Historias de Zoe, una pequeña zorrita. (1)
Aventuras de una nena muy avispada.
Mi nombre es Zoe. Tengo… bueno no importa la edad que tengo. Pero cuando todo esto empezó era aún muy niña.
Mis padres tuvieron que irse al extranjero a trabajar y yo me quedé con mi abuela para continuar el colegio y, supongo, para no interferir en la difícil vida que imaginaba para mis papis.
A pesar de la tristeza por no tenerles, mi abuela era muy buena y al poco llevaba una vida ordenada y feliz.
Pero cuando más feliz me sentía era cuando el hermano de mi madre, mi tito Galo, venía a comer a casa de su madre, mi abuela, y se quedaba a dormir la siesta e, incluso, algunas veces a dormir.
Diré que era una niña alta para mi edad. Pelo casi rubio, con rizos y tirabuzones que me llegaban un poco más debajo de mis hombros. Ojos verdes, expresivos y pícaros (según mi tito); no me habían crecido aún las tetas, tan solo unos bultitos, pero mis pezones eran gordos, con poca areola y bien salidos, y me volvía loca cuando yo misma me los acariciaba o me los retorcía; el culo pequeño pero bulboso, unas nalgas muy bien puestas y un ano casi tan grande como mi boca, como muy pronto iba a averiguar; ya digo que mi boca es algo grande, por la que mi tito me llamaba “ranita”. La primera vez que me lo llamó me enfurruñé y él, gentil, me dijo que tenía una boca preciosa y que cuando fuera mujer me daría cuenta de lo que iban a apreciarla los chicos. Entonces me dio un casto beso en los labios…y a partir de ese día fui suya.
Me obsesioné con él. Quería tenerlo siempre cerca y, cuando venía, no me bajaba de su regazo, haciéndole carantoñas y reclamándole besitos y caricias.
Le espiaba cuando dormía, siempre desnudo; cuando se duchaba, a través de un agujero en la pared, e incluso cuando se masturbaba frente al ordenador. Luego iba a su cuarto a oler su sitio en la cama, o a inspeccionar la silla del ordenador y la mesa en busca de algún fluido, que siempre acababa encontrando. Si así lo hacía frotaba mis dedos hasta coger el aroma de su semen en mi piel y corría a mi cuarto a aspirar mis dedos mientras me retorcía los pezones y me acariciaba mi chochete.
Habrán adivinado que era una niña morbosa y pre-puta.
Buscando por internet en las webs de mi tio vi cosas que me enseñaron bastante. Como se mama una polla, la masturbación, como se abría el culo preparándolo para follar….
Muchas tardes cuando salía del cole llamaba a mi abuela y le decía que iba a casa del tito a merendar. Y allí me presentaba. Jugaba con Caballito, su mastín, merendaba y a veces se me hacía tarde y me quedaba a dormir. Esto a veces contrariaba a mi tito porque se traía alguna guarra de vez en cuando para follar. Yo me hacía la tonta, y la dormidita, y cuando oía jaleo en su cuarto le espiaba.
Me encantaba verle desnudo, con ese pollón y esos huevazos colgantes…ummm…me entraban locas ganas de entrar y chupársela como había visto en las pelis, saborear su leche, sentir sus dedos entrando en mi chochito, dilatando mi ano…..
Una noche se trajo a una rubia y cuando me puse a mirar ella le estaba mamando la polla con hambre. Se la metía hasta la garganta, sobaba sus huevos, le pajeaba, le lamía, detrás de los huevos, el ano….en fin un trabajo fino. Yo me moría de celos y de ganas. ¡Cómo me hubiera gustado unirme a ella y hacérselo juntas!
Veía su culo frente a mi, con su ano abierto y lubricado, por lo que supe que mi tio ya le había preparado y la iba a encular. Y así fue. Se puso tras de ella, dándome la espalda y despacio pero sin parar se la metió entera.
La rubia chillaba mordiendo la almohada.
-¿Te gusta puta?¿Te gusta cómo te doy por el culo?¿Quieres que pare?
-¡No cabrón! ¡Dame más duro!¡Nenazas!-le soltó la puti-rubia.
-Te lo voy a dejar como un coño de abierto, zorra. Te vas a enterar.
Comenzó a darle más fuerte. Yo veía sus huevos como flotando, bamboleantes, mientras empujaba su polla dentro de su culo. Ella se retorcía y chillaba, con la lengua fuera miraba hacia atrás y le insultaba para que le diera más polla.
Yo llevaba un rato metiéndome dos dedos por el agujero de mi culo sintiendo con ella la enculada. Yo quería ser ella.
Al poco se la saco del culo la cogió del pelo y la giro para enchufársela en su boca. La tia se la trago entera y la mamo de manera alucinante, sujetando sus pelotas hacia atrás mientras le metía dos dedos en el culo.
-Así puta. Mámame la polla como la guarra que eres. Hunde más adentro los dedos y dilátame bien el ano que luego vas a meter tu lengua bien adentro, cerda.
Con eso la rubia redoblo su trabajo. Yo oía sus succiones y rechupadas, sus suspiros y jadeos. Mi tito se la sacó de la boca, se colocó detrás de ella de nuevo y la volvió a encular con fuerza.
Ahora yo veía la cara desencajada de la rubia. Sacaba su larga y gruesa lengua y jadeaba obscenidades. Sus gordas tetas con los pezones enhiestos dando tumbos y recibiendo sobadas y pellizcos de las manazas de mi tito (uuummmm!!!). Y entonces me di cuenta de que ella también tenía cola.
No supe que pensar por unos segundos, hasta que recordé una de las páginas web del ordenador de mi tio: había chicas con rabo. Travestis, trans, sissies…. En fin un montón de nombres me vinieron a la cabeza.
De pronto mi tito tiro fuerte del pelo y la medio giró, le aporreo la cara con su polla y comenzó a correrse en su cara. La rubia hacia malabares para tragarse todo. Cuando dejó de surgir ese rio de lefa, se la metió con dulzura en la boca la siguió mamando un poco más.
Yo aproveché para volver a mi cuarto y cerrar la puerta. Estaba muy agitada y excitada. Comencé a tocarme el chochito, mojado y palpitante; mi cerecita, de natural grande y gordita, estaba a reventar. Me la pincé y estiré al mismo tiempo que un pezón: veía a mi tito encularme en mi fantasía, diciéndome todas esas guarradas que le había dicho a la rubia. Me metí los dedos en el culo y lo sentí abierto y rico.
Y entonces tuve la segunda sorpresa del día. Algo blando y baboso recorrió mi rajita. Fue tan sorpresivo que me corrí al instante. Era Caballito que se había quedado como siempre a los pies de mi cama y que yo había olvidado. Tenía su cabezón entre mis piernas abiertas y levantadas y me daba de lametazos, de tal manera que sentía su lengua entrar y salir de mi vagina y de mi ano. Tras la sorpresa inicial, separé mis nalgas ofreciéndole mi ano y allá que te fue a lengüetazo limpio que me enculo mi perrito por vez primera.
Cuando terminé de nuevo. El se tumbó de lado al costado de mi cama y se puso a lamerse las pelotas. Yo vi que algo rojo salía de su funda peluda y me acerqué para investigar.
Con dulces palabras lo tumbé del todo y comencé a sobarle los huevos y la funda de sus genitales. Había visto videos de mujeres haciéndoselo con perros, pero nunca me imaginé a caballito de esa manera. Pero ahora…
Acerqué mi cara a esa punta roja y babeante y la olisqueé. A parte de a orina, fuerte pero no mucho, no olía a nada. Apreté mi mano imaginando que era el rabo de mi tito y comencé a pajearlo. Poco a poco la punta iba saliendo y entonces pensé ¿Por qué no aprovecho?.
Con un poco de asco pero con mucho morbo acerqué mi boca y sin pensarlo mucho me la metí en la boca tal y como había visto hacer a la rubia. Se la mamé un rato. Sabía raro, algo salado, pero no malo. Me estaba gustando eso de chupar polla, aunque no fuera la de mi tito me serviría de entreno. Fue engrosándose, hinchándose y haciéndose más grande. Me llenaba toda la boca y se iba introduciendo en mi garganta. Al principio casi vomito pero fui cogiendo el ritmo y me tragaba cada vez más trozo. Lo llevaba en la sangre al parecer, porque se la mamé de campeonato. No paraba de salir líquido salado y algo agrio, pero lo tragaba diciéndome que debía acostumbrarme al sabor de la lefa. Al rato el perro se levantó y su pollón se fue reduciendo hasta ser otra vez una punta roja sobresaliendo de su funda pilosa.
Jadeaba y daba vueltas, como buscando algo. Y entonces caí: necesitaba una perra para follársela. Así que ni corta ni perezosa me puse a cuatro patas y le ofrecí mi culo. El no tardo ni medio segundo en montarme e intentar metérmela. Para que no me la metiera por el chochito le ayude con la mano y le dirigí la punta de su rabo a mi ano. Me dio un par de empujones tentativos y al tercero entró. Pegué un respingo porque aunque me metía los dedos hace tiempo mi ano aún no estaba estrenado y esa puntita comenzó a crecer a cada embestida, dilatando mi agujerito cada vez más, llenando mi recto de líquido resbaloso, y cada vez entraba más adentro, más adentro. Menos mal que me acordé de algo que ví en los videos. Los perros cuando se corren sacan unos bultos en la base de su miembro que lo “abotonan” en el agujero en el que entran. Yo no quería eso aún, así que me escurrí hacia adelante y con un sonido de chupón baboso me la saque del culo. ¡Joder! Que rico se sentía que te follaran por el culo.
Caballito aún estaba nervioso, así que volví a poner a cuatro patas y le deje follarme otra vez. Mi ano estaba tan dilatado que casi no sentía la follada. Me llevé los dedos atrás y vi que a pesar de estar entrando un pollon de 20cm me entraban dos dedos. Me lo iba a destrozar. De pronto y en un despiste Caballito me sujetó más fuerte me la clavó hasta la garganta y sentí como mi recto se expandía con algo duro. ¡Me había abotonado!¡Mierda! Tiré un poco pero no salía. Lo que si salía era un rio continuo de lefa caliente. Sentía tanto gusto que me pellizqué los pezones con fuerza y froté mi coñito hasta que acabé corriéndome por tercera vez esa noche.
Me quedé desmadejada, con el culo en pompa y un perrazo abotonado a mi culo durante un buen rato. Yo casi que estaba como dormida porque cuando con un ¡Plofch! salió su rabo de mi culo caí en la alfombra mientras Caballito relamía mis partes dilatadas e inflamadas.
No sé cómo subí de nuevo a la cama, pero esa noche dormí como nunca. De hecho mi tito me dijo a la mañana siguiente que había entrado a darme un beso de buenas noches (seguro que para ver si yo había oído algo de su fiesta con la rubia) y no me desperté como hacía siempre.
A partir de esa noche ocurrieron dos cosas: una que me convertí en la perra de follar de Caballito; y dos que no sabía cuanto iba a tardar, pero tenía que follar con mi tito.