Historias de una pija cachonda (2) - Primer día

En su primer día de cautiverio Claudia ve ampliamente superadas algunas fantasías que nunca se atrevió a tener.

Nota aclarativa: Consciente de que los prototipos de belleza de los diferentes lector@s pueden ser muy diversos, he realizado un esfuerzo en omitir, en la medida de lo posible, cualquier descripción física detallada, de los personajes que participan en ella, sobre todo de Claudia (la pija cachonda) con la finalidad de que cada lector/a la represente de acuerdo con sus propios cánones de belleza .

En el relato anterior Claudia es secuestrada e introducida en una furgoneta, en el trayecto descubre un nuevo mundo de sensaciones:

http://www.todorelatos.com/relato/71028/


La furgoneta se detiene y Claudia siente como se abre la puerta corredera de ésta, para entonces, el gordo y el flaco, ya le habían recompuesto toda la ropa

  • Vamos!!, ayudadla a bajar – dijo la misma voz de antes.

Se levantan los dos al mismo tiempo y cogiendo a Claudia por los brazos, la ayudan a incorporase quien todavía siente en el paladar el sabor de los dedos del gordo, impregnado de sus propios jugos, de su orine y no detecto mas sabores por que acostumbraba a llevar siempre muy limpio su culito, cosa que en el fondo de su ser lamentó.

Cuando baja de la furgoneta, siente la puerta cerrarse a sus espaldas, comienzan a caminar, siente pasos delante y detrás suyo, además de los del gordo y el flaco, que están a su lado.

A pesar de estar en pleno mes de Agosto, Claudia siente frío, ignora qué hora puede ser, ha perdido la noción del tiempo durante el viaje, caminaron unos 100 metros hasta que entraron en un lugar cerrado, se detuvieron

  • Dadle algo de cenar y llevadla a la cama para que descanse – dice nuevamente la voz del hombre que parecía estar al mando – que mañana querrá verla el jefe.

Claudia oye acercarse los pasos del hombre que hasta el momento había caminado detrás de ella, la coge del brazo y la fue guiando, caminaron unos pasos y giraron a la derecha caminaron unos pasos más cuando se detuvieron,

  • Cuidado que aquí hay 20 escaleras, cuéntalas para no tropezar.

Todavía no ha subido la primera escalera, cuando siente una mano acariciar su culo y la parte superior de sus piernas y sin mucho disimulo, alza su falda, el tío sube a su lado:

  • Te lo has pasado bien, eh zorrita – le susurro, mientras su mano ya esta, nuevamente en su acariciando su coño, nuevamente mojado - te has corrido como una loca, no digas que no.

Claudia pensó que iba a tener allí mismo otra sesión, pero al terminarse las escaleras el hombre quitó su mano y bajó su corta falda y giraron nuevamente a la derecha.

  • El número dos, ha dicho que la des de cenar y que la acostéis

  • De acuerdo - la voz era grave y muy masculina Claudia percibió una sensación de tranquilidad al oírla.

  • Ah! Y tratadla bien que si sufre algún daño el numero 1 nos mata. – dijo el primer hombre.

  • Serás cabrón – respondió con ira.

El hombre la abraza por encima del hombro al tiempo que la guia:

  • Por aquí.

Claudia, lo siente a su lado, alto y corpulento, pero no gordo, más bien fuerte, de repente Claudia se siente protegida, caminan unos diez pasos, cuando se detienen, el hombre abre una puerta, entran en otra estancia y sinte cerrarse nuevamente la puerta detrás de ella, la sienta en una silla.

  • ¿Tienes hambre? - Pregunta al tiempo que le quita la venda.

Por primera vez desde que la apresaron, Claudia, puede mirar a su alrededor, la habitación es cuadrada, tendría 2 metros de largo por otros 2 metros de ancho, y al otro extremo ve una segunda puerta, justo enfrente de la puerta por la que habían entrado, la habitación está pintada de un color beige claro que la hace amplia y más agradable que el frío blanco, a la izquierda de la puerta de entrada hay una mesa pegada a la pared, en cada uno de los tres lados libres hay una silla, ella estaba en la silla del medio, en la pared que estaba a su espalda vio una encimera de mármol, que recorría la pared de extremo a extremo, no tenía cajones ni armarios en su parte inferior tan solo un pequeño microondas encima.

  • Si - respondió tímidamente Claudia, no acostumbraba a cenar nada, pero dada la actividad extra de ese día estaba hambrienta.

El hombre se aproxima hacia ella, con un plato en cada mano, una tortilla francesa y un plato de sopa, hasta ese momento ella no reparó en que el hombre estaba encapuchado y llevaba encima una especie de sotana de color celeste, que arrastra por el suelo, es alto, un metro noventa aproximadamente y pesaría algo más de 110 kilos, lo único que puede ver de él son sus manos, grandes y con mucho pelo.

Mientras Claudia come, él permanece sentado a su lado, observándola en silencio, ella come con la cabeza gacha, sus ojos se dirigen involuntariamente a las manos de su guardián, involuntariamente no puede dejar de imaginarse esas manos recorriendo su cuerpo acariciándola, se siente excitada, aunque no entiende por qué.

Cuando termina de comer, el hombre la ayuda a incorporarse.

  • Ahora debo volver a vendarte los ojos – dijo nuevamente el hombre – preferiría no tener que hacerlo, pero son ordenes, lo comprendes, ¿verdad?

Claudia no dice nada, tan solo asiente con la cabeza, mientras caminan hacia la puerta del fondo Claudia imagina que vuelve a ser acariciada, como cuando subía las escaleras, sin quererlo vuelve a humedecerse, traspasan la puerta y la sienta sobre una cama.

  • Además voy a tener que atarte – dijo mientras llevaba una de sus muñecas, hacia la cabecera de la cama – espero que no te importe demasiado, si estas lo bastante cansada, dormirás igualmente, trataré de que no te apriete demasiado.

Siente un aro metálico cerrarse alrededor de su muñecas.

  • Así estas bien?

Claudia vuelve a asentir, sus brazos, no quedaron totalmente estirados, lo que le permitiría moverse un poco para adoptar una postura lo suficientemente cómoda para poder dormir.

Paso un buen rato antes de que Claudia llegara a dormirse, estaba todavía excitada, si al menos le hubiera dejado una mano libre para poder calmarse, aunque no había oído al hombre marcharse, por lo que supuso, que todavía estaría en el cuarto.

Claudia se sorprendió de sus propios pensamientos, acababa de ser secuestrada y en lugar de estar asustada, estaba como una gata en celo, al final presa del cansancio consigue conciliar el sueño.

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Unas caricias sobre su pecho, despiertan a Claudia, una mano fina y larga se ha introducido por entre los botones de su blusa, y toca su pecho, acaricia su pezón, poniéndolo duro, siente unas uñas femeninas clavarse en él y no puede evitar lanzar un grito, de dolor y de placer, la mano abandona el pezón, y acaricia su coño por encima de la braguita, que se empapa con sus humedades, la mano se pasea arriba y abajo, sin prisas, mientras otra mano (Claudia piensa que de la misma mujer) empieza a recorrer su torso desde arriba hacia abajo, desabrochando con gran agilidad todos los botones que encuentra a su paso, primero siente la palma, deslizarse hasta abajo, meterse por debajo de su falda, justo hasta el borde superior de su braguita, para empezar a ascender esta vez con el dorso y apoyando ligeramente las uñas, lo que le produce un leve escalofrío de placer hasta llegar a su cuello para iniciar nuevamente la caricia, sus pechos, sus pezones, su tripita, su cuello, al llegar a su cara, la mano presiono su pulgar contra sus labios obligándola a abrir la boca y separar los labios primero y los dientes a continuación, un amago de gemido se escapa de su boca que de no ser por el silencio reinante habría pasado inadvertido, instintivamente y sin que nadie le dijera nada, comenzó a chupar el dedo, que entraba y salía de su boca, como si de un pene se tratara, y eso era precisamente lo que Claudia deseaba tener entre sus labios

Pero al parecer sus secuestradores, no tienen intención de llegar más lejos, sin duda solo quieren divertirse un rato con su bonito y joven cuerpo mientras negocian con su padre el rescate, sentir como sus pechos están siendo succionados por la boca femenina, la partan de ese fugaz pensamiento que la hicieron evadirse por centésimas de segundo del placer que la mujer (o mujeres) le está proporcionando, Claudia siente como la mano que la acariciaba su coñito ya se ha introducido por dentro de la braguita, en esos momentos la invade el deseo irrefrenable de sentir el contacto de los labios de la mujer con los suyos, entrelazar su lengua con la de la mujer que tanto placer le está proporcionando, nunca ha besado de verdad unos labios femeninos, y siempre quiso hacerlo, varias veces había intentado convencer a Patricia de tener juntas una experiencia, pero ésta nunca fue lo bastante decidida para aceptar y lo mas que había conseguido de ella fue robarle unos amistosos picos, también había pensado proponérselo a otras chicas, pero le dio más corte por ser su padre quien era.

La lengua de la mujer es cálida, húmeda y activa, muy activa, tan pronto se entrelaza con la suya, como lame sus labios, como detiene su ardiente beso, para dedicarse a morder succionar y pellizcar sus pezones y nuevamente volver a dedicarse a su boca, su cuello, las orejas, sus manos saben tocarla, Claudia se está retorciendo de placer, desea devolverle las caricias, pero las ataduras de las manos se lo impiden, lo único que puede hacer, es retorcerse y volverse loca de placer, nota las uñas de la mujer rozándole los labios vaginales, al frotarla con sus dedos, esa mujer sabe muy bien lo que está haciendo, no es ninguna novata,

De pronto la mujer se separa de ella y comienza a besarle los dedos de los pies, los chupa como si fueran pequeños penes, los succiona, nunca pensó que esa parte de su anatomía fuese tan sensible, en ese momento se oyó el rechinar de una silla, las caricias se interrumpen, suenan tres o cuatro pasos alejándose hacia su derecha, y a continuación sonó un fuerte bofetón, nuevamente los pasos se acercan, aunque Claudia lo sospecho desde el principio, ahora no cabe ninguna duda de que hay más personas en la habitación, imposible precisar cuántas, la certeza de saber que varias personas podían estar observándola, viendo como gemía y se retorcía, la hizo sentirse todavía más excitada, si eso era posible.

Tras subirle la falda comienzan a quitarle las braguitas, Claudia alzo el culo, para facilitarle la labor, pero antes de eso sus labios han succionado los dedos de sus pies, recorrido completamente sus piernas, sin dejarse ni un solo centímetro sin besar, sin lamer, sin mordisquear, su amante (o mejor dicho su torturadora) se está tomando su tiempo, la está "trabajando" a conciencia y sin prisas, cosa que no había hecho ninguno de los hombres que había conocido hasta la fecha, más preocupados todos ellos de conseguir acostarse con ella que de hacerla disfrutar de verdad.

Claudia está totalmente desnuda, tan solo las mangas de la blusa le cubren los brazos y la falda hace las funciones de cinturón, totalmente expuesta a las personas que pudiera haber en la habitación observándola, ¿cómo podían estar tan silenciosos?, la lengua de la mujer que empieza a lamer sus labios vaginales, con una mano los separa, mientras mordisquea su clítoris, la otra acaricia sus muslos, sus glúteos, "sin duda utiliza su lengua mejor que la mayoría de los hombres manejan su pene" , piensa Claudia, nuevamente deseó tener las manos libres para coger con todas sus fuerzas la cabeza, pero nuevamente tuvo que conformarse con retorcerse de placer y alzar sus caderas dibujando pequeños círculos con ellas, en busca del máximo placer.

  • ¡¡Ahhhgg!! - Gimió - ¡¡ Si!!, ¡¡Sigue!!, Por favor, no pares!..¡Continua! ¡¡…Ah, ah!! – no pudo evitar gritar cuando empezó a sentir los espasmos que le anunciaban un próximo y deseado orgasmo, al tiempo que se arqueaba todo su cuerpo, levantando mas todavía su culo, lo siguiente que sintió fue un violento bofetón en su propia cara que la dejo dolorida, la mano que la había golpeado era masculina.

  • ¡¡¡Calla, Puta!!!! – Dijo de repente una voz masculina, al tiempo que la cogió con fuerza de los pelos alzándole la cabeza – puedes gemir y retorcerte todo lo que puedas, pero nada más.

  • ¿Entendiste? - ¡¡¡ Puta pijita de mierda!!!

Claudia asiente con la cabeza, al tiempo que le saltan las lágrimas de los ojos,

Ajena al incidente, la mujer continua trabajándola, le lame alternativamente el coño y el culito, introduce sus dedos en ellos, le toca los pechos, el bofetón que acababan de propinarle le había cortado el orgasmo, le duele la cara, pero ya no le importa, el placer que siente es aún más intenso, tardará todavía un tiempo en llegarle un nuevo orgasmo,

Una mano masculina, empieza a acariciar sus pechos, su tripita, la parte superior de sus muslos, sin llegar a interferir en la actividad de su compañera, - ¿tendrá por fin la polla que tanto ansío?, no es que no le gustara lo que la misteriosa mujer le está haciendo, ni que la desagradara lo que la hicieron en la furgoneta, pero echaba a faltar una polla gorda y dura, mientras pensaba en eso la mujer se detuvo, la boca de un segundo hombre ocupó su lugar, la mano y la boca del primer hombre seguía ocupándose de sus pechos, mientras volvió a sentir los cálidos labios de la mujer contra los suyos, su lengua ahora sabía a sus propios jugos, las manos de ella le cogieron por los pelos, al tiempo que la incorporaba un poco, cuando se quiso dar cuenta, tenía las tetas de la mujer en su propia boca, son grandes y duras, noto unos pechos jóvenes y tersos como los suyos, los pezones duros y muy puntiagudos, mirando un poco hacia el techo, obviamente la mujer se había excitado con ella.

Claudia se esforzó en chuparla bien, quería devolverle algo del placer que ella le había hecho sentir, se dedico a pasar su lengua por los pezones, los chupó y mordisqueó con absoluto placer, la mujer le sujeta y mueve la cabeza con las dos manos y va moviendo también sus pechos para que la boca de Claudia lama, bese y chupe la parte que ella le pone delante, el hombre que la esta lamiendo es sustituido por un tercer hombre, que continua con lo que acabado de dejar su compañero, todo ello en un perfecto orden y un absoluto silencio, roto únicamente por los gemidos de Claudia,

La mujer suelta su cabeza, con lo que Claudia vuelve a caer tumbada, y casi sin darle tiempo a tomar una bocanada de aire se encuentra un coño, por lo que alcanza a percibir con sus labios se trata de un coño perfectamente depilado y húmedo, frotándose lentamente contra su cara, por lo que saca la lengua para poder saborearlo, la mujer empieza a cabalgar sobre su cara para ayudarla y vuelve a tomarle la cabeza para acercarla a su objetivo y guiarla.

  • Ah!, Ah! Ay! Ay! – se estremece Claudia cuando siente que algo frío comienza a introducirse en su ya inundado coño, largo, metálico y muy duro, sin duda se trata de un consolador, pero estos salvajes al parecer lo han metido en la nevera, lo cual le producía a la vez un placer indescriptible, el consolador empieza a desplazarse en su interior arriba y abajo, sin prisas, y refrescaba su húmedo y caliente coño.

  • AHHHHHHHH! – NO!, por favor No! – no pudo evitar gritar cuando sintió que otro consolador, este casi ardiendo, un poco más pequeño, pero evidentemente muy grande, se empezaba a introducir en su ano, sin más ayuda que la saliva, de los hombres que habían estado ocupándose de comérsela.

Claudia no puede seguir chupando el coño, debe concentrar todos sus esfuerzos en aguantar el dolor que el consolador le produce al penetrarla, la mujer, cambia su postura, y se pone en la postura del sesenta y nueve, haciéndose cargo de lamer la zona dolorida, al tiempo que toma el control de los consoladores, muy despacito, inicia un mete y saca simultaneo, mientras comienza a lamer su clítoris, hasta que entran los dos totalmente, momento en que siente un extraño placer al sentir que algo en su culo estaba caliente, mientras que el frío se desplazaba por su coño, de forma alternativa, instintivamente y sin pensarlo se lanza a comer nuevamente el coño de la mujer, que a pesar de todo le estaba proporcionando el mayor placer de su vida, una mano masculina le levanto la cabeza por la nuca para que le fuera más fácil comerse ese jugoso y estupendo primer coño de su vida.

No pasaron unos minutos cuando le volvieron los espasmos, esta vez se iba a correr, iba a mantener la boca bien cerrada para que no la cortaran, lo haría como que se llamaba Claudia.

  • AhHHHHHHHH!!!! – grito en el momento de llegarle, hubiera deseado añadir dejarse llevar más, pero no se atrevió – AAAHHHHHHH!! Repitió nuevamente cuando sintió que al mismo tiempo que ella se corría, de los consoladores salía un líquido caliente que le inundo el culo y otro frío que le inundaba su coño.

Justo después de correrse la mujer se sale de encima de ella, el hombre que le sujetaba la cabeza la deja caer contra la almohada al tiempo que un líquido caliente le salta a la cara.

  • Abre la boca, ábrela toda – dijo la voz del mismo hombre que antes le propino el tortazo, el liquido entro en su boca, indudablemente era semen, le fue cayendo en la boca, en la cara, el cuello y por el resto del torso, no podía saber cuántos hombres se habían corrido encima de ella, pero estaba segura de que eran más de los 3 que la habían sometido a esa dulce tortura.

Cuando ya todos los hombres habían terminado de correrse sobre su cuerpo, el hombre seguía sujetándola la cabeza, cuando un nuevo líquido, cayó sobre su cara, se extendió y se introduzco en su boca, reconoció los jugos de la mujer que acababa de correrse también en su boca.

  • Que coma algo, y descanse, pero dejadle los consoladores puestos - una voz femenina, distorsionada por algún aparato electrónico evidentemente no querían que pudiera reconocer la voz.

  • Sí numero 1 – respondió el único hombre que había hablado durante toda la sesión.