Historias del abuelo calentón (21)

Aitana, me volvió a sorprender, venía con una amiga para divertirse y gozar con el madurito.

HISTORIAS DEL ABUELO CALENTÓN (21)

Próximo a llegar el siguiente día de clase con Aitana, me preparaba con expectación para recibir una nueva sorpresa que esta joven pudiera darme. Este vendaval de mujer, era tan extremadamente imprevisible y disparatada que todo aquello que pudiese ocurrir siempre sería, naturalmente, una excentricidad; eso sí, grata y estimulante, porque estaría relacionado con el sexo. Esta criatura no había aprendido a refinar la sexualidad, como se hace con otros gustos humanos, pero gozaba de ella en toda su amplitud. Su espontaneidad y disposición para deleitarse de su cuerpo y sus atributos, en cualquier circunstancia, era digno de una fábula de diosa griega.

Llegó el día y fui a encontrarme con la emoción o impacto que había detrás de mi puerta. No erre en mi vaticinio, al abrir, me encontré a Aitana con otra persona, era una chica de color. Las dos venían vestidas de colegialas guerreras, y me explico, el uniforme constaba de falda de cuadros oscuros, bastante corta, ancha con vuelo abajo y estrecha a la cintura arriba, zapatos negros de tacón alto, camiseta blanca de tirantes ceñida y blusa a juego para tapar un poco sus hermosas delanteras, completando de un peinado con coletas de niñas rebeldes.

La morenita se llamaba Shaira, tenía 22 años, era más o menos de la estatura de Aitana. Su cara no era llamativa, pero con su maquillaje, las curvas de su cuerpo y unas buenas tetas que poseía, resultaba una hembra muy apetecible y follable.

Otra vez, en mi interior, Aitana me había asombrado. El aspecto de aquellas féminas, era de querer dar mucha guerra, con su vestimenta, su arreglo y sus coletas de traviesas querían expresar un cúmulo de insinuaciones. El mirarlas y contemplar sus marcadas formas, donde sobresalían todos sus estimulantes atributos, su alta estatura, su excitante presencia y sus afrodisiacos olores, hacían que mi retorcida y sucia mente pensase en marranas escenas que podría montarme con ellas.

Como buen caballero, opté, como siempre, por controlar mis hormonas y actuar de forma sensata, no en balde me consideraba un gentleman.

Aitana me presentó a su amiga, me contó un poco su historia. Había llegado a nuestro país hacia 10 años, su familia y ella estaban bastante bien adaptados. Venía porque tenía dudas en sus estudios, estaba formándose para intentar obtener alguna titulación y ella le había hablado de mis habilidades docentes. Imaginé que también le habría mencionado otras intimidades mías, pero eso solo lo sabían ellas.

Conociendo la retorcida inteligencia de Aitana y su idea de poner toda la carne en el asador, procedí a programar mi estrategia; tomé la decisión de suministrarme una pastillita azul para torear, con éxito, en la Monumental que se me podía venir encima.

Las cosas no siempre ocurren por casualidad y el panorama que divisaba, era muy suculento, tentador y provocativo. Aquellas jabatas habían venido a aprender, pero también les gustaba la juerga; no iban a desaprovechar la oportunidad para divertirse y gozar.

Yo, por supuesto, quería estar a la altura y darles a mis atractivas y seductoras leonas una buena ración del salchichón del abuelo.

Nos sentamos en la mesa de estudio y se pusieron una a cada lado de mí, se quitaron la rebeca y pude contemplar, por lo ceñida de sus camisetas, las dos buenas delanteras que estas jóvenes poseían. Con ciertos movimientos me alegraban la visión, mostrándome su canalillo; esto no hacía sino encabritarme y ponerme la lanza en funcionamiento.

Durante la clase, fueron asimilando mis explicaciones, pero a la vez iban estrechando el contacto conmigo, notaba como habían elaborado un plan, calentarme y hacerme, poco a poco, perder el control, para así bromear y divertirse con el madurito. Sus constantes roces en mi cuerpo con sus tetas y sus brazos, sabían que alteraría mi estabilidad emocional. Se vislumbraba una estrategia maquiavélica del retorcido cerebro de Aitana, la apasionaba controlar el momento y someter al macho a sus juegos de seducción, logrando que éste no tuviera posibilidad alguna de dirigir la película.

En este contexto, mi miembro se fue levantando y el bulto del pantalón afloró en todo su esplendor; la astuta de Aitana había logrado su primer objetivo. Yo, intentaba controlar, pero hay aspectos que son imposibles, pues la madre naturaleza lo ha diseñado así.

En el segundo acto, Aitana lo había planteado para que fuese Shaira quien comenzase la fiesta, ésta dejo caer un bolígrafo y cuando se agachó, vio mi entrepierna y exclamó:

-S.- Señor Luis, que paquetón tiene usted.

La muy cochina, lo apresó, para manosearlo con fuerza, lo cual me produjo una placentera sensación. Tras esto, vino la intervención de Aitana.

-A.- Señor Luis, no le dije que la carne es débil y muy cochina, pero no se preocupe y déjese hacer, los sueños obscenos también se pueden cumplir.

Arrimó sus labios a los míos y me ofreció su lengua para entrar en un juego de morreo que enardeció nuestro semblante. Mientras, Shaira había bajado mi cremallera, había sacado mi lanza y me estaba proporcionando un riego de lengüetazos por toda la extensión de mi falo.

Mis manos se fueron a sobar las esplendorosas tetas de Aitana, jugué con sus pezones, chupé y succioné aquellos hermosos melones. El placer que me estaban dando era arrollador. La gozada de tener dos ejemplares como ellas para disfrute y regocijo nublaba mi subconsciente.

Cuando Aitana constató que mi calentura era sublime y que la situación requería de otro habitáculo más cómodo para llevar a cabo otras acciones más impúdicas y libidinosas, propuso de morar en mi dormitorio. Así lo hicimos, nos aligeramos de ropa y nos dirigimos a mi habitación. En el trayecto, me fijé en la fisonomía y en los culos de estas sensuales hembras, me soliviantaba de manera pecaminosa el poder poseer aquel contraste de dos hembras de diferente color, me ponía bruto sexualmente, que lujuria de cuerpos, dignos de disfrutar a lo loco.

Me tumbaron en la cama, la controladora decidió la colocación, Shaira se insertó mi verga en su cavidad, después de proporcionarme una buena mamada que revitalizó mi polla de nuevo. Aitana, me ofreció toda su almeja para que me deslizase y jugase con sus labios vaginales y su clítoris. Los chillidos de satisfacción, no se hicieron esperar, berreaban de gusto, se retorcían de placer.

-A.- Señor Luis, cómame mi merenguito. ¡Ay! como siento su lengua, que juguete más perturbador.

-S.- Señor Luis, que vergota más rica, que dura la tiene, démela toda.

Yo, me encontraba en forma, mi herramienta funcionaba a pleno pulmón y ellas estaban disfrutando como dos perras. Mi erección era máxima y la zorra de Shaira lo sentía porque estaba consistente como el hormigón. Ella cabalgaba como una vehemente porque quería sentir como aquel misil entraba dentro de ella y la devoraba las paredes de su cueva, dándola un placer extenuante.

Cuando las dos disfrutaron suficiente de sus poses, decidieron cambiar de sitio. Aitana, se subió a mi vergón para otorgarme un traqueteo de nalgas que nos sumió en un mar de gozo. La muy calentorra susurraba:

- A.- Señor Luis, que polla más deliciosa tiene, el placer que me trasmite, aaaah….. que gusto, esto es maravilloso.

Shaira se contentaba con los lengüetazos que la metía y el gusto que la proporcionaba con los baqueteos de mi lengua y decía:

-S.- Señor Luis, que bien me come mi panocha, que gustito me da, aaaah……. que rico papito.

Las dos estaban muy excitadas y sus proyectos se habían cumplido, disfrutaban de un madurito que les daba el placer que ellas pedían y necesitaban.

Aitana quería más y sugirió otro juego, no se cansaba de maquinar y divertirse, la muy golfa.

Hizo que Shaira se pusiera en la posición de perrito, ella se subiría encima, yo me pondría detrás y alternativamente las penetraría. Para mí, todo era sensacional, mi objetivo era empotrarme y gozar con aquellas dos lobas.

Empecé por Shaira, suministrándola unos buenos envites, lo que hacía tambalear sus grandes tetas; cuando la tenía caliente, cambiaba a Aitana y actuaba de la misma manera. Ellas se regocijaban con el entretenimiento y mi inflamación no bajaba porque estaba bien alimentada.

Tras un rato de diversión y locura, Aitana se bajó de su posición y me dijo:

-A.- Folleme hasta que me corra, quiero que me lleve al summum.

Dicho y hecho, la penetré y empecé a darle duro, la agarré fuerte el trasero y procedí con embestidas más rápidas y profundas; se volvió loca de placer, susurrando:

-A.-Señor Luis, cabrón que pollazos me está metiendo, es usted una máquina.

-A.-Folleme asíiiii, asíiiiii……….…, me corro, me corrooooooooo………….

Terminé con ella y como todavía me quedaba otra jamelga que atender, me cambié de preciosidad. Shaira recibió mi porra con su raja bien abierta. Se palpaba que estaba también deseosa de rabo. La embestí con toda mi energía y la muy golfa lo agradecio.

-S.- Señor Luis, su vergota es sensacional, que placer me da, aaah….,aaaaah….como la siento.

-S.- Sí, asíiii…,asíiiiiiiii…..papito dámela, toda para mí, todaaa…, aaaaah…..me vengo, me vengoooooo…………………

La saqué, estaba ya que no podía con mi alma, se arrodillaron y me corrí en sus caras, las regué con leche calentita del abuelo. Me dejaron extenuado, pero que polvazo había echado con estas dos hermosas jovenzuelas. Hasta pronto.

Enviarme comentarios para mejorar, estimular y animar mi capacidad creativa. Correo luiscalenton35@gmail.com . Gracias amigos.