Historias del abuelo calentón (41)
Fedra, mi compañera de actividad deportiva, era una chica llamativa, con buenos pechos y buen culete, en mi opinión un bombón muy apetecible.
Volviendo a la realidad, tras haberos relatado historias de mi tiempo de juventud y algunas de mis sensacionales experiencias con maduritas, me sitúo de nuevo en el día a día y os hago participes de mis aventuras más recientes.
Había llegado el buen tiempo y con ello el calor, los días más largos, el tiempo de relax, y empezaba el periodo de baño; había que combatir las altas temperaturas y el entretenimiento del baño era una actividad de ocio que encanta a nuestra cultura latina. Resido en la típica urbanización con piscina comunitaria, y aprovecho ésta en la época estival, para refrescarme y hacer un poco de ejercicio. Me gusta nadar, por eso aprovecho los horarios donde hay menos aglomeración de personal para practicar dicho deporte, éste suele ser entre 14,30 horas y las 17,00 horas. En este intervalo de tiempo hay más calma y te permite nadar con más comodidad y relajación.
Durante este periodo deportivo coincidí con una joven, que buscaba las mismas facilidades y el mismo confort a la hora de nadar. Nuestro horario y actividad era similar; me fijé en ella, porque aparte de estar solos en nuestra actividad cotidiana, era una chica llamativa, de estatura media, sobre 1,68 cm., rubia de ojos claros, con buenos pechos y buen culete, en mi opinión un bombón muy apetecible, su nombre era Fedra y tenía 25 años.
Todos los días, llegaba, se colocaba sus gafas y a nadar, su estilo no era muy depurado, se le notaba que había ido aprendiendo por su cuenta, por lo menos en sus inicios, pues tenía ciertos defectos arraigados, vicios que se cogen cuando no has tenido la oportunidad de tener un profesional de la materia que te forme y guíe en tu aprendizaje. Después de llevar coincidiendo con ella varios días, entablamos conversación, charlamos sobre lo bueno y el bien que hacía poder realizar un poco de deporte todos los días. Ella me alabó mi dedicación y la buena forma que se me vislumbraba a la hora de moverme y ejercitar la natación, teniendo en cuenta que ya era un señor maduro, yo también la ensalcé su motivación y entrega al ejercicio diario.
Con su bikini estaba bella, sus curvas y armas de mujer eran impresionantes, que pechos tan excitantes poseía, aquella jovencita encendía mi pasión, pero como siempre he dicho y he practicado, soy un gentleman y como tal, debía comportarme.
A medida que nuestro trato se fue ampliando, mi mente calenturienta empezó a maquinar e imaginar situaciones eróticas con aquella tierna pollita; podía ser mi hija, pero era tan provocadora y estimulante a mis ojos, que mi cerebro la veía como una mujer con la cual se podría disfrutar de todas esas sensaciones placenteras de que nos ha dotado la madre naturaleza; y con este raciocinio mi cabecita se dejaba llevar. Comencé a tener pensamientos pecaminosos y a elucubrar mi plan de acercamiento para gozar más estrechamente de aquella buena jaquita.
En nuestras horas de entrenamiento, poco a poco me fui aproximando a ella con explicaciones y consejos para mejorar su técnica nadadora. Los roces y tocamientos en el agua se fueron incrementando, siempre de una manera fortuita y correcta, no quería bajo ningún concepto que aquella criatura pensase que yo era un viejo verde. Estos toqueteos y restregones no pasaron desapercibidos para mi armazón, y así, de vez en cuando mi lanza se estiraba sin pedirme permiso, todo porque el ajetreo la causaba sugerentes emociones.
Se daban situaciones durante mis explicaciones teóricas, en las cuales podía contemplar a aquel pedazo de hembra en bikini, con sus suculentas mamas al natural en frente de mí, y en su dinamismo, rozar sin querer, sus pechugitas con mis brazos, o sencillamente en sus giros, pegarme sus esplendorosas nalgas a mis partes nobles; que incitación más estupenda me producía. Todo este trajín se fue haciendo corriente, a base de la relación que manteníamos diariamente. Ella actuaba con toda normalidad y se desenvolvía de modo espontaneo, con total sencillez; en mi caso traté de hacer lo mismo, pero mi palote, a veces, no estaba de acuerdo y se estiraba cuando consideraba que la situación era incitadora e insinuante. Más de una vez su culo incitador se había pegado a mi entrepierna, y semejante acción había levantado tempestad en mi interior, originando que mi escopeta experimentase una llamativa erección. Todas estas calenturas fueron machacando mi paz interna, y cada jornada mi deseo por aquella loba se hacía más intenso.
He de reconocer que cuando uno se encuentra malito, en este aspecto, no hay más solución que poner los remedios que tengas a tu alcance para dar solución al problema, y con este rozamiento que acontecía con la señorita Fedra, en algunos de mis devaneos nocturnos tuve que saciarme con una buena paja a la salud de aquella monumental jovencita.
De todas maneras, como siempre he contado, hay que esperar el devenir de los acontecimientos, y así, en ocasiones pasa que la realidad supera la ficción, aunque sea difícil que esto ocurra, y si no pensad en algunos hechos acaecidos alrededor vuestro y podréis encontrar algún ejemplo en los que se cumple esa paradójica frase.
Un día, estando en la piscina, al final de nuestra actividad nadadora, Fedra se encontraba contenta por su evolución y aprendizaje, y se mostraba dinámica e inquieta, vamos que estaba juguetona; su traqueteo era tal, que se pegó a mí, zarandeando descaradamente su culo contra mi verga, produciendo en mi miembro una reacción de caballo empalmado, ella que era muy avispada, se percató inmediatamente de mi transformación, y como joven picarona y con experiencia, quiso comprobar si lo que se imaginaba era cierto; sin cortarse un pelo metió la mano bajo el agua, para dirigirla hacia mi bañador, donde agarró mi arma para verificar que estaba erguida y que lo que había sentido en sus posaderas era realidad, por ello me comentó:
-Señor Luis, está usted empalmado, madre mía cómo se le ha puesto el pájaro.
Ella actuaba con toda naturalidad, sabía que parte de aquella alteración era debido a sus provocadores meneos, a su comprometedora agitación.
Yo con mi caballerosidad y mi calentura, la espeté:
-Fedra, preciosidad mía, con los balanceos y vaivenes que le has proporcionado a mi vergota, no es de extrañar que se haya puesto verraca y tiesa.
Como estaba traviesa y revoltosa, siguió con la diversión.
-Si solo le he hecho esto.
Volvió a restregarme todo su culazo por mis vergüenzas, con esta acción mi pudor y mi decoro saltaron por los aires y vi que aquella leona quería más tralla para su cuerpo, por ello, obré en consecuencia.
-Fedra, tócame otra vez la polla, te va a asombrar lo erecta que la has puesto.
-Señor Luis, es usted un picantón.
Quería guerra y la iba a tener.
-Y tu hija una calienta pollas.
- A ver, déjeme curiosear como tiene su capullito. Ooooohhh…..madre mía, que tieso.
Me metió la mano bajo el bañador y me sometió a un traqueteo que me encantó, mi falo estaba disfrutando y por supuesto yo estaba en el séptimo cielo, pero como ella era muy viva, me susurró:
-Señor Luis, aquí no es el sitio adecuado para estas cositas, vengase conmigo que estoy solita en casa.
Nos dirigimos a su piso, sus padres estaban de viaje y se encontraba libre de marcas. Llegamos a su domicilio, como la ropa que portábamos era muy ligera, en un pis pas la quité el pantalón corto y la camiseta que llevaba, se quedó en bikini y mis manos tuvieron fácil acceso a sus tetazas, como me excitó sobarlas y amasarlas. Ella me bajo el bañador y se apoderó de mi estaca, la estrujó y masajeó de una manera confortante y sugestiva, estas sensaciones me nublaron la vista, que rico todo aquello que estábamos sintiendo.
Una vez que disfruté bien de sus pechos, pasé a estimularla el clítoris, quería que aquella tigresa gozase como una perra en celo, que se embriagase de un sugestivo placer que la volviese loca de gusto. La fui lentamente penetrando con los dedos, estimulando sus labios vaginales, jugué con su punto G y la reavivé toda la sensibilidad que podía experimentar en sus zonas erógenas, se la notaba excitada por sus expresiones.
-Oooohhh, uuummmfff….., señor Luis, es usted un malote, me está poniendo malita, cómo me toca, aaahh….que rico.
Nos fundimos en un morreo provocador y vivificante. El momento era afrodisiaco, los dos comenzamos a estar bastante excitados, aun así, queríamos más, era alentador ver como ambos perseguíamos excitar más a nuestra pareja. Ella se arrodilló para meterse mi pene en su boca y gratificarme con una mamada exuberante, recorrió todo mi troncho y su lengua se deslizó por mi piel, enfervorizando mis venas y proporcionándome unas gratas impresiones. Viendo que me tenía extasiadito, la sugerí irnos a la cama y realizar un sesenta y nueve, era lo más idóneo para que nuestro ritmo de calentamiento fuera homogéneo.
Nos desnudamos completamente y adoptamos la posición, abrí bien su raja y mi lengua serpenteó por su plácida gruta, mis lengüetazos la descomponían, su placer era inmenso. Los dos estábamos gozando de manera desmesurada de aquel paradisiaco soplo de locura, mi mente recibía unas sensaciones que la nublaban de goce completamente.
El instante estaba subidito de tono, nuestras emociones y nuestra sensibilidad estaban a flor de piel, por ello la hice bajar de encima de mí y la posicioné para practicar el misionero, la penetré suavemente, mi rabo estaba hecho una fiera tras su estupenda felación y su rajita estaba empapada tras mi excitante comida de almeja, estábamos preparados para seguir gozando exponencialmente. Mis penetraciones fueron sedosas y delicadas, lo cual agradeció, para ir cogiendo el ritmo que nos llevase poco a poco al summum, me maravillaba y apasionaba oírla:
- Aaaahhh…..,uuummmffff….,señor Luis, que gratificante, que sensaciones, uuuummmffff, siga, siga así.
-¿Te gusta zorrita mía?
-Me encanta, me trastorna gratamente, oooohhh…….que delicia, cómo siento su rabito.
La estaba viendo gozar como una buena jaca disfruta de su semental y me llenaba verla de aquella manera, pero todavía se podía perfeccionar, por ello la guie para que cambiásemos de pose. La puse como una perrita, no rechistó, al contrario, le gustó. La volví a penetrar dulcemente, me agarré fuerte a sus posaderas y gradualmente fui aumentando mis embestidas, ella lo disfrutó a todo trance.
-Aaahhh……, uuuummfffff……., señor Luis que follada más rica, siga así, no pare.
-Sí golfa, te voy a dar todo el gusto que me pidas.
-Sí, sí, así, oooohhhh….. que sensación, ooooohhh….me fascina, que rabito más juguetón.
-Sí, sí zorrona, mueve tu trasero, dame gusto Fedra, dame gusto.
-Aaaaahhhhh…..,uuummmfff….., señor Luis, como puede ser esto tan rico, aaaahhhh………que maravilla.
Me estaba poniendo tan caliente, que mi cuerpo echaba fuego. La agarré fuertemente por los hermosos jamones que poseía y me desboqué como un potro, empecé a moverme como un vendaval y a embestirla sin piedad; ella gritaba:
-Aaaaahhhh……..señor Luis, como me folla cabrón, no pare, dele, así, asíiiiiiiiiii………., fuerte, oooohhh….., me corro, me corrooooooo, uuuummmffff que ricooooooo……….
-Sí, síiiiiiiiiiiiiiii………, me voy, me viene, aaaahhhh……., golfa que ricoooooo……………
Saqué mi polla de su orificio y la regué con toda la sustancia de mi semen por su inmenso pandero. Que corrida tan deliciosa con aquel bombón, que tigresa tan activa y excitante.
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