Historias del abuelo calentón (12)

Mi tía Silvia era un poco ordinaria, pero un filón de felicidad a la hora de follársela.

HISTORIAS DEL ABUELO CALENTON (12)

Mis primeras experiencias habían sido gratificantes y me habían servido para afianzarme en la convicción que la sexualidad es un campo de pasiones y gozos que vale la pena vivir cuando se practica con moderación y se disfruta con intensidad.

Tras mi estreno con la señora María y mi continuación con una joven mayor que yo, ahora tocaba consumar otros de mis sueños eróticos que a menudo tenemos cuando despertamos a la pubertad.

Quien no se ha imaginado echando un polvo con alguna potente fémina de su entorno cercano. En mi caso, a los catorce años me dio por calzarme algunas pajillas a la salud de mi tía Silvia. Mujer cariñosa y zalamera, de muy buen ver, macizorra y con muy buenos atributos. Ahora con mis dieciocho años estaba en condiciones de pegarla un buen meneo y hacerla disfrutar como una buena loba. Tía Silvia tenía 40 años, 1,65 cm de estatura, pelo castaño, de complexión fuerte, buenos pechos y buen culo, piernas rellenitas, es decir buenos jamones. Estaba casada con el hermano pequeño de mi madre y su relación con ella era excelente; las cuñadas se apreciaban mutuamente.

En los acontecimientos familiares me fijaba en ella, me levantaba la moral por lo cercana y atractiva que me resultaba. Con mi mayoría de edad mis pensamientos fueron cambiando hacía ella, se volvieron más obscenos y retorcidos. Me la imaginaba cabalgándome y de mil posturas más, dándome placer y llevándome a satisfacciones orgásmicas. Que calentura me producía aquella hembra.

En las reuniones intentaba rozarme con ella todo lo que podía, me encendía cuando pasaba cerca y podía arrimar mi bragueta con su trasero. Esta mujer me tenía un poco salidillo, y lo único que pensaba era en echarla un buen polvo.

Por entonces tuvo lugar la boda de un familiar, ese día ella iba radiante, llevaba un vestido que hacía resaltar su buen culo y sus perturbantes tetas, acompañado de sus tacones que unido a sus mullidas piernas la mostraban apetitosa de cara al exterior.

Cuando llegó el baile de la boda, como le encantaba danzar y además siempre estaba al día de las habladurías, sabía de mi soltura en las rumbas. Se presentó a buscarme para que fuese su pareja, dado que mi tío prefería charlar y beber en la barra. Pasamos un rato agradable y la sirvió para lucirse, presumir de body y pavonearse con un chico joven. Yo por mi parte disfruté de tocarla y aproximarme a ella, con algunos toques que permitían magrear su culo y sus tetas. Todo esto alteraba mi cuerpo y me iba poniendo en órbita. Terminó el flamenco y pusieron las agarradas, ella sin decir nada se aferró a mí y continuamos bailando.

Me dijo:

-¿No te importa bailar con tu tía, verdad?

-En absoluto, me encanta tita.

Poco a poco se fue relajando de sus danzas anteriores y sin darse cuenta se pegó a mi cuerpo. Mi cipote empezó a hincharse y aumentó su riego. Me encandilaba estar bailando con ella, que sus tetas se apoyasen en mi pecho y que mis manos reposasen en su cintura; lástima no poder sobarla aquel suculento culo.

Como vi que mi bulto iba en aumento quise mantenerlo alejado, pero ella se sentía cómoda sin distancias. A medida que transcurrió el tiempo la unión fue más cercana y mi aparato se fue inflamando. Como no hizo ademan de retirarse pensé que la estaba gustando y que quería comprobar que aquel saliente era mi palote.

Terminamos de bailar y tía Silvia me dijo:

-Luisito me ha agradado mucho bailar contigo, lo haces mejor que tu tío que ya no acostumbra a complacerme en estas destrezas.

Sus palabras me sobresaltaron, oírla decir agradar, complacer, eran términos que me resonaban a sexualidad. La contesté:

-Tía, un placer haber compartido estos bailes contigo.

-Que cumplido Luisito.

Mi mente obscena pensaba “Luisito te ponía fina, ibas a saber lo que es agradar y complacer.

Antes de separarnos, observé como mi tía me miraba el paquete para constatar que estaba hinchado y marcharse con cara de libidinosa.

Su comportamiento me había creado expectativas para acometer mi propósito y conseguir mi sueño erótico, empotrarme a aquella hembra.

Tras lo ocurrido en la boda me había quedado marcado por aquellos acontecimientos y mi mente calenturienta pensaba en qué podría hacer para estar con ella y poder copular con mi tía.

Pero las oportunidades siempre llegan y un día de viernes me comentó mi madre que tenía que llevar una ropa a la tía Silvia para que se lo arreglase. Ella había aprendido el corte y confección de joven y se le daba bien coser y arreglar prendas. Ese fin de semana tenía bastante tiempo porque mi padre, mi tío y mi primo se iban al pueblo a dar una vuelta a los diferentes cultivos que allí tenían. Para que se organizase y pudiera terminarlo, mi madre me encargó llevárselo el viernes tarde-noche. Aclaré a la queridísima que así lo haría y que después me pasaría a ver a mis amigos.

Sobre las 20,30 horas me acerqué a realizar la tarea. Llegué a casa de mi tía, me abrió la puerta y me hizo pasar al salón, la dejé la ropa y me invitó a un refresco. Estábamos sentados en el sofá y la miré plenamente para hartarme de todos sus encantos. Vestía una camisa, acompañada de una blusa y una falda por encima de las rodillas, con sus buenos tacones y unas medias negras con dibujos que la daban un aire lascivo. Estaba maquillada y sus labios pintados de rojo.

Empezamos a charlar, y aunque decidí poner cara de corderito degollado, por dentro estaba que quemaba, que ganas tenía de follarme a aquella leona, el sexo me absorbía por dentro. Hablamos de lo sola que se había quedado el fin de semana y que para estar entretenida se iba a dedicar a la costura. Me aconsejaba que aprovechara el tiempo de juventud porque después la vida era monótona y a veces aburrida, que se entraba en un bucle donde todo era repetitivo.

Y me apostillaba:

-De hecho, cuando te ocurre algo novedoso, te alegra la existencia y te agrada la vida.

Esto me dio que pensar, “¿no estaría acordándose de lo que ocurrió en la boda?”.

Siguió hablando, se la veía un poco quejosa de mi tío, comentaba que la ilusión hacía ella ya no era la misma y que sus halagos y mimos habían disminuido. Yo, para consolarla, la reseñé que ella era una mujer bella y que lo que me contaba eran figuraciones suyas.

-Eres muy adulador sobrino, gracias.

Aproveché para darla un abrazo, con el cual ella se sintió a gusto y la di un beso en la mejilla de cariño. Esta acción hizo funcionar mi escopeta, que se alargó. Yo no quería que se notará porque los hechos que había experimentado hacía ella eran de afecto, pero la electricidad que recorría mi cuerpo, debido a mi juventud, y mi verga se expresaban de otra manera. Ella que era una mujer muy viva, observó aquella reacción de mi bragueta, y se aferró más a mí en el abrazo. Creo que lo hizo de una manera picara porque su objeto fue comprobar que el bulto del pantalón seguía aumentando. Al corroborar sus sospechas dejo caer su mano sobre mi entrepierna y golpeó mi miembro. Entonces utilizó este trance para decir:

-Luis hijo estas agitadito.

De sobra lo sabía ella que ya lo había experimentado en otra ocasión.

Decidí lanzarme a la piscina y contesté:

-Si tía, hay alguna mujer que me pone caliente.

-Pero que me dices, no me insinúes que tu tía te pone el palito tieso, ahora sí que me camelas.

-Tía sabes de sobra que me pones erecto o acaso no notaste mi verga el día que bailamos juntos.

-Sí hijo, sí que noté un poco tu protuberancia, pero no creía que fuese yo el origen.

Que astuta era, como le gustaba jugar, pero yo también quería juguetear y la dije:

-Mira cómo me la tienes.

-¿Y qué quieres que hagamos mi niño?

-Disfrutar y gozar un poco.

-Mi niño que soy tu tía.

-Y yo soy un macho.

-Pero tu puedes tener aventuras con chicas.

Como la vi indecisa, aposté un órdago para que no pudiera resistirse.

-Tía, pero soy virgen y tu me puedes enseñar a besar y a hacer el amor.

Esto resonó en su interior, estaba con un sementalillo virginal y eso la ponía mucho.

-Bueno te enseñaré a besar, pero que quede entre nosotros.

Me dije para mí, esto será el comienzo después ya veremos.

Empezamos con besos suaves para proseguir con besos de tornillo y a continuación jugar con nuestras lenguas, esta sensualidad hizo caldear el ambiente.

Se la veía disfrutar con aquella situación, nuestros abrazos se intensificaron y pasamos al magreo. Comencé a recorrer su cuerpo, la sobé el culo, las tetas, los muslos y ella me frotaba y me manoseaba el paquete. La miraba de reojo y pensaba: “que tigresa, que carnes más apetitosas tenía, que muslos, con esas medias negras que daban un morbo que me encendía toda la entrepierna. La intensidad fue tal, que pasamos directamente a aligerarnos de ropa. Que calentura febril.

La quité la blusa, la desabroché la camisa y la despojé del sujetador, comenzando a gozar de esa pechonalidad que poseía. Las agarré con fuerza, como si las quisiera poseer para mí solo y me apuntó:

-Tranquilo Luisito, que son todas para ti, nadie te las va a quitar.

Yo empecé a sobarlas y a jugar con sus pezones, para atizar sus ganas de sexo y que se abrasase de gozo. Hablaba:

-Luisito que deleite, que bien me tocas las tetas.

-Tía estoy aquí para satisfacerte, que tu cuerpo se complazca de las golosinas y manjares que tenemos en nuestro organismo.

-Luisito pareces un filósofo cariño, a mí lo que me gusta es que me comas bien las tetas.

Aquella jaca era un poco ordinaria, pero un filón de felicidad a la hora de poder follártela.

Decidí incrementar su estado de excitación y alcancé sus bragas para meterla los dedos y comprobar que estaba mojada. Ella, por su parte me bajó la cremallera del pantalón, agarró mi polla y comenzó a hacerme una soberana paja. El clímax fue subiendo, como jadeaba la muy zorra. Gozaba con la práctica de aquel deporte; la quité las bragas para mejor actuar sobre su vagina, la puse a cien; lo notaba porque su acaloramiento iba en consonancia con el ajetreo que estaba dando a mi verga. Yo la seguí trabajando y excitando, quería que fuese ella quien tomase la iniciativa, que se sintiese dominadora.

Cuando se cercioró que su fogosidad y ganas estaban en condiciones de realizar otros menesteres más suculentos, dijo:

-Luisito estoy muy caliente, me has puesto muy malita y necesito más.

Se levantó del sofá, me quitó los pantalones y el slip, y observó como mi vástago miraba al cielo y su envergadura era consistente. Lo agarró y se lo introdujo lentamente, empezó un movimiento de sube y baja, que me transportó a otro planeta; sus tetas quedaban a la altura de mi boca, aproveché y las chupé, las mamé y me embriagué de ellas.

Ella tenía los ojos en blanco de gozo y susurraba:

-Luisito que placer le das a tu tía, como me haces gozar tunante.

-Que polla tienes, que dura se te ha puesto.

-Disfruta tita, toda mi verga es para ti.

-Luisito como me puedes alterar de esta manera, como disfruto.

-Tú cabalga tita, siente mi mástil dentro de ti.

Que intensidad, como lo estábamos pasando, aquello era un escándalo. Esta leona estaba sedienta de rabo y yo se lo estaba dando. La tomé por el trasero y la apreté fuertemente hacía mí, para que notara más profundamente todo mi nabo. La agasajé con unos buenos envites que hicieron su tarea.

-Luisito cabrón, que me haces me vas a matar de gusto.

-Toma toda mi polla tita, hazme gozar.

-Aaah…..,oooh…….,que rico, como te mueves, como la siento, no te pares.

-Te voy a llevar al éxtasis tía, vas a ser la hembra más cachonda de la tierra.

-Si bebito, aaah……,aaah……, dale satisfacción a tu tía.

La jodida me había llamado bebito, palabra que me encabritaba y me ponía berraco. Comencé a aumentar mi ritmo para producirla un estado de placer que no aguantase y se viniese.

-Luisito mamón, que gustazo, no resisto más, me voy a correr.

-Aaaah……, aaaah……., me corro, me corroooooo………….., aaaaaah…. que rico.

-Toma cachonda, disfruta como te folla el potrillo de tu sobrino, aaah….., aaah….., que maravilla.

Cuando llegó al summum y terminó, me dijo:

-Luisito córrete fuera, que me puedo quedar embarazada.

-Tía cógeme la polla y pajéame hasta que me corra en tus tetas.

-Vale cariño, yo te ayudo.

-Sigue así tía, asíiiiii…………zorra, desahógame, aaah……..,aaah…….., me corro, me corrooooooo.

Lancé toda mi leche sobre sus estupendas tetas; la rebocé bien de lefa todas sus ubres para que se sintiera orgullosa de haber satisfecho a un joven semental.

La siguiente vez con mi tía será más interesante.

Enviarme comentarios para mejorar, estimular y animar mi capacidad creativa. Correo luiscalenton35@gmail.com. Gracias amigos.