Historias del abuelo calentón (36)

La señora Margot me alojó durante mis estudios en el extranjero, era amable y cordial, y me atendía de una forma sensacional, sus atributos y su manera de ser me encandilaron.

HISTORIA DEL ABUELO CALENTÓN (36)

Otra de las experiencias vividas que dejó marcada mi juventud, fue el año de carrera que decidí pasar en el extranjero; como cualquier estudiante siempre tuve la ilusión de realizar un año de mis estudios fuera de mi entorno y se me presentó la oportunidad.

Cuando hablaba con conocidos de cursos anteriores, me relataban la estupenda aventura vivida con motivo de haber viajado y residido en un país diferente al nuestro. Según ellos, te enriquecía y te servía para espabilarte y aprender a valerse por uno mismo, además de tenerlo quehacer en un idioma que no era el tuyo.

En mi caso, el país escogido fue Francia, siempre tuve una predilección por aprender lo más correctamente este idioma. La forma que elegí fue hacer una inmersión lingüística y por ello determiné que fuese conviviendo con una familia, esta situación me permitiría practicar y aprender la lengua de una manera más intensa.

Generalmente, la gente iba a residencias o compartía piso, pero en mi caso opté por esta otra modalidad porque en mi opinión parecía más útil y provechosa. Referente a las otras opciones, siempre se hablaba que había más desmadre, más juerga y más facilidad de poder desviarte de los objetivos a lograr, que no eran otros que aprobar todas las asignaturas que habías decidido cursar.

Arregle mis papeles y por medio de una agencia, me asignaron un domicilio cercano a mi universidad, más o menos a veinte minutos andando a buen paso. Al llegar a la ciudad francesa, me dirigí a mi lugar de hospedaje, era una zona residencial, con bastante zona verde, el aspecto del barrio me gustó. Me encaminé al edificio, el piso estaba situado en la 1ª planta, llamé al timbre, me abrió una madame, su nombre era Margot, tenía 50 años, pelo castaño, de contextura fuerte, metidita en carnes, pero muy proporcionada, de talla alta, medía por lo menos 1,80 cm., era una mujerona, su tamaño imponía; por el contrario, su rostro era agradable, sus gestos eran suaves y esto le hacía parecer una persona amable y apacible. Vestía elegantemente, con una blusa, una falda por encima de las rodillas y unos zapatos de tacón que daban una esbeltez a sus piernas, se divisaban unos muslos compactos y consistentes, era una hembra maciza. La primera percepción fue impresionante para mí, era una mujer con mucho poderío, le gustaba ir maquillada, no en exceso, pero con unos toques que realzasen la cara dulce que tenía.

Una vez dentro del piso, entablamos conversación y nos preguntamos las cosas cotidianas para tener una idea de con quien íbamos a convivir. De mis confesiones lo que más la llamó la atención es que no tuviera novia, con el carácter abierto y sociable que demostraba; por su parte, ella me contó que estaba divorciada desde hacía bastante tiempo, que le gustaba vivir independiente, tenía dos hijas ya emancipadas, y me explico que acogía estudiantes para sanear y completar su condición económica. Esto último me sorprendió porque los estudiantes solicitábamos una familia para fomentar el desarrollo del idioma que queríamos practicar, y esta unidad familiar que me había tocado era muy particular. Determiné que seguiría con el panorama que se me había planteado y que analizaría como se desenvolviesen las circunstancias para obrar en consecuencia.

Madame Margot era super amable, me atendía de una forma sensacional. Los desayunos, comidas y cenas eran suculentas y me hacía degustar la gastronomía del país, con los productos típicos de allí, por ejemplo, los quesos eran obligados al finalizar las comidas, para ella eran más importante que incluso los postres.

Por mi parte, intentaba no darla demasiado trabajo y le ayudaba a la hora de poner y quitar las cosas de la mesa. Ella siempre me decía: ¡Allez, allez!, a tus estudios.

Nuestra convivencia era grata y armoniosa. Poco a poco me fui deteniendo en ella, la miraba cuando no me observaba, oteaba sus partes más íntimas siempre que tenía oportunidad, me fue atrayendo con estas raciones de vista que me daba. Mi mente se fue moldeando con las visiones que robaba a la señora Margot, además me daba mucho morbo que fuese tan robusta; algunas veces mi pensamiento pecaminoso había soñado con tener relaciones con una hembra grandona y fornida, y esta fémina cumplía los requisitos. Estaba dotada de un buen culo y unas buenas tetas, su cara era linda, tenía unos buenos jamones; todos sus atributos y su manera de ser me encandilaban. Comencé a tener sueños obscenos con su persona, la dama no estaba nada mal, pero nada mal para que yo mostrase todo mi interés por querer empitonarla.

Los días pasaban y mi raciocinio cada vez estaba más alterado, las calenturas nocturnas se fueron repitiendo y alguna de ellas terminaba en desahogo. El horizonte se planteaba ardiente y mi cabecita solo maquinaba que aquella leona tenía que probar mi herramienta, era necesario hacerla gozar como una perra.

Una noche de sábado, había salido a entretenerme un poco y a tomar algo, no regresé tarde y a eso de las 24:00 horas me metí en la cama; sobre la 1:00 horas llegó la señora Margot, venía acompañada, se metieron en su habitación y comenzaron a echar un señor polvo. La cuestión hubiera sido normal, sino fuese porque la tigresa empezó suavemente a gemir, pero a medida que se intensificó la follada, ella aumento su jadeo; era expresiva y se escuchaban sus gemidos, aunque no quisiera ser oída, el momento sexual no la dejaba controlar sus impulsos. Que polvazo la estaban echando, bramaba y rugía como una buena jaca en celo; todo aquel ajetreo me enervó de tal manera, que me puso el nabo tieso, me empecé a pajear como un mono por la excitación que estaba experimentando y llegué hasta el final para dar rienda suelta a mi imaginación, fantaseaba siendo yo quien poseía y follaba a aquella calenturienta loba, disfrutando de sus lindezas femeninas y haciéndola gritar y gozar como una viciosa.

Me desperté a la mañana siguiente y como de costumbre, madame Margot actuó con toda normalidad; su cara reflejaba la satisfacción, estaba claro que lo había pasado bien en su ardoroso revolcón. Seguimos nuestra cohabitación, pero ya quedé marcado por los sucesos acontecidos aquella noche, ya conocía un poco mejor a la damisela y sabía que tenía necesidades, y que de vez en cuando tenía que satisfacerlas; a mí no me importaba ser su potro y fustigarla con mi badajo para hacerla sentir todo el placer del mundo. Mi cerebro inició una secuencia que debía realizar, la cuestión era como tenía que montármelo para conseguir llevarme al huerto a aquella zorrona tan rica.

Siempre he dicho que el devenir de los acontecimientos es implacable y antojadizo, y acaba imponiendo su ley, y así, un día de fin de semana, Margot se encontraba guapísimamente arreglada, con su falda de tubo negra, su blusa de color rojo y sus zapatos de tacón; preparada para disfrutar de una amena velada, cuando sonó su móvil, discutió con la persona con la cual hablaba y al terminar la conversación, observé su semblante triste y afligido; no me gustó verla así, al fin y al cabo era una persona servicial y muy cordial.

La pregunté ¿Qué pasaba?, y no quiso darme muchas explicaciones, seguí insistiendo, y como cualquier ser humano necesitó desahogarse; al final me contó que había quedado con un amigo, pero le había llamado para decirle que le era imposible acudir a la cita por problemas que le habían surgido. Ella se sinceró conmigo diciéndome que sus argumentos no le habían parecidos nada convincentes y por eso su disgusto.

Esta tesitura hizo que mi ingenio pensase rápidamente en una solución, ésta podía ser positiva para ella y para mis sucios deseos. La propuse que yo sería su acompañante, la cita seguía en pie y no debía preocuparse porque iba a estar entretenida conmigo. Me miró con cara de incredulidad y preguntó:

-¿Serias capaz de dedicar tu tiempo a esta señora, que te saca un puñado de años y con la cual te puedes aburrir como una ostra?

- Naturalmente, y no solo eso, voy a intentar que pase un suspiro de aire fresco con el que se encuentre distraída y alegre.

Le pregunté que tenían pensado hacer, contestó que ir a cenar, después a pasear y para finalizar, tomar una copa.

-No hay problema, seguiremos el plan establecido.

La noche se fue desarrollando según lo previsto, y todo nuestra ambientación y nuestra relación fue armoniosa y gratificante. Tras tomar las copas, nos invadió un puntillo, la alegría y la sonrisa inundaron nuestro interior, habíamos pasado un buen rato y Margot había conseguido relajarse y se había olvidado de su problemática anterior. Llegamos a la casa y me dio las gracias por los buenos instantes que había pasado y lo a gusto que se había encontrado. Se acercó a mí, me miró fijamente a los ojos y me dio un fuerte abrazo, sentí que me derretía, aquella colosal señora me estaba aplastando contra ella, sus pechotes se pusieron a la altura de mi boca, me apetecía comerla esos melones, pero tenía que ser comedido, todavía la situación no era propicia para el desembarco.

Nos separamos y mi ímpetu me llevó a darla un beso en la boca, era el momento idóneo para tener un devaneo con aquella monumental javata. Tras mi beso se quedó un poco perpleja, pero era mujer experimentada y con tablas, su reacción fue acercarse a mí y continuar con un buen morreo, nuestras lenguas batallaron para comerse la una a la otra, esto nos puso a los dos en órbita. Comenzamos a sobarnos y a mi aquello me puso más incandescente todavía; por fin tenía a mi disposición a la maciza grandullona, uno de mis sueños eróticos se estaba cumpliendo, tener un prototipo de hembra como ésta había sido una de mis debilidades en mis años de existencia, ahora iba a poder saciarme con Margot.

Le quité la blusa y la falda, para contemplarla en ropa interior y con sus tacones, que le hacían más enorme y esbelta todavía, pero esto para mí era santo de mi devoción; me hervía la sangre por poseer y gozar de los encantos de aquella inmensa señora. Ella, por su parte, me quitó toda la ropa superior para deleitarse con mi torso, me acariciaba y deslizaba sus dedos sobre mi piel para hacerme sentir sensaciones sumamente excitantes, para aumentar estas emociones me bajó la cremallera del pantalón y se apoderó de mi verga, regalándola una masturbación que puso mi pene en erección. Mientras, yo continué, despojándola del sujetador y amasando sus esplendorosas ubres, dándome una buena panzada de chupeteo que la volvieron loca de gusto.

Me cogió de la mano y me llevó a su habitación, nos despojamos de toda ropa existente, me dijo que me sentase en la cama, yo la pedí que se dejase los zapatos de tacón porque este fetiche me ponía mucho a la hora de fornicar, ella accedió complaciente; al instante se arrodilló, tomó mi instrumento y se dedicó a chuparlo y a jugar con su lengua sobre mi glande, la sensibilidad que me hizo experimentar me llevó al séptimo cielo. Esta mujer tenía experiencia en mil batallas y sabía como agitar el rabo del diablo. Mientras ella me proporcionaba estas delicias, aproveché para magrear detenidamente sus tetonas; la visión de aquella formidable dama en pose de confesión donde percibía sus curvas, su provocativo trasero y sus tacones hicieron que notase un calor tórrido, la sexualidad invadía mi interior.

Tras sus maniobras, me puso a tono y aumentó mi riego sanguíneo, que placer me estaba dando aquella tigresa, y para no acelerarme demasiado, pues la fémina sabía que había que llegar a metas mayores, se tumbó en la cama y me hizo que la comiese la almeja, metí mi lengua en su gruta y jugué con sus labios vaginales, aquello la estremeció de placer y en sus sonidos lo percibí:

-Aaaaah…..mon petit, esto es una maravilla, estoy en la gloria, que gustazo me das.

Yo seguía succionando y dándola la caña que ella pedía.

-Aaaah…, uuummm……, estoy encantada de lo que me haces, oooohhh….., aaaahhh…., sigue, cómeme todo granuja.

Mi lengua la penetró como una serpiente y ella se derritió como el chocolate al sol, se contorsionaba del gustazo que estaba recibiendo.

-Uuuummmm, uuufff……que gozada, aaaahhh…….,me estas abrasando canalla.

En un momento decidió que su temperatura era extrema, me hizo tumbarme, me propinó una mamada enérgica, devorándome los testículos; que arte poseía comiéndome mis partes nobles, en un periquete me puso el mástil a pleno rendimiento. Se subió encima de mí y se introdujo mi herramienta, comenzando una cabalgada que fue intensificando de forma gradual; estaba muy caliente y quería gozar a tutiplén; que locura de mujer, que folladora, estaba tan mojada que su deslizamiento por mi bastón era una seda; subía y bajaba como una posesa, aquello le gustaba en demasía, quería darse un atracón, saciarse plenamente, que no se la escapase el momento, gozar hasta llegar a la cúspide, al summum.

-Aaaahhh….. putain, que bien, que sensación, que gustirrinin, no voy a aguantar.

-Disfrute Margot, sienta el badajo de su semental, aaahhh……que polvazo más rico.

-Aaaahhh…..,oooohhhh….. mon enfant, dame duro, acelera, hazme que me corra.

-Toma zorra, toma toda mi polla, siéntela zorrona.

Le agarré fuerte por las nalgas y le di unos buenos envites para que percibiese toda la dureza y la tensión de mi verga. Aquella jabata era una bomba sexual y como tal se comportaba. Que momentos más exuberantes y pletóricos me estaba haciendo vivir.

-Aaaahhh….., uuuummmm…….mon petit me corro, me corroooooo……..,ooohhhh……..que rico.

-Aaaahhhh….sigue, cabalga zorra, que bien te mueves golfa, aaahhh…..me viene, me vieneeee……

Las últimas embestidas fueron bestiales y terminó con mi resistencia, me vacié dentro de ella y mi regocijo fue pleno. Cuando la saqué me obsequió con una mamada para relajar mi aparato, serpenteando con su lengua sobre mi prepucio, lo cual me produjo unas sensaciones espasmódicas y convulsivas, pero que me llenaron gratamente.

Me comentó que le había fascinado nuestra aventura y que si no tenía inconveniente podríamos repetir algún día, pero de manera esporádica y sorpresiva, contesté que había sido un placer disfrutar con ella y que para mí era una satisfacción tener relaciones sexuales con una mujer de su calibre. Le gustó todo y quedamos para un futuro affaire.

Enviarme comentarios para mejorar, estimular y animar mi capacidad creativa. Correo luiscalenton35@gmail.com . Gracias amigos.