir, disimuladamente le hice un gesto-señal a Juan, indicándole que ahora era el momento que habíamos hablado.
Cuando Juan vio salir por la puerta a Mari y a Fran, pensó un instante cómo hacerlo… Lo mejor es ser directo, sorprenderla y así Dios dirá.
- Oye Carmen me ha comentado Fran que a veces, cuando follais, te recuerda alguna ocasión en la que hemos estado juntos, y siempre haces alguna referencia a mi polla, dijo Juan a la vez que había cogido una de las manos de Carmen, que estaba sentada en el sofá junto a él, y la posó sobre el paquete que formaba su enorme polla, manteniéndola sujeta para que esta no la retirara del lugar.
- Bueno… esto… si… se mostró sorprendida Carmen que trató de retirar instintivamente la mano, encontrando la oposición de Juan que hizo que la mantuviera en aquel lugar que tanto placer le había proporcionado antaño.
Mientras, fuera, Mari y yo fumábamos un cigarrillo. Necesitaba darle tiempo a Juan en su propósito y pensé que la mejor manera de hacerlo era entretener a Mari, y si de camino lo pasábamos bien, tanto mejor.
n Mari, acompáñame a vuestro garaje que quiero ver como habéis instalado la puerta automática. Oye, ¿sabes qué están haciendo nuestras respectivas parejas ahora mismo?
n Pues me imagino que hablar, si hace tan solo unos segundos que los hemos visto haciéndolo.
n Le propuse a Juan que cuando tu y yo saliéramos a fumar le metiera mano a mi mujer, lo mismo que yo debía de hacer contigo, dije a la vez que tomaba autoritariamente a Mari por el pelo de su nuca, ya que sabía que le gustaba sentirse dominada. Acerqué mi boca a la suya y comencé a besarla sin encontrar ningún obstáculo en ello, sino todo lo contrario, Mari enseguida me correspondió metiendo su lengua en busca de la mía con la que comenzó a jugar.
Dentro de la casa Juan seguía en la tarea que le había encomendado:
- Me ha dicho Fran que estos labios necesitan besar a alguien, le decía Juan a Carmen mientras pasaba unos de sus dedos por su boca. Bajó muy despacio su mano recorriendo el cuello de ella hasta llegar a uno de sus pechos, pasando suave y despacio su dedo por el lugar donde se presumía estaba su pezón.
- Estos pechos necesitan que alguien los besen, los acaricien… decía mientras soltó la mano de Carmen que ya se sentía cómoda con ella en dicho lugar. Tanto es así que esta comenzó un suave masaje de aquel paquete, el cual ya sentía duro y enorme bajo su mano.
El dedo de Juan continuó bajando por el vientre de Carmen hasta llegar a su pantalón. Ella abrió sus piernas levemente para permitir que la trayectoria de este continuara más abajo. Juan dándose cuenta de ello metió su mano entre las piernas de ella recibiendo así el calor que aquella zona desprendía.
- Creo que también por aquí necesitas un poco de cariño…
En el garaje, me encontraba con Mari entregada a todos mis caprichos, pues no en vano es una tía muy caliente y basta muy poco para que se lance al sexo totalmente. Le acariciaba sus pechos mientras ella hacía lo propio con mi polla que ya había adquirido un considerable tamaño. Apoyé mis manos sobre sus hombros y la hice agacharse. Ella entendió perfectamente el mensaje y se puso de rodillas. Desabrochó mi pantalón y permitió que mi polla saltara como un resorte buscando su boca, la cual encontró sin dificultad. Mari comenzó a chuparla. Nadie lo hace mejor que ella, lo puedo asegurar, tanto es así que en breve la tuve que detener pues iba a hacer que me corriera.
Dentro, Juan estaba besando a Carmen, que ya por fin había conseguido llegar a ponerse caliente, mientras su mano ya buceaba por dentro del pantalón del chándal de Juan, meneándosela en toda la longitud que le era posible. Juan se bajó un poco el chándal permitiendo que su polla saliera al aire, mostrándole a Carmen cuanto se estaba perdiendo hasta ahora. Esta la puso tiesa hacia arriba y la metió en su boca, chupando la longitud que su garganta le permitía, alternándolo con lengüetazos al capullo.
Fuera, Mari se había incorporado, y yo lo aproveché para meter mi mano por dentro de su pantalón hasta llegar a meter uno de mis dedos en su coño, que se encontraba totalmente empapado.
n Lo vamos a dejar aquí, pues quiero que entremos a ver como les va a nuestras parejas, pero te diré una cosa, la próxima vez que te diga que si quieres fumarte un cigarrillo, quiero que sepas que te voy a follar, así que tu sabrás si quieres salir o no ¿vale? Aquel comentario estaba demás pues estaba claro que en aquel momento follar era lo que ella más deseaba, y yo también, claro, pero quise darle un poco de coba para así prolongar su excitación.
Cuando fuimos a entrar procuré hacer un poco de ruido y hacerlo pausadamente para que nuestras respectivas parejas se dieran cuenta que llegábamos.
Al llegar al salón pude observar un gesto de contrariedad en ellos, como si los hubiéramos interrumpido en algo, cosa que así era, pero podía ver que una de las manos de Carmen se dirigía hacia la entrepierna de Juan, aunque no se veía nada pues estaba tapada con la manta de la mesa camilla, pero deduje que todo había ido bien, tanto que su mano aun se negaba a desprenderse de la presa que había conseguido.
Mari y yo nos sentamos en los sillones que había frente al sofá y comenzamos una charla intrascendente, mientras podía intuir que Carmen continuaba acariciando en la clandestinidad, o al menos eso pensaba ella, la polla de Juan.