Historias del abuelo calentón (18)

Nueva experiencia con mi nuera Nuria, pero acompañada de su amiga Joana, que disfrute, que placer con estas dos leonas.

HISTORIAS DEL ABUELO CALENTÓN (18)

Tras una temporada de descanso y relax en la playa, de vuelta a mis deberes cotidianos en la singladura de mi vida, volvía a centrarme en mis hobbies y en la labor de ayuda y tareas que realizaba alrededor de los cercanos a mi entorno. Así fue como mi hijo, que se marchaba de viaje unos días, me insinuó que echase un vistazo a unas varillas de una persiana de su casa, que se habían deteriorado.

Como tenía llave de su casa y la libertad de él y su mujer de moverme por sus estancias cuando tuviese que resolver cualquier problema, pues obré en consecuencia. Vi el problema y me dispuse a intentar darlo una solución. La cuestión se puso un poco complicada y se me hizo tarde, el alargamiento de mi horario coincidió con el regreso de mi nuera a casa tras su jornada laboral. Llegó y no venía sola, estaba en compañía de su estimada Joana; al verlas pensé que dos jacas, que numerito me podría montar con ellas.

Vestían, como de costumbre en ellas al desarrollar su vida profesional, traje de falda con chaqueta, acompañado de camisa y sus buenos zapatos de tacón, todo ello hacía resaltar sus figuras y mostraba su elegancia y las buenas curvas y medidas que tenían estas dos jabatas. El morbo que me daba el observar sus siluetas hacía que mi miembro se revitalizase y quisiera salir de la jaula, me acordaba en todo momento de los buenos polvazos que me había marcado con aquellas dos tigresas y mi mente se obsesionaba pensando con la buena película que podía montar con ambas, que disfrute, que escándalo, que regocijo para mis entrañas.

Nos saludamos y pude comprobar el buen olor que despedían estas exuberantes hembras. Continué con mi trabajo, pero empecé a maquinar como podría ser el devenir de un encuentro sexual con estas dos lobas. Ellas siempre aprovechaban la ausencia de mi hijo para pasar momentos juntas y divertirse a su manera, seguían su ritual de costumbre. Se prepararon un ágape con su vinito de calidad y poco a poco se fueron poniendo a tono. Yo, imaginando el horizonte y conociendo íntimamente a las dos mujeres, decidí tomarme un suplemento con tiempo, por si se terciaba el tener que torear en una plaza exigente. Como no quería quedar en evidencia y que mi comportamiento fuese tema de conversación entre ellas, para su diversión y mofa, me suministré una pastillita azul que siempre tenía en reserva y que me garantizaría el éxito en el ruedo ante esas dos leonas.

La tarde fue transcurriendo con normalidad, pero su estado de alegría aumentó por la ingesta de vino. En esta situación ya tenían su ánimo predispuesto para jugar y así lo hicieron, me llamaron para que las acompañase y me tomé un vino con ellas; las notaba graciosillas y excitadas, con ganas de experimentar y fue Joana la que empezó a flirtear conmigo, se me aproximó y emprendió un movimiento de restregueo de su culo sobre mi entrepierna, rápidamente mi verga se puso en guardia y con la estimulación de la damisela y la carga reservada que tenía acumulada de mi pastillita, mi proyectil presentó sus credenciales, se lo restregué bien por todo el trasero para que notase que la lanza estaba dispuesta para ser usada; ella lo percibió y comprobó, con una ágil ojeada. Se dirigió a su amiga y le anunció:

- Nuria, mira como tiene tu suegro el aparato, está en forma.

No sabía la muy zorra lo bien preparado y lo bien provisto que me encontraba para acometer aquel panorama tan sabroso que se avecinaba.

Joana toqueteó mi cipote, agarrándole con fuerza y suministrándole un sobeteo que éste agradeció poniéndose extremadamente duro. Volvió a llamar la atención de mi nuera, susurrándola:

-Nuria mira, ven, toca esta barra de hierro, que pedazo de estaca se le ha puesto.

La otra golfa se acercó y sin cortarse un ápice, pues tenia confianza para hacerlo, la tomó enérgicamente y me la dio unos buenos meneos.

-Joder suegro, que herramienta más compacta usas.

Para no quedarme atrás, ataqué:

-Es todo para vosotras leonas, si os atrevéis con ella, está a vuestra disposición.

Joana me bajó la cremallera y me sacó la polla, que por su erección salió como un resorte, se la metió en la boca y me inició una soberana mamada, que hizo subir mi temperatura. Mientras Nuria, me ofreció su boca y entablamos un morreo que acompañé sobando una de sus tetas, dado que la otra mano la tenía ocupada manoseando otra teta de Joana. Que escena, que espectáculo, ni en mis mejores momentos hubiera imaginado una situación así.

Cuando me tuvieron con una calentura digna de una explosión atómica, mi nuera propuso retirarnos a la habitación, pues en la cama estaríamos más cómodos. Llegamos al habitáculo y nos desposeímos de nuestros atuendos. Mi visión era fastuosa, que dos pares de buenos melones, que vistosas posaderas, aquello era estimulante y provocador, yo no quería que aquello se acabase nunca.

Me tumbé en la cama y mientras Joana me hacía una buena comidita de huevos y polla para reanimar vi verga, mi querida nuera se plantaba encima de mi cara, con toda su almeja para que la comiese todo su potorro y la obsequiase con un suculento cunnilingus.

Joana puso mi arma a pleno rendimiento y se subió encima de ella para proporcionarme una cabalgadita de esas que te dejan sin aliento; como se movía aquel zorrón, subía y bajaba con la energía de una amazona que cabalga en su caballo; me hacía sentir unas convulsiones de placer que me dejaban extasiadito.

Después de un tiempo de gozo de ambas mujeres, decidieron cambiar de posición; ahora era mi nuera la que se introducía mi vergota, naturalmente tras regalarme una buena mamada, mientras Joana me mostraba todo su coño para que mi lengua se introdujese dentro de él y la aportara unos espasmos placenteros que la transportaron al séptimo cielo.

Éramos tres personas deleitándonos con el sexo, todos tratábamos de disfrutar y a la vez proporcionábamos los ingredientes para que el clímax fuera máximo y gozásemos como animales en celo. Las mamadas que me hacían aquellas tigresas eran el summum del placer, como jugaban con mi capullo, como le premiaban con las caricias de sus lenguas, mantenían mi pene erecto para en sus cabalgadas palpar la dureza de mi miembro y así éste les proporcionase las delicias que nos da la sexualidad, además yo les agasajaba con una comida de almeja que tocase su fibra y no pudieran evitar sus gritos de placer.

Pasado un rato decidimos cambiar de posición y las dos hembras se pusieron a cuatro patas, la observación de sus traseros era apoteósico, que panorama; empecé por mi nuera a la que envestí con fuerza, para que notase bien la polla de su suegro y como castigo por alterar en muchas ocasiones mi sensibilidad, pero con una mano atendía también el merengue de Joana para que no se enfriase. Le di varios cachetes a mi nuera en sus glúteos, me encantaba follarme a aquella fémina, era una compensación a todas las calenturas que la muy puta me había hecho pasar. La incrementé el ritmo hasta que conseguí que se corriera, con mi dinámica y la consistencia de mi falo no pudo aguantar a tanto gustazo y se corrió como una perra. Me cambié con Joana y mi ajetreo fue aumentando a medida que mi aguante se fue consumiendo, aquellas par de golfas me tenían extenuado, pero las iba a satisfacer en condiciones, para que vieran que el abuelo tenía muy buena herramienta. Aceleré mi movimiento y el zorrón de Joana se corrió gritando de placer. Había logrado otro de mis sueños eróticos y con dos yeguas de categoría. Que gozo y felicidad me habían proporcionado.

Enviarme comentarios para mejorar, estimular y animar mi capacidad creativa. Correo luiscalenton35@gmail.com . Gracias amigos.