Historias de una pija cachonda - el descubrimiento

Claudia es secuestrada y empieza a descubrir, sin desearlo, cuan cachonda puede llegar a ser

15 de Agosto, a las 10 de la noche, en una parada de autobús, de una población cercana a una gran ciudad, Claudia está sentada, esperando, aburrida, el autobús acaba de irse, y su padre (un rico industrial de la zona) está a punto de llegar para recogerla, no le gusta estar dependiendo de su padre, pero tendrá que seguir haciéndolo hasta que consiga sacarse el maldito carné de conducir, cuando una furgoneta se detiene delante de la parada de autobús, el acompañante baja la ventanilla y le pregunta por una dirección próxima a la parada, Claudia se acerca a la furgoneta para darle las instrucciones, cuando de repente se abre la puerta trasera, y otros 2 hombres la obligan a subir, van encapuchados, uno delgado de mediana altura, el otro bajo, gordo, entre los 2 individuos la empujan hacia dentro de la furgoneta y la obligan a sentarse, de inmediato, la furgoneta arranca mientras el gordo, empieza a vendarle los ojos, siente su aliento a ajo en la espalda, el otro individuo la sujeta los brazos para que no se resista.

Claudia no puede creer lo que está sucediendo, ¿qué van a hacer con ella?, ¿acaso la han secuestrado?, nunca pensó que eso podía sucederle a ella, ¿a dónde la llevan?, ¿por qué ella?, de repente siente una mano roza su muslo, justo donde la falda tiene una pequeña rajita, es la mano del gordo, siente las miradas del gordo y su amigo sobre sus senos, no las ve, pero las puede sentir, de repente recuerda que por el calor llevaba la blusa bastante desabrochada, no llevaba sujetador, ya que es una prenda que siempre la ha fastidiado, sus tetas son jóvenes y lo bastante grandes (aunque no exageradas) como para poder prescindir de esa prenda, así que no la usa nunca, más que para ir a alguna de las fiestas pijas que organizaban sus padres y los amigos de estos. El roce se convierte en una caricia y casi al instante, siente como la mano del gordo se ha apoderado ya de su pierna, derecha, la esta sobando sin ningún tipo de disimulo, pasea su apestosa mano por su pierna como si nada, recorre poco a poco la parte interior y exterior de su muslo, mientras siente su mirada en sus pechos, de repente y sin saber porque, Claudia nota como los pezones se le han puesto duros y piden paso, ¿qué le está pasando?, Claudia, no puede dejar de imaginar sus pezones marcándose por debajo de la blusa, delante de la atenta mirada de esos babosos, pero ¿qué le sucede?, ¿por qué se siente excitada?, ¿no debería estar asustada?, Claudia trata de calmar su ardor, cuando siente la mano izquierda del individuo delgado (sentado a su izquierda) , que por encima de su blusa, empieza a acariciar, su pecho, lo hace sin prisa, pausadamente, poco a poco, como queriendo recorrer todo su busto centímetro a centímetro, mientras el gordo, le ha cogido con las 2 manos la pierna y la ha colocado encima la suya, dejándola muy abierta para empezar a acariciar su ya húmedo "conejito", (ni el miedo, ni la angustia que siente han conseguido evitar, que su conejo se mojara ante las caricias recibidas, de hecho, no recordaba haberse sentido nunca tan excitada, con ninguno de los chicos con los que había estado, ¿por qué estaba tan excitada?) primero lo hace por encima de las braguitas, suavemente, poco a poco empieza a apartar estas a un lado, para empezar a acariciar su clítoris, a través de su inundado coño, sentía las manos del gordo, eran anchas con los dedos cortos y gordos, y la estaba acariciando muy poco a poco, sentía sus ojos en su almeja, sentía su sonrisa, cuando el gordo empezó a introducir uno de sus dedos dentro, entró con facilidad y oyó el sonido de su propia humedad, en ese instante sintió un dolor agudo en su pezón izquierdo, el flaco, se había ido paseando de un pecho a otro, primero por encima de la blusa y después, por debajo, llevaba la blusa tan desabrochada, que al flaco no le había hecho falta desabrochar ningún botón, para sacar fuera su pecho derecho, sintió como el flaco le había pellizcado y retorcido el pezón hasta hacerle soltar un pequeño grito de dolor.

  • ¿Qué pasa ahí atrás? - oyó que decía una voz desde la cabina delantera - ya sabéis que si le pasa algo a la niña el jefe nos mata a ostias.

Acto seguido, sintió como la mano izquierda del gordo, se apoderaba de su cuello

  • Si vuelves a gritar, cuando acabe esto, te mato de una paliza, ¿vale zorrita? – le susurro al oído, al tiempo que su mano izquierda apretaba su cuello, mientras introducía otro dedo (el tercero) de su mano derecha en su coño, ahora totalmente inundado.

Claudia asintió con la cabeza, se le saltaron las lagrimas, pero no se atrevió ni siquiera a gemir, por miedo a que la oyeran, estaba totalmente asustada y atemorizada, el tío hablaba en serio, y ahora sabia que la habían secuestrado, seguramente le pedirían un rescate a su padre, sin embargo su excitación y calentura, seguía aumentando sin cesar, nunca imagino, que se pudiera sentir tanta excitación y calentura.

Los pellizcos y mordiscos del flaco, en sus pezones, se habían vuelto ahora un poco más suaves, y se centraban en su teta izquierda (por proximidad, supuso Claudia) sus pezones estaban a punto de reventar, sus pechos se habían endurecido tanto que le dolían, el gordo, soltó su cuello y su mano comenzó a agarrarle el pecho que le quedaba libre, porque no se lo acariciaba, se lo agarraba, le hacía daño, pero el miedo la impedía quejarse, su otra mano, seguía entrando y saliendo de su coño, cuando sintió como el dedo meñique, totalmente lubricado por la humedad de su coño, intentaba adentrarse poco a poco en su ano, sintió más miedo, le iba a hacer daño, no iba a poder soportar el dolor, nunca nadie había intentado nada con ese agujerito, pero mientras más miedo sentía, mas se excitaba ¿por qué le pasaba eso?, no conseguía entenderlo, pero ya no le importaba, nunca había disfrutado del sexo como estaba disfrutando en esos momentos, sintió como el dedo meñique se adentró en el agujerito de su culo, el movimiento de sus tres dedos en su coño, era frenético, los mordiscos en sus pezones, le dolían y excitaban a la vez, cuando un segundo dedo, salió de su coño para empezar a introducirse en su culo, sintió un espasmo, aquello era una locura, como podía gustarle tanto lo que le estaban haciendo, se iba a correr de un momento a otro y no sabía si podría hacerlo en silencio, el gordo, comenzó a morderle los labios, su boca olía intensamente a ajo, pero no le dio asco, sintió que llevaba barba de 3 o 4 días, mientras la izquierda jugaba con su teta y sus pezones, mantenía el movimiento de su mano derecha en su conejo y culo, cuando introducía a fondo los dedos en su conejo, sacaba un poco los que tenía en su culo y a la inversa, consiguiendo así un frenético mete y saca alternativo en sus dos agujeritos, su boca aún mordía con fuerza sus labios, cuando a Claudia le llegaron los espasmos que anunciaron su inminente primer orgasmo de su joven vida (nunca ningún chico había conseguido hacerla tener un orgasmo y ella aunque se había acariciado, nunca se había atrevido a llegar tan lejos), después de correrse en silencio, pues el miedo le impidió, hacerlo como hubiera deseado, el gordo continuó todavía un rato con su particular mete-saca, pero ahora con mas suavidad, estaba sudado, pero a ella no le importo, a continuación y cuando ella pensó que ya había terminado todo, el flaco comenzó a lamerle, los restos de su corrida, el suave movimiento de mano, que aún mantenía el gordo, ahora únicamente en su culito, para dejar sitio a la húmeda y caliente lengua del flaco, que de tanto en tanto mordía, sus labios vaginales, combinada con los mordiscos y pellizcos que le propinaba ahora el gordo en su pezón, provoco no solo que se volviera a humedecer (de hecho no le había dado tiempo a secarse) si no que sintió nuevos espasmos que anunciaron su segundo orgasmo y a continuación sintió que se orinaba, sin poderlo remediar, el gordo dejo sus dedos, dentro de su ano, mientras el flaco comenzó a besarla, sus labios sabían a ella, a sus líquidos mezclados con su orina, y se sintió nuevamente excitada, nunca pensó que eso podría excitarla de esa manera, el gordo beso sus labios:

-Ahora me los tienes que dejar bien limpios, putita –le susurro al oído mientras le metía en la boca, de dos en dos, los dedos que acababa de sacar de su culito y de su conejito.