Historias del abuelo calentón (20)

Aitana, mi alumna,la seducía provocarme y la privaba poder follar con un maduro.

HISTORIAS DEL ABUELO CALENTÓN (20)

Pasó el fin de semana y pronto llegó el martes, día de clase con Aitana. Yo, estaba expectante, pues quería imaginar que haría la criatura para sorprenderme y jugar conmigo. Su frase, como de costumbre, me había dado que cavilar, pero pensando en la misma, ni me consideraba tonto, ni santo, solo aproveché aquellas situaciones placenteras y gratificantes que me proporcionó la vida.

Si de algo estaba orgulloso, era de dar a mi cuerpo todo aquel beneplácito que me redundase en gozo y satisfacción; cierto era que tenía alguna debilidad en mi entrepierna y que mis reacciones de macho viril eran de muelle fácil, pero quien no ha experimentado esas mismas sensaciones cuando tienes cerca de ti alguna despampanante mujer. El éxito está en el control de nuestro subconsciente, en como dominar nuestras fervientes hormonas y actuar adecuadamente en cada momento; nuestras fantasías siempre son obscenas y libertinas, pues son una inspiración de situaciones sexuales que nos encantarían que nos sucediesen y que normalmente solo se interpretan en nuestra imaginación. En mi devenir diario había experimentado algunas de estas debilidades carnales y me había servido para llenar mi saca sexual, lo que lleva siempre una complacencia del componente humano.

Llegó el día de la clase y cuando abrí la puerta, me volvió a dejar sin palabras; vestía falda corta de cuadros rojos, camisa blanca ceñida, con zapatos blancos de tacón alto, bien maquillada con unos labios de color rojo chillón. Estaba provocativa, cien por cien, semejaba a una colegiala rebelde que está pidiendo que la castiguen. La hice pasar y nos sentamos para sumergirnos en números y cifras.

Su olor me calaba de tal manera, que inundaba mi cerebro de marranadas y vilezas. La seducía provocarme y por ello se aproximaba a mí, todo lo que podía y más, me desafiaba con sus roces y hacía todo lo posible para alterar mi estabilidad emocional.

Yo era el profesor, pero quería sentirse dominadora, y eso la incitaba a usar sus armas de mujer para estimular mi miembro y así garantizarse su supremacía sobre el macho alfa. Cuando divisó sobre el pantalón la calentura de mi cipote, respiró satisfecha; había conseguido enervar mi aparato y su influencia sobre mí, era plena.

Ahora sabía que era cuestión de poco tiempo el poder utilizarme, y así darse el festín que tanto la deleitaba.

En un inciso, durante las explicaciones, la pregunté que quería manifestarme con su frase del último día, mostrándola que no me consideraba ni santo, ni tonto. Contestó:

-Profe, no te tomes las cosas tan en serio, fue una manera de decirte que te considero buena persona, pero que la vida de hoy se disfruta de otra forma.

- Hay que aprovechar los momentos y olvidarse de los libros de caballeros andantes.

-Si se da la oportunidad y se puede echar un buen polvete, no hay que dudar, hay que llevarlo a la práctica.

Sus palabras me dejaron boquiabierto, mi generación era de pensamiento y obra diferente, nuestros valores no eran los mismos, aunque el fin que se persiguiese, sí terminase en la misma meta u objetivo. Y me apuntilló:

- Por ejemplo, a mí me priva poder follar con un madurito y como te he conocido a ti, que no estas mal, me apetece montármelo y darme un buen revolcón contigo.

Aquello me estaba soliviantando y me ponía el proyectil mirando al cielo.

-Me gusta tontear con los maduros porque me tratan más amablemente que los jóvenes, su comportamiento hacia mí es más gentil, afectuoso, paternal.

-Su delicadeza es extrema, me encuentro super a gusto en sus manos, sois, muy susceptibles de calentar, de hecho, me complace tanto ver tu bragueta descontrolada, observar ese pedazo de bulto que no puedes ocultar.

La niña estaba siendo directa, y como hacia asiduamente, echaba más leña al fuego.

-Me agrada tanto contemplar tu palote tieso, sin control y a lo loco, ¿Que marranadas pensaras que te puedes montar conmigo?

-Como me fascina calentarte señor Luis.

La leona seguía quemándome, tuve que reactivarme y decirla:

-Aitana, tengo esta verga en plena ebullición para hacerte sentir todos aquellos placeres que anhelas y que un madurito te puede suministrar.

- Mi polla esta como loca para que la utilices y sacies tus lujuriosos sueños junto a un abuelito.

-Señor Luis se ha puesto usted muy calentón y activo, vamos a aprovechar ese énfasis para degustar su sabroso palote.

Me metió la mano en la bragueta y me proporcionó un buen sobo de polla y testículos que me pusieron a tono. La criatura era un peligro, sabía encender a un hombre. Cuando surtió de riego mi instrumento, se lo metió en la boca y lo premió con una buena mamada que casi lo hace explosionar.

Yo, para compensar el frenesí que me estaba aportando, empecé a sobarle las exuberantes tetas, abriéndome camino entre su vestimenta, para comérselas y chupárselas con toda la lascivia del mundo. Esta cachonda me tenía negro y de todos los colores; que formas más imprudentes de sumergirse en el sexo, pero a la vez que disfrute y que locura.

La metí mis manos entre sus bragas, para acceder a su vagina, al final opté por quitárselas para manipular y estimular su clítoris más fácilmente, quería que gozase como una perra.

Cuando nos hubimos masturbado y nuestros cuerpos emanaban ya, fragancias sexuales, afirmando que nuestro clímax era adecuado para una buena follada, la criatura se puso como una perrita y me dijo:

-Señor Luis, ataque y hágame gozar como una perra en celo.

-Aitana, que puta eres, pero como me gustas, estaría follando contigo todo el día, zorra.

La introduje con sumo cuidado toda mi lanza, para comenzar un mete y saca que nos llevase a un éxtasis descomunal.

-Señor Luis, que gustazo es hacerlo con usted, emana sensibilidad y eso me pone mucho.

-Aitana, eres una fiera que desprendes sexualidad, el hacerlo contigo es ver el cielo.

-Deme tralla señor Luis, su polla me pone bien caliente.

- Tú pide, bonita, te voy a dar todo el furor que llevo dentro.

-Deme unos cachecitos, que me he portado mal.

Miré aquel trasero, con sus zapatos blancos de tacón alto y mi agitación fue sublime, como me ponía tenerla de aquella manera. La aticé unos cuantos golpecitos y sus quejidos sensuales alteraron más, mi existencia.

Ya estaba en un estado de máxima estimulación, cuando mi jabata me propuso que cambiásemos de agujero. Quería que la cogiese por el culo, me susurro que lo hiciera con cuidado, pues sus prácticas por este orificio eran de reciente producción. Así lo hice, la fui penetrando lentamente y mi falo fue entrando en su ojete hasta tener toda su extensión gozando de su cavidad.

A medida que se fue encontrando a gusto, fue ella la que movía su pandero para propinarme unos estupendos retorcimientos de placer. Ella, la muy cochina se convulsionaba de gozo como una yegua en celo que recibe el mástil de su macho.

-Señor Luis, que estaca más rica me está metiendo.

-Su polla me mata de placer.

-Dele a su guarrilla toda la dicha del mundo.

Con su oratoria me enervaba y me ponía en erupción. Me estimuló tanto, que la propiné unos fuertes envites, que constaté por los gritos que pegó.

-Aaaah….., aaaah………,señor Luis, que clavada, como la siento, no aguanto más, me vengo.

Al oir sus palabras, aumenté mi ritmo para llevarla al jardín del edén.

-Aaaah….., cabrón como me matas, que gustoooo……., me corro, me corrooooo ……

Llegó al orgasmo y terminó como las princesas en los cuentos de hadas, fue feliz y comió perdiz.

Saqué mi verga para que terminase devorándomela con una buena mamada. La llené la cara de leche calentita para que notase la temperatura que había hecho alcanzar a su madurito.

Se despidió y quedamos hasta el siguiente día, diciéndome, señor Luis: “La carne es débil y muy cochina y nuestros sueños secretos, aunque sean un disparate, a veces pueden cumplirse”. Hasta la próxima.

Enviarme comentarios para mejorar, estimular y animar mi capacidad creativa. Correo luiscalenton35@gmail.com . Gracias amigos.