Historias de una Viuda (1)
Hay momentos en que soy presa de la lujuria, esto es bastante difícil cuando no se tiene un hombre al lado.
A veces paso largos períodos sin sexo, pierdo el interés, me enfoco en otras cosas de mi vida.
Pero hay otros momentos en que soy presa de la lujuria, no puedo sacarme el sexo de la mente y mi mente gira siempre alrededor del mismo tema. Esto es bastante difícil cuando no se tiene un hombre al lado.
Soy viuda desde los 40, de esto hace ya 10 años. Aunque ya me he resignado a la viudez, porque no logro encontrar un hombre como el que tuve, y tampoco me interesa volver a casarme, estoy muy bien así, recuerdo con desesperación el sexo que teníamos, ya que me ha hecho gozar de las maneras más inimaginables, y ambos eramos muy sexuales
He buscado todas las maneras para calmarme en mis momentos de lujuria. En los primeros tiempos de la viudez se te pegan todos los conocidos, no se que tienen los hombres en la cabeza, pero parece que consolar viudas los excita. Desde compañeros de trabajo de mi marido hasta sus amigos personales se me han insinuado. Yo al principio me resistía, porque no me parecía bien, pero después cuando tuve mis primeros momentos de calentura irrefrenable, perdí la cabeza y me tiré a 2 de los amigos de mi marido, por supuesto que no juntos. Al último le pregunté esto de que porqué a los hombres le atraían las viudas y me dijo que en su caso no era tal, que cuando jugaban a las cartas mi marido que les contaba cómo era yo en la cama y las cosas que hacíamos, así que todos me tenían hambre. Y después, encima el primer amigo le contó con lujo de detalles las cosas que hicimos. También me insinuó que hicieramos un trio, pero la verdad es que en aquel tiempo me dio un poco de miedo y no acepté. Pero debo confesarles que muchas noches para masturbarme recurria a esa fantasía.
Visto que mi marido era un bocón, ya no podía distinguir quien se acercaba a mi con esas intenciones, así que me alejé de los hombres relacionados con él.
Vaya a saber las cosas que les habrá contado, porque realmente hacíamos de todo y no nos privábamos de nada, eramos bastante cerditos. Ahh, como lo extraño!!!
Pero bueno, se me pasaban los años y ya no era tan fácil encontrar un hombre para satisfacerme, bah, al menos era eso lo que yo pensaba en esos momentos.
Para que se figuren un poco como soy, les cuento que tengo 50 años, soy un poco gordita, mido 1,60, ojos verdes. Buenas caderas y 110 de pechos, como verán bien grandes. Bueno, esto es un poco culpa de mi marido, ya que no le gustaban las flacas y se ponía como loco si yo quería adelgazar. Además era un obseso de los pechos grandes, con decirles que cuando lo conocí tenía 90 y me dijo que a él le gustaban las tetonas y que iba a remediarlo, así que ahora me encuentro con 110 de tanto manosearme y mamarme las tetas. Ahhh mi querido José, él si que sabía cómo hacerme gozar, lo extraño tanto!!
Después de alejarme de los amigos de mi marido, me hizo un avance un vecino que vivía pegado a nosotros. Pensé que era una oportunidad ya que con mi marido sólo se saludaba, así que no había peligro de que no le haya contado nada. Pero mientras me la estaba poniendo me dijo que estaba caliente conmigo desde que se había mudado al edificio, ya que a través de las paredes escuchaba los gemidos de los polvazos que me echaba mi marido.
Pensé que mejor era dejarlo, ya que no quería que se propagase el chisme en el vecindario y
decidí que lo mejor era un extraño, así no conocían mi reputación.
Así que empecé a poner anuncios online y me encontré con algunos hombres, pero la mayoría fue una decepción, tanto en el sexo como personas, me di cuenta que se mentía mucho
Después pasé un período de apatía, hasta que conocí por uno de los anuncios a un hombre que vivía en Italia. Logró despertarme de mi letargo escribiéndome tórridos mails, mandándonos fotos, chateando. Me había puesto caliente como una perra, vivía masturbándome y él también, hasta habíamos pensado en comprarnos web camaras para vernos uno al otro mientras nos masturbábamos
Pero un buen día desapareció, no escribió ni contestó más. Fue una enorme decepción.
Pero a ese punto, ¿Qué hacía yo con semejante calentura?
Desde él que no puedo bajar el nivel de lujuria, así que tengo algunos cyberamantes esporádicos (para evitar los encuentros y las decepciones) miro fotos porno, y doy rienda suelta a mi fantasía, todo para calentarme bien y hacerme unas pajas alucinantes, que me dejan satisfecha, al menos por un ratito. Desde ya que no es lo mismo que un hombre de carne y hueso, vamos, que no hay nada como una buena pija dura, palpitante y húmeda. Ayy, mi querido José, cómo lo extraño!!!
Más adelante les contaré con detalle las historias de las que aquí les di una pista.