Historias del abuelo calentón (16)

Roxana, la vecina maciza de mi hijo, merecía otro repaso por los buenos momentos pasados con ella.

HISTORIA DEL ABUELO CALENTÓN (16)

El encuentro con la jamona vecina de mi hijo y los buenos momentos pasados con ella, me hicieron pensar que tenía que dar otro repaso a aquella monumental mujer. Nuestra vivencia había sido placentera y gozosa; y se notaba que la maciza necesitaba incentivos en su vida que la fomentasen ilusión y que la hiciesen tratar su existencia de una manera más alegre y animada.

Pasaron unas semanas y decidí ir a visitar a mi leona; la excusa de mi visiteo sería terminar con la documentación del parte del seguro. La cita la realizaría por la mañana, momento propicio para que hubiese carencia de observadores vecinales y de su propio marido, además me sugestionaba la idea y tenía la seguridad que la buenorra estaría a deseo de un buen polvo mañanero. Así lo hice, sobre las 11,30 horas estaba delante de su puerta, me abrió y se quedó un poco sorprendida, ya que no me esperaba, naturalmente. La expliqué el motivo de mi presencia y se quedó convencida.

Su aspecto era como de costumbre, bien arreglada y maquillada; llevaba puesto un vestido negro ceñido que la hacían resaltar sus formas, y unos zapatos de tacón a juego. La observé y examiné, y me dije “que polvete más rico te voy a echar”. Caminó delante de mí y el panorama de su hermoso culo me alteró la circulación. Nos sentamos en el sofá del salón y mirando aquel rostro acicalado, que la daba una apariencia de viciosa y lujuriosa mujer, mi entrepierna no pudo pensar nada más que en levantarse y perturbarse. El morbo que me producía aquella fémina era de órdago, estaba deseando poseerla y experimentar de nuevo con ella aquellas habladurías que había mencionado mi nuera, como era hacerla gritar de placer.

Comenzamos una charla de temas vanos, la cual fui derivando hacia lo íntimo. La manifesté lo guapa que estaba y que era una mujer de bandera que levantaba pasiones; con los halagos se sintió adulada y orgullosa de que se la viese así. El devenir y el pensamiento de nuestro anterior affaire me proporcionó el pretexto para atacar y expresarle mi estado corporal, y la dije:

- Roxana mira si levantas pasiones que mi instrumento se ha puesto en guardia.

-Luis que picantón eres, como puedes estar así.

-Muy fácil, porque como te he dicho eres una mujer deslumbrante.

-Madre mía, que bulto tienes.

-Esto solo es el inicio de lo bien que lo vamos a pasar tu y yo.

-Luis eres muy atrevido.

Me acerqué más a ella y la di un beso en los labios que no rechazó, en el fondo le iba la marcha y sabía que iba a vivir unos momentos intensos de goce y placer.

Empezamos un morreo que poco a poco nos fue poniendo a tono. Mis manos comenzaron a recorrer sus muslos, sus tetas, su culo; sobaba todo aquello que me produjese gusto y satisfacción. Ella fue a sumergirse en mi bragueta y amasaba mis testículos y mi polla de forma magistral, aquella loba me daba un placer que me transportaba a otro planeta. Iniciamos un aligeramiento de vestuario, me quitó los pantalones y me bajo el slip para poder tener total acceso a mi verga, la tomó con energía y comenzó a practicarme una soberana paja. Yo por mi parte la deslicé la cremallera del vestido para despojarla del mismo, quedándose en bragas y sujetador y con sus zapatos de tacón; aquella imagen me daba un morbo que me hacía subir la temperatura a límites sin control. Suavemente la desabroché el sujetador y la bajé las bragas, esto me permitió contemplar sus buenos melones y su exuberante coño. Sobé, comí y devoré aquellas tetazas, estaba encantado de darme aquel atracón. Nos masturbamos mutuamente haciéndonos gozar y llevando nuestros cuerpos a ricas perturbaciones, hasta tal punto que nuestros rostros parecían desencajados. Me agarró del pene y me llevó cogido hasta el dormitorio, la visión durante el trayecto me sedujo tanto que mi polla se enervó hasta extremos insospechados.

Pude contemplar a esa mujerona grande, inmensa, con sus tacones que tanto me ponen, sus voluminosos pechos, su amplio culo, qué gozada de mujer, y yo me la iba a cepillar, iba a tenerla a mi disposición, para compartir con ella los placeres internos que tan bien guardados tenemos todos en nuestro cuerpo, con ella los iba a despertar y a disfrutar. Estaba claro que iba a gozar como un potro en celo, pero mi meta era también que ella se deleitase tanto o más que yo. Llegamos a la cama y me dijo:

-Túmbate que te voy a hacer una cabalgadita.

Me parecía bien que llevase la voz cantante, era una forma de hacerla sentirse más segura y dominadora, pero quería innovar, que ella experimentase nuevas sensaciones que la hicieran renacer. Le dije que, para encandilarnos más, íbamos a practicar la posición del sesenta y nueve; no la tuve que explicar nada porque la muy viva estaba puesta en la materia.

La pareció bien y su ceño expresó un semblante de seducción, adoptamos la posición y me agasajó con una buena mamada que revitalizó mi verga, yo la comí el chichi y la trabajé el clítoris, para que su fervor uterino subiese de temperatura. Cuando pusimos nuestras partes nobles en pleno funcionamiento y el clímax fue adecuado, se puso encima de mí y empezó su cabalgada, me maravillaba mirarla y ver como su rostro se descomponía, como sus ojos se quedaban en blanco y mostraban una sensación de pleno placer. Esta posición me permitía sobar bien sus tetas y apretarlas para llenarme de ellas. Su movimiento era exquisito, me fascinaban sus subidas y bajadas a lo largo de la extensión de mi mástil, se retorcía de placer devorando mi cipote con su ajetreo. Sus expresiones y su lingüística también aumentaban mi fogosidad, como me agitaba mi tigresa. Reunía toda clase de fieras juntas, era un torbellino en la cama y yo estaba dispuesto a darle todo lo que necesitase para que gozase de su sexualidad. Susurraba:

-Ooooh…. Luis, que bien siento tu polla, como me hace disfrutar.

-Aaaaah….Luis, que rabito tan juguetón, síiiiiii……, síii……que duro se pone.

-Me encanta, como lo noto, que placer, me vuelve loca.

Su frenesí fue en aumento y me arrastraba con ella. Yo quería experimentar mis sueños eróticos y me tenía tan acelerado que la dije:

- Cariñito, cuando tranquilices un poco leona mía cambiamos de posición.

- ¿Qué quieres que hagamos granuja?

-Si te apetece, podemos practicar otras posiciones, para degustar las posturas placenteras que nos da la sexualidad.

-Me gustaría ponerte a cuatro patas, para que sintieras otra forma de experimentar placer.

-Vale cariño, adoro tus juegos, me sugestionan más todavía, despiertan más la libido dentro de mí.

-Eso es lo que quiero tigresa, que goces como nunca lo habías hecho.

Se levantó y se puso a cuatro patas sobre la cama. Mi lanza estaba en forma y se la fui introduciendo lentamente, que no experimentase dolor alguno; cuando la tuvo toda dentro, empecé un movimiento de mete y saca, acorde y en sintonía con ella. Todo aquello la entusiasmaba, se la notaba en las ganas que ponía por divertirse y gozar.

Que panorama más excitante se me divisaba, tenía todo su trasero a mi disposición, esto me permitía agarrarme fuertemente a sus nalgas que favorecía que mis envites fueran más consistentes y así, ella pudiera saborear toda la longitud de mi miembro, todo ello acompañado de algún cachete que aplicaba a sus nalgas, hacían revitalizar mi riego sanguíneo.

Me fui ilusionando y estremeciendo de placer a medida que aumenté mi ritmo de entrada y salida en su vagina, a esto se añadía su lingüística y sus gritos de gozo.

-Dame fuerte, que sienta toda tu polla dentro de mí.

-Hazme tuya, dame toda tu verga.

-Toma todo mi pollón zorra, disfruta de él.

-Aaaah…..,que rico cabrón, que bien me penetras, como gozo.

-Toma leona, siente mi hierro candente, quiero quemarte de placer, no te aguantes.

Incrementé el compás de mi traqueteo porque aquello me estaba llevando al summum y quería que aquella hembra no se quedase atrás.

-Aaaah….., me tienes derretidita, me voy a correr.

-Aaaah…,me viene, me vieneeee…….aaaah…., ummm…. que rico.

Como no había peligro que se quedase embarazada, incrementé el movimiento, me encantaba que mis huevos golpeasen en su culo, hasta que solté toda mi leche calentita en su interior.

Ella susurró:

- ¡Ay que sensación más agradable percibo! Noto como te has vaciado dentro de mí.

La maciza había gozado de una gran follada y yo con ella. Viva el sexo y el disfrute.

Hasta la siguiente amigos.

Enviarme comentarios para mejorar, estimular y animar mi capacidad creativa. Correo luiscalenton35@gmail.com . Gracias amigos.