Historias del abuelo calentón (29)

Vicky, vecina con quien compartía muro de habitación, cuando decidía darse una alegría con su marido, era tan sumamente elocuente que revolucionaba mi tranca.

HISTORIAS DEL ABUELO CALENTÓN (29)

El transcurso de la vida te va enseñando y te va formando en las diferentes facetas que tienes que ir desarrollando y en las que tienes que desenvolverte, por ello siempre es bueno aprender de aquellas personas que con sus experiencias te pueden enriquecer. La existencia es un camino en el que vas cargando tu saco con toda esa mundología que te ha tocado probar y asimilar, de la cual, uno saca el aprendizaje necesario para irse realizando como persona.

Hoy me vienen a la cabeza, esas anécdotas y esas vivencias que han rellenado mi bagaje en el curso de mi subsistencia. Estos recuerdos que tanto nos complacen cuando nos encontramos en momentos de recogimiento o, por el contrario, cuando estas reunido con personas a las que aprecias y con las que te gusta compartir tus momentos más entrañables, no dejan de ser información almacenada que colma de felicidad nuestro ego y de la cual te nutres, a medida que los años se van acumulando.

Volviendo a mis historias de antaño, me viene a la mente la huella de una mujer muy apasionada y expresiva, que vino a residir al piso contiguo al de mis padres, no pertenecía a nuestro portal, sino que era del edificio próximo, pero las paredes eran colindantes; el tabique de mi dormitorio era división con el suyo.

Esta señora en cuestión, cuando decidía darse una alegría con su marido, era tan sumamente elocuente que revolucionaba mi tranca, su animación era tal que me producía una considerable calentura, que solía terminar con desahogo manual.

Tras indagar, me enteré que la susodicha dama se llamaba Vicky, tenía 39 años, 1,70 cm. de estatura, morena de ojos oscuros, de complexión normal, unas buenas manzanas y un culo apetitoso. El matrimonio había llegado nuevo a la barriada, estaban de alquiler y el cambio se había producido por traslado del marido por parte de su empresa. El marido era delgado, de la misma estatura que ella, por eso cuando la mencionada se ponía tacones, se le quedaba un poco bajito, pero eso en algunas parejas, si no tienes complejos, produce morbo. Era una pareja activa, iban al gimnasio y se les veía dinámicos, viajaban a menudo los fines de semana y se notaba que sus cuerpos estaban cuidados.

Como he comentado, mi realidad era que cuando la señora Vicky quería echar un polvete, me producía una exuberante agitación en mi entrepierna y por entonces con mis 19 años y su parloteo incitador, me ocasionaban, con suma facilidad, un calentamiento de mis circuitos que, para saciar mi fervor, terminaba con maniobras manuales.

Al principio de su llegada, no conocía su fisonomía, no tenía ni idea quien podía habitar al otro lado del muro, pero con sus ruidos, sus ajetreos y su picante labia fueron despertando en mí la curiosidad por conocer a aquella jabata tan lujuriosa. La secuencia de algunas de mis noches de suplicio y excitación sucedía de la siguiente manera; ellos, como es natural se acostaban tranquilamente, pero después cuando empezaban con su fornicación, la señora Vicky susurraba:

-Siiii, Julián, así, cómeme toda la almeja.

-Aaaah……., me gusta, aaah…….., que rico.

-Me encanta tu lengua, como me chupas, ooooh……..que sensaciones,.

-Aaaah……, que deleite.

Con este dialogo, uno no era de piedra y me ponía a cien, cierto es que ponía toda mi oreja pegada al muro, pero sus gritos incitaban a ello. Imaginaba, que cuando la tigresa estaba a tono, se calzaba a su maromo y la lingüística que me llegaba, era la siguiente:

- Aaaah….., Julián dame más, dame más.

-Aaaah…., que delirio, que gozada.

-Clavamela, ooooh……, así, asíiiiii……

-Quiero sentir tu polla, aaaah…..,ooooh……

Sus exclamaciones y toda su dialéctica activaban mi riego sanguíneo; pensaba “pedazo de zorra, yo sí que te clavaba toda mi estaca, te la metería hasta que dijeses basta, calientapollas, zorrón”.

Que mente calenturienta me ponía aquella leona. El, por el contrario, el llamando Julián, no se le oía, imaginé que el hombre tenía bastante con atender a la loba.

Todo esto me dio pie a querer conocer a aquella singular pareja, en particular a ella, que tanta excitación generaba en mí. Un día decidí investigar y conocer el aspecto de aquella damisela, la verdad es que pensé que no sería complicado pues más o menos conocía a la gente del barrio, aunque solo fuera de vista. Desde una hora temprana merodeé cerca de su portal para controlar las salidas del personal, era la forma más sencilla de descubrir a la enigmática provocadora, y así sobre las 8,00 horas, salió la señora Vicky con imponente figura, acompañada de su Julián. Me gusto su estilo de vestir, iba con falda y tacones, lo que le hacía ser un pelín más alta que su marido, media melena, una morenaza digna de ser pasada por la piedra.

Una vez conocida mi excitadora vecina, ahora el inmediato paso, sería relacionarme con ella para acercarme y tener acceso a sus encantos. Dediqué un tiempo a recopilación de información, oteando y verificando sus movimientos; ningún objetivo o meta es fácil de conseguir, sin un trabajo y una dedicación, y aquél me robo bastante espacio de mis quehaceres, pero la culminación final merecía la pena. A medida que fui conociendo sus movimientos y como consecuencia pude observarla, estudiarla y mirarla, esta hembra me fue llenando, tenía ganas de tener entre mis zarpas a aquella sugestiva mujer. Al grabar su imagen en mi retina, las noches pecaminosas de sus orgias conyugales me fueron más satisfactorias, ya podía poner cara y gestos a aquella ardiente y chillona fémina que me hacía derramar mi semen en sus noches de lascivia.

Para aproximarme a ella, osé apuntarme al gimnasio donde la criatura moldeaba su soberbio cuerpo, adopté sus horarios, siempre por la tarde, tras su jornada laboral, y aunque Julián también merodeaba por el lugar, cada uno iba por libre. En mi observación de su pauta en el gim recibí buenas dosis de vista, donde me deleité contemplando su buen trasero, macizo y compacto y sus turgentes pechos. Cada día que pasaba, me gustaba más aquel jardín prohibido, por ello decidí pasar a la acción.

Estando una tarde ejercitando máquinas en el gimnasio, la irrumpí para compartir con ella entrenamiento, fue mi manera de darme a conocer. Los días fueron pasando y empezamos a entablar una pequeña amistad de saludeo; ya me conocía y pronto supo por nuestros habituales encuentros que éramos vecinos del barrio. Aprovechando este trato, coincidí con ella en una salida del recinto, lo que me permitió ir hablando en su compañía durante el camino de regreso a casa, en nuestra charla nos preguntamos sobre diferentes datos y se percató que vivía en el piso de al lado de ella. Me interrogó que si se oían discusiones o más cosas; era consciente de su efusividad en el lenguaje, y tuvo también preguntas más directas, como:

¿Tu habitación no estará contigua a la nuestra? Conteste:

-Si, compartimos muro.

- ¿Y escuchas cuando mi marido y yo tenemos relaciones?

-Tengo que decirte que sí, los tabiques no son insonoros y se escucha muy bien con el silencio de la noche .

Intenté meter pullitas para que la señora se percatase que estaba al tanto de su furor uterino, y de lo calentorra que era.

-¡Ay Luis! qué vergüenza, no sabes el sonrojo que me produce.

-No te preocupes, es normal y comprendo que te guste vivir la sexualidad a plena intensidad.

-Ya, pero es una cosa íntima, me da pudor que alguien conozca mi comportamiento, y más en este tema.

Para seguir profundizando en su herida y que se diera cuenta hasta qué punto ese comportamiento suyo había levantado mis pasiones, seguí machacando lentamente a la cachonda durante la conversación.

-Si, pero hay personas que necesitan de una ambientación frívola y obscena para ponerse a tono y disfrutar del sexo a tutiplén.

-Si, es verdad, a mí me pasa, pierdo el control y me escapo de todo lo que hay a mi alrededor.

Seguí con mi persistencia.

-Si Vicky, se percibe que estas sumamente concentrada, solo a lo tuyo.

-¡Ay Luis! me tienes con una incertidumbre, ¿qué oyes?

-Pues que gozas del sexo muy ardorosamente.

-Joder, me estas sacando los colores; en concreto ¿qué es lo que digo?

-Nada mujer, gritas de placer y expresas toda la pasión que llevas dentro, me maravilla oírte y sentir como te desfogas y lo exteriorizas con esa vehemencia.

-Luis, me estas poniendo en un brete, conoces secretos míos que son muy interiores, ahora cuéntame algo de los tuyos. Tú ¿qué sientes cuando me escuchas follar con mi marido?

La muy astuta, contraatacaba y quería saber de mis intimidades para así igualar un poco el panorama.

Debía responder muy inteligentemente para llevarme a aquella loba a mi terreno y poder lograr mi objetivo, cepillármela.

-Vamos Vicky, me pones en una tesitura muy fastidiada, como tú has dicho, son cuestiones muy profundas pertenecientes a uno.

-Anda Luis, cuéntamelo, yo te he hecho participe de las mías y tú las conoces.

Que espabilada, pensaba para mí, no había sido voluntariamente, las circunstancias y su descuido de no controlar su impulsividad había sido mi campo de información y conocimiento sobre los hábitos de aquella caliente jabata, pero ahora quería saber de mis impúdicos actos. Procedí a alegrarla sus oídos:

-Vicky, la verdad es que cuando te escuchó con esa lingüística tan sugestiva que usas, se me hincha la polla, se me alteran todos los sentidos y entro en un frenesí que me fascina, todo mi cuerpo se retuerce de gusto, tu elocuencia me lleva a la masturbación, a jugar con mi miembro y a terminar con una buena paja.

-Madre mía, Luis, me dejas de piedra, no sabía que mi proceder pudiera producir tanta perturbación.

-No Vicky, si me produce disfrute, era como estar oyendo una película porno, pero siendo real.

-Luis, lo siento mucho, no era mi intención trastornar tus neuronas, intentaré que no vuelva a suceder.

-Bueno, al principio no te conocía, ignoraba quien vivía en ese piso, pero ahora que pongo cara a la mujer que enerva mi polla de esa manera tan gratificante, he de reconocer que eres una mujer muy bella y atrayente.

-Gracias Luis por tus piropos, pero te saco un puñadito de años.

-Si Vicky, eso no importa, eres una mujer muy apetecible y me gusta, como a ti, dar barra libre a mis estímulos, me gusta expresarlo y vivirlo locamente.

-Luis, ¿me estas sugiriendo tener un affaire contigo?

-Vicky eres una mujer volcánica y ardorosa, me incendias la verga con tus actuaciones nocturnas, y sé que disfrutarías de este semental, me pondría a tu disposición para goce y satisfacción tuya.

-Me gusta lo que me dices, pero debo controlar mi impetuosidad.

-Vicky, algunas veces es bueno dejarse llevar y aprovechar las situaciones que nos ocurren, darse un gusto no siempre es viable, piénsatelo y sí quieres probar cosas nuevas y novedosas, estoy libre para ti.

-Me lo pensaré y si me tienta, te diré algo .

Sabía que aquella palpitante y llamativa mujer, tarde o temprano, respondería a mi propuesta, llevaba fuego en su naturaleza, y eso, haría que no se privase de probar fruta jugosa que la pudiera satisfacer sus marcados instintos carnales.

Pasaron varios días, y una tarde en el gimnasio se acercó a mí y me susurró bajito:

-Luis quiero follar contigo.

-Cuando tú quieras y en el momento que desees.

-Esta tarde estoy sola y quiero aprovechar para experimentar contigo, después del gim te espero en casa.

Llegó la hora, y allí me presenté, me abrió la puerta; me esperaba con una bata corta, que dejaba al aire sus estupendas piernas, unos zapatos de tacón negro, tipo ejecutiva, que sabía que producían provocación. Entré, nos sentamos en el sofá del salón y comenzamos un morreo enfervorizado que nos llevó a un magreo, donde recorrimos todas las partes de nuestros cuerpos. Mis manos se iban a sus muslos, a sobar su culo, sus tetas; ella me restregó, con energía, el paquete. En nuestros movimientos había una mezcla de garra, vitalidad y obscenidad, la fiebre corría por nuestro interior. La despojé de la bata, y se quedó con un sujetador y un minúsculo tanga negros; ella me desabrochó el pantalón y se apoderó de mi lanza para premiarla con una buena paja (por fin era mi golfa la que me saciaba) que endureciese su contextura. Qué manera de perder el control, estábamos idos y lo único que nos ocupaba era deleitarnos con nuestra sexualidad. Continuamos atizando el fuego, la quité el sujetador y la estrujé sus suculentos pechos, me estremecía al amasar aquellos esplendorosos melones.

Ella, me despojó de los pantalones y el calzón, me obsequió con un adorable masaje en los huevos y una estimulante subida y bajada de piel. Yo seguía con sus ubres, regalándola una buena comida de pezones.

-Aaaaah, que rico, cómeme todas mis tetas, criatura.

Yo obedecía y devoraba mi suculento manjar. Terminamos desnudos; ella solo tenía puestos sus zapatos de ejecutiva, al contemplar su silueta y visionar sus encantos, me recorrió una corriente eléctrica que me puso todo mi tronco a máxima reacción. Otra leona que me sacaba de mis casillas, pero que exquisito tener contacto con estas lujuriosas mujeres.

Vicky, me hizo sentarme cómodamente y se subió a mi montura, inició una cabalgada que agitó lo más interno de mi ser, su ajetreo era tal, que mi polla sufría de gusto. Yo, amasaba sus tetonas y disfruté de su actuación. Ella, susurró:

- Aaah, que pollón tienes niño, clávamela, dame, dameee, métemela hasta el fondo.

-Toma zorra, este proyectil es solo para ti, goza, cabalga así, asíiiiii.

-Ooooh…., aaaah…., hazme sentir la dureza de tu porra, que gustazo, como me enciende jugar con tu verga.

-Sí, leona, síiiii…  que tu almeja se trague todo mi cipote, haz que me retuerza de vicio.

- Aaaaah…Luis, me estoy calentando demasiado, que trajín más estupendo, tu polla está dura, me encanta este pedazo de hierro.

-Tú sigue asíiiii…., guarrilla, que placer me estás dando pedazo calentorra.

Cuando ya nuestra temperatura se hizo extremadamente peligrosa, próxima al orgasmo, la damisela mando parar, quería percibir otra experiencia.

-Luis, quiero que me des por el culo, mi marido es muy clásico y no le gusta probar, ni innovar, y contigo voy a tantear nuevas percepciones.

Lo tenía todo planeado, estaba dotada de vaselina para así, aminorar mi impacto sobre su orificio. La rocié del producto y pude admirar aquel fastuoso pandero, todo a mi disposición, la metí mi cipote lentamente y comencé un mete y saca que la proporcionó una riada de placer. Me agarré fuertemente a sus nalgas, para hacerla notar más profundamente los envites que le fui aportando, por ello susurraba:

-Ooooh…Luis, me gusta esta nueva sensación, me corre un escalofrió por mis entrañas que me llena de satisfacción.

Todavía no había empezado el ritmo mortal. La miré, y el panorama era de calentura, de exacerbación, parecíamos animales en celo, pero todo aquello era el summum, lo máximo.

Como era muy abrasadora, empezó a moverse de adelante hacía atrás y provocó que mis embestidas fueran más agresivas, no la importó, le gustó.

-Dame bien Luis, cuando siento tu verga me pongo más cachonda.

-Pues toma polla, zorra, disfruta de mi lanza.

-Así, asíiiiiii….., no pares, clávala toda, que yo la sienta.

-Guarrilla, como me pones, te estaría follando todo el día.

-Tu sigue, sigueeee, dale a tu zorra todo el garrote que tienes.

Aquella hembra era super caliente, me ponía a mil revoluciones, anulaba mi mente, mi único pensamiento era gozar en ese momento de todos los atributos que aquella excitante mujer tenía.

Me abalancé sobre ella para poderme agarrar fuerte a sus tetas, y comencé un mete y saca desenfrenado.

-Aaaaah…., cabrón que pollazos me estas metiendo, vas a hacer que me corra, me viene, me vieneeeee…..,aaaah….., me fui.

-Toma cachonda, toda mi leche, me voy, me voyyyyyy……aaaaah…. que rico, que ricoooo……

Echamos un buen polvo y dejamos la puerta abierta para nuevas sensaciones, eso sí, dijo que siempre debían ser novedosas, para lo normal, tenía a su marido.

Enviarme comentarios para mejorar, estimular y animar mi capacidad creativa. Correo luiscalenton35@gmail.com . Gracias amigos.