Historias del abuelo calentón (4)

Una amiga de mi nuera hizo que mi pájaro volviera a ponerse en movimiento.

HISTORIAS DEL ABUELO CALENTÓN (4)

Amigos lectores, de nuevo con vosotros para contaros una espontanea historia de las tantas que me han sucedido a lo largo de mi vida.

Después de la ajetreada semana que había tenido, como consecuencia de la ausencia de mi hijo y por los sobresaltos sexuales que había experimentado con mi nuera, vino una temporada de calma. Todo volvió a la normalidad y nuestras vidas se desarrollaban dentro del ámbito de la monotonía, en esa rutina diaria que todos tenemos cada día.

Hacíamos vida familiar cuando correspondía y marchábamos con las cuestiones habituales que nos ocupan cotidianamente, es decir tareas domésticas, trabajar, hacer ejercicio, aficiones, televisión, internet, etc……

Pero en esta vida la calma no siempre dura, siempre existen acontecimientos que lo perturban.

Aquella tarde me encontraba tranquilo en casa, leyendo el periódico, cuando llegó mi nuera con una amiga. Me la presentó, se llamaba Joana, tenía 45 años y puedo decir que era una mujer despampanante, de esas que quita el hipo, por lo menos a mí me dejó atónito. Con su 1,70 cm. de estatura, morena, de aspecto llamativo, ojos oscuros, figura proporcionada, apretadas carnes, marcando curvas, con buenos pechos y buen culo. Estaba divorciada y vestía del estilo de mi nuera, falda ceñida, blusa ajustada que hacía resaltar sus hermosos pechos y zapatos de tacón de aguja, que realzaban sus bellas piernas.

Que mujer, que presencia, que cualidades.

Ya os podéis imaginar, mi pájaro empezó a revolotear, me comunicó que estaba en movimiento. Mi mente enseguida se fue a esos pensamientos obscenos que con tanta facilidad nos inundan cuando tenemos un panorama como el que yo tenía enfrente.

La tarde trascurrió sin ninguna novedad, yo seguí a mis asuntos y ellas estuvieron en otra estancia de la casa, charlando, riendo y contándose cosas de mujeres. Amenizaban su reunión con buen vino y algún aperitivo.

Cuando llegaron las 22,00 h., mi nuera me comentó que Luis, mi hijo, vendría más tarde y que si podía acercar a Joana a su casa, porque habían bebido un poquillo y ella no estaba en condiciones de hacerlo. Yo, naturalmente, me ofrecí para llevarla sin ninguna pega. Nuria me dio las llaves de su coche y nos dirigimos hacia la casa. Durante el trayecto hablamos de temas cotidianos. Comprobé lo cercana y agradable que era Joana, además de fijarme en sus buenos atributos, que piernas y que pechos.

De vez en cuando, me tocaba en la pierna y ese acto hacia que mi riego sanguíneo se perturbara, mi miembro empezaba a inflamarse.

Cuando llegamos a su casa me ofreció tomar algo, a lo cual accedí encantado; era una manera de pasar más tiempo con ella y poder percibir sus encantos más cercanos. Nos sentamos en un sofá y seguimos hablando, pero su proximidad, su toqueteo y esa cara tan viciosilla que tenía, hacían que mi mente estuviese calenturienta, pensaba en que buen polvo la echaría, en lo rica que estaba y lo bien que me sentaría disfrutar de su cuerpo. Con todas estas premisas mi pene empezó a desarrollarse, no podía controlar aquel impulso, aunque intentaba disimularlo.

Ella se dio cuenta y muy sarcásticamente me dejo caer.

-Luis ya me había mencionado Nuria que tenias un muelle en la entrepierna que te trae por la calle de la amargura.

Para salir del paso, contesté:

-Si, ya ves, los hombres no podemos disimular cuando ciertas cualidades femeninas nos producen trastornos emocionales.

-¿Quieres que te trate como Nuria?

-Pues la verdad es que no me vendría mal.

Empezamos un morreo, seguido de un sobeteo donde pude masajear aquellos buenos melones. La quité la blusa y acto seguido el sujetador, para dejar al aire un par de buenas tetas, eran maravillosas, me embriagué de ellas, las estrujé, la chupé los pezones y me deleité con aquellos manjares; me encendí tanto que la polla me iba a estallar.

Ella me había desabrochado el pantalón y me masajeaba los testículos para luego masturbarme el miembro. Yo ya estaba que echaba humo. La quité la falda, la bajé las bragas y contemplé su apetecible chichi.

Me dijo que me pusiera cómodo que se iba a subirse encima de mí. Se introdujo suavemente mi miembro y empezó un vaivén de sube y baja.

-Que rico, que placer.

Y comenzó a susurrar:

-Oh Luis, que bien armado estas, me encanta tu mástil.

-Métemelo todo, haz que sienta placer.

Yo mientras la chupaba sus bellas aureolas y la sobaba las tetas, cambiaba para manosearla el culo; ella seguía con susurros.

-Ah que bien la siento, que gustazo me da.

-No te pares, muévete. Oh……….., ummm………. que maravilla de polla.

Subía y bajaba y yo la acompañaba en esos movimientos de goce.

Que hembra, que atributos, todos para mí.

-Oh……. Luis sigue, sigue, dame más.

-Que pedazo de herramienta, que pollón más rico.

-No te pares, sigue, ah……,ah…….. , me corro, me corro. Oh……, umm….oh… llegué.

Al terminar su caliente excitación, me añadió.

-No te corras dentro, yo te atiendo.

Siguió su cabalgada y cuando estaba casi a punto de correrme, se bajó, se metió mi polla en la boca y me la chupó hasta que me sacó toda la sustancia. Que pedazo de guarra, que bien me lo había hecho.

Que rico y que follada le había metido. Me quedé plenamente satisfecho.

Me despedí de ella y quedamos que había que volver a repetir la experiencia.

Ella no sabía que mi mente era calenturienta y ya estaba pensando en cómo arreglármelas para conseguir otro de mis sueños eróticos. No era otro que poder disfrutar y gozar de dos mujeres a la vez.

Echar un polvo con Joana y Nuria era mi gran meta. No sabía cómo lo conseguiría pero ahí estaba, en mis futuros planes. Amigos espero que hayáis pasado un grato momento de lectura y ocio. Hasta pronto.