Historias del abuelo calentón (49)

La señora Mercedes me atendía con cariño y naturalidad, pero mirarla, observarla y no disfrutarla era un suplicio para mi persona, por ello aproveche otra oportunidad para empitonarla de nuevo.

Mi amistad con Angelito seguía su cauce, pasábamos buenos momentos de juventud, iba a su casa cuando era necesario y el trato con su madre siguió correcto. La señora Mercedes me atendía con cariño y naturalidad, actuaba como lo había hecho siempre con el afecto y la amabilidad que la personificaban, no quitaba que algunas miradas cruzadas entre nosotros se caracterizasen por cierto magnetismo y una deseosa tentación, que también se plasmaban en los abrazos y achuchones del saludeo; en esos minutos de confianza, más de una vez había sentido ganas de azuzar y toquetear su provocador trasero, pero mi control dominaba mis impulsos, y eso que me apetecía tanto bucear en los encantos de la señora Mercedes.

Mirarla, observarla y no disfrutarla era un suplicio para mi persona. Había conseguido prebendas muy suculentas de ella y con el gustillo de haberlas obtenido de forma gradual. Comenzamos por una estremecedora y placentera masturbación de mi miembro viril, seguimos con una maravillosa y ajetreada cabalgada, y lo siguiente debía mejorar lo obtenido.

Aunque ella actuaba con la sencillez y la llaneza de su estilo, yo sabía que nuestras sesiones sexológicas le habían dejado marcada, su forma de moverse y manejarse por su casa durante mi presencia era más picantona y mordaz, vamos que se le notaba que podía haber tema, aunque ella quisiera aparentar otra cosa. Los hombres en cuestiones de esta índole, de captar cuando una mujer se insinúa, somos un poco lerdos, lentos de reflejos, pero si estas pendiente de ello puedes percibir las sugestiones con más claridad, y esto es lo que me estaba pasando a mí, la señora Mercedes se pavoneaba en mi presencia de una forma comedida, pero lo suficientemente sugerente para que yo la diera un toque especial, de esos que ella ya había degustado, es cierto que sus insinuaciones  eran de una manera precavida y prudentes, pero para un macho varonil es motivo de atención y de darla a la fémina todas las golosinas que pida.

De nuevo, un día la magia apareció, y se dieron las condiciones para que todo fluyese de una forma positiva, Angelito y yo íbamos a salir de parranda y le comentó a su madre que llegaríamos un poco tarde, y que yo me quedaría a dormir, la señora Mercedes no puso ningún impedimento, al revés se la notó alegre al ver que pasaría más tiempo en su domicilio, eso le hacía sentirse más admirada, querida y deseada, no le faltaba razón.

Regresamos de nuestra juerga a horas tardías, Angelito venía un poco calentón y se quedó sopa enseguida, yo por mi parte eché un primer sueño y sobre las cinco de la madrugada me levanté en calzones porque estaba empalmaete y tenía ganas de orinar. La casa estaba en silencio, y por ello antes de ir al servicio me pareció oír algo extraño por la zona de la cocina y decidí acercarme a echar un vistazo, me encontré allí a la señora Mercedes que se estaba tomando un vaso de leche, y pese a estar todo en penumbra, vislumbré que llevaba puesto una combinación que dejaba adivinar sus lindos pechos campaneros y la hermosura de sus curvas, con ese prominente culo que tanto me excitaba. Me preguntó que tal nos había ido, la contesté que habíamos pasado una estupenda velada y nos habíamos divertido, que Angelito se había cargado un poco, pero que dormía plácidamente; ella me dijo que algunas noches tenía problemillas de insomnio y para no dar vueltas y vueltas en la cama, prefería levantarse y pasar un rato reflexionando o relajándose. Me ofreció leche y al aproximarme hacía ella se percató, por mi poca ropa, de mi erecto pene, como estaba guerrera, aunque lo disimulase, no desaprovechó el momento para ponerme en evidencia:

-Luisete, parece que alguna joven te ha despertado el pájaro y te lo ha alborotado.

Asumí su sarcasmo y aproveché la situación para contrarrestar con otras indirectas que fueran al logro de mi objetivo.

-No señora Mercedes, esto es porque ciertas maduritas, de muy buen ver, me tienen la escopeta siempre cargada, y a las pruebas me remito, esta usted ahora mismo para hacerla un favor.

-¡Ay Luisete!, con lo bien hablado que tú eres, que picantón y obsceno te comportas algunas veces.

Seguía jugando y divirtiéndose conmigo, pero no me importaba porque el instante era idóneo y favorable y yo opté por meterla más caña.

-Señora Mercedes, está usted muy erótica con esa combinación, sueño con usted a todas horas y no me baja la inflamación, me tiene usted cargado y necesito una ración de la medicina tan rica que en alguna ocasión me dio ya.

Traté de ser más fino para llevarla a mi terreno, las ganas que tenía de nuevo de fornicar con aquella tigresa eran exorbitantes.

-Luisete, que impulsivo eres, te dejas llevar siempre por los estímulos carnales, y la carne es débil.

-Señora Mercedes me tiene usted la porra efervescente, esto es real, no ve cómo me la pone con sus encantos.

-Luisete tomate el vaso de leche, tranquilízate y a dormir.

No podía dejar escapar aquella oportunidad, era el momento, la hora y el minuto exacto para actuar, por ello obré en consecuencia. Cuando me dio el vaso de leche hice que se me derramase accidentalmente encima de su combinación, a la altura de sus pechos, y enseguida espeté:

-¡Ay señora Mercedes!, perdone, espere que se lo limpie.

Me acerqué a ella y comencé a chuparla por encima de su pecho absorbiendo la leche derramada, y antes que reaccionase con enfado, la dirigí con energía:

-No se mueva, que pueda succionar todo el líquido.

No pudo contenerse y protestó:

-Luisete, que haces, me estas chupando.

Seguí con autoridad y la repliqué:

-Señora Mercedes, la estoy limpiando, déjese hacer y estese quieta, vera como todo marcha de fábula.

A la vez que mi lengua lamía su torso, fui bajando poco a poco hasta empezar a comerme sus pechos, lo hice de manera suave y sensual, que la hiciesen tranquilizar y deleitarse, se serenó y se dejo llevar, al ver su buena reacción, la metí la mano por la prenda para acariciar sus tetas, las magreé  y sobé de forma delicada y sensible, quería hacerla experimentar un gozo que la nublase sus sentidos, lo fui logrando pausadamente, me sumergí entre sus ubres para continuar comiéndole los pezones, mi lengua jugaba con ellos y estos al verse alterados por tan majestuoso juego se pusieron duros y tiesos, palpé que la escenificación le estaba encantando.

-Aaaahhhh……..Luisete, cómo me enciendes, me estás poniendo caliente.

Así quería que se expresase y así quería que lo viviese, que la lujuria pudiese con ella.

La quité la combinación y se quedó con las braguitas, disfruté de su cuerpo y me embriagué de aquellos senos tan seductores. Ella, sin darse cuenta, se abandonó a la causa y agarró mi polla para meterla unos buenos sobos y pajearme plácidamente.

-Uuuummmm…………,uuuummmm…….….., que rico Luisete, me gusta lo que me estás haciendo, madre mía que vergota tienes.

De repente regresó a su entorno y se dio cuenta del momento, para apostillar:

-Luisete, no estamos solos, ¿que estamos haciendo, y si apareciese mi marido?

Ahora se daba cuenta de la realidad existente, pero aquel momento era afrodisiaco para mí, la tenía a punto de caramelo y mi mente retorcida se regocijó de poder tenerla allí, era para mí, podía gozar con ella y embelesarla de placer, con el morbo que me daba experimentar estas sensaciones con mi jabata, teniendo además próximo a su marido que no sabía explotar y aprovechar los atributos tan excitantes que tenía su fémina. Seguí con mi diversión y la respondí:

-Señora Mercedes está usted deleitándose y gozando, nadie nos va a interrumpir, duermen plácidamente, no nos van a robar estos instantes, déjeme que la premie con estos soplos de dicha y satisfacción, goce usted.

-Vale, vale Luisete, pero porque no me llamas Merche, y rompemos ese protocolo de seriedad que más bien nos separa, en vez de unirnos.

-De acuerdo Merche, yo también soy Luis, y con esta familiaridad te digo que te voy a follar para darte todo el gustazo que necesites.

-¡Ay Luis! has perdido la vergüenza y tu lenguaje es vulgar y obsceno, pero me pone muy fogosa.

-Claro que sí Merche, mi polla está loca por meterse en tu cueva y darte todo el frenesí y la pasión que tu cuerpo desea, te voy a quitar las bragas para que sientas lo que es el badajo de un semental en celo.

-¡Ay Luis! que sensaciones me recorren por mi interior.

La dejé desnuda y contemplé aquel espectáculo tan fantástico, la hice que se apoyase en la encimera, la puse mirando a Cuenca, posición que tanto me excitaba, me encontraba totalmente burrote; nuestra conversación y nuestros magreos habían propiciado que mi lanza estuviese tiesa y dura como un poste de hormigón. Se la introduje lentamente y le gustó.

-Aaaahhhh…………, que gustirrinín Luis.

La premié con envites lentos y suaves, que la hicieron acoplarse a mi mosquetón.

-Toma zorrita, la picha dura de tu potrillo que te va a poner fina.

-Oooohhhh………..,aaaahhhh…………..Luis, que sensación tan rica, uuuummmm que placer.

Aquellos comentarios encendían mi ego y me infundían energía para embestirla con más ahínco.

-Toma más zorra.

-Aaaahhhh………, uuuummmm…………Luis, que follada me estas metiendo.

La miré al pompazo y recordé aquellas frases suyas donde presumía de las calenturas que levantaba su culazo; ahora lo tenía para mí, me agarré fuerte a aquellas nalgas y las apreté hacía mi verga para penetrarla más profundamente, además la obsequié con varios azotes; toda esta secuencia me excitó y me activó la sangre, mi calentón era para derretirse de placer. Ella también estaba desatada y ardiente:

-Aaaahhhh……….Luis, dame fuerte, no te pares, clávamela hasta el fondo.

-Sí golfa te la voy a meter entera, hasta que te sacies.

-Sí, sí, cómo me gusta este placer, que rico, que ricooooo……….. Luis.

Me aferré a sus posaderas, a aquel culo respingón de mis sueños eróticos, embestí sin parar, no podía controlar mi fiebre, lo estaba disfrutando a tope, todos sus atributos estaban a mi disposición, mi mente se nubló y seguí arreándola sacudidas hasta correrme.  Ella tampoco pudo con los vaivenes de mi verga, lo gozó y se deleitó hasta la saciedad.

- Aaaahhhh……….,oooohhhh……………., zorra toma toda mi polla, me corro, me corroooooo……., no puedo más, aaaahhhhh…………Merche toma mi leche.

-Sí, sí, te siento, aaaahhhh……………que rico, aaaahhhhh…………me viene, me viene, que bien, que bien Luis.

Terminamos saciados y extenuados, que pedazo de polvo habíamos echado allí, en la cocina, mientras las almas cándidas dormían. Lo dejamos rápidamente, ya habíamos gozado suficiente tiempo de nuestro recreo y por si acaso aparecía alguien no invitado, era mejor desaparecer, aún así, Merche me dijo al marchar:

-Luis tenemos que hablar. Continuará………………….

Enviarme comentarios para mejorar, estimular y animar mi capacidad creativa. Correo luiscalenton35@gmail.com . Gracias amigos.