Historias del abuelo calentón (25)

Kristy, vino a verme,venía envuelta en forma de tentación y su objetivo era alterar mi sensibilidad y que la desease como mujer.

HISTORIAS DEL ABUELO CALENTÓN (25)

Tras el encuentro espontaneo con Kristy, la hija de Kaira, había pasado un tiempo y seguía con el desarrollo de mi vida cotidiana, continuaba con mis actividades y atendía mi vida social y rutinaria. Seguía manteniendo mi amistad con Kaira y salíamos de vez en cuando, cultivando una relación afectuosa y de pasatiempo que nos llenaba y entretenía, pero teniendo claro que no existía ninguna atadura sería entre nosotros.

Un viernes por la tarde me encontraba tranquilamente leyendo en casa, cuando sonó el timbre de la puerta, me apresuré a abrir, y cuál fue mi sorpresa al encontrarme a Kristy, venía a verme y a saber de mí. Yo no le había dado mi dirección, deduje que habría empleado su argucia para hacerse con ella. La hice pasar y la invité a un refrigerio. Vestía camisa blanca con una blusa de color azul marino y una falda negra por encima de las rodillas, medias negras transparentes y zapatos negros de tacón alto. Se había maquillado de manera que su belleza angelical resaltase y se plasmase más provocativa. Sus labios tintados con un rojo llamativo le daban un aspecto estimulante, de mujer insinuante y tentadora, era como la manzana exquisita que Eva ofreció a Adán.

La observé y la anhelé, venía envuelta en forma de tentación y ella era consciente de ello porque lo había planificado a conciencia. Su objetivo era alterar mi sensibilidad y que la desease como mujer, para ello usaba, como era habitual en ella, sus armas de mujer. La cosmética y el vestuario eran sus aliados para resaltar su belleza y realzar sus encantos femeninos.

Nos sentamos en el salón, se quitó la blusa y pude adivinar, por la hechura entallada de su camisa sus considerables pechos, cubiertos por un sugestivo sujetador de color rosa.

Mientras tomábamos el piscolabis aprovechó para ejercitar sus movimientos de piernas y me obsequió con panorámicas de sus hermosas extremidades y sus frondosos muslos; a veces hasta podía divisar sus braguitas rosas a juego con su sujetador. Esta hembra era peligrosa, sus insinuaciones eran la tentación personificada y a mi mente no le pasaba desapercibida. Los estímulos que recibía mi miembro de mi cabecita eran sucios y obscenos; que ganas tenía de palpar entre mis manos todos aquellos excitantes atributos y hacerla gozar de mi tieso mástil. Me estaba poniendo encendido, esta chica era experta en perturbar la estabilidad emocional de un hombre. Mi lanza se iba acrecentando y mis testículos almacenaban sustancia que pedía a gritos salir para tomar el aire puro.

Charlamos de cómo nos iba la vida, y entre frase y frase, miraba y percibía como mi bragueta iba en aumento, con sus movimientos y sus cambios de pose, la muy astuta calentaba mi entrepierna y cuando verificó que toda su estrategia había conseguido los efectos planeados, decidió actuar con más contingencia y me comentó:

-Luis, que aparato más juguetón tienes, con que facilidad se altera.

Había que reaccionar y la contesté:

-Kristy, mi niña, tu forma de actuar no deja otra solución, eres tan sugestiva con tu movilidad y tu ajetreo, que revolucionas mi pájaro; yo criatura, te daría el título de calienta braguetas.

Quería guerra, pues directamente me dirigí al blanco.

- ¡Ay Luis!, que cosas me dices, ¿te pongo tan alterado?

-No, me pones más, estoy deseando tenerte entre mis brazos y te voy a hacer saborear lo que es el placer en su máximo esplendor.

-Ya sabía yo que si pasaba a verte me ibas a premiar con gozo y disfrute.

-Kristy, eres una tigresa muy tentadora, tú lo sabes y lo aprovechas.

-Si Luis, y tú eres un hombre con un gatillo muy fácil, que arma enseguida su escopeta.

-Si guapa, pero esto es lo que tú persigues y sabes que el madurito Luis te va a dar el deleite y el gustazo que tú necesitas.

-Bueno Luis, dejémonos de rollo y vamos a disfrutar del sexo que tan buenas sensaciones nos proporciona.

Fue dicho y hecho, me abalancé sobre ella de manera melosa y empecé a aligerarla de ropa, la desabroché la camisa y la quité el sugerente sujetador rosa, para tener a mi disposición aquellas provocativas tetas, ella me bajó la cremallera del pantalón y metió la mano debajo de mi slip para hacerse con su trofeo, me tenía la polla como una piedra, la acarició y manoseó, se echo saliva para que los movimientos de sube y baja fueran más suaves y armoniosos, la encantaba pajearme y contemplar como el capullo sufría de gusto.

Chupé y succioné sus ubres hasta embriagarme, cuando intuí que los dos habíamos gozado lo suficiente de estas zonas erógenas, bajé hacia su campo de venus para ponerla a tono su clítoris. Metí mis manos entre sus bragas y la estimulé los labios vaginales hasta sacarla susurros de gozo. Nuestro estado de excitación fue creciendo y nuestros cuerpos se deleitaban con el regocijo que estábamos experimentando, por ello decidimos adoptar posiciones más cómodas y marchar hacia el dormitorio.

En el trayecto contemplé a mi leona, con ese pedazo de trasero tan macizo y rellenito que levantaba mi pasión y encendía toda la energía de la que era portador. Al entrar en la habitación me comentó que quería ir al servicio para proporcionarme una sorpresa, cuando salió llevaba puesto un picardías de color negro transparente, a juego con sus zapatos negros de tacón, el cual tenía unas aberturas muy sugerentes en la parte del culo y la parte delantera. Me susurro:

-Mira lo que me he puesto para excitarte y que pierdas el control, madurito.

Contesté: - Eres una loba excitadora y provocadora Kristy, y te voy a dar tu merecido con esta verga que tengo entre mis piernas.

-Que vergota Luis, quiero sentir esa polla dentro de mí, pero primero quiero saborearla y ponértela efervescente para que me dé toda la satisfacción del mundo.

-Eres una perra muy caliente, ven y chúpamela.

Me tumbé en la cama y empezó a hacerme una mamada monumental, subía y bajaba por todo el tronco de mi instrumento, que manera más vehemente de manipularme el cipote, que vendaval. Me la chupó con tanto ahínco que tuve que detenerla porque estaba a punto de hacerme correr. Me serené un poco y la devolví el obsequio, pegándole unos buenos lengüetazos a su clítoris, que la llevaron a gritar de gusto, cuando comprendí que los dos estábamos trastornados de goce, la hice que se subiera encima de mí y me cabalgase como una jinete. Sus contorsiones hacían que mi pene se volviese loco de placer y su lingüística y alaridos me enervaban de tal manera que me trasportaban al más allá.

-Aaah Luis, que gustazo, me maravilla tu polla, que gusto me da, su dureza me trasmite unas sensaciones que me electrocutan.

-Goza zorra, disfrútala.

-Muévete madurito, dámela toda, hazme temblar de placer con tu pollón.

-Si perrita mía, toma toda mi lanza y disfrútala hasta la saturación.

El tener aquella jaca encima de mí, con aquellos esplendidos pechos, unido al morbo que me trasmitía con sus zapatos de tacón y el picardías que hacia resaltar sus curvas, sus tetas y su culo, me enloquecían, sobé y sobé aquel compendio de manjares hasta quedar exhausto de satisfacción. Ella, se deslizaba y me ordeñaba la polla con sus traqueteos de sube y baja, lo que nos producía un gozo soberbio y desmesurado, aquellas sensaciones eran tan fascinantes que no quería que acabasen nunca.

Estábamos muy acalorados, pero quise darle más mordiente a todo aquel frenesí y le propuse a mi leona la posición de la perrita, como era una caprichosa sexual, le encantó.

Se puso a cuatro patas, presentándome una panorámica visual de aquel esplendoroso pandero que se acentuaba con el agujero que el picardías tenía en el culo. Al ver aquella visión, no se me ocurrió otra idea que cepillarme a aquella perra por el ojete, le dije que me atraía perforarla el trasero y me contestó que lo hiciese con cuidado, pues no tenía experiencia en ese campo, pero le seducía probar nuevas experiencias y que el plan le parecía tentador.

La impregné de vaselina el culito para que la sensación fuese más tolerable y se la fui introduciendo lentamente, al principio le dolió, pero el dolor se fue convirtiendo en goce, y viendo que la loba pedía acción, la fui dando caña poco a poco, me agarré fuertemente a sus nalgas y la proporcioné unas buenas clavadas de polla que hacían que gritase de gusto.

-Luis cabrón, que estocadas me metes, dame fuerte cerdo.

-Toma toda mi verga perra, disfruta mi polla dura.

-Aaaah…., que rico, que placer siento, como me gusta, dámelo todo.

-Toma guarra, exprime mi capullo hasta hacerlo explotar.

La situación y el goce sexual se fue acelerando, mis envites se incrementaron hasta no poder controlar la pauta de nuestras conductas y querer llegar al éxtasis. Me encandilaba embestirla y oír sus quejidos de lujuria.

-Aaaah…. Luis, no aguanto más, me derrito, me corro, me corroooooooo…., aaaaaaaaah…. que rico.

-Aaaaah…. Kristy, me viene, me vieneeee……., toma toda mi leche calentita, aaaaah…….maravilloso.

Me vacié en su culazo, sintió el calorcito de mi sustancia derramarse por su interior y gozamos como animales en celo, pero aquella hembra era digna de un polvo desenfrenado y vehemente. Quedamos para seguir, de vez en cuando, practicando este estimulante y excitante deporte.

Enviarme comentarios para mejorar, estimular y animar mi capacidad creativa. Correo luiscalenton35@gmail.com . Gracias amigos.