Historias del califato comunista... (1)
Cosas que pasaron durante mi adolescencia en Cordoba, España... J un amigo muy cachondo y P (yo) un pasivo tranquilote comparten algo más que ser compañeros de clase.
En fin, después de pensar si debería de escribir o no este relato, me he decidido a escribirlo que conste que me defino como bisexual, aunque aún hoy me excito solo de pensar en él.
Él se llamaba J. (no se si tengo su autorización para escribir este relato o no) y todo esto ocurrió en un día en el que mi ciudad (Cordoba) se manifestaba por culpa de unos atentados de cierta banda terrorista de cierta región de España. Se suponía que era día lectivo pero decidimos cortar las clases a eso de las 12 de la mañana para poder asistir a la manifestación en contra de la barbarie terrorista. El caso es que mi amigo (algo gordito, con unos 14 añitos, moreno y bajito) y yo (flacucho pero con barriguilla, alto y moreno también) decidimos fumarnos las clases y la manifestación y jugar en mi casa al ordenador.
Mi colega, conforme nos aproximábamos a casa, comenzó a preguntar cosas como ¿Tío, cuanto te mide la polla? ¿Te corres?... y la situación comenzó a ponerme bastante cachondo. El caso es que una vez que comenzamos a jugar al ordenador yo notaba como él se me arrimaba cada vez más Eso y lo caliente de la situación previa me ponían en una situación incomoda, porque se me estaba empalmando la polla y yo no quería que él se diera cuenta.
Tras pasar unas horas frente al PC, mis padres volvían de trabajar a las 4 de la tarde, decidimos que tendríamos que sacar a mi perro al parque. Allí mi colega me contó como otros chicos de la clase (los cuales eran "los populares") se reunían en casa de uno de ellos para pajearsela mutuamente y me confesó que él había sido testigo de esas reuniones.
Yo empezaba a estar ya como un tren, la situación anterior, las preguntas, los deliberados roces (que si te toco el brazo, que si apoyo mis manos en tu espalda ) me habían puesto a mil por hora. La siguiente pregunta, me hizo sospechar que mi colega se traía algo entre manos pero no pude resistirlo. (J: él----P: yo)
J: ¿Tío, tú te haces pajas?
P: Bueno, a veces, es que no se no me gusta (hay que reconocer que yo, criado en el seno de una familia un poco de derechas, era gilipollas en aquellos tiempos)
J: ¿Y, te corres?
P: Tío, tenemos 14 años déjate de decir polladas, nadie se corre a nuestra edad (que equivocado estaba).
J: Pues tío, yo me corro, ¿quieres verlo?
P: No jodas, ¿de verdad me lo enseñarías?
J: Si, lo único que debes es mantenerlo en secreto.
P: Vale, volvamos a casa y me enseñas.
Recogimos al perro del parque y nos dirigimos a mi casa, donde me esperaba uno de los mayores descubrimientos de mi vida.
Fue llegar al portal, y mi colega se metió en un recoveco
donde están los buzones (abrimos la puerta del ascensor y metimos el perro
dentro) y se abrió la bragueta del pantalón dejando ver su polla (ya era enorme,
o quizás a mi me parecía enorme). A continuación, comenzó a pajearsela, se la
meneaba suavemente y al mismo tiempo, pasaba sus manos por debajo de mi camiseta
diciendo <
J: ¿P, me la chupas?
P: No se como hacerlo, pero si te apetece puedo intentarlo, pero mejor volvemos a casa, porque aquí nos puede pillar cualquiera.
J: Vale pero seguimos cascándonosla en el ascensor.
Nos metimos con el perro (el pobre, llevaba unos 10 minutos solo en el ascensor) en el susodicho trasto y pulsamos el numero de planta de mi piso.
Abr la puerta y cinco minutos después estábamos quitándonos la ropa en, dejándola tirada en cualquier parte de casa y sobando nuestros cuerpos desnudos y con escaso vello en dirección a mi cuarto. Llegamos a mi cama, su polla se había desempalmado algo pero estaba morcillota, la mía también estaba morcillota. Empezamos de nuevo a meternos mano, lamiendo nuestras tetillas, chupando nuestros cuellos, el metía la mano debajo de mis sobacos y luego chupaba eso, (yo no sabía de donde cipote, había sacado dichos toqueteos), yo hice lo mismo, mi colega sabía y olía agrio pero era una sensación maravillosa. No tardé en bajar mi cabeza hasta su ingle y comenzar a tocar su polla con mi lengua, primero el agujero del pene (que estaba húmedo) después su glande y su cabeza, mientras tanto el tocaba todo mi cuerpo, y tocaba mi polla. Sin pensármelo mas comencé a comer su tranca, arriba y abajo, arriba y abajo, yo estaba obsesionado, era como un bebe, chupaba esa polla con fruición como si me fuera la vida en ello.
J: P, como la chupas, y dices que nunca habías hecho esto . Ah, sigue, Ha, AHHHHHH!
Yo seguía chupando cuando el se giro y se metió mi polla en su boca fue una sensación indescriptible (ahora mismo me estoy empalmando solo de recordarlo), los dos chupábamos las pollas del otro. Lanzábamos gemidos como habíamos visto que hacían las actrices porno de alguna película erótica de Canal Sur. De pronto note como el dejaba de chuparme la polla y empezaba a bombear su pene dentro de mi boca Y así, el llego a su orgasmo sin avisar, echándome un par de lechazos (sin mucha leche por nuestra edad) dentro de mi boca.
J: Trágatelos cariño, te encantará, se que te gusta.
Yo como corderillo eficiente me los tragué sin rechistar, en aquel entonces me pareció algo similar a mayonesa algo sólida, dado lo cual él empezó a comer de nuevo mi polla. No tardé mucho en decirle que me iba a correr, él saco mi polla de su boca y rodeo mi mástil con su mano en la posición normal de una paja, y empezó a masturbarme a lo bestia. No tardé en correrme (Fue mi primera vez). Y él tras recoger el semen con su mano, se lo comió.
Tardamos poco en reponernos, porque seguimos tocándonos por un plazo de 10 minutos, tras pasar ese rato, el comenzó de nuevo a chupar mis tetillas, y yo a lanzar gemiditos, note como su mano bajaba hasta mi culo y lo abría a lo cual mi amigo soltó un ¡Joder, Eres virgen! Ese culo tiene que ser mío (que equivocado estaba .). Yo estaba en la gloria un chico me estaba comiendo la polla a mis 14 años (a falta de sexo con tías o de pelis porno que mas se podía pedir) el comía mi pene de 13 centímetros con verdadera voracidad, recorría con sus manos mi pecho y de vez en cuando ponía una de esas manos entre mis huevos y mi culo (donde las tías tienen el coño) y apretaba allí, eso me estaba volviendo loco, estaba gozando de placer, estaba a tope. Y de nuevo no iba a tardar en correrme cuando mi colega me puso de nuevo su polla frente a mi boca y volvimos a hacer un sesenta y nueve mutuo. Llegando al clímax a la vez.
Terminamos exhaustos de esa segunda corrida, sobretodo yo, no estaba acostumbrado. Mi amigo recogió sus cosas y se fue, no sin antes decirme que esto lo íbamos a repetir. Y vaya si repetimos . Pero eso es otra historia
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