Historias del abuelo calentón (22)
Kaira, tenía rasgos que me atraía,la tentación invadía mi cerebro y mi mente cochina empezaba a elucubrar pensamientos impuros.
HISTORIAS DEL ABUELO CALENTÓN (22)
El ciclo vivido con Aitana había sido muy intenso y gratificante, había experimentado la intensidad y la locura del sexo en todo su apogeo. La juventud de la criatura así lo había demandado y la experiencia me sirvió para probar y percibir sensaciones fuera de lo común. En lo sexual fue un cúmulo de pasiones y percepciones que habían satisfecho mis sentidos y en lo cotidiano me valió para recordar mis vivencias docentes, todo permitió llenar gratamente otro fascículo de mi vida.
Ahora tocaba reanudar el día a día e incorporarse a nuevos retos y actividades, en ello estaba cuando surgió la siguiente aventura.
Me encontraba participando en tareas de formación que impartía la Junta de Distrito, participaba en un curso de nuevas tecnologías para ampliar y sobre todo para descubrir las inmensas salidas que nos dan estos nuevos campos. Tenía una compañera de clase que despertó mi atención; su nombre era Kaira, tenía 43 años, de complexión fuerte, 1,62 cm. de estatura, tez y rasgos morenos, bien dotada de pecho y culo, con una cara cautivadora, de mujer misteriosa.
Sus rasgos me atraían, y sus formas, aunque rellenitas, eran sugestivas; la tentación invadía mi cerebro y mi mente cochina empezaba a elucubrar pensamientos impuros.
Durante el transcurso del curso, me fui relacionando con ella, algunas veces le explicaba dudas y le aclaraba conceptos que se le escapaban en el desarrollo de la clase. En los descansos, aprovechaba para confraternizar y acercarme más a ella; hablamos algunas intimidades, me comentó que vivía con su hija y que venía de un país del Este, donde la cultura, en cuestión de mujeres, estaba todavía un poco atrasada y prefería residir en estos lares porque se encontraban más liberadas y tranquilas, había sido madre joven y su existencia no había sido fácil. Yo, la conté mi vida de viudo y algunas cosas más.
Me gustaba observarla y me deleitaba estudiar su cara tostada, sus rasgos me trasmitían sensualidad, pero a la vez tenía un carisma oculto, como de viciosilla, resultaba una dama deseable, digna de un envidiable y lujurioso polvete.
Mi pensamiento comenzaba a establecer línea con mi entrepierna, esto era el comienzo de una nueva historia de sentimiento y lascivia. Aquello que tanto me fascinaba, volvía a inundar mi cabecita. Mis miradas descaradas, a su trasero y a sus buenas mamas, se fueron haciendo continuas, eran actos reflejos que salían espontáneamente y cuyo control se escapaba a mis dominios. Utilizaba cualquier instante para estrechar nuestras distancias y con ello lograr un roce de su culo o de sus senos, esto enervaba mi fisiología y ponía en funcionamiento mi aparato.
Mi mente calenturienta solo pensaba en poder empotrarme a esta buena jaca. Su vestimenta era muy clásica, siempre con falda hasta la rodilla, su camisa bien abotonada y sus zapatos de medio tacón; pero mi subconsciente me decía que su esencia estaba tapada y que aquella señora iba con sorpresa incluida.
Algunos días después de clase, nos quedábamos a tomar algo, lo que me ayudó para ir actuando de manera que ella se sintiera cómoda y relajada. Cuando determiné que ya existía confianza para abordar pasos más serios, resolví dar una zancada para agilizar mis intenciones, la invité al cine. Pasamos una grata velada, se la veía encantada con el ambiente generado, mi comportamiento con ella fue en todo momento, el de un caballero, mi meta ha sido siempre lograr que mis acompañantes se encontrasen a gusto en mi compañía, pero la situación requería un toque picantón, por ello, la invité a tomar una copa en mi casa. No habitábamos muy lejos el uno del otro, esto no podía ser excusa para rechazar mi invitación, aún así, ella se lo pensó dos veces y apostilló:
-Luis, no sé si es adecuado, bueno, después de este estupendo rato en tu compañía, ¿por qué no?
Bromeando y para romper la seriedad de su decisión, contesté:
-Te puedo asegurar que no soy ningún delincuente.
-Tonto, ya lo sé, no dudo de ello. Te considero un caballero.
Su respuesta me infundió ánimo para seguir acometiendo mi propósito.
Tomamos varias copas y la atmósfera se fue caldeando, nuestras risas y nuestros gestos fueron desembocando en un contacto más profundo de manos y roces. Mis ganas por penetrar en la armadura de esta mujer iban aumentando, sus coqueteos y posturas avivaban mi circulación; era cierto que no me provocaba de un modo abierto, pero esa prohibición de no ver, poseer y tocar esos esplendorosos atributos que tanto deseaba, me quemaba de forma absorbente.
Esta mujer me cautivaba y yo quería devolverla su embrujo haciéndola vivir la sexualidad tan arraigada dentro mi cuerpo de una forma intensa y apasionada, sabiendo que iba a agradecerlo y disfrutarlo.
En un trance de nuestros ji,ji,ja,ja, me acerqué a ella y la besé en la boca de forma romántica, uní mis labios a los suyos con toda la sensualidad habida y por haber, le gusto, pues no rechazó mi proposición, la miré a los ojos y noté cara de deseo contenido, decidí ayudarla, metiendo mi lengua para buscar la suya; iniciamos un juego erótico que nos fue encendiendo lentamente, emprendimos un viaje de abrazos y sobeteos que incitaron nuestras hormonas, para proceder a meternos en más profundidades. Desabroché su hermética camisa para encontrarme con unos suculentos pechos que tanto había imaginado amasar, por fin los tenía a mi disposición para manosearlos, chuparlos y morderlos, que buenas tetas tenía Kaira. Ya sabía yo, que debajo del envoltorio había premio.
Ella, por su parte, frotó bien todas mis partes nobles; se desembarazó de mi pantalón para tener más fácil acceso a mi badajo, premiándole con unos masajes y unos toqueteos que extenuaban mi semblante. Me calentó en tres segundos y me puso la verga mirando al cielo.
Para ella no pasó desapercibido y comentó:
- Luis, como se te ha puesto la colita, esto no es una colita, es un pistolón.
-¿Te gusta Kaira?
-Hombre, está muy llamativa.
-Pues te va a dar unos momentos de satisfacción que te van a maravillar, prepárate para gozar como una reina.
-¡Ay! Luis, todo esto me pilla un poco desentrenada, hace tiempo que no tengo estas intimidades.
-No te preocupes, tu disfruta, goza como una buena hembra en compañía de su macho.
Seguimos con nuestro ajetreo, nos fuimos aligerando de ropa y cuando la situación era abrasadora, nos dirigimos al dormitorio. Se tumbó en la cama, hacía tiempo que no practicaba este deporte y debía ser considerado con ella, adoptó la posición del misionero, la penetré suavemente y poco a poco fui aumentando la intensidad de mis embestidas; ella susurraba:
- Luis, como siento tu verga, me gusta, que placer me da.
-Me alegro, aprovéchate, es toda para ti.
-Luis, que sensación, que dura la tienes, me encanta sentirla dentro de mí.
-Aaaah…, que excitación, fóllame Luis, dame más, quiero que me la metas hasta el fondo.
La notaba muy caliente, decidí premiarla con más entusiasmo en mis acometidas, quería que su goce fuera máximo, necesitaba derretirla, que se fundiese de regocijo, que no aguantase tanto deleite.
- Aaaah…., Luis que gusto, que follada más rica, estoy muy excitada, no aguanto más.
-Aaaaah…..,oooooh…..,me voy, me voyyyy…., me corro, me corrooooooo, me corrí.
Cuando mi fémina estuvo satisfecha, saqué mi instrumento y la ofrecí mi flauta para que me aportase música celestial, es decir, una buena mamada. Kaira había perdido el hábito, pero la dirigí y la indiqué; se metió mi capullito en la boca, la tomé por la cabeza para acompasar sus movimientos sobre mi polla, lo efectuó de manera muy cuidadosa para proporcionarme una lenta chupada que me hizo sentir el calorcito de sus labios sobre toda la longitud de mi pene, me produjo tal sensibilidad que terminó con mi leche calentita en su boca.
Conseguí gozar de aquella recatada mujer y ella, a su vez, experimentó un soplo fresco de placer y lujuria que le habían satisfecho plenamente. Quedamos para seguir adiestrando a Kaira en el arte de la sexualidad, todavía quedaban cosas por ejercitar y era necesario un repaso a esas percepciones y emociones que tanto bienestar nos provocaron. Hasta pronto.
Enviarme comentarios para mejorar, estimular y animar mi capacidad creativa. Correo luiscalenton35@gmail.com . Gracias amigos.