Historias del abuelo calentón (13)

Natalia, otra amiga de prima, que no estaba mal para empotrarmela.

HISTORIAS DEL ABUELO CALENTÓN (13)

Recordando el verano de mis dieciocho años tengo que decir que fue fructífero y gratificante. Desperté al goce y al placer y mis primeras experiencias fueron aventuras dignas de una buena película pícara y fullera. Su desarrollo podría enclavarse en un ambiente donde la edad influye en el sexo; las mujeres y chicas de mayor edad juegan y se divierten a costa de la candidez e inocencia de un jovencito, y éste busca todas las maneras de descubrir y abrirse al mundo de la sexualidad practicándolo con las féminas.

Ya tenía escuela, pues mis pinitos con la señora María y con Nora, la amiga de mi prima, me daban un punto de maestría a la hora de desenvolverme en aquellos menesteres, pero yo seguía queriendo ampliar horizontes y así fue como un día de este verano, durante las enseñanzas folklóricas con las amigas veinteañeras de mi prima Carmen, se me brindó otra oportunidad.

Una tarde de los citados ensayos musicales, que se llevaban a cabo en la troje de mi abuela, llegó Natalia, una de las amiga de mi prima, de 21 años, pelo castaño, ojos verdes, delgada pero con unas prominentes tetas. Esta chica no era muy bella, pero sus pechos llamaban la atención y los chavales solían comentar las buenas ubres que poseía Natalia. Yo no me había fijado demasiado en ella porque su atractivo no era exorbitante, sí es verdad que había constatado lo bien puesta que tenía la delantera.

Natalia llegó antes que las demás, y yo que estaba por allí le acompañé al habitáculo del baile. Me invitó a que practicáramos rumbas y pasamos un buen rato. La fui observando y el contacto con ella me fue gustando; era simpática y agradable, y la empecé a mirar de diferente manera.

Mi mente obscena empezó a maquinar y pensé, esta fémina no está tan mal para poder empotrármela.

Los movimientos del baile hicieron que nuestra distancia se acortase y que nuestros contactos y roces fueran frecuentes, consecuencia de ello fue que mi flauta pasase a ser una lanza. Ella se encontraba cómoda en esta dinámica; la compañía de un jovencillo bisoño la divertía.

Seguramente estaría informada por su amiga Nora de mi proceder con ella y de mi actuación sexual. Las chicas acostumbran a contarse sus secretillos y éste era un tema que las podía resultar ameno y gracioso de comentar. Cuando llevábamos un rato de rumbeo me dijo que, si quería practicar también las lentas, así cambiábamos un poco de estilo. Yo le dije que sí, que eso me venía bien. Nos agarramos y me fue indicando los movimientos del cuerpo y de los pies para así avanzar en mi aprendizaje. Me hallaba relajado con ella, tenía un olor seductor y su voz era atrayente, todo esto unido al contacto cada vez cercano que íbamos teniendo hizo que mi miembro continuase creciendo. Como ya sabría de mis reacciones por su amiga, no podría pillarla de sorpresa que mi vergota se endureciese al confrontar con su cuerpo y sus atributos.

Sus pechos se fueron pegando a mi pectoral y su cabeza reposó sobre mis hombros, estas conductas originaron que mi entrepierna entrase en ebullición. Ella notó mi paquete y jugó a perturbar más mi existencia. En el fondo le gustaba alborotar mi bragueta, era una manera de sentirse deseada y de notar que era anhelada por la persona que tenía enfrente de ella.

Cuando ya el contacto fue inminente, me dijo:

-¿Luisito te estas poniendo palote?

Fue directa, quería servirse de su edad y experiencia para regocijarse del jovenzuelo candoroso e ingenuo que estaba con ella, pero mis aventuras me habían otorgado algunas tablas para saber reaccionar y la contesté:

-Natalia la culpa de mi inflamación la tienes tú que, eres una chica con unos encantos inconmensurables.

-No me digas, ¿Tanto te atraigo?

-Nada mas que veas como me la has puesto.

-Pues hijo si que te he calado hondo.

-Tienes unas cualidades naturales que hacen que un hombre se altere y no pueda controlarse.

-Pues te tendrás que controlar porque puede llegar cualquiera y no estamos libres de poder obrar a nuestra voluntad.

Esta respuesta me dio seguridad, no la importaba que tuviéramos acción. Mi cabeza elucubró con rapidez y pensé que tenía que reaccionar y proporcionar una solución. Le dije:

-Natalia ¿quieres venir conmigo que te voy a enseñar un sitio donde podemos estar tranquilos y charlar ?

Se lo pensó, pero enseguida dijo:

-Bueno.

Estaba claro que tenía ganas de aventura. La llevé por varios habitáculos de la casa, para subir a una estancia que para mí era un santuario, el pajar, lugar donde a veces me retiraba para tener intimidad y que nadie me encontrase. Allí tenía una amplia manta y otros enseres para mi comodidad en los ratos de recogimiento. Era una zona lúgubre, pues no había iluminación alguna, solo la luz natural que entraba por las rendijas de la ventana de abasto del propio pajar.

Aquel aposento tenía su gracia y su gustillo, estabas fuera del control de los moradores de la casa y sus condiciones eran idóneas para transportar tu pensamiento a situaciones de desenfreno y disfrute.

Ya tenía a la fémina en el lugar adecuado, ahora había que pasar a la actividad; como me apasionaba aquella enigmática situación.

Le aconsejé que tomara asiento en la manta y se acomodase; por la falta de luminosidad nuestra visión era escasa, me pegué bien a ella y la comencé a besar, respondió a mis estímulos y nos entregamos a un morreo que sirvió para calentar el ambiente. Estuvimos un rato saboreando nuestros labios y jugando con nuestras lenguas. Cuando la respiración fue aumentando decidí explorar su cuerpo, empecé a sobar sus tetas, pero el vestido no me dejaba experimentar las sensaciones que yo buscaba. Ella también decidió ser activa y me amasaba el paquete, me estrujaba mi verga en toda su extensión, esto estimulaba que mi flujo sanguíneo fuera cada vez más abundante y que su tamaño aumentara.

Aquel ambiente oscuro, silencioso y muy íntimo hacia con su penumbra que cada uno volase con su imaginación, en mi mente estaban momentos eróticos que había vivido y esto provocaba una mayor calentura en mi ser. Decidí avanzar y la bajé la cremallera del vestido, ella se dejó hacer; la opacidad del pajar la protegía y su pudor quedaba preservado.

Empecé a sobarlas sus grandes tetas, saltándome el sujetador que desabroché y aparté enseguida que pude. Ya tenía enfrente de mí aquel par de meloncitos, inicié un chupeteo de pezones, con mi lengua actuaba sobre sus aureolas, esto la sobresaltó y la encendió todo su cuerpo. Susurraba:

- Luisito que sensación más rica.

-Que estímulos tan excitantes.

Mi objetivo se iba cumpliendo, aquella hembra cada vez estaba más caliente y se daba más al juego sexual. Con su excitación me abrió los pantalones y actuó sobre mi miembro, me regaló una estimulante subida y bajada de prepucio y consiguió enervar y mantener mi bastón erguido.

Nuestros cuerpos estaban gozando y nuestro fervor iba en aumento, la temperatura era elevada. Ella decidió dar un paso más y deleitarse plenamente con mi cipote.

-Luisito me tienes muy caliente y estoy dispuesta a hacerte una cabalgadita.

-Síiii Natalia, mi polla está dispuesta para tu servicio, disfrutala.

-Como la tienes criatura, está dura como la de un berraco.

Se la introdujo suavemente y susurro:

-Aaah….., aaah……., que gustazo, que rico Luisito.

-Me encanta tu rabito.

-Gózalo Natalia, cabalga como una yegua y disfruta de tu semental.

-Luisito me pones muy ardiente, aaaah……,ooooh…….

-Tu cabalga zorra, mueve tu culo y no pares de hacerme gozar.

La muy cachonda comenzó a contorsionarse de placer y me obsequió con uno movimientos pélvicos que me estimularon de tal manera que me aceleró en mi estado de satisfacción. Para contrarrestar mi sobrexcitación y llevarla acorde con mi situación la empecé a envestir con energía, que sintiera mi mástil dentro de lo más profundo de su vagina y surgió efecto.

-Luisito como me aceleras, no voy a poder aguantar, aaah……., ooooh…… que estupendo, mevengo, aaaah……,aaaah……me vieneeee……, que ricooooooo….

-Ooooh…., guarra como te mueves, esto es maravilloso, me corro, me corroooo……, aaaah….. que placer.

-Salte Luisito.

-Si voy, ponme tus tetas que quiero llenarte con mi leche calentita.

-Síiiiiii……..,asíiiiiiiiiiiiiii……..

La rebocé bien de lefa sus tetonas y me dejó bien saciado. Otra calentona que había caído. Que veranito más sabrosito.

Enviarme comentarios para mejorar, estimular y animar mi capacidad creativa. Correo luiscalenton35@gmail.com . Gracias, amigos.